El Doliente Niño-Dios es un ser retorcido, implacable y leal al Caos Absoluto, una entidad demoníaca de cuyo reino ningún mortal ha logrado regresar.
Descripción[]
El Doliente Niño-Dios presenta el aspecto de un ser humanoide joven, vestido con túnicas, y cuyo rostro carece totalmente de rasgos excepto la boca. El Niño-Dios puede parecer afable, incluso hospitalario, con aquellos que entran en sus dominios, respondiendo a sus dudas sin exigir coste alguno, pero es un ser con una mente perturbada cuyas acciones no se rigen por la cordura o lo que es justo. Es igual que un niño rencoroso, caprichoso, y cruel, y a pesar de su aspecto infantil cuenta con un poder superior al de muchos demonios.
Los dominios del Doliente Niño-Dios se conocen como la Alteridad, y se encuentran en un lugar indeterminado en el Reino del Caos. Es una enorme roca situada en otro mundo perdido en el tiempo y el espacio. Este reino fue creado durante los primeros días de vida del Niño Dios, una jaula donde enterrar su infancia. En el lugar se alza una muralla colosal con forma de estrella de ocho puntas, y justo en el corazón de la roca se halla un palacio maldito, donde mora el Caos. Allí, en el centro de ese mundo, el Doliente Niño-Dios grita por toda la eternidad.
El reino está habitado por incontables muertos vivientes condenados y sujetos demoníacos menores. Los perdidos, los caídos, los malditos del otro mundo están atrapados para siempre en la Alteridad. Celosos guardianes demoníacos, más viejos que los propios elementos, vigilan los muros de aquel lugar. Lejos de mantener el caos fuera de los límites de su reino, esos guardianes se encargan de mantener la locura en su interior y evitar que el Niño Dios logre huir.
Estos cuatro gigantescos demonios vigilan las cuatro grandes puertas de su reino. Cada una de las puertas de la Alteridad son, en sí mismas un portal que llevaba a aquellos que las atravesasen a cualquier lugar del mundo que su corazón deseara. Por supuesto esa opción es imposible, ya que la maldición del lugar es que una vez que se cruzan las puertas, no se pueden volver a cruzar, condenando a permanecer en el Reino del Doliente Niño-Dios por toda la eternidad, ya que aquellos que intentan atravesarlas son destruidos por los demonios guardianes.
Imágenes[]
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Elfos Oscuros (6ª Edición), pág. 55.
- Libro II del Cómic de Darkblade de Warhammer Monthly, por Dan Abnett (guion) y Kev Hopgood (dibujo).