Heinrich nació en Montfort interior, hijo de dos expatriados imperiales. Sin embargo, nunca ha estado en el Imperio, y su Reikspiel se limita a diversos insultos (aunque en este aspecto parece no tener límites). A los quince años el duque lo escogió para convertirse en Hombre de armas. Al principio Heinrich reaccionó con hosquedad, pues siempre había querido ser mercader y poseer dos grandes casas, una en Montfort interior y otra en Altdorf. Pero todo cambió en su primera batalla.
Había docenas de orcos, y habían logrado atravesar la empalizada de la aldea justo antes de que Heinrich llegase. Lo primero que vio fue a la chica más hermosa que había visto en su vida. Y lo siguiente fue a un orco ensartándola en su lanza. Cargó junto al resto de los hombres y luchó tan feroz y valerosamente como pudo. La chica aún vivía, aunque malherida, y Heinrich pagó por sus cuidados hasta que se recuperó. Llevan cinco años casados y son extraordinariamente felices.
Heinrich decidió seguir luchando para evitar que otros muriesen a manos de los pieles verdes, y llevó a cabo rápidos progresos. Acaba de ser ascendido a sargento, y ahora está al mando de uno de los grupos que se envía para socorrer a las aldeas que están siendo atacadas. Heinrich está muy orgulloso de su nuevo papel, y está decidido a esforzarse al máximo.