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Dragon forestal octava

A primera vista, parece imposible que una criatura tan grande como un Dragón pueda hacer del denso bosque de Athel Loren su hogar. Sin embargo, en lo más profundo del Gran Abismo habita una raza distinta de las grandes sierpes celestes, grandes dragones que hace tiempo que se adaptaron a la vida de Athel Loren. Protegidos por la bóveda del bosque y escudados de las atenciones de los jóvenes héroes que buscan hacerse un nombre por sí mismos en las escarpadas paredes de roca del abismo, los dragones crecen y se multiplican. Dicha providencia es un fuerte contraste con lo que pasa en otros lugares del Viejo Mundo, donde los dragones y sus familiares llevan mucho tiempo muertos o enterrados en las montañas, al contrario que muchos otros de su especie, que deben ocultarse o ser cazados.

Pero nada ni nadie de lo que habita durante mucho tiempo en Athel Loren permanece inalterado, y los Dragones del Bosque no son una excepción. Igual que ciertos grupos de Elfos Silvanos, los Dragones han ido adoptando el aspecto del propio bosque y ya no pueden ser considerados seres independientes, sino que se han transformado en una extensión del bosque y forman parte de su voluntad para sobrevivir y prosperar.

Descripción[]

Aunque siguen siendo depredadores voraces, los dragones sólo cazan cuando el bosque tiene necesidad de ellos; el resto del tiempo permanecen descansando en un estado de hibernación. En caso de una intrusión por parte de criaturas demasiado poderosas para que los espíritus de Athel Loren puedan contrarrestarlo, el bosque invocará a una o más de estas grandes bestias para contrarrestar la amenaza. Más a menudo, los Elfos solicitan la ayuda de un Dragón para que sirva de montura a un Noble del Bosque, una petición a la que la bestia cede con gracia razonable, siempre y cuando no se encontrase en medio de un sueño particularmente fascinante. Con el tiempo, el Noble puede desarrollar un fuerte vínculo con un Dragón del Bosque particular, los dos se convierten en amigos, más que aliados por pura necesidad.

107 ForestDragon-JoaoBosco

Independientemente de la razón por la que haya despertado, un Dragón del Bosque es un enemigo feroz y al que no se puede superar fácilmente. Pocos permanecen firmes frente a su ira a menos que puedan dominar el miedo ancestral que les provoca. Este miedo aumenta cuando la bestia se lanza en picado mientras las flechas y balas rebotan en su piel escamosa, destripando y devorando a todos los que se le oponen. Incluso los enemigos que tienen la fortuna de encontrarse lejos de las garras del Dragón del Bosque sucumben inevitablemente a su aliento soporífero. Son pocas las criaturas que puedan sobrevivir al aliento de un Dragón del Bosque: una nube de vapor ácido color esmeralda que causa terribles fiebres a todos los que la respiran antes de sumirlos en una inconsciencia de la que ya no despertarán. Una vez cumplida su tarea y satisfecho su apetito; el dragón volverá a su oscuro y recóndito hogar para sumergirse en un profundo sueño una vez más.

A pesar de su apariencia, los Dragones del Bosque son criaturas muy inteligentes y siguen con interés los eventos que ocurren más allá de los límites de Athel Loren. Son particularmente voraces cuando despiertan después de haber pasado varios meses de letargo. En parte, sacian su hambre con los Elfos que les piden ayuda, pues los Dragones no consideran necesariamente a los Elfos observadores imparciales y, a menudo, buscan a otros que les den un contrapunto.

De hecho, no es raro que un Dragón mantenga con vida a un oponente siempre que tenga el potencial de ampliar el conocimiento del Dragón. Si las noticias del cautivo son lo suficientemente importantes o interesantes, el Dragón se siente obligado a perdonarle la vida a cambio de la información, si no, el cautivo es devorado por hacer perder su tiempo tan valioso al Dragón.

Miniatura[]

Imágenes[]

Fuentes[]

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