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Eberhardt Holzkrug, más conocido como Eberhardt el Justo, fue un Emperador que gobernó de 2232 al 2260, siendo conocido por tener un profundo sentido de la responsabilidad para con los ciudadanos de a pie. Eberhardt había estudiado para formar parte del sacerdocio de Shallya hasta que el liderazgo de la dinastía Holzkrug, que recayó sobre sus hombros, le granjeo el titulo de emperador.

Historia[]

Eberhardt Holzkrug se estaba preparando para ser nombrado sacerdote Shallyano cuando su padre falleció repentinamente. Debido a que el comportamiento de su hermano mayor se había vuelto preocupantemente errático (se descubrió que dictaba decretos ante una asamblea compuesta por plantas en macetas), heredó de manera inesperada la carga de la Casa de Holzkrug.

Al convertirse en emperador, Eberhardt dedicó mucho tiempo y dinero (principalmente suyo) a la mejora de la salud pública en las ciudades y pueblos del Reikland. Patrocinó grandes artistas como Jacopo Tarradasch. Fundó el Gran Hospicio en el año 2243 IC a través de una donación de tierras y dinero, legando una pequeña propiedad familiar lejana cerca de Frederheim al culto de Shallya.

Eberhardt estaba especialmente interesado en las causas de la locura, y en cuanto finalizó la construcción del hospicio envió milicias locales para recoger a todos los locos e instalarlos. El emperador esperaba que gracias al estudio se conseguiría encontrar un remedio contra este tipo de trastorno, pero las Hermanas de Shallya dieron prioridad al bienestar de los pacientes en detrimento del estudio médico, y no se progresó en la investigación.

Fue un emperador muy querido, pero su generosidad y compasión al parecer contribuyeron al declive de la Casa Holzkrug. Legó extensiones de tierra y concedió estipendios generosos a causas dignas, pero las arcas de los Holzkrug se vaciaron e incluso el tesoro de Altdorf quedó agotado durante su regencia. Cuando murió en 2260, sus herederos se negaron a continuar en el trono, prefiriendo en cambio concentrarse en consolidar las restantes propiedades familiares, y la corona pasó a la emperatriz Annette von Telland.

En la actualidad, su espíritu embruja la cámara del consejo. Debido a su profundo sentido de responsabilidad sobre sus súbditos, si el Consejo toma una decisión que no le gusta, golpea con fuerza los tronos y tira los papeles al suelo. Incapaz de adoptar su táctica usual de sobornar o persuadir a los objetores para que sigan la política actual, el Consejo busca una solución efectiva y discreta para el espíritu. Desafortunadamente para ellos, ninguno de los templos está dispuesto a exorcizar al espíritu de un emperador.

Fuentes[]