Si una persona se convierte en Esclavo del Azar, sentirá un deseo constante e irresistible de jugar. La persona ha llegado a pensar que la vida ordinaria es deprimente y aburrida, llena de problemas triviales y angustiosos recuerdos de todos los horrores que ha presenciado. Desesperado por algo de acción y un poco de riesgo para pasar las horas muertas, el afectado recurre a los juegos de azar y rápidamente se vuelve adicto a su seductora atracción.
Descripción[]
Cada vez que a un esclavo del azar se le presente una oportunidad para jugar (por ejemplo, si pasa junto a un tahúr callejero, o le invitan a echar una partida de cartas en una taberna), deberá hacer acopio de su fuerza de voluntad para resistir la tentación de participar. Si no lo consigue, continuará jugando, y tras cada apuesta, independientemente de que vaya ganando o perdiendo, le será más complicado retirarse. Aunque se quede sin dinero, continuará jugando, pidiendo dinero prestado o apostando pertenencias. Esto puede conducir a situaciones difíciles y potencialmente peligrosas.
Los esclavos del azar casi siempre están endeudados, les acosan continuamente quienes desean recuperar su dinero, y a menudo tienen problemas con la ley. Pueden perder amigos con rapidez si les piden prestado demasiado dinero y no se lo devuelven. Peor aún, apostarán objetos que ni siquiera son suyos, o que se consideran propiedad del grupo (como una barca) sin pedir permiso antes. A partir de este punto sólo le separa un resbaladizo escalón del embuste pernicioso, el robo sin sutilezas y los brazos abiertos de Slaanesh y sus secuaces.
Fuente[]
- Warhammer Fantasy JdR 2ª Edición, pág. 204.