
Imagen Ilustrativa
Padre de los Dragones
Las leyendas élficas cuentan que Draugnir era aceptado como un igual en la corte de Asuryan, pues su poder y su nobleza impresionaban a dioses y a mortales por igual. Sin embargo, no todos hallaban grata su presencia en el panteón élfico. Anath Raema, hermana de Khaine y diosa de la cacería salvaje no le veía más que como a otra bestia que acosar y cazar.
Tomando su lanza, persiguió al Dragón hasta el firmamento. La contienda resultante sacudió el mundo hasta sus cimientos y distrajo al sabio Asuryan de su meditación. El Creador detuvo la refriega, pero era muy tarde para salvar a Draugnir, cuyas heridas eran mortales.
Con una palabra, Asuryan desterró a Anath Raema al Mirai por toda la eternidad. Acto seguido, a partir del cadáver de su amigo, creó una nueva tierra donde Elfos y Dragones convivieran en paz, ajenos a los celos de los dioses. De los huesos de Draugnir creó las montañas de Ulthuan, y de su carne tejió las amplias llanuras. Asuryan entregó las escamas refulgentes de Draugnir a Isha, que a su vez se las entregó a sus retoños mortales, los Elfos, para que hicieran muchas obras fabulosas con ellas.