
Imagen ilustrativa
Félix Mann está considera como el ladrón más grande de todos los tiempos, ya que su mayor hazaña fue infiltrarse en el ejército no muerto durante el asedio de Altdorf del 2051 CI y robarle a Vlad von Carstein su anillo mágico que le concedía la inmortalidad.
Descripción[]
El Viejo Mundo está lleno de brutos sin cerebro que utilizan la fuerza para cumplir con sus objetivos. Por el otro lado están los astutos que prefieren dejar los músculos en casa para salir avante con su intelecto. En los últimos tiempos, el arte del robo había caído en sus más bajos niveles; estaban en boga los asaltos armados y carteristas que tomaban lo que necesitaban sin mayor esfuerzo; todos querían el dinero sin trabajo.
Pero Felix Mann no era uno de ellos; él era un caballero ladrón; uno de los últimos ladrones honorables que vivían en base a la astucia y el engaño. Era un verdadero anacronismo, forjado a la vieja escuela de los ladrones honorables para los que el nombre valía mucho más que las riquezas. Su fama era notoria en todos los dominios del hombre. En Middenheim lo conocían como Reinard Khol. En Talabheim era Florián Schneider. En Bögenhafen su nombre era Ahren Leher. En Kemperbad era Stefan Meyer, y en Marienburgo, Raif Bekker. Todas su identidades eran famosas, y sus éxitos constituían tema de conversación en cualquier ciudad del Viejo Mundo.
Felix Mann había adquirido una fortuna tan vasta, tanto de sus robos como de las dádivas recibidas por viejas y viudas a las que enamoraba y engatusaba, que disponía de su propia mansión en la Plaza del Emperador, justo a un lado del Palacio Imperial de Altdorf.
Historia[]
Durante el Segundo Asedio de Altdorf por parte de Vlad von Carstein, Mann planeó su retiro y huida con un último atraco, tan grande que dejaría su nombre inmortalizado hasta que la ciudad pereciera. Fue así que mientras el Gran Teogonista Wilhelm III se encerraba en las bóvedas del Gran Templo de Sigmar, Mann vagaba por los alrededores de la Contaduría Imperial, planeando robar todo su tesoro en joyas. Cuando al tercer día del encierro de Wilhelm, el Templo abrió de nuevo sus puertas, el caballero ladrón fue testigo de la revelación del Lector del Templo: finalmente, Sigmar había respondido a su Gran Teogonista con el secreto necesario para vencer al Conde Vampiro.
De algún modo, el Gran Teogonista consiguió contratar y convencer a Mann para que llevara a cabo una misión de suma importancia: debía infiltrarse en el pabellón donde dormía Vlad von Carstein y robarle un anillo mágico, que era lo que le otorgaba su inmortalidad. A cambio de su colaboración, recibiría el perdón por sus anteriores crímenes y una fortuna en joyas.
Esa misma noche, Felix Mann intentó realizar el robo máximo; el más grandioso al que jamás se haya atrevido alguien, y mucho menos lo haya logrado. Gracias a sus habilidades para pasar desapercibido, se arrastró por el campamento hasta el pabellón de seda donde los aristócratas No Muertos dormían en sus ataúdes abiertos. Mann sacó el anillo del dedo de Vlad y huyó con la joya, para nunca saberse nada más de él.
Algunas personas (incluido Vampiros) aseguran que Mann tuvo éxito debido a que Mannfred von Carstein traicionó a su señor. Mannfred estaba despierto cuando el anillo de Vlad von Carstein fue robado, hechizando a los centinelas para evitar que le vieran, y que después pasó muchos años tratando de dar con el paradero de Felix Mann
Novelas[]
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Fue Mannfred quien deliberadamente informó al Gran Teogonista Wilhelm III del secreto de la inmortalidad de Vlad, y ayudó al ladrón a robar el anillo. Después de que Wilhelm muriera al dar muerte a Vlad von Carstein, Mann regresó sigilosamente al templo para cobrar la recompensa que el Gran Teogonista le había prometido, sin embargo, los Sigmaritas se negaron a pagarle.
Enfadado, Mann huye del templo llevándose una copia de los oscuros escritos de Nagash que los sacerdotes encontraron en el pabellón de Vlad, y que estaban dispuestos a quemar. Sin embargo, por la noche, Mannfred se encontró con Félix, le arrebata el anillo y el grimorio, y le amputa las manos. Como una oscura burla, Mannfred le asegura a un incapacitado Felix Mann, que cuando se descubra su contribución en la caída de Vlad, su leyenda como el más grande ladrón de todos los tiempos está asegurada. Despues huye con su premios dejando al ladrón a su suerte desangrándose en un callejón.
Maann sobrevive a la horrible experiencia, y es cuidado por los sacerdotes del templo de Sigmar. Tras una serie de circunstancia, le confiesa todo lo referente sobre su experiencia con Mannfred para ayudar a un héroe Enano para rastrear al nuevo Conde Vampiro. Finalmente se marcharía de Altdorf, para no saberse nada más de él.
Conflicto Canon[]
En diversas fuentes (libros de ejército, libros de rol, Liber Necris, etc.) nunca confirman si Mannfred tuvo éxito en su búsqueda, ni se menciona en ningún momento que usara el anillo en algún momento del conflicto o que estuviera en posesión del objeto mágico siquiera, dando a entender que no logró su objetivo. Por supuesto, Mann tampoco robó el libro de nigromancia.
Fuentes[]
- Saga Las Guerras de los Vampiros: Herencia, por Steven Savile.
- Cap. 21: La curiosidad mató al ladrón.
- Cap. 22: Plegarias atendidas.
- Cap. 23: La mano izquierda de la oscuridad.
- Cap. 26: Calles de ceniza y esperanza.
- Cap. 28: El terreno de caza.
- Cap. 29: Todo lo que queda.
- Saga Las Guerras de los Vampiros: Dominio, por Steven Savile.
- Cap. 2: La sombra del vampiro.
- Cap. 3: Voz de sombras.
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiros (7ª Edición), pág. 15.