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Imagen ilustrativa

Los Hijos de la Condenación son una sociedad secreta de sectarios convencidos de que Sigmar ha muerto, asesinado por los demás dioses. Su cuerpo divino se descompone, enfermando al mundo y a sus habitantes. La secta anuncia que la única salvación posible está en manos de Nurgle, y lo presenta como figura que alivia el sufrimiento en lugar de provocarlo. Aceptando a Nurgle, estos sectarios creen que podrán escapar a los peores efectos de la descomposición de Sigmar y sobrevivir hasta alcanzar una nueva era de bienestar y felicidad.

Historia[]

Fundada en Marienburgo, la secta de los Hijos de la Condenación ha prosperado desde los días de la Plaga Negra de 1111. Mientras la Plaga Negra asolaba las calles y los muertos se amontonaban, la gente huía a los templos en busca de protección contra la letal enfermedad que los mataba a millares. Pero con el tiempo la plaga afectó incluso a los cultos, acabando con sacerdotes de Sigmar, Morr y Shallya por igual. Había muertos por doquier, y nadie parecía estar a salvo. Y entonces llegaron los skavens.

Huyendo de los viles hombres rara y de los vientos de la pestilencia, un grupo de sacerdotes atrancó las puertas del templo de Sigmar para protegerse de la maldad. La turba de ciudadanos asustados no fue admitida dentro del lugar, y mientras los hombres rata se aproximaban, los plebeyos aporrearon las puertas rogando que los dejaran entrar. Los aterrorizados sacerdotes se retiraron a las catacumbas, llevándose consigo su comida y provisiones para aguardar a que terminase la violencia. Una vez allí, oyeron cómo se astillaban y rompían las puertas del templo. Rezaron a su dios para que les liberase del peligro, pero Sigmar no respondió a sus súplicas, pues despreciaba su cobardía. Desesperado, uno de los sacerdotes pidió ayuda a Nurgle. El estruendo de los pisos superiores se tornó en gritos cuando los invasores skavens alcanzaron a los desesperados ciudadanos. Los sonidos de la lucha y la muerte llegaron hasta los asustados sacerdotes: y luego, tan rápidamente como habían comenzado, se hizo el silencio y los skavens se marcharon por donde habían venido.

Sintiéndose traicionados por Sigmar, los sacerdotes vieron con respeto renovado a Nurgle y al sacerdote que lo había conjurado. Para ellos resultaba evidente que Sigmar no existía: habían estado viviendo una mentira. Los únicos poderes, los únicos dioses, eran los del Caos. Uno a uno, los sacerdotes se consagraron al Padre Nurgle, convirtiéndose en sus criaturas. Y así fue como nacieron los Hijos de la Condenación.

Organización[]

Se cree que los Hijos de la Condenación tienen un líder central, supuestamente un mago sectario (aunque la realidad es mucho peor) que imparte órdenes a los acólitos sectarios. Es imposible saber cuántos sectarios sirven a este enorme grupo., ya que parecen haberse extendido por todo el Viejo Mundo.

Los Hijos de la Condenación siguen al único miembro superviviente de los sacerdotes originales que traicionaron a sus compañeros y aceptaron a Nurgle. Aunque han pasado mil quinientos años, sigue siendo el más favorecido de todos, ya que fue él quien convirtió al resto suplicando la ayuda del Señor de la Descomposición. Hace mucho que no es humano: se ha convertido en un príncipe demonio llamado Be’la’krothrogor, o Príncipe Vil. Actúa desde una cámara oculta en algún lugar muy por debajo de Marienburgo, comunicando su maligna voluntad a través de sus fieles acólitos sectarios.

Se cree que el Príncipe Vil dirige a veintiún acólitos sectarios, diseminados por la mayoría de las grandes ciudades y algunos de los mayores pueblos. Cada célula está formada por siete o catorce sectarios, de los cuales más o menos la mitad conocen el verdadero propósito y afiliación de la secta. La mayoría de las células operan en las alcantarillas o en los basureros, aunque se cree que algunas actúan en los barrios pobres.

Símbolo[]

Símbolo Hijos de la Condenación

Los Hijos de la Condenación no utilizan ningún símbolo concreto, aunque en algunos de sus rituales emplean un martillo invertido como burla blasfema hacia Sigmar. Habitualmente visten túnicas de colores ocres con diseños de rombos verdes y goteantes. Estas túnicas tienen capuchas para ocultar las deformidades causadas por cualquier mutación o nauseabunda enfermedad que puedan padecer.

Motivación y objetivos[]

Por extraño que pueda parecer, a esta secta le aterrorizan las enfermedades. Creen sinceramente que Sigmar ha muerto (eso si es que alguna vez fue un dios). Ante tan sombría verdad, aceptan aquello a lo que temen: el fin del mundo y de todo lo que hay en él. Sirven a Nurgle para prevenir lo que consideran el fin inevitable de todas las cosas, propagando enfermedades y atrayendo a los afligidos a su creciente organización.

Pese a la aseveración de que el héroe de guerra Valten era la reencarnación de Sigmar, los Hijos de la Condenación afirman que no es más que un falso profeta, ascendido a la categoría de dios por un hereje excesivamente fanático. Sin embargo, esta aplicación no evitó que los Hijos de la Condenación ayudasen a la Mano Púrpura y a otros grupos a localizar al dios renacido (hecho que la mayoría de los miembros más recientes no ha pasado por alto). Aún está por ver si esta contradicción entre acción y propaganda puede llegar a provocar un cisma en la organización.

Reclutamiento[]

Los Hijos de la Condenación reclutan nuevos miembros con bastante agresividad, aunque nunca directamente. Mueven los hilos hasta situarse en una comunidad establecida, y siembran las semillas de la enfermedad hasta que se produce un brote. En ese momento, utilizan a sus aliados para aislar la comunidad, y de ese modo asegurarse de que cunde la desesperación. En el momento más fatídico de la comunidad, los sectarios entran en el pueblo con la promesa de esperanza y de una nueva vida, argumentando que han sido abandonados por sus dioses, pero que no hay de qué preocuparse, pues aún hay otro camino. Aquellos que les siguen son introducidos en el rebaño; los que quedan atrás se convierten en comida para los hombres bestia.

Ceremonias[]

Los Hijos de la Condenación se reúnen de forma irregular para llevar a cabo rituales y ceremonias blasfemas a la luz de Morrslieb, la luna del Caos. En las regiones salvajes, los sectarios utilizan su magia maligna para corromper y contaminar la zona de adoración. En las noches especiales, los sectarios se congregan y encienden una hoguera. Tras entonar alabanzas a Nurgle, beben un nauseabundo brebaje que contiene una mezcla de sangre, alcohol y carne descompuesta. Se regodean en su corrupción, danzando en la oscuridad, con las mentes relajadas por el intoxicante licor, deteniéndose tan sólo para saborear un banquete de carne y fruta podridas, gusanos y demás, llenándose los estómagos de corrupción. La noche acaba cuando el grupo vomita todo lo que ha comido, vertiendo el contenido de sus estómagos en la hoguera como ofrenda al Señor de la Descomposición.

Fuente[]