Furagrum Kazorson ha visto muchos inviernos en Karak Azgal. Aunque su cabeza es calva y está marcada por cicatrices de combate, su barba es tan larga que tiene que ensortijarla para no arrastrarla por el suelo. Sobre su cota de malla tiene una coraza de gromril con un dragón dorado grabado. Su arma es un formidable martillo de guerra de gromril con runas inscritas con volutas en filigranas de oro al que llama Juez. Cuando está fuera de servicio se retira a la cantina El Ojo del Dragón para beber cerveza tradicional; es famoso en el local por su capacidad para beber cantidades prodigiosas de esta sustancia sin emborracharse. Si se le aborda allí y se le invita a un trago, relatará gustoso varias historias de sus hazañas como soldado y como legislador.
Furagrum está consagrado a su trabajo, y su interpretación de los leyes es justa aunque extremadamente estricta. Si es asesinado un legislador, perseguirá personalmente al culpable para llevarlo ante la justicia. Es uno de los tres miembros del consejo de gobierno de Karak Azgal, lo que le convierte en uno de los enanos más poderosos de la ciudad. Todo el que cree poder sobornarle acaba lamentando tal idea en los calabozos de la fortaleza.
Sin embargo, el comandante tiene una debilidad, y es el juego. Su pasatiempo favorito consiste en apostar en los combates de foso de Puerta Muerta, aunque gasta dinero en casi cualquier cosa con tal de saciar su adicción. Como a todos los enanos, detesta desprenderse de sus tesoros, y no le resultara fácil pagar sus deudas. Dividido entre el cumplimiento de la ley y la obligación de saldar deudas, ha empezado a hacer la vista gorda con algunos de los asuntos de Puerta Muerta. Dmitri Markov, el señor del crimen kislevita del lugar, tiene una relación especial con Furagrum. Perdona las deudas del comandante, y a cambio administra una entrada secreta a la ruinas situada en la Doncella de Hielo.