
Dr. Anélido, Viejo Partehuesos, Apotecario Siniestro, el Fecundo.
Si un viajero desafortunado se apartara de los sinuosos caminos que llevan desde los bosques del norte a los Desiertos del Caos, podría recibir la visita de un desagradable individuo durante la oscuridad de la noche. Una criatura que murmura y camina arrastrando los pies acecha estas tierras, ataviado con una túnica apolillada y desgastada en la que lleva viales tintineantes que contienen brebajes inimaginables que utilizará sobre aquellos a los que atrape o embauca. Este apotecario misterioso es el Doctor Festus, un devoto de Nurgle, el Dios de la Plaga, y que está muy, muy loco, aunque una vez tuvo el respeto de los médicos, alquimistas y científicos a lo largo y ancho del Viejo Mundo.
Historia[]

El Doctor Festus fue antaño un gran cirujano que fundó hospicios por toda la provincia de Nordland, siendo tan compasivo con su don como profesional en su trabajo. Especializado en bálsamos y ungüentos curativos, el buen doctor curaba a centenares de personas cada año. Con la ayuda de Festus, Nordland consiguió superar brotes de Fiebre Aullante, Peste Negra e incluso la paralizante Viruela Necrófaga.
Pero fue el inicio de la plaga de Fiebre Rechinadientes lo que marcó el inicio del fin de Festus. Aunque lo intentó con todas sus fuerzas, el doctor no pudo detener la expansión de esta nueva y altamente contagiosa enfermedad. Festus se encerró en su laboratorio trabajando incansablemente para crear un elixir curativo.
Pasó muchas noches sin dormir pero, a pesar de sus esfuerzos, no encontró la cura. Las víctimas de la plaga que había conseguido aislar en su laboratorio se iban muriendo y no podía hacer nada por evitarlo. Cuando la última de sus pruebas les hizo convulsionar hasta la muerte, Festus se arrodilló y gritó implorando ayuda. Entonces, uno a uno, los flojos cadáveres del laboratorio de Festus giraron la cabeza y le miraron. Con una voz que emanaba de resecas gargantas, prometieron darle a Festus no solo el conocimiento necesario para curar esta plaga, sino también la de todas las enfermedades del mundo, a cambio de una vida de servicio. Desesperado, Festus aceptó.
En un abrir y cerrar de ojos, la mente de Festus se llenó de todos los detalles de cada enfermedad, achaque y plaga conocida por el gran dios Nurgle. Esto hizo que se volviera loco, llevándose su compasión y dejando poco más que un profundo conocimiento de enfermedades y un deseo de experimentar. De este modo, Festus se convirtió en el Dr. Anélido de Nurgle y va a la guerra para poder profundizar aún más en sus asquerosos estudios. Aunque sus poderes curativos son más grandes que antes, pobre del que se cruce con el Doctor, ya que solo busca nuevos conejillos de indias en los que probar sus últimos brebajes y lograr formas de vida cada vez más repugnantes en el mundo. Es mejor morir en el campo de batalla que ser capturado vivo por Festus y ser utilizado en sus últimos experimentos oscuros.
Festus está compuesto principalmente de capas de grasa, inmensas mandíbulas y piel infectada. Sus víctimas indefensas se arrodillan ante él con la cabeza inclinada bruscamente hacia atrás, con su mandíbula ampliamente abierta y su garganta arañada por una mano huesuda. Cualquiera que sea la sustancia repugnante que Festus obliga a deslizarse por su cuello inclinado, acaba abrasando las entrañas del pobre hombre y estalla sobre sus muslos. Además de llevar puesto un delantal, Festus lleva a sus espaldas una cuba llena de carne, despojos y otras partes del cuerpo inimaginables de las que se formará con suerte un nurglete tuerto y baboso. Un tentáculo de Festus lleva agarrado un báculo recubierto de cráneos, hongos, pergaminos y una pluma.
El Fin de los Tiempos[]
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
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El Dr. Festus fue una vez un adinerado médico y cirujano, considerado como el mejor de los médicos de todo el Imperio. Tenía una cadena de albergues a través de Nordland, e incluso mantuvo un prestigioso apotecario en el propio Altdorf. A pesar de su éxito en el tratamiento de varias cepas virulentas de enfermedad durante su carrera, su fracaso en la conquista de la Fiebre Rechinadientes lo llevó al borde de la locura. Perdido y desesperado entre los cadáveres de los que no pudo salvar, el Abuelo Nurgle le ofreció un conocimiento enciclopédico de todas las formas de enfermedad - incluyendo la Fiebre Rechinadientes - Dr. Festus accedió con mucho gusto. No podía concebir el poder con el que negoció, ni el hecho de que el extraño don de su nuevo patrón le conduciría al precipicio de la locura. A partir de ese momento el apotecario era impulsado únicamente por un deseo obsesivo de experimentar, de llevar su conocimiento de contagio y sembrar sus frutos a través del Viejo Mundo y más allá. Si él y sus siempre sedientas sanguijuelas podían idear aflicciones aún más extrañas en el proceso, tanto mejor.
La extraña misión del Dr. Festus lo hizo avanzar más y más al norte en busca de extravagantes ingredientes. Los ejércitos salvajes de Norsca tomaron al Señor de las Sanguijuelas en sus filas con una complacencia que rayaba en la adoración, ya que el apotecario había sido rehecho de una forma más apropiada para su papel, y era evidente incluso para el más joven de los guerreros que la bendición de Nurgle estaba sobre él. Festus siempre tenía paciencia y estímulo suficiente para lograrlo; tanto si cazaba un basilisco legendario y molía sus huesos a polvo, hervía el corazón de una bestia de vórtice en una negra pasta viscosa, o reunía un ejército lo suficientemente grande como para matar a una docena de Engendros del Caos para que pudiera destilar su sangre en un elixir de lágrimas de ojos.
Las tribus que le siguieron eran vagamente conscientes de que el apotecario que viajaba con ellos estaba reuniendo los ingredientes para un gran ritual, pero no tenían idea de por qué, y tampoco les importaba. Estaban lo suficientemente contentos con que los venenos que Festus aplicaba en sus espadas podían matar hasta los trolls de hielo que atacaban sus asentamientos, y que sus pociones regenerativas podían traer de vuelta a un hombre cuando estaba al borde de la muerte. Sólo el propio Señor de las Sanguijuelas sabía la verdadera magnitud de la gran obra que subyacía en sus conquistas.
Una y otra vez marchó el Señor de las Sanguijuelas, con su actual objetivo oculto a todos, excepto al propio Nurgle. Para Hexenacht de 2520, Festus había asegurado la mayor parte de los ingredientes alucinógenos - la raíz de la mandrágora de cristal, robada en el transcurso de una pesadilla caleidoscópica por el atrapado en sueños geomante Eregrest a cambio de unos cuantos días más de vida. Durante un choque entre los ejércitos demoníacos menos de un año después, el Señor de las Sanguijuelas infectó a una de las propias doncellas de Slaanesh con una viruela desfiguradora, y sólo le dio la cura una vez que le hubo pasado los aceites perfumados que había tomado del tocador de su amo. Fingiendo una gran habilidad en la odontología, Festus convenció a la Gran Inmundicia Ghu'bu'hurgh que todos sus problemas se debían a los incisivos podridos, y extrajo personalmente una docena de dientes de las fauces del demonio. Más tarde, enmascarando su olor por completo, Festus se infiltró en la guarida del Glotón Sangriento y extrajo un trío de cráneos de bronce del pilar metálico donde hacía sus ofrendas a Khorne. Con estos iconos del triunfo de Nurgle, Festus estaba más cerca que nunca de su objetivo.
Festus esperaba nada menos que abrir una brecha en la realidad, un portal tan grande que la esencia del Jardín de Nurgle pudiera derramarse en el reino de los mortales. Era un plan de tal asombrosa ambición que incluso Festus dudaba en secreto poder llevarlo a cabo, pero si iba a ganar el favor de su amo, sabía que tenía que intentarlo. Por suerte, había otro de los sirvientes de Nurgle que quería que este plan tuviera éxito. A veces los caprichos del destino se torcían a favor del doctor, y otros podía haber jurado que una fuerza invisible estaba actuando para facilitar sus tareas. Pasarían años hasta que descubriera la verdad.
Usando las alcantarillas de la ciudad para ocultar su presencia, Festus regresó a su apotecario subterráneo en Altdorf durante el verano de 2525. Cada uno de sus ingredientes cuidadosamente reunidos fue escondido de forma segura en la gran cesta que llevaba sobre su espalda. Entonces el gran trabajo comenzó en serio. Los alambiques burbujearon y los viales de vapor rieron, decantando los ingredientes que necesitaba para traer el Jardín de Nurgle al reino material, difundiendo la vida desenfrenada y asegurando su favor a los ojos de su amo para siempre.
Sólo cuando Ku'gath, el Padre de la Plaga reveló su participación en la búsqueda de Festus, se dio cuenta el Señor de las Sanguijuelas que el mismo Nurgle estaba observando. Durante días los dos apotecarios perfeccionaron el Séptimo Ingrediente, con Festus por las noches acechando por las calles de Altdorf, sembrando las semillas del Caos que estaban a punto de dar sus frutos. Efectivamente, en Geheimnisnacht de 2525, Festus y Ku'gath abrieron la puerta del jardín de su maestro, y trajeron la irrealidad.
El mundo de los hombres estuvo al borde de la derrota, con su ruina traída a la existencia no por el capricho de reyes o príncipes demonio, sino por el trabajo de los devotos artesanos. Fue un acto de tal alcance, de tal imponente magnitud, que Nurgle recompensó a Festus con la inmortalidad que deseaba. Se convirtió en un nuevo ser hinchado con el poder de su amo. Había desaparecido el atormentado matasanos, el apotecario que se arrastraba alrededor de bóvedas húmedas y había convertido su negocio en evitar la muerte - aquí era el jardinero de Nurgle, para quien llevar la obscena vida al mundo exterior era tan fácil como tomar aliento.
Batallas[]

La Batalla del Templo de Shallya[]
El Doctor Festus había completado su gran búsqueda para preparar los siete ingredientes que permitirían al reino de Nurgle romper los límites de la realidad e infestar el mundo mortal. Festus estaba ahora en el umbral de la demonicidad, un solo acto de devoción le alejaba de la inmortalidad.
Objetos Mágicos[]
- Pociones pestilentes - Festus es un depósito ambulante de alambiques y odiosas pociones y reconstituyentes de olor fétido. Estos elixires son brebajes curativos para los bendecidos por el Abuelo Nurgle pero para el resto es un veneno mortal.
Miniatura[]
Imágenes[]
Videos[]
Cortesía de ElKai.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (7ª Edición).
- Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (8ª Edición).
- The End Times II - Glottkin.
- Total War: Warhammer III - Champions of Chaos.