
-Voy a contaros las Singulares Historias y los Lamentables Destinos de los hermanos von Gottlieb... Mirad al fuego, amables gentiles, porque mis palabras pueden pintar imágenes en las llamas. Mirad profundamente, y dejáos llevar lentamente por el calor...
El anciano cerró los ojos y se reclinó en su silla. Su voz era suave y cálida en la penumbra iluminada por las velas.
"Lothar y Johann von Gottlieb... Miradlos, con sus finas sedas y suaves pieles. Su deseo es el poder, la gloria, el éxito y todo lo que lo acompaña, al igual que el de otros hombres. Son ambiciosos, y en esto se parecen a su padre, pero de él no hablaré más; el viejo Barón aún no está en la tumba.... La oscuridad está en sus corazones. Han escuchado, observado y aprendido, sin comprender mucho. Slaanesh ha prometido a Lothar placeres más allá del placer. Khorne no ha ofrecido nada, pero Johann no exige nada. Él ya ha matado, y lo encontró de su agrado. ¡Mira, ahora los dos se odian! El amor fraternal a menudo se convierte en el odio más profundo.
Y su odio los llevó de casa, al corazón de los Poderes del Caos. ¿Persiguió Johann a Lothar, buscando su sangre? ¿O huyó de los placeres decadentes que Lothar buscaba en su compañía? No importa. Cada uno eligió el escarpado y resbaladizo camino del Caos, donde el odio es el primer apoyo y el odio a un hermano el primer paso. ¡Ahora comienza la lucha!
-Es una subida corta y fácil...- canturreaba Slaanesh.
-Un verdadero guerrero no tiene miedo- bramaba Khorne.
Su ascenso, puede terminar de dos maneras: con el triunfante aullido, emitido por la garganta de un demonio recién nacido... o con los balbuceos de un hombre del pasado, un Engendro del Caos, revolcándose en el hedor de su propio fracaso, condenado por el destino y abandonado a su suerte. ¿Qué destino es peor? Ah, no, que no es una pregunta...
Johann von Gottlieb. Asesino, detestable, sirviente voluntario de Khorne. Su sangriento camino, lo llevó a lo más profundo del Caos. Fue imprudente cuando mató por primera vez y con cada asesinato, su locura crecía. Cada muerte lo marcaba como propiedad de Khorne, cada gota de sangre lo elevaba a los ojos de Khorne. Pero fue su último asesinato como un verdadero hombre lo que lo marcó:
Johann masacró a uno de los Campeones de Khorne.
En ese momento, proclamó su victoria al cielo. La sangre del campeón era para Khorne. La armadura del campeón, un traje del metal más oscuro, forjado en alguna lejana herrería como la del Caos, era para Johann. En ese momento, el apoyo de Johann era firme y su alcance, era lo suficientemente largo para la escalada que tenía por delante. Y en ese momento, entró la oscuridad y Johann, fue marcado como siervo del Dios de la Sangre. Dos terribles cuernos curvos, como los de un carnero, brotaron de su frente.
¿Y qué hay del otro von Gottlieb? Hay muchos caminos hacia el Caos, y Lothar galopó por la senda que había elegido. No había nada que escapara a su voluntad. Ninguna criatura, hombre, mujer o niño, vivo o muerto, estaba a salvo de su depravación. Su comportamiento habría avergonzado a un bretón"
Al fondo de la sala, una mujer joven soltó una risita y se inclinó hacia delante en su silla. El anciano dio un sorbo a su vino y levantó un dedo. Las preguntas murieron en los labios de la muchacha.
"No diré nada más sobre eso. Pero, jovencita, usted también desea saber si Lothar fue marcado por el Caos. Quiere saber si pudo conseguir la marca... como si eso probara su culpabilidad. ¡Lothar fue corrompido desde el momento en que comenzó su ascenso hacia el poder y el placer de Slaanesh!
Su lealtad estaba oculta a ojos ajenos. Eran sus manos, querida, sus manos. Los necios se preguntaban por qué Lothar siempre llevaba guantes, y se compadecían de sus dedos reumáticos. La criatura interior se había mostrado y los largos y elegantes dedos de Lothar, se habían convertido en garras bestiales. Era la primera marca de Slaanesh y Lothar, la portaba con tranquilo y equivocado orgullo...
Muchos son los que se corrompen en nombre de Slaanesh y Lothar, cayó en una de esas sectas. Se convirtió en miembro de sus reuniones, ya que su mente era apta para sus propósitos. Era ingenioso y astuto, que divertía a sus camaradas con la originalidad y vitalidad de sus contribuciones a la causa.
A medida que Lothar ascendía en su posición secreta, su lealtad se hacía evidente incluso para el observador más casual. Sus manos ya no eran su única marca. Portaba los nuevos estigmas de un modo espantoso. Su lengua siempre había sido persuasiva, un señuelo seductor para los incautos a los que utilizaba para su placer y desechaba. Su lengua seguía siendo una trampa, pero ningún hombre normal tenía algo tan retorcido entre sus fauces. Su lengua se volvió peligrosa.
Lothar huyó, con los Cazadores de Brujas pisándole los talones, hasta que llegó a los Páramos del Caos. Siendo ya un campeón en la causa de Slaanesh, regresó y mató a sus perseguidores y maldijo para siempre las tierras de su nacimiento. Libre para vagar y saquear, abrazó a Slaanesh con renovado vigor".
El fuego chisporroteaba y llameaba mientras su madera resinosa ardía y estallaba. Sombras con cuernos y alas danzaban detrás del anciano mientras continuaba el relato.
"El camino de Johann fue siempre ascendente en favor de Khorne. Su despiadada trayectoria quedó marcada por la sangre y las calaveras: sangre para su dios y calaveras amontonadas en los campos de batalla y las duras praderas del Caos. La muerte no tenía descanso con la obra de Johann.
A medida que el pensamiento y la razón se alejaban de él, Johann se consumía en un odio hacia todos aquellos demasiado débiles para seguir el camino del guerrero. Le roía el corazón, y halló su expresión en los cambios que el tiempo provocó en el hombre de antaño. Johann había sido joven, orgulloso de su aspecto; ahora era Johann la Bestia. Su rostro antes era hermoso; ahora era el hocico gruñón de un perro de caza...
El rostro de Johann encajaba perfectamente con su naturaleza. Se había convertido en un cazador de hombres, pero en hechos y pensamientos ya no era un verdadero hombre. Sólo le quedaba la cáscara exterior, porque por dentro era una criatura de Khorne.
La sangre y la matanza le habían ganado a Johann el favor del Dios de la Sangre, y más sangre mantenía la aprobación de Khorne. Y a medida que Johann crecía en poder y ascendía aún más, su posición entre los elegidos de Khorne se distinguía de nuevas maneras. Cuanto más ascendía Johann en poder, más fuerte era su alcance y más salvaje se volvía su comportamiento. De vez en cuando, los más débiles de su banda vacilaban ante su insensibilidad y pasaban a engrosar las filas de los muertos a causa de sus remilgos.
Y a medida que avanzaba triunfante, Johann perdía los vestigios de su forma humana. Ya no se le veía como un hombre: ¡un par de brazos más le brotaron de los hombros! Su armadura sobrenatural, forjada con la materia del Caos, se retorcía y cambiaba por sí misma para adaptarse a su nueva estructura, y al hacerlo se volvía más intrincada y elaborada.
El otro Von Gottlieb, había logrado mucho. Mediante un ritual secreto, Lothar había recibido su propia armadura por su devoción a Slaanesh. Estaba hecha de pieles pálidas, tal vez pieles de criaturas mágicas del Caos, pero su apariencia era engañosa. Lo marcaba formalmente como uno de los campeones elegidos de Slaanesh, un saqueador y conquistador de placeres.
Su estatus era igual al de Johann, su hermano y odiado enemigo, aunque el odio se había convertido en un bagaje casi olvidado de su pasado. No pensaba a menudo en el pasado, porque el recuerdo de lo que había sido le hacía comprender en lo que se había convertido. Porque no todas las infecciones de Slaanesh son manchas del espíritu. La carne de Lothar fue presa de las tergiversaciones y mutaciones derivadas de su fe. Y a medida que el poder del Caos lo recompensaba, sus trastornos se apoderaban de sus pensamientos, desviando a Lothar de los placeres que tenía a mano...
Johann no tenía diversiones. La idea fue expulsada de su mente en un torbellino de sangre y destrucción, una maldición para los débiles y los desleales. Su camino era seguro y su ascenso estaba inundado por la sangre de aquellos que había matado en nombre de Khorne. Había escalado hasta las cumbres de la devoción al Dios de la Sangre, pero su viaje aún no había terminado. En su mano aún mortal empuñaba una Espada Demoníaca, una criatura de las tinieblas forjada de nuevo y dotada de forma terrible con un filo cortante y hambriento de sangre. Su empuñadura con garras y su pomo se aferraban a la lealtad de Johann y la mantenían firme.
Armado y acorazado con los colores de Khorne y de una forma que le resultaba agradable, hacía mucho tiempo que Johann no podía pasar por un hombre corriente. Y sin embargo, en virtud del poder de Khorne, podía parecer tan mundano como cualquier hombre normal. Su propia apariencia podía engañar y embaucar, sembrando la incertidumbre entre sus enemigos. En ese momento de duda, Johann podía deshacerse de su máscara (como un mimo al final de una obra) y en el instante de duda, golpear".
El anciano hizo una pausa y se quedó un momento mirando el fuego. Sus oyentes, olvidadas sus propias bebidas, observaron cómo llenaba su copa de vino y bebía con sorprendente delicadeza.
"La duda engendra más dudas y la incertidumbre de Lothar, era realmente copiosa. Sus pensamientos le pesaban, o tal vez, se tratara del dolor adicional de su última transformación. Los ojos de Lothar, tan astutos como su lengua para debilitar la resolución de sus víctimas, a veces voluntarias, se fundían en un enorme y singular orbe. Posiblemente la trasformación de Lothar fuera un castigo de Slaanesh, pues un amante abandonado es muy rencoroso.
Lothar hizo una pausa en su ascenso al poder, y descubrió de nuevo que un camino ascendente a menudo no tiene un curso descendente seguro. Atrapado e indefenso, condenado a seguir subiendo y sin embargo carente de la audacia y el valor para dar los últimos pasos, Lothar resbaló. Se aferró a su cordura, o al menos a lo que le quedaba de ella, con la punta de los dedos...
Los pensamientos de Lothar, tan llenos de placer y dolor, asolados por la peste y la duda, acabaron por dominarle. Cayó desde su estado de deshonra y se precipitó en el abismo de los usados y desechados.
Hombres más fuertes que él se habían hecho pedazos al servicio del Caos y una criatura más débil habría acabado con su propia existencia antes que enfrentarse al destino de Lothar junto a los Engendros del Caos. Sin embargo, Lothar tenía su propia fuerza: en su caída, renació su propósito de seguir a Slaanesh, y en su naturaleza cambiada la lealtad volvió a brotar como una mala hierba. Incluso mientras se convertía en una criatura monstruosa, Lothar gritaba lealtad eterna a su señor oscuro.
La forma de Lothar había sido atormentada y deformada en una forma inhumana por su nueva posición en la jerarquía de Slaanesh. Había sido un campeón, un demonio en espera de nacer, ahora estaba condenado a una existencia horrible y sin mente. Una cresta ondulada creció sobre su cabeza; su ojo ciclópeo se convirtió en un ojo de gato; tentáculos, con crueles garras en las puntas, surgieron de sus hombros; su torso se hinchó hasta un tamaño enorme, colgante y repulsivo, y dos piernas extra crecieron de sus caderas, tan peludas y retorcidas como las de una cabra.
Su pérdida de humanidad fue completa.
Así como la caída de Lothar terminaba, también lo hacía la ascensión de Johann.
El otro von Gottlieb, también había sido retorcido aún más por el Caos, una cola, rematada por un rostro chasqueante y humano, ondeaba a su espalda. Sin embargo, una marca tan insignificante tenía poca importancia para Johann. Se había hecho con el último punto de apoyo, había luchado por última vez y las últimas víctimas habían sido masacradas por el mortal Johann. Había mantenido su sangrienta fe en Khorne y se había ganado su recompensa final.
Johann había alcanzado la cima de su sangrienta ambición. Ya no era el campeón de Khorne... El fiel sirviente de Khorne gritó la noticia de su victoria a su amo. Johann, una vez hombre, nació de nuevo en carne demoníaca.
La mortalidad vulnerable, que había sido su legítima herencia, fue desechada. Era un siervo de Khorne en todos los sentidos y una verdadera criatura inmortal del Caos. Estaba lleno de la astucia y sed de sangre de un demonio, un ansia que no tiene equivalente mortal.
Johann había ascendido al pináculo de la oscuridad, y todos sus sueños más salvajes estaban a su alcance. Sin muerte, una eternidad de sangre y muerte se extendía ante él...
Y la eternidad, a su vez, había dejado de lado a Lothar von Gottlieb, también una vez hombre. Dolores y placeres con los que nunca había soñado eran ahora suyos. El placer de la carne caliente, arrancada a su dueño, y el dolor de aullar, lleno de pérdida, a un cielo indiferente.
Lothar y Johann von Gottlieb. Miradlos, en sus destinos. Ansiaban el poder, la gloria, el éxito y todo lo que lo acompaña, tanto como otros hombres. Eran ambiciosos, y en esto coincidían con su padre. La forma en que cumplieron esas ambiciones está abierta para cualquiera que se atreva a tomarla. Vosotros, tal vez..."
El anciano mira a su público. La joven del fondo arrastraba los pies y miraba al suelo.
-"Mi relato ha concluido..."
El anciano apuró el último trago de vino de su copa. A la luz del fuego, el vino era de un rojo oscuro.
-"¿Y cómo (os preguntaréis) sé tanto de Lothar y Johann von Gottlieb? Pensad en esto; Lothar, el estúpido decadente y depravado, se fue con los engendros. ¿Y yo? Cuento cuentos a los incautos..."