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La Guerra de la Muerte fue un conflicto que enfrentó a los ejércitos No Muertos de Arkhan el Negro y al Sultanato de Arabia. La guerra se prolongó por más de un milenio, y redujo el imperio árabe a una sombra de lo que fue. Arabia tardaría siglos en recuperar el esplendor de antaño, aunque la cicatriz que Arkhan dejó en su pueblo sería imborrable.

Los orígenes de esta guerra se enmarcan en torno a la destrucción de Lahmia, y la alianza de Arabia y Nehekhara. Cuando el gran Rey Alcadizaar convocó a sus aliados para acabar con la creciente amenaza de Lahmia, los árabes respondieron a la llamada. Sus ejércitos partieron de Bel-Aliad, y unieron fuerzas con los nehekharianos, dando caza a los vampiros. Tiempo atrás, los árabes ya habían marchado junto a las fuerzas de Nehekhara, para derrocar al temible Nagash. Esta acción les valió su eterno odio, y poco después, su lugarteniente más fiel se encargaría de cobrar venganza.

Tras la caída de Nagash a manos de Alcadizaar, Arkhan el Negro se encontraba perdido y sin rumbo. Tras ser exiliado de Nehekhara por Settra, el Rey Exánime se propuso vengar la afrenta hacia su maestro, acabando con el vecino Imperio Árabe. Su invasión comenzó en el año -1149 CI, con la destrucción de Bel-Aliad. La ciudad estaba presenciando una lucha entre la corte del Gran Sultán y la influencia sutil de Neferata, pero todos sufrieron la llegada de Arkhan. Tras lanzar sobre la ciudad multitud de plagas y desastres, Arkhan marchó con su ejército sobre las murallas. La capital de Arabia fue reducida a una pila de escombros humeantes, ahora engullida en las arenas del tiempo. Su campaña continuó durante el siguiente milenio, lanzado ataques desde las profundidades del desierto oriental.

La destrucción de sus hogares obligó a muchos árabes a vivir como nómadas, vagando entre las dunas. Los nómadas eran algo común en Arabia, pero su número se vio incrementado sobremanera tras la Guerra de la Muerte. En el Gran Desierto de Arabia, los únicos supervivientes fueron aquellos nómadas lo suficientemente ágiles y astutos como para evitar ser alcanzados por los muertos. Las conjuras de la palacio y las conspiraciones entre las ciudades árabes, comunes en un pasado, cesaron tras la gran invasión, y los sultanatos y califatos enviaron un mar de estandartes y acero contra los muertos del Rey Exánime. Arkhan contratacó hostigando la Ruta de las Especias, cortando el comercio y la comunicación de los árabes con el exterior. Y así, la guerra se extendió por siglos y siglos. Tras un milenio de guerra, Nagash regresó, reclamando a Arkhan el Negro, quien acudió fielmente a la voz de su amo. Arabia pudo descansar entonces, recomponerse de un milenio de incesante guerra, y volver a poblar las tierras que antaño quedaron desocupadas.

Arabia tardaría más de un milenio en reconstruir de nuevo su imperio, y en alcanzar una gloria similar a los tiempos de Bel-Aliad. Al-Haikk se alzó como nueva capital de Arabia, comenzando así con la reconstrucción. En torno al siglo XIII después de Sigmar sería cuando los árabes finalmente lograrían recuperarse por completo de los estragos de la Guerra de la Muerte. El terror se quedó impregnado en sus gentes, quienes se mostrarían reacios a las prácticas nigrománticas, conocedores de la presencia de vampiros y nigromantes entre los suyos.

Fuentes[]

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