Los Elfos son una de las creaciones de los Ancestrales. Son humanoides altos y esbeltos, inherentemente mágicos y con una esperanza de vida milenaria. Hay tres facciones principales de Elfos: los Altos Elfos, los Elfos Oscuros y los Elfos Silvanos.
Descripción[]
Comparados con los humanos, los Elfos son altos, estilizados y de piel pálida. La mayoría son descritos con pómulos altos, rostros ligeramente angulares y ojos sesgados. Tienen los ojos más agudos de todas las razas, aunque su vista de halcón se ve reducida durante la noche. Algunas representaciones los muestran con ojos totalmente negros, mientras que en otras son idénticos a los humanos en ese aspecto, llegando a tener incluso ojos de colores totalmente imposibles para un ser humano. Los Altos Elfos son en su mayoría rubios, los Elfos Silvanos castaños y los Elfos Oscuros tienen generalmente el pelo azabache, pero estas diferencias son menores y físicamente son indistinguibles entre sí.
Los Elfos pueden vivir miles de años, y se sabe que algunos han vivido hasta 5.000 años. Independientemente de su linaje, todos los elfos son increíblemente longevos, aunque rara vez inmortales. Sin embargo, nunca han sido excesivamente numerosos, debido a las interminables guerras y al hecho de que no son especialmente prolíficos comparados con otras razas mortales. De hecho, los gemelos son una auténtica rareza entre los Elfos; en toda su historia solo se han registrado 25 parejas de gemelos idénticos entre los 315 nacimientos de gemelos contabilizados.
Los Elfos son inherentemente mágicos, y sus largas vidas les dan tiempo más que suficiente para entrenar su capacidad de control sobre muchos de los Vientos de la Magia. Esto contrasta con los hechiceros humanos, que normalmente solo pueden aspirar a usar un único Saber. Los Elfos son muy resistentes a las enfermedades y a la mutación física causada por el Caos, aunque hay que destacar que siguen siendo vulnerables a la Podredumbre de Nurgle. No obstante, la medicina élfica es famosa en el mundo entero por su eficacia.
También hay algunas pruebas de que el Caos puede influir en sus mentes de formas más sutiles, ya que los Elfos experimentan las emociones y pensamientos con más intensidad que la mayoría de razas: en el mejor de los casos, esto puede dar lugar a que pasen siglos entrenándose para alcanzar la perfección en un campo; en el peor, pueden acabar "perdidos" en sus experiencias, volviéndose indulgentes y desconectados de la realidad.
Naciones Élficas[]
La raza de los Elfos está dividida en tres naciones, distintas en cultura y actitud:
- Los nobles y altivos Asur (Altos Elfos), gobernados por el Rey Fénix y la Reina Eterna. Viven en la isla-continente de Ulthuan, hogar ancestral de los Elfos, aunque también tienen colonias por todo el mundo, cuyos habitantes suelen ser conocidos como Elfos del Mar.
- Los crueles y despiadados Druchii (Elfos Oscuros), sometidos al puño de hierro del Rey Brujo Malekith. Habitan la fría y sombría tierra de Naggaroth, al oeste de Ulthuan y al norte de Lustria.
- Los herméticos y enigmáticos Asrai (Elfos Silvanos), regidos por los semidioses Orión y Ariel. Están asentados principalmente en el bosque encantado de Athel Loren, al este de Bretonia en el Viejo Mundo. Sin embargo, existen otras comunidades Asrai por el continente (Eonir).
Parece ser que el resto de razas mortales tienen algunas dificultades para distinguir a los Elfos entre sí, granjeándose con ello una reputación de traicioneros; por ejemplo, entre muchos humanos es motivo de confusión que por una parte quieran comerciar con ellos (Altos Elfos), y sin embargo sufran de saqueos costeros esporádicos (Elfos Oscuros), para que luego no quieran saber nada de ellos (Elfos Silvanos).
Historia[]
Orígenes[]
Los ancestros de los Elfos, junto con los de los Enanos y los humanos, fueron introducidos en el Mundo de Warhammer por los Ancestrales. Los Elfos fueron puestos bajo la tutela de los Slann y aprendieron mucho de sus mentores, alcanzando rápidamente un alto nivel de civilización así como una comprensión de los peligros del Caos. Los Ancestrales acabaron por trasladar a los Elfos a Ulthuan desde el Viejo Mundo, donde vivieron pacíficamente durante un largo tiempo en lo que ellos llamaron la Edad Dorada.
Llegada del Caos[]
Durante la Llegada del Caos, los Elfos lucharon valientemente contra el asalto de los Demonios que invadieron Ulthuan, pero poco a poco fueron hechos retroceder y se vieron al borde de la aniquilación. Entonces se alzó un héroe llamado Aenarion, que atravesó las llamas del Templo de Asuryan. Al emerger indemne, fue coronado como el primer Rey Fénix y los Elfos reunificados rechazaron temporalmente a los Demonios. El Guardián de los Secretos N'Kari mató a la esposa de Aenarion, la Reina Eterna Astarielle. Los hijos de Aenarión con ella, Morelion e Yvraine, se habían salvado, pero él no se enteró de esto. En su dolor, Aenarion desenvainó la Espada de Khaine y volvió a atacar a los Demonios. Durante este tiempo, Caledor Domadragones entró en contacto con los Enanos y se enteró por Grimnir del Portal del polo norte que vomitaba energía del Caos y alimentaba a los Demonios. Aenarion se volvió a casar con Morathi y engendró un hijo llamado Malekith. Caledor diseñó un plan para crear un Gran Vórtice que absorbiese la mayor parte de la energía mágica y expulsase a gran parte de los Demonios. Aenarion defendió a Caledor mientras el gran hechizo era puesto en práctica, pero fue herido de muerte en el proceso, y antes de morir devolvió la Espada de Khaine a su sitio original.
Tras la Guerra[]
Cuando llegó el momento en que los Elfos pudieron reconstruir sus reinos y elegir a un nuevo Rey Fénix, escogieron a Bel Shanaar de Tiranoc en vez de a Malekith, quien se convirtió en general supremo y gobernante de Nagarythe. En esta época exploraron los mares y costas y establecieron varias colonias, la mayoría de ellas en el Viejo Mundo al este de Ulthuan. Libraron batallas contra los Orcos y Goblins y los Hombres Bestia, y restablecieron el contacto con los Enanos. El comercio entre estos dos pueblos floreció por un tiempo.
El Hundimiento y los Elfos Oscuros[]
Malekith usó una inquisición contra el Culto al Placer (dirigido en secreto por su madre Morathi) como tapadera para asesinar a sus enemigos. Al final envenenó al propio Rey Fénix Bel Shanaar, haciéndolo parecer un suicidio. Acto seguido masacró a la mayoría de los príncipes y atravesó las llamas del Templo de Asuryan, pero quedó horriblemente quemado. Malekith fue curado por su madre y colocado en el interior de una armadura mágica. Una vez restablecido, Malekith emprendió una enorme guerra civil en un intento por hacerse con el trono por la fuerza. Al final, al verse derrotado, decidió deshacer el Gran Vórtice, pero magos del bando de Caledor I interfirieron y el cataclismo mágico resultante hundió gran parte de la costa occidental de Ulthuan en lo que se conoció como el Hundimiento. Malekith y sus seguidores huyeron cruzando el océano en sus Arcas Negras hasta establecerse en Naggaroth y convertirse en los Elfos Oscuros. Los partidarios de Caledor permanecieron en Ulthuan y se convirtieron en los actuales Altos Elfos.
La Guerra de la Barba[]
Tras el Hundimiento, los Elfos Oscuros se hicieron pasar por Altos Elfos y atacaron una caravana Enana. Enfurecidos, los Enanos enviaron un mensajero a Ulthuan para exigir una compensación al Rey Fénix Caledor II. Los Altos Elfos respondieron afeitándole la barba al embajador y enviándolo de vuelta con las manos vacías. Esto provocó a los Enanos, que empezaron a atacar colonias élficas en el Viejo Mundo, con lo que dio comienzo a la conocida como la Guerra de la Barba. La guerra rugió durante muchos años y culminó finalmente en el 14º Asedio de Tor Alessi, donde el Gran Rey Gotrek Rompeestrellas mató a Caledor II. Los Enanos se llevaron la Corona del Fénix y se retiraron a sus bastiones, declarándose satisfechos, mientras que los Altos Elfos abandonaron sus colonias. Las relaciones entre las dos razas nunca se recuperaron del todo.
Los Elfos Silvanos[]
Algunos colonos Elfos se negaron a partir del Viejo Mundo, pero sin la protección de los ejércitos de los Altos Elfos quedaron expuestos a los ataques de los pieles verdes, los Hombres Bestia y los Enanos. Con el tiempo se fueron retirando cada vez más al interior del bosque encantado de Athel Loren. Los espíritus del bosque se mostraron cautos al principio, pero pronto descubrieron que los Elfos podían proteger el bosque durante los largos meses de invierno en que ellos estaban dormidos. Al final, dos Elfos se convirtieron en los avatares de los dioses élficos Kurnous, patrón de la caza, e Isha, deidad de la vida, y gobernaron a los Elfos Silvanos hasta hoy día.
Religión[]
Hay muchos dioses y diosas en el Panteón Élfico, organizados básicamente en dos grupos: los Cadai, que gobiernan los cielos, y los Cythrai, que gobiernan el inframundo. Todos los Elfos creen en la existencia de todos ellos, pero cada facción considera a unos más importantes que otros: los Altos Elfos adoran a Asuryan como rey de los dioses, mientras que los Elfos Silvanos prefieren venerar a Kurnous e Isha. Khaine es el más reverenciado entre los Elfos Oscuros. El Dios del Caos Slaanesh ansía devorar las almas de los Elfos más que ningún otro, así que los Altos Elfos y los Elfos Silvanos toman precauciones para protegerse de La Sedienta tras la muerte.
Galería[]
Fuentes[]
- Warhammer Fantasy Juego de Rol, 1ª Edición, págs. 214-215.
- Warhammer Fantasy Battles: Reglamento (3ª Edición).
- Ejércitos Warhammer: Altos Elfos (8ª Edición), pág. 7.
- Ejércitos Warhammer: Elfos Oscuros (8ª Edición), pág. 7.
- Ejércitos Warhammer: Elfos Silvanos (8ª Edición), pág. 7.
- Saga The Tyrion and Teclis Omnibus: La Sangre de Aenarion, por William King.
- Warhammer: Mark of Chaos.