Las Guerras Skaven, o la Guerra Contra las Cosas Humanas como lo conocen los Hombres Rata, es como se denomina al intenso conflicto que duró desde el año 1112 hasta el año 1124, en el que se enfrentaron los ejércitos del Imperio, las hordas Skavens y las huestes No Muertas de Van Hal.
Antecedentes[]

Todo comienza en el año 1111. En aquellos momentos el Imperio estaba gobernado por Boris I Hohenbach, conocido por toda la eternidad como "el Avaro"'. Durante su tremendamente incompetente mandato, el Imperio quedo ahogado bajo impuestos abusivos y funcionarios corruptos. La gente pasó hambre, los ejércitos estatales se descuidaron y muchos fuertes fronterizos fueron prácticamente dejados de la mano. Dada esta situación de debilidad y empobrecimiento, el Imperio no estaba en absoluto preparado para el horror que llegaría después.
Ese mismo año, tras llegara un acuerdo, el Consejo de los Trece decidió emplear la mortifera nueva enfermedad que el Clan Pestilens había creado: La Plaga Negra. En el invierno del año 1111, miembros del Clan Eshin liberaron la enfermedad en los pozos y alcantarillas de multitud de ciudades del Imperio, y en muy poco tiempo la pandemia se extendió como un incendio fuera de control. Asentamientos enteros quedaron sin vida al paso de la virulenta enfermedad.

Ninguna medicina conocida era capaz de ayudar, y la velocidad de la enfermedad no daba tiempo a estudiada. Las oraciones a los dioses no obtenían respuesta, los sacerdotes morían en sus altares mientras grupos de Flagelantes recorrían el país proclamando que la ira de Sigmar había caído finalmente sobre el corrupto imperio.
Pronto, los pueblos y ciudades empezaron a cerrar sus puertas a los desesperados refugiados que huían de la enfermedad. Middenheim cerró de inmediato sus viaductos, por lo que se libró de la Plaga Negra, pero otros no tuvieron tanta suerte. Al Emperador todo esto le traía sin cuidado. Boris se aisló en un palacio a varios kilómetros de Carroburgo y sólo permitió que le acompañaran los más ricos y hermosos de sus súbditos.
Cuando el invierno se convirtió en primavera, la Plaga Negra pareció aflojar un poco su presa y el Consejo de los Trece decidió enviar a los clanes de los Señores de la Guerra contra los tambaleantes restos del Imperio.
Las Guerras Skavens[]
La Invasión de los Hombres Rata[]

Con la nación debilitada, los Skavens se abalanzaron desde sus guaridas subterráneas en cada ciudad y cada aldea del Imperio. Los pocos humanos a los que no mató la plaga no tuvieron tiempo para prepararse, ni el valor para enfrentarse contra los skavens. Muchos los vieron como la última trompeta del Apocalipsis, enviados para devorar a los restos de la humanidad que aún vivían. Potenciados por este miedo, los skavens conquistaron ciudades enteras en cuestión de horas. Sus despobladas regiones fueron aplastadas. Los pocos defensores que presentaron batalla fueron degollados en una salvaje orgía de violencia y devorados. Los cultivos y animales de granja fueron saqueados y llevados bajo tierra. Contra las infernales máquinas de guerra de los Skavens, incluso los pueblos amurallados eran presa fácil.
El ejército Imperial estaba indefenso contra una matanza de ese calado. Docenas de asentamientos fueron quemados, a menudo con sus habitantes en su interior. Vertholf Bergon de Nuln describió las tierras que rodeaban la ciudad como "un paisaje infernal, la ennegrecida tierra cubierta basta el horizonte por piras ardiendo que teñían el cielo de un espeluznante rojo y propagaban asfixiantes nubes negras basta más allá de lo que podía verse”.
En Plagaskaven, el Consejo de los Trece se reunió y decidió que era el momento de descargar el golpe de gracia contra el Imperio. Pusieron en marcha sus ejércitos para destruir los últimos núcleos de resistencia y esclavizar a todos los humanos del Imperio que aún sobrevivían. Durante los siguientes siete años, los Skavens empezaron a esclavizar sistemáticamente a los habitantes de los asentamientos humanos que aún existían. Enjambres de hombres rata rodeaban las granjas o pueblos al amanecer, los incendiaban y, atrapando con redes o golpeando a sus habitantes cuando huían de las llamas.

Largas y desordenadas columnas de prisioneros eran conducidas hasta los pozos de esclavos que se alzaban entre las ruinas de Ubersreik en Reikland y Pfeildorf, en Wissenland. Aquellos demasiado jóvenes o demasiado viejos para trabajar fueron asesinados nada más verles; los que eran capaces de levantarse y coger un pico fueron cogidos como esclavos y enviados a las minas. Los más afortunados eran enviados a trabajar en la superficie, cultivando comida para los Skavens. Sin embargo la mayoría de los prisioneros iban a parar bajo tierra, a las minas y forjas del Imperio Subterraneo. Familias enteras fueron arrastradas, encadenadas y condenadas a no volver a ver jamás la luz del Sol.
En otro año, un tercio de la ya reducida población del Imperio había sido asesinada o esclavizada, y ciudades más grandes se mantuvieron en pie ante el azote de los ejércitos Skaven: Altdorf, Nuln, Averheim, Talabheim y Míddenheim. Aun sin llegar a ser capturadas, el daño que sufrieron fue enorme: bibliotecas, templos, universidades y barriadas enteras ardieron hasta los cimientos. Mientras tanto en el Norte, la plaga aún atenazaba la tierra con su abrazo mortal. Las fuerzas del Imperio intentaron ofrecer resistencia, pero después de años de corrupción y descuido, el ejército Imperial estaba muy mal organizado y no eran más que una sombra de su anterior potencia, viéndose incapaz de evitar las incursiones de los hijos de la Rata Cornuda.

El único consuelo que tuvieron los sufridos habitantes el Imperio es que en el año 1115 hubo un brote especialmente virulento de Plaganegra que se llevó la vida del muy odiado Emperador Boris (en realidad había sido asesinado por los Skavens) y su fallecimiento fue celebrado por todos. Aunque la noticia de la muerte de Boris ayudó sin duda a subir la moral de los oprimidos y desalentados habitantes del Imperio, sin Emperador (aunque fuese uno tan incompetente como Boris el Avaro), el Imperio era muy vulnerable. Sin un emperador en el trono, los hombres rata se consideraron vencedores, y había pocos humanos lo bastante valientes como para negarlo.
A medida que los esclavos y el botín eran rapiñados del seno del Imperio, el estatus y prestigio del Clan Pestilens iba creciendo. Ni siquiera los demás Señores de la Descomposición podían negar que la práctica desintegración del Imperio de los hombres se había logrado por la potencia de la Plaga Negra. Puesto que ninguno de los Señores de la Descomposición quería oponerse abiertamente los Señores de la Plaga, el Clan Pestilens aprovechó este momento de pujanza para asesinar a dos Señores de la Descomposición, tras lo cual se aseguraron el hecho sin precedentes (y altamente preocupante para los demás clanes) de contar con tres representantes en el Consejo de los Trece. Los restantes Señores de la Descomposición se retiraron a sus respectivas fortalezas para encontrar una forma de detener la serie de éxitos de los Señores de la Plaga.
Parecía que había llegado el fin del Imperio de Sigmar. Pero una vez más, el destino jugó sus cartas, y se dieron a la vez dos sucesos que evitaron que se diera el golpe fatal.
El Nigromante van Hal[]

En 1116, los skavens marcharon hacia el oeste para capturar los últimos territorios del Imperio, la provincia de Sylvania, que hasta entonces no había sido molestada, pero al adentrarse en Sylvania se enfrentaron ante un enemigo al que no podían derrotar con facilidad, y un nuevo horror se desencadenó sobre el mundo. Pero para su sorpresa, cuando las Fuerzas skaven entraron en las fronteras de Sylvania, había un ejército listo para enfrentarse a ellos: un ejército de los muertos, formados por grandes hordas de Zombis y Necrófagos, muchos de los cuales en vida habían sido humanos víctimas de la plaga. Se trataba de las Hordas de No Muertos lideradas por el Nigromante Frederick van Hal.
El Barón van Hal había gobernado Sylvania desde el año 1106 CI, y a lo largo de su regencia había tratado de luchar contra la corrupción endémica dentro de las autoridades del Imperio. Entonces es cuando se produjo la llegada de la Plaga Negra en el 1111. Aunque todas las provincias del Imperio sufrieron los estragos de la enfermedad, ninguna región sufrió más que la de Sylvania, donde nueve de cada diez habitantes perecieron a causa de la peste. Pero lo peor aún estaba por llegar.
Poco tiempo después de que al enfermedad arrasara la provincia, se produjo una lluvia de meteoritos procedentes de Morrslieb que cayeron en la región. Al igual que la roca que cayó siglos más tarde sobre la ciudad de Mordheim, los meteoritos estaban hecho en su totalidad o en parte de piedra de disformidad. Esto no solo provocó mas muertes si no que, además de atraer a numerosas bandas de Skavens a la región a buscar la piedra de disformidad, los numerosos fallecidos resucitaron como hordas de No Muertos y atacaran a los pocos vivos que aún quedaban.

La situación se había vuelto desesperada para Van Hal. Con la enfermedad y la lluvia de Piedra Bruja, carecía de la fuerza militar necesaria para hacer frente a las numerosas amenazas, ni tampoco podía recibir ayuda exterior porque el resto de provincias, debilitadas como estaban y con los supervivientes enfrentándose a los Skavens. Entonces, un misterioso noble conocido como el príncipe Vladimir pálido llegó a las puertas de su castillo y le ofreció una oferta que el desesperado barón no pudo rechazar. Con la ayuda del misterioso Vladimir, Frederick van Hal estudió el oscuro arte de la Nigromancia, logrando controlar a los No Muertos que estaban arrasando su provincia y usarlo para expulsar a los Skavens.
Al enfrentarse contra un ejército inmune tanto al miedo como a la enfermedad, y casi tan numeroso como ellos mismos, los skavens se encontraron sin ninguna de sus ventajas tácticas tradicionales. La pequeña fuerza enviada a Sylvania fue eliminada rápidamente por la horda de no muertos y su general nigromante van Hel. Los skavens respondieron de la única forma que sabían: lanzando oleadas tras oleadas de tropas contra aquella provincia para aplastar a este nuevo enemigo.

La guerra entre las dos razas abominables duró casi cinco años, y ninguno de los dos bandos se hizo con la victoria. Los Skaven progresaban muy lentamente debido a las continuas escaramuzas y pequeñas batallas, El Vidente Gris Skrittar recordó a los Señores de la Guerra las lecciones aprendidas en la lucha contra Nagash en la guerra de Pico Tullido y los guerreros se retiraron de Sylvania para buscar presas más fáciles.
Sin embargo, la lucha desvió los grandes ejércitos de los hombres rata de los restos del Imperio, además de reducir sus tropas, y también las de los ejércitos no muertos, lo cual resultó igualmente propicio para el Imperio. Además los skavens pronto empezaron a mostrar síntomas de la Plaga Negra entre sus propias filas. Por fin, el Imperio tuvo una oportunidad de contraatacar a sus conquistadores, pero el daño que se les había causado había sido tan completo que no había nadie lo bastante valiente como para creer que una acción así podría tener éxito, no hablemos ya de convencer a otros hombres para que le siguieran.
Nadie excepto una persona.
La Defensa de Middenheim[]

Cuando la plaga golpeó al Imperio, el Conde Elector Gunthar von Zelt ordenó destruir los grandes viaductos de piedra de Middenheim para evitar que la infección entrase en las murallas. Esta acción decisiva evitó a la ciudad la mayor parte de los horrores de la enfermedad, y su ejército permaneció fuerte. Bien defendida, y situada sobre un gigantesco promontorio rocoso en el bosque, Middenheim no tenía que temer un ataque y estaba bien aprovisionada por si tenía que sufrir un largo asedio.
A finales del año 1118, una gran horda de Skavens surgió de los bosques que rodeaban Middenheim y la puso bajo asedio. Sin embargo, la ciudad fortificada en la cima de la roca de Ulricsberg se demostró como un hueso muy duro de roer. Reconocieron a Middenheim como el último bastión de fuerza imperial, y asediaron la ciudad, mientras que sus zapadores se abrían paso a través de los túneles de la ciudad inferior. Los ciudadanos de Middenheim apenas lograron destruir los cuatro viaductos que permitían el acceso a la ciudad antes de que las primeras oleadas de guerreros Skavens intentaran penetrar por ellos.
Algunos días después, los Skavens se infiltraron por los túneles que había bajo Middenheim, amenazando con destruir toda la ciudad desde el subsuelo. La defensa de Middenheim fue liderada valientemente por el Conde Gunthar y su hijo Mandred von Zelt, quien coordinó una brillante defensa de la ciudad y de los túneles subterráneos durante las semanas siguientes. Aunque los equipos de mosquetes Jezzail eliminaron a muchos de los defensores que asomaban tras las murallas, y pequeñas partidas de Skavens se infiltraron numerosas veces en la ciudad a través de las alcantarillas, todos los avances logrados por los Skavens eran destruidos antes de que pudieran sacarles partido.

El príncipe Mandred, que siempre acompañaba a sus tropas allí donde el combate fuese más fiero, tanto en lo más alto de las almenas como en lo más profundo de las laberínticas alcantarillas, recorría a menudo personalmente los puestos avanzados en los túneles, levantando la moral de los sufridos soldados humanos al unirse con ellos en la oscuridad bajo las calles. Entre todos, los guerreros de Middenheim mantuvieron las hordas de ratas a raya y Mandred fue aclamado como salvador de la ciudad.
Se sucedieron los meses de escaramuzas y combates feroces en el interior del laberinto subterráneo bajo la ciudad; ocasionalmente, grupos de Skavens lograban salir a la superficie, matando y envenenando antes de ser cazados. Ordenó que los niveles inferiores de la ciudad fuesen inundados, acción que fue combinada con barricadas con defensas desesperadas en los túneles por parte de los Caballeros del Lobo Blanco y otros guerreros veteranos, y su gran valor y su liderazgo personal inspiraron a sus hombres a luchar con ferocidad y sin tregua contra los constantes ataques de los hombres rata.

Además, en estos momento de máxima presión para los defensores, la suerte estuvo de su lado. Los Skavens se vieron afectados por su propia plaga, y su número empezó a menguar a gran velocidad, y cuando comenzó la batalla en Sylvania, buena parte de las fuerzas de los hombres rata sucumbieron a las rencillas internas o se retiraron. Al principio de la primavera, la horda Skaven estaba demasiado diezmada por el hambre y la pestilencia como para mantener el asedio durante más tiempo.
Consciente de que aquella podría ser su única oportunidad de detener la espantosa horda de los hombres rata, Mandred reunió a los soldados y templarios que quedaban en la ciudad y cabalgó en dirección a los ejércitos Skavens, rompiendo el asedio y haciendo huir a los hombres rata. Aunque fue una gran victoria, el Graf Gunthar murió durante el enfrentamiento, y príncipe Mandred sería coronado como nuevo Conde Elector y Graf de Middenheim.
Antes de retirarse, no obstante, los Hombres Rata se aseguraron de establecer un puesto fortificado secreto a gran profundidad en los túneles bajo la ciudad de Middenheim. Como regalo de despedida, los hijos de la Rata Cornuda dejaron la plaga dentro de Middenheim, ya atestada de refugiados que trataban de escapar de los Skavens y el duro invierno. En esas condiciones de hacinamiento, la Plaga Negra se propagó rápidamente, pero milagrosamente (como los sacerdotes de Ulric se apresuraron a afirmar) la plaga parecía haberse debilitado y solo una tercera parte de las víctimas murieron.
Mataskavens[]

La victoria en Middenhiem supuso un verdadero punto de inflexión, ya que por todo el Imperio las que hasta entonces habían parecido ser invencibles hordas de alimañas se transformaron de pronto en una masa caótica en retirada. El Conde Elector de Middenland y Middenheim, el graf Mandred von Zelt, congregó bajo su mando a los Condes Electores que seguían con vida y todas las fuerzas que pudo, y durante los siguientes años encabezó la subsiguiente cruzada contra los Skavens en el Imperio, obligando a los skaven a retroceder a su mundo subterráneo.
Tras años de enfrentarse contra enemigos superados en número y asustados, los Skavens no se encontraban preparados para enfrentarse a una ola imparable de caballeros acorazados. Los hombres rata, diezmados por el hambre, la plaga, la guerra y las luchas internas, resultaron derrotados batalla tras batalla durante los siguientes dos años en Averland y Reikland. Se produjeron abundantes escaramuzas entre pequeñas fuerzas de Skavens y tropas del Imperio alrededor de pueblos desiertos y granjas de todo el país. Haciendo uso de todas las ventajas de que disponía, el ejército de Mandred cabalgó hacia el sur en dirección a Altdorf y rompió también el sitio a la ciudad.

Los Skavens se fueron dividiendo y gradualmente fueron expulsados palmo a palmo del Imperio. Su postrero esfuerzo para intentar cambiar el signo de la guerra fue un contraataque conocido como la Batalla de las Colinas Aullantes del año 1124, que estuvo a punto de salirles bien pero acabó por fracasar, cuando Mandred dividió al ejército Skaven y el graf en persona decapitó a Vrrmik, Gran Señor de la Guerra del Clan Mors (y además miembro del Consejo de los Trece) con un solo golpe de su Colmillo Rúnico. En ese momento, los Hijos de la Rata Cornuda perdieron toda esperanza de victoria,
Tras esta derrota, los Skaven fueron definitivamente expulsados del Imperio, y El Imperio empezó la reconstrucción.
Desenlace[]

Tras la batalla, el Conde Mandred ordenó que le hicieran un yelmo de aspecto aterrador con el cráneo de dicho enemigo, a fin de que esa imagen quedara impregnada para siempre en las pesadillas de los hombres rata. Los Electores restantes le aclamaron como salvador del Imperio y posteriormente sería coronado Emperador Mandred "Mataskavens".
Mandred se enfrentaba a una tremenda labor de reconstrucción. Puesto que la población había quedado reducida a una décima parte de la existente antes de la Plaga, muchas aldeas fueron abandonadas, y una gran parte del Imperio quedó desolada. Con todo, El Imperio no tardó en empezar a recuperarse de la guerra contra los Skavens, gracias al dinámico liderazgo de Mandred. Su respetada habilidad militar y su personalidad carismática mantuvieron unido el Imperio durante el vulnerable período de recuperación.
Sin embargo, muchas fortalezas Skavens establecidas en los años anteriores seguían siendo desconocidas y los esclavos nunca fueron liberados, pero los Skavens habían agotado su poderío militar. Los Señores de la Descomposición se dieron cuenta de que estaban demasiado debilitados por la enfermedad y la guerra como para seguir luchando y aniquilar a los humanos por completo en ese momento. En realidad habían capturado tantos esclavos durante su última campaña que empezaban a ser peligrosamente superados en número por ellos en ciertas partes del Imperio Subterráneo, y el Consejo de los Trece temía una revuelta. Por tanto, el Consejo se reunió de nuevo en Plagaskaven, donde decidieron consolidar su posición y reconstruir la fuerza de los clanes antes de lanzar otro asalto contra el Imperio.

Sin embargo, eso tampoco fue posible. Durante los siguientes veinticinco años el Imperio se recuperó más rápido de lo que los Señores de la Descomposición habían creído posible. Bajo el dinámico gobierno del Emperador Mandred Mataskavens se reconstruyeron los pueblos y ciudades, y se repoblaron las tierras con los refugiados que volvían de Bretonia y Kislev. Aún peor para los Skavens, Mandred ordenó una constante vigilancia contra ellos a fin de impedir futuras incursiones, creando cuerpos militares específicos para dicha tarea como la Guardia de las Alcantarillas. En el Imperio Subterráneo, la revuelta de esclavos que se había predicho ocurrió finalmente, junto con brotes adicionales de la Plaga Negra que aniquilaron a clanes enteros (muchos Skavens sospechan que algunas de estas masacres fueron provocadas por clanes rivales).
Los Trece se reunieron en Plagaskaven en el invierno del 1151 al 1152, y los reproches y las acusaciones volaron de un lado a otro entre los Señores de la Plaga y los demás Señores de la Descomposición. Los clanes más afectados por la plaga reclamaron compensaciones, y salieron a la luz numerosas acusaciones acerca de intentos de asesinato. Finalmente se decidió retrasar de forma indefinida cualquier futura operación militar contra el Imperio... salvo por un único y quirúrgico acto de venganza.
Por su parte, el Nigromante Frederick van Hal sería asesinado por su ambicioso aprendiz Lothar von Diehl, que a su vez fue expulsado de Vanhaldenschlosse por un grupo de caballeros, aparentemente bajo el mando del fantasma de su maestro. Después de la desaparición de von Diehl, al no tener una inteligencia que los guiara, los ejércitos de No Muertos vagaron sin rumbo por estas tierras, degollando a los vivos, pero también siendo destruidos por sus enemigos humanos, Skavens y Orcos. Del misterioso príncipe Vladimir, no existen registros sobre su destino en el período inmediatamente posterior a la Guerras Skavens.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Skavens (7ª Edición), págs. 17-19, 22.
- Ejércitos Warhammer: Skavens (7ª Edición), págs. 23-24, 30.
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (4ª Edición), págs. 5, 8, 11.
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (7ª Edición), pág. 10.
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (8ª Edición), págs. 9, 16.
- Ejércitos Warhammer: No Muertos (4ª Edición), págs. 24, 31.
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (7ª Edición), pág. 30.
- Warhammer Fantasy JdR: Herederos de Sigmar (2ª Ed. Rol), pág. 16.
- Warhammer Fantasy JdR: Los Amos de la Noche (2ª Ed. Rol), pág. 76 .
- Warhammer Fantasy JdR: Hijos de la Rata Cornuda (2ª Ed. Rol), págs. 31-33, 35.
- Libro de Trasfondo: Liber Necris: The Book of Death in the Old World, págs. 84-86.