
Las Montañas Annulii están impregnadas de la energía mística que fluye por Ulthuan en los inestables Vientos de la Magia. El propio Ulthuan actúa como un punto focal de los vientos de energía mágica que soplan desde los Desiertos del Caos. Estas energías cambiantes se ven atraídas hacia el centro de Ulthuan como el agua en un remolino y forman un Gran Vórtice de magia. De esta forma, Ulthuan extrae la magia del mundo conocido y evita que la marea de magia lo inunde todo convirtiéndose en un Reino del Caos.
La creación de este vórtice mágico fue uno de los primeros y mayores actos de los Magos Altos Elfos de Ulthuan, manteniendo con ello a todo el mundo a salvo de la destrucción.
Descripción[]
Ulthuan está surcada por una red de monolitos; menhires llenos de runas que canalizan y redirigen los Vientos de la Magia. Cada monolito recoge el poder puro del Caos y lo redirige hacia otro monolito más interior. De esa forma, las energías mágicas del mundo se ven atraídas inexorablemente hacia las aguas de un remolino, en el corazón de Ulthuan. Allí, la magia es drenada del mundo a través del Gran Vórtice; el último y más brillante encantamiento de Caledor el Grande.

El Gran Vórtice está centrado en la Isla de los Muertos, el antiguo cementerio de los Elfos. Esta no es una isla real, sino un archipiélago de monolitos cuyos laterales están cubiertos de símbolos místicos. Estos menhires tienen tamaños diversos; algunos se alzan una docena de pies y son esbeltos como un Elfo mientras que otros son altos como montañas y tienen una circunferencia amplísima. La Isla de los Muertos existe fuera del tiempo, más allá del alcance del mundo físico; y sus guardianes vestidos de negro mantienen una siniestra vigilancia para asegurarse de que permanece en ese estado. Si un extraño accediera a esas orillas, encontraría hechiceros Altos Elfos de antaño, capturados como moscas en ámbar, manteniendo los hechizos de su época para preservar el equilibrio del mundo.
A pesar del Gran Vórtice, la magia ha dejado su marca en Ulthuan. Extrañas luces cruzan los cielos, hermosas voces susurran en el viento y las cascadas resuenan con música de otros mundos. En efecto, Ulthuan se sostiene gracias a la magia. Durante el tiempo conocido como la Secesión, el continente se agrietó y destruyó, salvándose del mar hambriento gracias a hechizos desesperados. Únicamente aprovechando el poder de los monolitos, los Altos Elfos pueden asegurarse de que Ulthuan no sea tragada por el océano.
Historia[]
La Creación del Gran Vórtice[]

Durante la Primera Guerra contra el Caos, después del derrumbe del portal de los Ancestrales al norte del Viejo Mundo y la anegación de este por los Vientos de la Magia, Caledor investigó durante un siglo y descubrió la existencia de este, pero comprendió de que sería imposible cerrar tal brecha en la realidad para los Magos Elfos, por ello se le ocurrió crear un vórtice mágico que atrajera toda la magia del mundo y la condujera a un lugar lejano.
A pesar de la idea que tuvo, Aenarion, el Rey Fénix, se negó a permitir a Caledor poner en práctica semejante ritual. A pesar de ello, Caledor sabia que las hordas del Caos acabarían saturando a los Elfos y por ello decidió poner en práctica el ritual. Caledor, en contra de Aenarion, reunió a todos los grandes magos Elfos en la Isla de los Muertos para comenzar el ritual. De algún modo, los esbirros del Caos descubrieron la existencia de este ritual y decidieron ponerle fin. Asaltaron la Isla de los Muertos pero chocaban contra la barrera que los archimagos habían creado alrededor del ritual.

Aernarion descubrió la existencia y el ritual, y aunque decepcionado por lo que hizo su amigo Caledor se decidió a protegerlo. Comenzó la batalla en la cual los Grandes Demonios del Caos luchaban contra los jinetes de dragones rugiendo y bramando furiosos en la cruenta batalla que cobró un alto peaje a ambos bandos, mientras en el centro de la batalla los magos pronunciaban el extenso ritual. El cielo se cubrió de nubes hirvientes y cayeron rayos de todos los colores, los vientos que rugían enmudecían los sonidos de la batalla, y en el apogeo del ritual, el viento cesó y el clima se calmó. Entonces la magia se arremolinó en el centro de la Isla de los Muertos. La energía usada ese día desintegró a los hechiceros Elfos en una humareda multicolor mientras pronunciaban las últimas partes del hechizo, y entonces hubo un fogonazo iridiscente y se creó el Gran Vórtice.
El Gran Vórtice absorbió la magia haciendo que el vínculo con la realidad se debilitase provocando la desaparición de los demonios, que se esfumaron al perder su fuente de poder. El Gran Vórtice provocó que la magia del Viejo Mundo fuera absorbida y redirigida muy lejos. Esto evitaría en un futuro la creación de cúmulos de Dhar y la imposibilidad de que los demonios se mantengan íntegros lejos del Portal del Caos en los Desiertos del Norte. El Gran Vórtice es un portal que absorbe la magia del mundo, ayudados por las Líneas Ley y los Hitos Mágicos, el portal cumplió su objetivo; debilitar gravemente a las legiones del Caos.
El Gran Vórtice durante la Secesión[]

Durante los eventos finales de la terrible guerra civil entre Altos Elfos y Elfos Oscutos conocida como la Guerra de la Secesión, el Rey Brujo Malekith estaba cerca de ser derrotado y, consumido por esta rabia, decidió llevar a cabo un plan desesperado con el que podría cambiar el curso de la guerra. Reunió a todos los hechiceros renegados y les reveló un plan tan insensato como audaz: iban a deshacer los hechizos que originaban el Gran Vórtice, permitiendo al Caos regresar al mundo.
En Nagarythe, Morathi y Malekith habían estudiado durante mucho tiempo las artes de la Magia Oscura. Un gran número de brujos y hechiceros los siguió, atraídos directamente con el poder del Caos. Malekith convocó a estos hechiceros oscuros y reunió un gran número de prisioneros a los que iba a preparar para un sacrificio masivo como parte de su plan final. Él, su madre y sus hechiceros liberarían la magia del vórtice de Ulthuan creado por Caledor Domadragones y desatando toda la furia de los Reino del Caos sobre la isla.
El Rey Brujo y sus seguidores obtendrían energía del Caos y se convertirían en semidioses. Con este poder, invocaría a las hordas de demonios para que lucharan a su lado y destruir así toda oposición. Malekith pretendía convertirse en el nuevo amo y señor de los demonios, teniendo así un ejército infinito e inmortal. Sabiendo que sus destinos estaban ligado al del Rey Brujo, los hechiceros acataron la táctica enloquecida, pese al peligro que suponía jugar con fuerzas tan incontrolables. Malekith y sus seguidores estaban dispuestos a arriesgarlo todo a cambio de la victoria, incluso el futuro del mundo. En sus mentes no cabía la opción del fracaso; vivir en el exilio y la oscuridad era algo impensable para el Rey Brujo. Si Ulthuan no se plegaba a su voluntad, sería completamente destruida. Prefería acabar con el mundo antes que verlo gobernado por otro. Ese sería el precio a su traición.
Tan locos se habían vuelto la mayoría de brujos Druchii que rápidamente accedieron. Sin embargo, solo uno de sus discípulos de Morathi, Urathion de Ullar, vio la realidad de la locura que entrañaba el plan de Malekith. En medio de la noche se deslizó fuera del palacio del Rey Brujo y huyó de Nagarythe para avisar al Rey Fénix de la condenación que se avecinaba. Terminó muerto por un virote envenenado disparado por un asesino después de que avisara al enemigo de los Elfos Oscuros.
Así empezó la última y mortífera confrontación. El Rey Brujo y sus hechiceros habían iniciado un ritual terrible que desharía el Vórtice. Cientos de prisioneros y esclavos fueron sacrificados para obtener la energía oscura necesaria para desestabilizar el Vórtice. Varios de los hechiceros murieron al no poder controlar aquella cantidad de energía caótica.
Situados en lo alto de sus torres negras, los hechiceros oscuros lucharon por hacerse con el control del Vórtice, al tiempo que los Magos Altos Elfos intentaron detenerles, pero era tal el poder del Rey Brujo que lenta e inexorablemente fue ganando la pugna. Grandes fuerzas hicieron estremecer la tierra. Las montañas temblaron y los mares bulleron ante la batalla mística librada entre la luz y la oscuridad por el control del remolino de poder en el centro de Ulthuan. Una vez más, una luz sobrenatural surgió de entre las montañas y nubes de energías mágicas surgieron hacia el cielo de los picos en erupción hacia el cielo. En el lejano norte del mundo, el Reino del Caos se desperezó y se dispuso a avanzar una vez más. En el campamento del Rey Fénix, Caledor rezó a todos los dioses y a su abuelo para que le ayudaran.
Cuando llegó la noche, las estrellas se vieron oscurecidas por unas luces mágicas parpadeantes y coronas de energía mágica con las que el Rey Brujo y su cónclave de hechiceros intentaban la última fase de su plan. Al estar impulsados por pactos demoníacos, su magia era más fuerte, de modo que las protecciones de los magos del Rey Fénix empezaron a desmoronarse. El propio vórtice aullaba y chillaba y después empezó a parpadear. Los Demonios del Caos acudieron en su ayuda, precipitándose desde las montañas montados sobre las corrientes de magia y atacando a los defensores Elfos, mientras caían los últimos hechizos de los defensores. Se oyó en el cielo la risa triunfante de los dioses del mal.

Fue entonces, cuando la magia del Rey Brujo entró en contacto con la Isla de los Muertos, en el corazón mismo del vórtice, nuevos actores inesperados entraron en escena. Liberados de su largo estasis, Caledor Domadragones y sus magos atrapados en el vórtice regresaron al reino de los vivos. Al constatar instantáneamente el peligro que corría Ulthuan, sumaron sus hechizos a los de los magos del Rey Fénix y, con una liberación colosal de energía mágica, volvieron a arrastrar el vórtice a su sitio una vez más. Los magos atrapados en la Isla de los Muertos no habían permitido que su obra fuese destruida.
Las poderosas siluetas cubiertas de luz enviaron la maligna ola de energía mística de regreso a Nagarythe. El gigantesco poder de tales energías liberadas alcanzó a Malekith y a sus seguidores. Muchos de los hechiceros del Rey Brujo cayeron muertos como piedras, destruidos por el poder mágico que habían desencadenado.
Aun así, los efectos secundarios del ritual y el contragolpe de magia hicieron estragos en Ulthuan. La tierra tembló y se revolvió como un caballo aterrorizado, y una Tormenta de Magia destructiva recorrió la isla. Como consecuencia, poco después un terriblemente titánico oleaje asoló las costas y anegó muchas de las tierras de los Reinos Élficos, acabando con la vida de incontables Elfos en el cataclismo resultante. Las marcas de este suceso marcaron la geografía de Ulthuan para siempre, dándole la forma que conocemos actualmente.
Imágenes[]
Curiosidades[]
- Mientras los archimagos Elfos estaban realizando el ritual para la creación del Gran Vórtice, fueron muriendo uno a uno consumidos por el esfuerzo que requería la titánica tarea, siendo el último en morir el propio Caledor. Cuando parecía que el ritual había fallado, los hechiceros fueron apareciendo en su forma espiritual y terminaron su labor. No se sabe si esto fue debido a las inmensas cantidades de energías mágicas que estaban manejando y se encontraban desatadas por el lugar, o por la intervención externa de entidades mucho más poderosas que se percataron de sus intenciones y los ayudaron desde las sombras, pero los espíritus de los hechiceros siguen cumpliendo con su deber hasta la actualidad, manteniendo estable el Gran Vórtice.
- Cuando fue creado el Gran Vórtice, muchos demonios quedaron atrapados en él. De hecho, N'Kari estuvo atrapado durante milenios hasta que pudo zafarse y escapar de su influjo. Se cree que todavía hay entidades atrapadas en el torbellino, y se especula que los Grandes Demonios Throttle Gargajeador y Hargrim Hacha Temible siguen atrapados tras su enfrentamiento contra Aenarion.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (7ª Edición), págs. 6, 18.
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (8ª Edición), pág. 9.
- Warhammer Fantasy JdR: Reinos de la Magia (2ª Ed. Rol), págs. 19-21.
- Saga de Tyrion y Teclis: La Sangre de Aenarion, de William King.
- Prólogo.
- Capítulo 3.
- Saga La Secesión: Caledor, por Gav Thorpe.
- Capítulo 21: La Secesión.