
Después del colapso del imperio enano hace ya al menos 3500 años, la gran fortaleza de Karak-Ocho-Picos fue arrancada de manos de sus dueños originales hace ya muchos siglos. Desde entonces sus profundas cavernas y túneles habían sido ocupadas por los Pieles Verdes y los Skavens, quienes han luchado por el control de las bastas ruinas prácticamente sin pausa. En sus profundidades existían horrores sin nombre que se arrastraban por las viejas minas Enanas y que se habían establecido en las hace tiempo abandonadas profundidades.
En unos pocos años, después de la caída de la fortaleza, los Goblins Nocturnos tomaron permanentemente las ruinas, haciendo de los túneles y los oscuros pasadizos, su casa. Se dividieron en muchas tribus cuyas bases de operaciones se hallaban alrededor de las montañas adyacentes y en los túneles que se extendían bajo ellas, luchando entre ellos y contra los enanos y los Skavens por el control de toda la montaña. De esta marea verde, surgió Skarsnik, el Goblin Nocturno más vil y traicionero que jamas haya existido.
Introducción[]

Muchas tribus de Goblins nocturnos han reclamado para sí las montañas colindantes y los sistemas de túneles que corren bajo el complejo, mientras que los orcos han preferido instalarse en la superficie, por lo general en las propias ruinas de la ciudad que reposan protegidas de las inclemencias del tiempo gracias al refugio natural que supone los ochos picos nevados que la rodean. Los propios Enanos han organizado numerosas expediciones punitivas para intentar reclamar su vieja fortaleza, y tras muchos intentos fallidos, cada uno debidamente registrado en el Libro de los Agravios, han logrado finalmente establecer y fortificar una cabeza de puente en el interior de su antaño gloriosa fortaleza.
Aunque los enanos intentaron repetidas veces reconquistar Karak Ocho Picos, no lo consiguieron hasta, aproximadamente, el año 2470 del calendario imperial, cuando Belegar estableció una cabeza de puente fortificada en la vieja ciudadela. Aunque los enanos estuvieron obligados a vivir en un estado de asedio permanente, se las apañaron para ir limpiando gradualmente los pisos superiores de goblins y otras criaturas malignas. Hoy en día, Belegar y sus compañeros aún viven entre las ruinas de la vieja fortaleza de Karak-Ocho-Picos, y mantienen viva la esperanza que algún día puedan reconquistar completamente el reino de sus antepasados.
Los Enanos de Belegar se enfrentan constantemente a las distintas tribus de goblins nocturnas que se encuentran a los alrededores de los Ocho Picos en el antiguo territorio enano. La más poderosa de estas tribus es la de la Luna Torcida, que se encuentra bajo el liderazgo de Skarsnik, un líder hábil y astuto que ha llegado a comprender muy bien la mentalidad de los Enanos.
El Ascenso al Poder de Skarsnik[]

En esta región bañada de sangre, solo ha surgido un piel verde con el liderazgo suficiente para tomar el control: Skarsnik, el autoproclamado Señor de los Ocho Picos. Skarsnik de la tribu Luna Torzida, el jefe de la que posiblemente sea la tribu de goblins nocturnos más numerosa del mundo conocido, es un ser extremadamente ladino y malicioso dentro de una raza ampliamente conocida por tales características.
Como es común entre los Goblins, la veloz ascensión de Skarsnik estuvo respaldada por las muertes prematuras (aunque totalmente explicables) de una larga sucesión de rivales. De este modo, cuando el Kaudillo Ibrit Eztrangulaboñigaz tuvo un encuentro altamente improbable aunque terminal con una jarra de aceite para lámparas, un nido de avispas de las cavernas y Gobbla, el garrapato de compañía de Skarsnik, Skarsnik se hizo con el control de la tribu.
Desde el día en el que asumió el liderazgo, la suerte de la Luna Torzida aumentó considerablemente. En una serie de traiciones cuidadosamente planificadas, Skarsnik subyugó a las demás tribus pieles verdes que se habían asentado en los salones superiores de Karak-Ocho-picos, una fortaleza enana muy antigua disputada entre Enanos, Skavens y Goblins Nocturnos.

Inspirados por la ilimitada crueldad y los planes maestros de Skarsnik, y también una ingesta constante de una buena cantidad de hongos alucinógenos, la tribu Luna Torzida ha ido creciendo hasta hacerse con el control de toda la región. La fama de Skarsnik es tal, que todas las tribus de Karak-Ocho-Picos (y muchas de las regiones colindantes), lo jalean y reconocen como su amo y señor indiscutible. Desde que llegó al poder, la zona de influencia de Skarsnik se ha ampliado sin cesar desde su base en Karak-Ocho-Picos y ha lanzado ataques a lugares tan lejanos como Barak-Varr y el paso del Perro Loco.
Tras probar una y otra vez sus trucos sucios en las numerosas batallas que ha tenido que librar en Karak-Ocho-Picos, Skarsnik ha desarrollado una suerte de fría paciencia que le permite esperar hasta el momento justo de poner en marcha la trampa que ha diseñado, un rasgo bastante raro de ver en los Pieles verdes, que suelen pecar precisamente de impacientes. Una de sus tácticas favoritas consiste en internarse en un área controlada por el enemigo, pero no para llevar a cabo un ataque a gran escala (al menos no en primera instancia) sino para capturar a unos individuos concretos, uno por uno. Mejor si son capturados vivos, pues sus atormentados gritos pueden afectar a la moral del ejército enemigo. Solo cuando el plan esté listo, lanzará el ataque a gran escala. Skarsnik utiliza tácticas tales como ataques en múltiples direcciones, las fintas y maniobras de distracción, las falsas retiradas, y sin duda guarda más trucos bajo sus raídas mangas
Asedio a los Enanos[]

Su sorprendente paciencia hace que Skarsnik sea un líder muy observador y meticuloso que ha crecido para entender la mente enana. Cuando Belegar consiguió establecerse en la fortaleza, Skarsnik, al contrario que muchos otros jefes pielesverdes, observó como los enanos reconstruían su ciudadela pero no les atacó de principio. En lugar de eso, esperó a que los exploradores enanos se aventuraran fuera de los muros de la fortaleza y y entonces se dedicó a atraparlos uno a uno, capturándolos vivos si era posible y torturándolos sin parar durante días justo al oído de los muros de la ciudadela.
A lo largo de los años, Skarsnik ha amasado una gran colección de cabelleras y barbas enanas que están expuestas en la vertiente de las montañas en interminables hileras de largas estacas de madera. Los enanos se ven obligados a observar con rabia como el número de cabelleras crece día a día mientras por las noches los tambores de guerra de los pielesverdes mezclados con los gritos de dolor de los prisioneros enanos maldicen sus sueños. La reputación de Skarsnik ha crecido tanto entre las otras tribus de goblins nocturnos de Karak-Ocho-Picos, y muchos de otros lugares,que hoy en día le consideran el indiscutible líder de todos los de su raza.
Aproximadamente cuarenta años antes de este día, Belegar intentó romper esta cerradura mortal con la ayuda procedente del norte. Envió mensajeros a la capital enana de Karaz-a-Karak situada en lo alto de las Montañas del Fin del Mundo, explicando que los goblins nocturnos les tenían virtualmente prisioneros, encerrados en su propia ciudadela y que sin refuerzos, solo sería cuestión de tiempo antes de que los pielesverdes les derrotaran y fueran aniquilados. Duregar, familiar de Belegar, inmediatamente preparó un ejército enano y marchó hacia el sur a lo largo de las laderas occidentales de las montañas.
Batalla de las Garras[]

En esa época, la horda de Skarsnik había crecido y ya se hablaba del Waaagh de Skarsnik. Las fuerzas del señor de la guerra Goblin nocturno guerreaban contra cualquier enano o orco que se encontrara entre la Montaña del Trueno al norte y la Montaña del Fuego al Sur. En las Tierras Yermas, varias tribus de orcos se unieron al Whaagh. Incluso Barak-Varr, la fortaleza marina de los enanos del Golfo Negro, estaba siendo atacada.
A medida que los enanos de Karaz-a-Karak avanzaban hacia el sur, pudieron ver como se multiplicaban las columnas de humo ante ellos. Mensajeros de Barak Varr informaron de que los pasos montañosos que llevaban a Karak-Ocho-Picos estaban fuertemente defendidos por la tribu de los orcos del Colmillo Rojo liderados por Gorfang Rotgut. Fue en este momento cuando Duregar tomó una importante decisión. En lugar de entrar en Karak-Ocho-Picos por el oeste, cruzaría las Montañas del Fin del Mundo y se movería hacia el sur por la ladera este, entrando en la fortaleza por la puerta este, donde esperaba que encontraría una resistencia menor. Con el sol cayendo en el cielo y el humo de la Montaña del Trueno perfilándose en el horizonte, el ejército Enano acampó en la entrada del Paso del Perro Loco.
Al día siguiente los Enanos avanzaron a través del paso. El Paso del Perro Loco es notoriamente peligroso ya que sus empinadas paredes están plagadas de guaridas Goblins, y en sus oscuros túneles y cavernas de roca superpuestas se esconden todo tipo de criaturas malignas. Duregar vió desaparecer sus esperanzas de mantener su ejército a salvo. Cuando el ejército de Enanos se encontraba en la parte central del paso, fueron atacados por una inmensa horda de Orcos y Goblins que aparentemente habían estado esperando el momento para sorprender a los enanos por la retaguardia una vez estos se hubieran movido hacia el sur. Los Enanos fueron presionados con mucha fuerza al principio, pero poco a poco se fueron sacando a los Orcos de encima con la ayuda de sus formidables cañones.
Los Enanos lo pasaron muy mal al principio, pero finalmente vencieron a los Orcos con la ayuda de sus formidables cañones. Esta batalla llegó a ser conocida más tarde como la Batalla de las Mandíbulas, un apropiado nombre considerando la manera en que los Orcos cayeron sobre los Enanos, cerrándose como las mandíbulas de un perro rabioso. Esta batalla fue conocida más tarde como la Batalla de las Garras, un nombre muy apto si tenemos en cuenta como los Orcos atacaron a sus rivales en ese paso tan estrecho, una marea verde que se parecía a las mismísimas garras del Perro Loco.

Durante la batalla se distinguieron por su valor cinco Matatrolls que destrozaron a tres Trolls que a punto estuvieron de acabar con el mismo Duregar. Solo dos de los Matatrolls sobrevivieron. Tras el combate uno de ellos se quejó del escaso número de estas peligrosas criaturas con las que habían luchado y se pudieron oír sus lamentos al no quedar más a las que aniquilar.
Aunque los orcos y goblins fueron derrotados, se trataba tan solo de una pequeña parte de la horda de Skarsnik. Cuando el kaudillo se enteró de la derrota de su ejército, proclamó una enorme "fiesta del champiñón" y ordenó a todos sus chamanes que prepararan cantidades ingentes de licor de setas "sombrero loco" para sus fanáticos. Los cazadores de garrapatos fueron enviados a la profundidad de los túneles para atrapar a cuantos más pudieran en el mínimo tiempo posible, mientras que grupos de goblins nocturnos con redes y garrotes bajaron de las montañas en busca de los peligrosos Trolls de Piedra. A medida que los enanos se movían hacia el sur, los goblins les observaban desde las colinas en un acecho constante, informando de sus movimientos a partir de señales de humo aceitoso y redobles de sus tambores de guerra.
Skarsnik se sentó sobre su trono de hierro y esperó. Invirtió la espera diviertiéndose, dando de comer Enanos cautivos a Gobbla, su enorme, maloliente y psicóticamente violento Garrapato Cavernícola, al que mantiene firmemente encadenado por su pata izquierda. El porqué la enloquecida criatura jamás ha mordido a Skarsnik es un misterio, ya que ciertamente muerde a cualquier cosa que esté a su alcance.
Batalla de la Puerta Este[]

El ejército de Duregar siguió su avance resueltamente hacia el sur hasta que llegó a la entrada oriental del Paso de la Muerte. La puerta este de Karak Ocho Picos se encontraba a varias millas al interior del paso a través de un valle estrecho pavimentado con viejas piedras y bordeado por gran cantidad de tumbas de los ancestros Enanos. Los Enanos avanzaron en formación de batalla completamente convencidos de que serían atacados desde los desfiladeros que se alzaban amenazantes a lo largo de toda la vieja carretera enana.
La puerta este de la fortaleza enana se había construido miles de años atrás en un sitio en el que un largo risco bajaba hacia el valle, convirtiéndolo en un estrecho paso de apenas cien metros de ancho. Era ahí donde los enanos de la antigüedad habían construido su puerta, , en el pasado una grande e impresionante fortaleza y ahora poco más que un pequeño montón de piedras que aún bordeaban donde la carretera llegaba para morir. Delante de la puerta y conectada con ella por un altísimo puente colgante, se encontraba una vieja torre de vigilancia alta y gris, cuya cúspide dominaba el acceso al valle. Aunque parcialmente en ruinas, esta torre había sido parcialmente reconstruida y fortificada por los goblins de Skarsnik. Ahora estaba repleta de arqueros Goblins Nocturnos y en su cima se podía distinguir un enorme lanzapiedros manejado por unos orcos realmente fieros.

Mientras los enanos avanzaban hacia adelante, muchos Orcos y Goblins surgieron de sus escondrijos en las laderas derecha e izquierda del desfiladero, y se les echaron encima. Detrás de ellos, una enorme fuerza orca maniobró para cortar su retirada. Los Enanos estaban siendo atacados por el enemigo por todos los lados. Las piedras de los lanzapiedros empezaron a caer en medio de sus masificadas filas. Duregar y sus Enanos lucharon desesperadamente para seguir adelante, depositando todas sus esperanzas en conseguir llegar a la Puerta del Este y romper la resistencia pielverde.
A medida que los Enanos se acercaban a las primeras filas de Goblins Nocturnos, un ruido masivo se oyó entre la tropa a medida que salían de dentro de la formación los fanáticos goblins nocturnos haciendo girar sus enormes bolas y cadenas presos de un frenesí espantoso. Como si de trompos se tratase, se lanzaron sin control hacia los Enanos. Muchos fueron derribados con ballestas Enanas en su loco avance hacia la tropa enana, mientras otros desaparecían en una dirección cualquiera, incluso contra sus propias tropas. Pero también los hubo que acertaron de pleno en los regimientos enanos causando muerte y destrucción antes de caer exhaustos a un lado.
Los Enanos no se amedrentaron y avanzaron. Los Goblins Nocturnos frente a ellos fueron derrotados con facilidad, pero justo cuando los enanos ya podían percibir la puerta a su alcance, más goblins aparecieron cargándoles de nuevo. Una lluvia de flechas cayó encima de los enanos desde la torre de vigilancia, matando por igual a "tapones" y pielesverdes. Eso no pareció frenar el ímpetu de los arqueros de Skarsnik que siguieron lanzando su lluvia negra sobre el campo de batalla sin miramientos, ignorando las bajas que causaban entre sus propios compañeros.

La batalla empezaba a tomar un mal cariz para Duregar y los suyos. Más de mitad de su ejército había sido derrotado en su intento inicial de tomar la puerta. Y los goblins no parecían muy diezmados. Con la habitual tozudería enana, Duregar lideró a sus tropas hacia un pequeño monte, los restos de una antigua tumba enana; el lugar más apropiado en el que presentar el combate final. Cuando los enanos se preparaban para el inevitable asalto, un enorme estruendo resonó en el campo de batalla al mismo tiempo que la puerta este de la antigua fortaleza enana retumbaba y caía entre nubes de polvo.
Cuando el polvo se disipó, Duregar pudo distinguir entre los restos a una gran cantidad de enanos que se dirigían hacia su posición enarbolando enormes hachas de batalla. Los confusos goblins nocturnos caían como moscas a su paso, dispersándose y dejando montones de muertos a su alrededor. Se trataba de Belegar y los enanos de Karak-Ocho-Picos. Habían avanzado hacia el este desde el otro lado de la puerta y habían destrozado a una confiada retaguardia pielverde antes de derribar las puertas con sus poderosos cañones.

Los regimientos de Goblins Nocturnos y los Orcos quedaron sumidos en el desorden. Skarsnik maldecía este contratiempo desde su privilegiada posición (oculto en una de las laderas de la montaña), y vio cómo su ejército empezaba a titubear. Para los enanos, esto se convirtió en un respiro que necesitaban enormemente. Las dos fuerzas enanas se encontraron después de cruzar un mar de sangre y cuerpos verdes. Formando un compacto muro de guerreros en formación cuadrada, el nuevo ejército enano combinado empezó a retroceder en dirección a la puerta. Antes de que llegaran a la mitad del camino, los orcos y los goblins nocturnos ya se habían reagrupado. Y fue al ver que quedaban realmente pocos enanos sobrevivientes cuando la confianza volvió a aparecer. Los proyectiles del lanzador de rocas siguieron cayendo sobre la colum-na Enana y las flechas Goblins cayeron entre sus líneas.
Algunos Enanos cayeron muertos a causa de las flechas flechas de los Goblin, pero la mayoría consiguieron llegar a las puertas. Los garrapatos salvajes fueron lanzados sobre el enemigo pero fueron rápidamente abatidos por los matatrolls o enloquecieron y se abalanzaron sobre sus propias tropas, matando entre rugidos a muchos Goblins Nocturnos, mordiendo miembros y cabezas antes de desaparecer montaña abajo.
Aniquilando a los pocos goblins nocturnos que quedaban para oponérseles, Belegar y Duregar se encaminaron al oeste. En todo en camino hacia la ciudadela, la columna enana fue atacada una y otra vez, pero gracias a sus grandes armaduras y a su natural dureza, no sufrieron muchas bajas más. Cuando cayó la noche, Skarsnik era el señor del campo de batalla, pero Duregar y Belegar habían podido eludir sus redes.

Pese a que no fue todo lo catastrófica que podía haber sido, la Batalla de la Puerta Este se convirtió en una dura derrota para los enanos. Más de la mitad del ejército fue aniquilado, y a pesar de que Skarsnik perdió infinitamente más a muchos guerreros goblins, estas eran bajas que se podía permitir (de hecho, la mayoría eran de tribus a las que Skarsnik no les caía especialmente bien). El ejército Enano se atrincheró en la ciudadela. Aunque su ejército no estaba destruido, los Enanos no podían ir a ninguna parte.
Skarsnik, por su parte, también tenía muchos otros enemigos que aniquilar, y lanzaría ataques enormes contra Karak-Azul, Barak-Varr y en todas las Tierras Yermas causando el caos durante los siguientes tres veranos. Gobbla, su enormemente hinchado y eterna-mente hambriento Garrapato Cavernícola, no tuvo ninguna escasez de comida fresca durante mucho tiempo. Aunque rechazado una y otra vez por los Enanos, el poder de Skarsnik aumenta día tras día, y su dominio sobre las montañas que hay alrededor de Karak-Ocho-Picos sigue siendo implacable.
Skarsnik y los Skavens[]
Con lo que respecta a los Skavens, puede decirse que han sufrido más que los Enanos. Con sus interminables traiciones y masacres de hombres rata, Skarnsnik se ha ganado el odio eterno del Consejo de los Trece. Gobbla, con su fino olfato, puede detectar al instante la presencia de los asesinos Skavens y los devora antes de que tengan oportunidad de tocar a su amo.

Una de sus artimañas fue rendir un tributo de garrapatos “dóciles” al señor de la guerra del Clan Mors, aunque en realidad, había sumido previamente a los monstruos en un estupor mediante una poción de hongos cuidadosamente preparada. Una semana más tarde, cuando cesó el sonido de fauces abriéndose y cerrándose con fuerza y los gritos de pánico de los hombres rata dejaron de oírse por los pasadizos, Skarsnik dirigió un ejército por los túneles para conquistar la mayor parte de las cavernas ya vacías (y manchadas de sangre).
En otra ocasión, Skarsnik lideró el ataque principal para retomar el gran trono cuando este cayó en mano de los Skavens. En aquella ocasión, tanto él como su fiel garrapato excavaron literalmente su camino entre un mar viviente de Skavens hasta llegar al estrado que soportaba el peso del gran trono rúnico de los Enanos. Una vez allí Skarsnik en persona atravesó al Caudillo Skaven Skruk Colababosa como si fuera una brocheta. La subsiguiente matanza de Skavens fue tan grande que desde entonces esos niveles superiores han quedado completamente libres de Alimañas. El propio Gobbla engulló a tantos skavens durante la batalla que no pudo moverse en una semana.
El Clan Mors, que tiene su guarida en los niveles inferiores de Karak-Ocho-Picos, ha sufrido tanto a manos de Skarsnik, que el propio Lord Gnawdwell, Señor de la Guerra del Clan Mors y miembro del Consejo de los Trece, ha visto como su prestigio se veía seriamente afectado ante el resto de miembros, por lo que hace todo lo posible para mejorar esta pérdida de estatus. Los Goblins Nocturnos han tenido que emplearse a fondo para impedir que los Hombres Rata progresen hacia los niveles superiores. Incluso alguien tan difícil de impresionar como Skarsnik se ha encontrado maravillado por la ingente cantidad de Skavens dispuestos a morir sin dudarlo en lo profundo de las montañas.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Orcos y Goblins (4ª Edición), págs. 12-13.
- Ejércitos Warhammer: Orcos y Goblins (7ª Edición), págs. 10-11.
- Ejércitos Warhammer: Orcos y Goblins (8ª Edición), págs. 25.