Freya fue la Reina Guerrera que gobernó a los Asoborneos en los tiempos de Sigmar, y con la formación del Imperio, nombrada Condesa de los territorios controlados por su tribu, aunque nunca abandonó su título regio.
Descripción[]
Freya fue una mujer de extraordinaria belleza primitiva y aspecto temible, todo curvas y llamas, una fiera con una armadura ajustada al cuerpo y una reluciente cota de malla que no dejaban nada a la imaginación. Su cuerpo era firme y esculpido por la guerra, su cabello era largo y de un rojo encendido, formando grandes mechones carmesíes; y sus pechos eran firmes y turgentes. Solía ir ataviada con una reluciente malla que parecía tejida con hilo de oro. Unos torques de bronce y plata le rodeaban el elegante cuello y una magnífica corona de oro con incrustaciones de piedras preciosas descansaba sobre su alta frente. La capa que solía llevar colgada de los hombros no ayudaba a ocultar la suave curva de sus extremidades ni el balanceo de sus caderas cuando se movía.
Freya fue una mujer apasionada y que vivió sin compromiso. No era del tipo mujer que quería una familia, ni que que le gustase tener un marido y un padre para su hijos. De echo se rumoreaba que había estrangulado a su marido en la cama mientras dormía. Freya nunca fue la mujer de un solo hombre, y tuvo numerosos amantes a lo largo de su vida, entre los que estuvo el propio Sigmar. La reina asobornea usó el sexo como medio para exprimir hasta la última gota de sensación de cada momento y aprovechar todo lo que la vida tenía que ofrecer.
Pero la fiereza y al pasión de la reina Freya no quedaba solo en el lecho, pues su feroz y exaltada personalidad también se trasladaba al campo de batalla, liderando en primera línea escuadrones de carros de guerra Asoborneos contra aquellos enemigos que osaran amenazar a su tribu y sus tierras, acompañada por las Águilas de la Reina, la guardia de élite de la realeza asobornea.
Equipamiento[]
Cuando Freya partía a la guerra, lo hacía ataviada con su mejor armadura de bronce y hierro, siendo un atuendo destinado tanto a impresionar como a proteger. De su hombros colgaba un tejido de malla de bronce, y las chapas que le protegían el pecho y el vientre estaban modeladas con la forma de los músculos que había debajo. Llevaba grebas y brazales de hierro sujetos con correas a las espinillas y los antebrazos, dejando desnuda la curva de sus caderas y muslos. Tenía una capa rojo escarlata prendida a los hombros con broches de plata con forma de lobos gruñendo.
Los Asoborneos eran famosos por combatir en carros de guerra, y la reina no era una excepción. Freya siempre acudía a la batalla subida a un carro conducido por Maedbh, su escudera más leal. Se trataba de una creación de mortífero poder hecha de madera oscura, oro y bronce, con incrustaciones de llamas doradas en los tallados delicadamente trabajados de ruedas llameantes y cometas ardientes. El carro de guerra de la reina tenía laterales altos, estaba blindado con capas de cuerdas de hierro y madera lacada cortada contra el hilo, y las ruedas iban recubiertas de hierro y estaban equipadas con mortíferas cuchillas.
Con su cabello rojizo ondeando tras ella como un estandarte de guerra, la reina Freya disparaba flechas mortalmente certeras a sus enemigos, o los abatía lanzándoles javalinas, soltando un agudo grito con cada enemigo que abatía. Cuando se quedaba sin munición o tenía al enemigo demasiado cerca, desenvainaba una espada larga y ancha de empuñadura dorada. Una lanza era mejor arma para utilizar en un carro, pero la espada de Freya había pertenecido a un antiguo héroe de su sangre y no podía empuñar un arma diferente más de lo que podía dejar de querer a sus hijos.
Historia[]
La Reina Freya[]
Freya era hija de la reina Sigrid, anterior soberana de los Asoborneos, sucediéndola a su muerte ya que su sociedad era ferozmente matriarcal. Freya reinaba a su pueblo con apasionada bravura y bajo su liderazgo los Asoborneos se convirtió en una tribu fuerte. Entre sus proeza estaba la destrucción de la tribu de Faucesrojas, la conquista de los Halflings, y haberle dado muerte a Gran Colmillo. También había aceptado aliarse con los Umberógenos en su guerra contra la Tribu de Cuchillo Ensangrentado, teniendo el Rey Björn que yacer con ella para formalizar la alianza. La destrucción de la tribu de orcos había puesto fin al poder de los pieles verdes en el este durante una década.
Cuando el Rey Björn falleció en el año -8 en su lucha contra los Norse, varios reyes de distintas tribus viajaron a Reikdorf para asistir a su funeral, presentarle sus respetos, y asistir a la coronación de su heredero, Sigmar. La reina Freya fue uno de ellos, llegando en una procesión de carros y mostrando su interés por yacer con Sigmar al igual que lo hizo con su padre años atrás.
Se celebró un banquete en honor al Rey Björn, y cada soberano tenía una historia que contar sobre sus proezas. Sigmar prestó atención mientras la reina Freya habló de la destrucción final de la tribu de orcos de Cuchillo Ensangrentado. Cuando la reina Freya concluyó su relato, Sigmar se quedó conmocionado al oírla hablar de las habilidades sexuales de su padre, pues entonces comprendió que yacer con la reina de los asoborneos había sido el precio de la ayuda de sus guerreros en la batalla contra los orcos.
Alianza con Sigmar[]
Poco después de su coronación como nuevo rey de los Umberógenos, Sigmar comenzó con su plan de unificar a las tribus. Algunas se unieron a través de métodos bélicos y otras, como en el caso de los Asoborneos, mediante la diplomacia. Sigmar viajó personalmente hasta las Tres Colinas, la capital de los Asoborneos, para hacerle entrega de numerosos regalos a Freya: armas y armaduras de manufactura enana y los mejores caballos de guerra criados en sus tierras.
Freya aceptó lo regalos de Sigmar, así como unirse a su coalición de tribus, aunque para ello primero tendría que acostarse con ella. Freya le hizo consumir diversas pociones asegurando que prolongarían el acto sexual, y tras una intensa noche de pasión (de la que Sigmar saldría tremendamente agotado y con algunas “cicatrices”), los Asoborneos se unieron a la creciente alianza de tribus. Pero esto no sería lo único que se lograría con el acto carnal.
Freya quedó embarazada, y aunque las mujeres asoborneas por lo general engendraban más niñas que a niños, Freya dio a luz a dos gemelos varones, a los que nombró como Fridleifr y Sigulf. Nadie de la tribu asobornea ponía en duda de que Sigmar era el padre de los niños, pero por respeto que sentían a su reina, decidieron ocultar este hecho al resto. Por un lado, por que para los asoborneos la procedencia viene de la línea materna, no de la paterna. Por el otro, Freya temía que si Sigmar supiera la verdad, se los llevase a Reikdorf y los convirtiera en sus herederos, y ella nunca le permitiría que los apartara de ella. Por ello, pocos forasteros llegaron a ver a sus hijos, ya que rara vez se aventuraban más allá de tierras asoborneas, y los Águilas de la Reina los atendían constantemente.
Pese a esto, Freya siguió siendo fiel aliada de Sigmar, y en el año -1 respondió a su llama de armas para hacer frente a la amenaza pielverde que se concentraba al otro lado del Paso del Fuego Negro, junto a los Enanos del Gran Rey Kurgan Barbahierro. En la reunión de reyes de todas las tribus aliadas de Sigmar, ella fue de los primeros soberanos en mostrar su apoyo a Sigmar para que fuera quien liderada el ejerció humano contra los Pieles Verdes, y ayudó a convencer a los más escépticos para que cedieran el mando de su tropas a Sigmar.
En la consecuente Batalla del Paso del Fuego Negro, la reina Freya dirigió doscientos carros a la batalla, matando a orcos y goblins con decenas con sus cargas y disparos de flechas. La llanura arenosa del Paso del Fuego Negro era un terreno ideal para los carros y Freya sintió un delicioso estremecimiento de placer mientras Maedbh dirigía el carro contra el enemigo. Su actos salvaron al rey Otwin de los Turingios y a su guerreros berserker cuando cargado profundamente contra las líneas de los pieles verdes, viéndose rodeados. También ayudó a Sigmar a retirarse a salvo junto a sus propias líneas cuando quedó sin caballo en medio de la refriega.
El ejercito aliado de Humanos y Enanos obtuvieron la victoria aquel día después de que Sigmar lograra matar en duelo al Kaudillo que lideraba la horda Pielverde, que se desmoralizó, muriendo miles cuando huían. Aquella misma noche se celebró un gran fiesta para festejar tan grandiosa victoria. Tras honrad a los muerto, Freya y sus hermanos reyes se reunieron en torno a Sigmar, mostrando sin excepción una expresión de lealtad hacia él.
Había logrado salvar las tierras de los hombres y unificado las tribus para formar una nación unificada. Como uno solo, los reyes se pusieron de rodillas con las cabezas inclinadas hacia Sigmar, y le declararon Emperador del recién forjado Imperio.
Condesa de los Asoborneos[]
Un año después de la gran victoria en el Paso del Fuego Negro, Freya y los demás reyes de la tribus viajaron a Reikdorf para asistir a la coronación oficial de Sigmar como emperador por el propio Ar-Ulric, pero antes debía superar la prueba del Caldero de la Aflicción, para recibir la aprobación de Ulric. Después de que Sigmar se sumergiera en la congeladas aguas del gran recipiente, los reyes aliados rodearon el caldero, y el Ar-Ulric les hizo un corte a cada uno en la mano para que vertieran su sangre en el mismo. Sigmar superó la prueba y emergió del caldero, renaciendo en sangre de reyes, y fue declarado Emperador.
La reina Freya de los asoborneos fue la sombra constante de Sigmar a lo largo de todos los festejos que siguieron a la coronación, y éste tuvo que aguantar incontables relatos sobre sus gemelos, Fridleifr y Sigulf, que eran dioses entre los hombres si se creían las historias de su madre. El deseo que Freya sentía hacia Sigmar no había disminuido y la decepción de la reina fue patente cuando rechazó con delicadeza sus ofertas de placer carnal.
Uno de los primeros decretos de Sigmar como Emperador fue suprimir el título de Rey y substituirlo por el de Conde, que sería como se designaría a los aliados de Sigmar. Pese a esto, Freya era una de las que no quiso desprenderse de su antiguo título, y nadie llamaba «conde» a Freya, pues nadie se atrevía.
Freya siguió gobernando sus tierras en nombre de Sigmar, haciendo frente a la multitud de enemigos al tiempo que tambien educaba a sus hijos Fridleifr y Sigulf en las tradiciones guerreras de los Asoborneos. Igualmente continuó enviado tropas para apoyar la diversas campañas del Emperador, contra amenazas externas. Cuando Sigmar y varios condes defendieron la ciudad de Middenheim contra una gran horda del Caos, Freya formó un gran ejercito con otros Condes para romper el asedio y expulsar a los invasores. La férrea determinación de los defensores logró que la ciudad no cayera durante días, y con la llegada del ejercito aliado, la horda del caos fue definitivamente derrotada.
Tras la victoria, Freya regresó a sus tierras para seguir gobernándolas.
La Invasión de Nagash[]
Los años pasaron tras el asedio de Middenheim. Freya y el conde Adelhard enviaron a misivas a Sigmar advirtiendo sobre un aumento en la actividad de los Pieles Verdes en las Montañas del Fin del Mundo, de partidas de guerra de contrahechas bestias del bosque en las marcas meridionales y una creciente coordinación entre los bandidos y los saqueadores en el norte, pero a la amenaza a la que se se enfrentaría sería mucho mayor.
En el año 15 C.I. el gran Nigromante Nagash invadió el Imperio para recuperar la Corona de la Hechicería, un objeto de gran poder mágico que había creado hacía siglos, y que en ese momento se encontraba resguardado por Sigmar para proteger al mundo de su mal. Numerosos ejércitos de No Muertos atacaron diversas regiones del Imperio para impedir que el Emperador pudiera solicitar ayuda de sus aliados. En el caso de Freya, manadas de lobos no-muertos empezaron a atacar a su pueblo.
Después de que su ejercito arrasara las tierras de los Menogodos y los brigundianos, Nagash ordenó a su lugarteniente Khaled al-Muntasir que atacara la tierra de los Asoborneos. Freya reunió una hueste para enfrentarse al enemigo, dejando a sus hijos Fridleifr y Sigulf al cuidado de su escudera Maedbh a salvo en la Tres Colinas. La fuerza de Freya fue derrotada por Khaled en la Batalla del Río Aver, y la mayoría de sus guerreros fueron asesinados y se alzaron como No-Muertos para servir en las filas enemigas. La propia Freya fue arrastrada fuera de su vehículo destruido antes de que Khaled desatara el ataque final sobre el ejercito Brigundiano.
Al enterarse de la derrota del ejercito de Freya, Maedbh reunió a todos los habitantes que quedaban en las Tres Colinas y abandonaron las capital asobornea para escapar del ejercito No Muerto. Caminaron durante días, sin apenas pararse a descansar, ya que estaban siendo perseguidos por las fuerzas de Khaled al Muntasir. Afortunadamente fueron rescatados por un ejercito liderado por Sigmar, que derrotó a los No Muertos y obligó a Khaled a huir. Tras la victoria, Sigmar vio por primera vez a Fridleifr y Sigulf y los reconoció al instante como sus hijos. Aunque en un principio estaba dolido por que se le ocultara este hecho, comprendió los motivos de Freya de ello, y respetó sus deseos.
Sigmar llevó los supervivientes a Reikdorf, y durante dias estuvo preparando las defensas de la ciudad mientras el ejercito de Nagash se aproximaba. Sin embargo, el Gran Nigromante no fue el primero en llegar a Reikdorf. Mientras la fugaz luz del amanecer superaba las montañas orientales antes de que el negro dosel de la penumbra de los no muertos lo apagara, un harapiento grupo de un centenar de guerreros se acercó cojeando a la entrada meridional de la ciudad. Tras sus doncellas de espadas, la reina Freya regresó a las tierras los Hombres después de haberse abierto paso por las tierras salvajes infestadas del sur del Imperio.
La dicha que recibió la llegada de Freya se vio pronto empañada por la noticia de que los muertos los seguían a menos de una hora. Las puertas se cerraron y atrancaron y los guerreros que se preparaban para defender la ciudad con sus vidas se situaron en las murallas, aferrando espadas y hachas en manos resbaladizas por el miedo. Aunque aún estaba gravemente herida, Freya ocupó su lugar con los Águilas de la Reina, y ninguna reprimenda pudo hacer que Sigulf y Fridleifr se apartaran de su lado.
Nagash envió a Khaled al-Muntasir a parlamentar la devolución de su Corona. Al ver a la reina Freya viva, burlonamente se alegró de saber que había escapado de su anterior encuentro, y le dijo que ahora muchos de los miembros de su tribu luchaban a su lado, y le gustaría que se uniera a ellos. Freya hirvió de furia y pena ante sus palabras, usando hasta el último ápice de autodominio no abalanzarse contra el vampiro. La reina inspiró profunda y entrecortadamente, y le recordó al vampiro como había huido cobardemente cuando se enfrentó a Sigmar.
Comprendiendo que Sigmar y sus aliados estaban dispuesto a pelear hasta el final, Khaled al-Muntasir se dispuso a regresar junto a su amo, peor no sin antes presentarles a los anteriormente condes Siggurd de los brigundianos y Markus de los Menogodos, ahora transformados en vampiros a su servicio. Los anteriores condes trataron de hacerles ver el don que habían recibido, pero Sigmar refutó sus argumentos, y les dijo que estaban condenados, antes de regresar a Reikdorf.
En la batalla del Río Reik el ejército de vivos de Sigmar se enfrentó la hueste No Muerta de Nagash. Acompañada por sus hijos Sigulf y Fridleifr, su escudera Maedbh y su hija Ulrike, Freya dirigió a los guerreros Asoborneos que habían logrado sobrevivir, protegiendo uno de los flancos de las fuerzas de Sigmar, evitando que los No Muertos los flanquearan. Mientras combatía, un lobo enorme destruyó el carro de la Reina, arrojándola y dejándola inconsciente.
El muro de escudos Asaborneos resistió el asaltó de los muertos y lograron alcanzar a su reina caída, dándole tiempo a recuperarse y volver a la lucha, pero entonces apareció Siggurd, abriéndose sangriento camino hasta llegar hasta ella. La reina combatió al vampiro, recibiendo apoyo de Sigulf, Fridleifr, Maedbh y Ulrike durante el duelo, pero aunque consiguieron herirle, el vampiro era muy superior a todos ellos. Cuando Siggurd se disponía a rematar a sus victimas, repentinamente fue abrumado por una gran turba de fanáticos flagelantes, demasiados como para que pudiera derrotarlos él solo, viéndose obligado a huir.
Mientra los dementes continuaban con su carga suicida, Freya y los supervivientes se retiraron a Reikdorf para tratarse las heridas, especialmente las de su hijo Sigulf, quien estaba gravemente herido. En otro lado de la batalla, Sigmar se enfrentaría al propio Nagash, y tras un intenso duelo, lograría derrotarlo con el poder de Ghal Maraz. Con el Gran Nigromante destruido, el poder que ejercía sobre todos los No Muertos del Imperio se desvaneció, dándole la victoria a los vivos.
Varias días mas tarde, asegurando que aún le dolían las heridas que había sufrido a manos de Siggurd, Freya y sus hijos heridos regresaron a Tres Colinas para reconstruir lo que los muertos habían destruido.
Contradicciones[]
- En la Vida de Sigmar dice que los regalos que le dio a Freya eran en realidad un tributo para evitar que los Asoborneos y sus aliados Taleutenos no le declaran la Guerra a los Umberogenos, entregando tantos bienes que diera la impresión que su pueblo era mucho más rico y poderoso de lo que realmente eran, ganándose así el apoyo de ambas tribus. En la novela Heldenhammer no hay mención a dicha alianza y ya de por si los Umberogenos era la tribu más poderosa, aliada de muchas otras, los regalos fue para convecer a Freya de que se uniera su coalición. Igualmente, en la Vida de Sigmar, Sigmar no yació Freya.
Fuentes[]
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Heldenhammer, por Graham McNeill.
- Cap. 13: Una reunión de reyes.
- Cap. 15: Unión.
- Cap. 19: Las espadas de los reyes.
- Cap. 20: Defensores del imperio.
- Cap. 21: El paso del Fuego Negro.
- Cap. 23: El nacimiento de un imperio.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Imperio, por Graham McNeill.
- Cap. 1: Los últimos días de los reyes.
- Cap. 2: El ascenso de un emperador.
- Cap. 3: Ajustes de cuentas.
- Cap. 15: El precio de la traición.
- Cap. 22: La destrucción de los hombres.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: El Rey Dios, por Graham McNeill.
- Cap. 4: Nuevos amigos y viejos enemigos.
- Cap. 5: Regresos.
- Cap. 10: Muerte sigilosa.
- Cap. 18: La muerte de Reikdorf.
- Cap. 19: La última noche.
- Cap. 20: La Batalla del río Reik.
- Cap. 21: El fin está próximo.
- Cap. 22: Paladines de la vida y la muerte.
- Cap. 23: El fin de todas las cosas.
- Epílogo.
- Libro de Trasfondo: La Vida de Sigmar, por Matthew Ralphs y Gav Thorpe.
- Cap. 7: Sigmar paga tributo a los Asoborneos y Taleutenos.
- Cap. 9: La Batalla del Paso del Fuego Negro.