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Detlef Sierck por Sam Manley

Detlef Sierck es, posiblemente, el actor, productor y autor de teatro más grande de todos los tiempos... según su humilde opinión, aunque es cierto que son pocos los autores que están a su altura. También se le conoce por ser compañero y amante de la Vampiresa Genevieve Dieudonné.

Descripción[]

Detlef Sierck mide más del metro setenta de altura, y tiene el cabello y los ojos castaños, y posee una figura elegante en sus finas sedas y sombrero emplumado. De cerca, y lejos del maquillaje del escenario, está claro que Detlef ha vivido una buena vida durante algún tiempo: tiene una barriga que disimula con un corsé cuando está en el escenario, y probablemente sea más mayor de la edad que dice tener, quizás mucho mayor. Lleva un bigote pasado de moda, para ocultar mejor sus dientes marrones, y parece atormentado cuando se lo deja solo. Sin embargo, cuando saca su carisma, el apuesto protagonista que ha perfeccionado tras muchos años de actuaciones extraordinarias, cobra vida, y pocos dejan de quedar impresionados.

Detlef es un genio, un hecho que ni siquiera él puede negar. Actor, dramaturgo y poeta sin comparación, ni siquiera sus peores críticos dudan de su brillantez. De echo, en su propia opinión, es el mejor autor, actor, director y gerente teatral vivo, cuando no de la historia. En público, Detlef no considera a ningún otro actor como su igual, y mucho menso su mejor, aunque se ha alejado de ciertos papeles donde podrían ser posibles ciertas comparaciones poco halagadoras de su actuación con las de otros actores. Su obras escritas es una colección de genialidad implacable.

Dicho esto, el teatro es realmente la salida perfecta para las habilidades de Detlef, aunque sea un hombre con el que es notablemente difícil trabajar. Está bajo la maldición de ser un perfeccionista, ningún detalle es demasiado pequeño para escapar de su atención. Desafortunadamente, es precisamente esta atención al detalle lo que le ocasiona problemas. El cuidado que le presta al detalle suelen significar gastos, y el dinero es el mayor problema de Detlef.

Cuando está trabajando en un proyecto, el dinero no entra en sus pensamientos. Un genio como él merece lo mejor, ¡sea cual sea el coste!, por lo que sus producciones han llegado a generales grandes deudas. Sus patrocinadores financieros, en cambio, suelen tener una actitud diferente ante esto, y Detlef ha visto el interior de la prisión de morosos. Sin embargo, es lo suficiente optimista para asumir que siempre aparecerá algo cuando pasa por un (temporal) apuro financiero.

Historia[]

Alto, estás caminando por la senda del Hereje. Si continúas, corres riesgo de... perderte.
Este artículo puede contener spoilers de Drachenfels, Genevieve No Muerta, Uñas de plata

Pasado[]

Detlef Sierck es originario de la ciudad de Nuln. Nació con seis dedos en un pie, y su padre había remediado eso con una cuchilla de carnicero cuando él era un bebé.

El padre de Deflef comenzó su vida como vendedor callejero de verduras y medró hasta tener una gran fortuna. Con todo, su padre siempre se negó a hablar de la época anterior a aquella en la que reunió la banda de matones que le permitió acaparar el mercado de verduras de Nuln por el sistema de destrozar los tenderetes de los otros comerciantes.

Cuando tenia unos seis años, se encontraba junto a su madre en Chloesti, una ciudad de tamaño medio cerca de las Montañas del Fin del Mundo. Por aquella época, la ciudad estaba tomada por los miembros de la Cruzada Moral del sacerdote Claes Glinka, que se dedicaban a destrozar obras de arte y quemar libros de poesía y teatro por considerarlas pecaminosas.

Detlef Sierck por Martin McKenna

Durante una de estas purgas, un joven oyó las palabras de protesta de un poeta ante aquellos actos de barbarie. Aunque su madre se mostró consternada ante la actitud del artista, mientras que Detlef observaba al poeta con obvia admiración, que continuó gritando que el arte viviría eternamente incluso cuando era apalizado por los acólitos de Glinka.

Otro interesante encuentro de esa misma tarde fue cuando vio una hermosa joven de unos dieciséis años. Parecía fascinado por ella de manera inexplicable. En aquel momento no lo supo, pero sería la vez primera que vería a la vampiresa Genevieve Dieudonné, quien más adelante tendía un importante papel en su vida.

A medida que fue creciendo, Detlef se fue interesando cada vez más por el teatro, deseando convertirse en actor y dramaturgo. Su padre, que era demasiado miserable para darle a su hijo cualquier consejo de utilidad, le amenazó con dejarle si un céntimo si se metía en el teatro. Su madre tampoco alentó el genio de Detlef, instándole a seguir la profesión de su padre como comerciante de verduras. Pese a esto, Detlef nunca renunció a su sueño, y estudió interpretación en la Universidad de Nuln, demostrando tener un extraordinario talento y gran capacidad para escribir y actuar en obras de teatro.

Detlef tuvo noticia de que su padre murió de una apoplejía durante una reunión con los recaudadores de impuestos de Nuln, en el momento en que le sugirieron que sus impuestos de los últimos treinta años serían objeto de un atento segundo examen. Su madre se había largado a la ciudad costera de Magritta, en Estalia, y se había llevado consigo a un hombre mucho más joven que ella, un juglar más famoso por el contorno de sus ojos que por la dulzura de su voz.

Por su parte, Detlef siguió ganado fama y fortuna en el mundo del teatro, siendo considerado como el mayor dramaturgo jamás surgido desde Jacopo Tarradasch, habiendo ha hecho más en sus 29 años que otros hombres logran en su vida.

Con los Huesos en el Alcázar Mundsen[]

En un momento dado, Detlef fue contratado por Boris Todbringer, Conde Elector de Middenheim y de Middenland, para escribir, ejecutar y dirigir una obra épica sobre la vida de Sigmar y la debía representarse en presencia del propio Emperador Karl-Franz. Titulada "La Historia de Sigmar", Detlef decidido a crear la obra maestra de su vida, y no veía ninguna razón para reparar en gastos.

Para producción Detlef había planeado solicitar la totalidad de los recursos de tres pueblos de las Montañas Centrales. La totalidad de sus habitantes habían sido contratados para actuar como figurantes, se construiría un castillo de madera que sería quemado durante el desarrollo de la obra, y se habían contratado hechiceros para que realizaran ilusiones adecuadas durante las secuencias mágicas.

El escenario natural donde debía representarse la obra encontraba a doce días a caballo de Middenheim, y el Emperador y los electores deberían ser llevados hasta allí en una procesión magnífica. Se celebraría un banquete de dos días como mero prólogo del drama, y la acción se habría desarrollado a lo largo de toda una semana, con entreactos para comer y dormir.

El propio Detlef se había asignado a sí mismo el papel de Sigmar, uno de los pocos de la literatura que era lo bastante grande para contener su personalidad. Y la famosa actriz y belleza Lilli Nissen había consentido en aceptar el papel de Shallya. Se habían contratado mercenarios para que lucharan hasta el borde de la muerte durante las escenas de batalla. Se había contratado a un ejército de Enanos para que representaran a los enanos aliados de Sigmar, y otro para que con mascaras hicieran el papel de las hordas de Goblins a quienes el héroe debía expulsar del Imperio. Detlef había insistido en que fuesen Goblins de verdad, pero el resto del reparto era reacio a trabajar con ellos.

Se almacenó el grano de tres cosechas consecutivas para alimentar a los actores y al público, y se contrató a casi un millar de entrenadores, juglares, músicos, bufones, combatientes, prostitutas, prestidigitadores y filósofos para que hiciesen los principales papeles del grandioso drama. Los precios no dejaban de subir y surgieron gastos imprevistos en su ya más que elevado presupuesto original. Pese a todo continuo, aquella obra que habría sellado su reputación de primer genio de estos tiempos, haciéndole ganar, sin exageraciones, diez veces el coste invertido en ella.

Y todo se había ido al garete por algo tan insignificante y carente de interés como un brote de peste entre los figurantes del campo de batalla.

Lilli Nissen se negó a moverse de Marienburgo cuando le llegó la noticia de la epidemia y la suya fue la primera de muchas invitaciones devueltas. Detlef se vio obligado a tratar con una aullante muchedumbre de acreedores furiosos, cuyos recibos contra las arcas del elector fueron repentinamente rechazados. Dadas las circunstancias creyó necesario disfrazarse de sacerdote y huir a Altdorf donde, por desgracia, los embajadores del elector aguardaban su llegada. Ya se habían hecho gastos considerables y aquellos que habían puesto las mil coronas de oro que él había solicitado como reserva, clamaban que se les devolviera el dinero. Más aun, se rumoreaba que las tres aldeas se habían unido para pagar los servicios del Gremio de Asesinos. La mayoría de los contables de Detlef, de una negligencia criminal fueron asesinados.

El propio Conde Elector de Middenheim, que se había hecho cargo de la responsabilidad de la producción, pidió a sus abogados que buscasen la manera de romper el contrato que tenía con el dramaturgo. Detlef se vio obligado a punta de cuchillo, a firmar una declaración que exoneraba al elector de Middenheim de toda responsabilidad económica en la producción de “La historia de Sigmar”. Posteriormente, una muchedumbre enfurecida de sastres, carpinteros, actores secundarios, músicos, gente que habla comprado una localidad, alcahuetes, comerciantes y posaderos habían quemado el teatro Konigsgarten hasta los cimientos, cuando su director de escena, en el que tenía plena confianza, se enfrento con la alternativa de un pozo de cal y un barril de brea hirviendo, lo denunció. Todo lo que tenía fue confiscado por los alguaciles del elector para entregarlo a los acreedores.

Al final, los gastos de aquel proyecto megalómano, ascendió a un total de ciento noventa mil doscientas cincuenta y cinco coronas de oro, diecisiete chelines y nueve peniques. Como Detlef era incapaz de pagar semejante fortuna, fue encarcelado en el Alcázar Mundsen, una prisión para morosos localizada en Altdorf, hasta que saldara todas las deudas, lo cual era totalmente imposible.

Contratado por Oswald von Königswald[]

Detlef Sierck pasó meses malviviendo en una celda, conviviendo con otros presos cuyas deudas, aún sumándolas todas, eran simple calderilla con lo que debía el dramaturgo caído en desgracia. Cuando creía que acabaría pudriéndose en los muros de la prisión, alguien muy importante y poderoso había decidido sacarlo de aquel miserable lugar.

Oswald entrevista a Detlef Sierck por Martin McKenna

Detlef es entrevistado por Oswald von Königswald.

Sierck fue llevado por el gobernador para ser entrevistado por su misterioso benefactor, y se quedó sorprendido cuando lo conoció en persona: Se trataba de Oswald von Königswald, príncipe heredero y elector en funciones de la provincia de Ostland. Sierck sabía perfectamente quien era el príncipe Oswald pues su fama le precedía, siendo considerado uno de los mayores héroes del Imperio, especialmente por haber logrado destruir con la amenaza del famoso demonólogo y nigromante Constant Drachenfels, el conocido como el Gran Hechicero, una hazaña que ocurrió cuando Detlef tenía solo cuatro años.

El príncipe Oswald le explicó la situación, su padre Maximilian von Königswald no tardaría en fallecer a causa de la edad y él heredaría el cargo de Conde Elector de Ostland, y querría comenzar su regencia con una gran obra de teatro, así que le propuso un trato a Sierck: A cambio de saldar todas sus deudas de la desastrosa producción de “La Historia de Sigmar” (algo fácil de hacer pues su familia era extremadamente rica), Detlef debía escribir y poner en escena una obra que representara la derrota del Constant Drachenfels a manos del propio Oswald y sus compañeros, la cual debía representarse en el mismísimo castillo Drachenfels frente a propio Emperador, los Condes Electores, y toda la flor y nata del Imperio.

Aquella fue una oferta que Sierck no pudo rechazar, y se necesitó toda una semana para negociar el contrato. Normalmente Sierck habría dejado el asunto del contrato en manos de su valioso socio Thomas el Negociador, pero él había sido el primero en denunciarlo y estaba situado a la cabeza de la lista de acreedores. Por tanto, Detlef se ocupo por sí mismo de este tedioso tema. A fin de cuentas, fue Thomas quien firmó en el contrato con el elector de Middenheim. Esta vez no habría ninguna cláusula oculta que luego lo atrapara, de eso estaba seguro.

Detlef decidió compartir su buena fortuna con sus antiguos compañeros de celda, e insistió en que Oswald saldara también las deudas de éstos. En cada caso, la puesta en libertad sólo podría obtenerse si Detlef daba fe de su buen carácter y les proporcionaba un empleo, lo cual no constituía un problema ya que podían ayudarle con la obra en diversos aspectos. Entre tanto el príncipe heredero Oswald hizo reabrir un salón de baile de su palacio en Altdorf para los ensayos.

Oswald envió a sus agentes a buscar a los restantes miembros de la compañía del Teatro Konigsgarten que no se habían convertido en traidores. No pocos actores, tramoyistas y personal creativo que habían jurado no implicarse nunca más en una producción de Detlef Sierck, fueron atraídos de vuelta al Konigsgarten por el nombre de von Konigswald y la repentina oferta de sueldos sobresalientes. Entre ellos destacaba Vargr Breughel, un humano con raquitismo que era el ayudante de dirección de Sierck, además de gran amigo suyo, siendo uno de los pocos de la compañía que permaneció a su lado durante durante la desastrosa producción de “La historia de Sigmar”

La noticia del regreso de Detlef se propagó por toda la ciudad de Altdorf, e incluso fue tema de conversación en Nuln y Middenland, cuyo elector se aprovechó del repentino interés para hacer publicar "La historia de Sigmar" junto con una memoria escrita por él mismo en la que culpaba al dramaturgo del desastre de la producción que jamás llego a realizarse. El libro se vendió bien y, gracias a que tenía los derechos del manuscrito, el elector pudo evitar pagarle a Detlef.

Por fin se redactó el contrato definitivo, sobre el que pusieron su sello el príncipe heredero y Detlef. El más grande dramaturgo de su generación salió con paso majestuoso por las puertas abiertas de la cárcel de morosos, vestido otra vez con extravagantes prendas lujosas, y sus agradecidos compañeros, a unos respetuosos veinte pasos detrás de él.

La Producción de "Drachenfels"[]

Una vez instalado en el Palacio de los von Königswald, Detlef se puso a trabajar. Como siempre, la obra adquiriría su forma definitiva durante los ensayos pero tenía que darle una estructura, asignar los papeles y bosquejar las caracterizaciones. Se le permitió el acceso a la biblioteca von Konigswald y a todos los documentos relativos a la muerte de Drachenfels. Allí estaba la obra “La casa de von Konigswald”, de Sehncourt. Y el libro sorprendentemente delgado escrito por Genevieve Dieudonné: “Una vida”. También halló “Mis años como cazador de recompensas en Reikwald, Bretonia y las Montañas Grises”, por Anton Veidt según se la narro a Joachim Munchberger, “Constant Drachenfels: Un estudió del Mal”, de Helmholtz, “El banquete envenenado y otras leyendas”, de Claudia Wieltse.

También estaban todos los folletos y letras de baladas referente a los hechos, siendo distintas versiones de una misma historia. Incluso había otras dos obras teatrales: "La caída de Drachenfels", de Matrac, y "El Príncipe Oswald", de Donan Diessl, aunque ambas, según descubrió Detlef para su deleite, eran una espantosa basura.

El titulo preocupó a Detlef durante algún tiempo. Tenía que incluir el nombre de Drachenfels en él y al principio escogió "Oswald y Drachenfels", pero el príncipe heredero no quería que su nombre figurase en el título. Luego considero los títulos de La historia de Drachenfels, La muerte de Drachenfels, El bosque de Drachenfels, El Gran Hechicero, Derrota de la oscuridad y Castillo de sombras. Durante algún tiempo llamo a la obra Corazón de la oscuridad. Luego experimento con El hombre de la máscara de hierro. Por último, se decidió por el simple y severamente dramático titulo de una sola palabra: "Drachenfels".

Oswald prometió dedicarle una hora cada día, para que lo entrevistara y le formulara preguntas sobre la verdad de la hazaña, y se puso en contacto con sus antiguos compañeros de aventura que aún vivían, con el fin de persuadirlos para que acudieran a hablar de su propio papel en el gran drama con el escritor que sellaría la inmortalidad de todos ellos. En las siguientes semanas el rey bandido Rudi Wegner, el enano Menesh y el cazarrecompensas Anton Veidt viajaron al palacio de los Königswald en Altdorf para que fueran entrevistados por Sierck sobre sus experiencias, y también para dar consejos a los actores que los encarnarían en en el escenario. Solo faltaba la vampiresa Genevieve, que llegaría en unos días.

No fue hasta que Rudi Wegner fue a hablar con él, que Detlef comenzó a entender lo que había sucedido en aquella aventura. Y no fue hasta que el culto de Sigmar lo autorizó por fin a examinar los Grimorios proscritos de Khaine, que Detlef comprendió lo monstruosamente poderosa que había sido la milenaria maldad de Constant Drachenfels. El dramaturgo se sintió fascinado por aquella poderosa y terrible criatura, y le hubiera encantado interpretarlo, pero el propio príncipe Oswald le había pedido que lo encarnara en la obra, así que para el papel del antagonista fue para Laszlo Lowenstein, un actor de sobresalientes dotes interpretativas rodeado de una misteriosa aura. Para el papel de Genevieve Dieudonne contó nuevamente con Lilli Nissen, pese a que ambos disimulaban el desprecio que se guardaban el uno al otro.

Los días fueron pasando y Detlef ya tenía su texto de trabajo estaba casi acabado, todos los cambios sugeridos por las entrevistas con Rudi Wegner, Menesh, Veidt y el príncipe heredero estaban anotados en lápiz, y dudaba que las narraciones de la mujer vampiro Dieudonne, fuesen a introducir muchos cambios más. La investigación constituía el esqueleto de la obra, pero la carne que la revestía era toda creación de Detlef Sierck. Incluso Oswald lo había alentado a apartarse de la historia verdadera en unos cuantos puntos, ya que era mejor para llegar a la verdad del asunto.

Encuentro Detlef Sierck con Fantasmas por Martin McKenna Drachenfels

Unos fantasmas advierten a Detlef del peligro.

Salvo por algunos problemas, la cosa parecía ir bien para Detlef, pero entonces una noche, mientras repasaba el escrito de "Drachenfels", fue visitado por seres espectrales que vestían hábitos de monjes. Completamente muerto de miedo, los fantasmas le hablaron directamente a la mente y le advirtieron de que no debía adentrarse más en la oscuridad y que debía tener cuidado con Drachenfels, antes de desaparecer tan repentinamente como aparecieron. Bañado en un sudor frío y con una enorme jaqueca, Detlef se desplomo y rezó hasta que se desmayó. Al llegar la mañana descubrió que se había orinado y defecado encima de miedo.

Todavía aterrado por la sobrenatural experiencia de aquella noche, un alterado Detlef Sierck se dispuso a abandonar aquel proyecto, aunque la consecuencia fuese regresar al Alcázar Mundsen. Justo en ese momento regresaba Oswald von Königswald de recoger a Genevieve Dieudonné en el puerto. Con mucho tacto, el príncipe heredero logró tranquilizarlo y hacer que continuara con el proyecto, apostando más guardias bajo el mando de su ayudante de confianza, Henrik Kraly, para evitar más problemas e incluso prometiendo exorcizar las estancias como medida preventiva. Solucionado aquel asunto, Oswald le presentó Genevieve a Detlef, quien quedó realmente encantado de conocerla, deseoso de poder entrevistarla para mejorar y darle los últimos retoque al guion.

Los días pasaron en el palacio mientras los ensayos tenían lugar hasta que todo estuvo listo, la compañía de teatro y los antiguos compañeros de Oswald viajaron al Castillo Drachenfels, mientras el propio príncipe se quedó atrás para arreglar los papeles de su sucesión como elector tras la inevitable muerte de su padre Maximilian por la edad. Durante este tiempo, Detlef y Genevieve fueron intimando más.

El viaje hacia el castillo no estuvo exento de situaciones inexplicables. La caravana en la que viajaban estaban conformada por veintiséis carruajes, sin embargo, había un carromato más que aparentemente los seguía. Nadie sabía nada de este carromato numero veintisiete que parecía desaparecer, pero estaba claro que tenían entre ellos un vehículo que no siempre podían ver. Salvo por este misterio, la travesía transcurrió sin incidentes.

La primera noche pasada en la fortaleza, Rudi dio una fiesta y los invitó a todos. En cualquier caso se habría celebrado una fiesta para señalar el final del viaje, pero Detlef Sierck fue lo bastante amable para dejar que la diese Rudi. Fue una noche muy divertida donde Detlef dio rienda suelta a su dotes como músico, cantante y bailarín, bailando con Genevieve antes de que la fiesta terminara y todos se marcharan a descansar.

Durante los siguientes días, la compañía de teatro empezó a organizarlo todo para la representación y Detlef y el resto del elenco continuó con los ensayos. Hubo una pequeña discusión cuando al engreída de Lilli Nissen se sintió insultada por el hecho de tener que llevar colmillos para interpretar a la vampiresa Genevieve, pero Laszlo Lowenstein, contra todo pronostico, logró que dejara de causar más atolladeros en la producción.

Pero el ego de una actriz sobrevalorada sería el menor de los problemas con los que se toparía el dramaturgo.

Muertes en el Castillo[]

Durante uno de los ensayos Henrik Kraly, mayordomo de Oswald al que puso al cargo en su ausencia, hizo llamar Genevive y Detlef para que se reunieran con él la sala del Banquete Envenenado. Tanto la vampiresa como el dramaturgo ignoraban el motivo de ello pero accedieron a su petición. Durante el paseo al lugar, los dos mantuvieron una conversación formal, estrechando aún más su relación. Hablaron sobre Constant Drachenfels y también sobre Laszlo Lowenstein. A Detlef le intrigaba el imponente actor. No podía negar su enorme talento para la actuación, pero debía admitir tener la sensación de que hay algo que no esta del todo bien en él, opinión que Genevieve también compartía.

Al llegar a la sala, Detlef vio los rostros de la gente reunida entorno a la mesa… y el horror que había sobre ella. Cuando Detlef acabó de vomitar, Kraly le explicó de quién se trataba.

Ante ellos se encontraba Rudi Wegener, o lo que quedaba de él. Había sido asesinado, y su cadáver había sido mutilado, pero aquello no fue obra de una bestia o un monstruo, pues había sido expertamente cortado para poder extraerle toda la grasa del cuerpo, además de sus ojos. A pesar del horrendo crimen, la obra debía proseguir, ya que, aunque advirtieran al Conde Oswald del peligro, lo único que conseguirían es que estuviese más decidido a venir. Con resignación, debían ocultar los hechos y proseguir con la obra. Kraly aseguró que aumentaría la vigilancia y daría con el responsable.

Aquella noche Detlef no durmió bien. Se había retirado temprano porque no quería verse arrastrado de vuelta a los asuntos prosaicos de la compañía y la obra después de haber visto lo que quedaba de Rudi. Ahora yacía despierto en la cama y deseaba, como le había sucedido más de una vez desde el comienzo de todo aquello, estar de vuelta en su celda del Alcázar de Mundsen.

Los hombre de Kraly derriban la puerta por Martin McKenna

Detlef investiga el castillo junto a Genevieve.

No sólo había entre ellos un demente que rondaba por los corredores oscuros del castillo Drachenfels, sino que también le preocupaba que Henrik Kraly, el hombre de Oswald, fuese un tirano en potencia que preferiría arriesgar las vidas de todos los miembros de la compañía, antes que importunar con cualquier cosa al príncipe heredero.

El único consuelo que tenía era que aparte de Lilli Nissen, la obra estaba saliendo asombrosamente bien. Si sobrevivían a ella, Drachenfels sellaría la reputación de todos los que participaban. Laszlo Lowenstein era una revelación. Cuando la obra fuese transferida a un teatro de Altdorf, Detlef insistiría en que se incluyese a Lowenstein. La próxima vez, Detlef consideraría la opción de limitar sus funciones a ser el autor y director, y crearía un auténtico vehículo para el asombroso talento de aquel hombre.

Detlef también estuvo pensando mucho en la mujer vampiro. Desde el asesinato de Rudi, estaba convencido de que corría un cierto peligro si se quedaba en la fortaleza, y se sentía obligado para con ella. No obstante, considerando las capacidades de Genevieve, casi sería mejor que él le solicitara protección a ella.

En ese momento, la propia Genevieve llamo a la puerta de su habitación y le pidió que la acompañara, ya que había decidió investigar el Castillo Drachenfels. Al adentrarse en una zona de la fortaleza parcialmente en ruinas, oyeron una especie de salmodia y música de flauta apenas audibles pero que sonaban horripilantes, como si se tratase de un liturgia religiosa estaría dedicado a un dios oscuro o un encantamiento mágico que conjuraba algo absolutamente vil. Se acercaron al lugar del que procedía aquel sonido, y a través de la rendija de una puerta, vieron una escena dantesca.

Dentro de un circulo de velas negras yacía el cuerpo del Enano Menesh totalmente desollado, con la roja musculatura desnuda brillando a la luz de las velas, mientras unas sombras danzaban en torno a él, proyectadas por los invisibles participantes de la macabra escena. Al ver que los intestinos del enano se retorcían como serpientes, se dieron cuenta de que Menesh aun estaba, de algún modo, vivo.

En ese momento apareció Kraly con un grupo de alabarderos, y todos juntos entraron precipitadamente en la sala. Al derribar la puerta, provocó una ráfaga de aire que apagó las velas negras. La salmodia y la música cesaron de repente y se oyeron alaridos y el ruido de armas que entrechocaban en la oscuridad. Cuando Genevieve encendió un farol, allí no había nadie salvo ellos, y en su confusión los albarderos se habían atacado y heridos unos a otros. Lo peor de todo es que probablemente, en su precipitada y desastrosa entrada, mataran a pisotones a Menesh accidentalmente. Al examinar con más detenimiento el cuerpo del enano, comprobaron que, además de la piel, también le faltaban los riñones, los ojos y los órganos reproductores.

Dado que aquella atrocidad había sido cometida recientemente, el grupo trató de seguir el rastro del asesino, que les llevó hasta la habitación de Vargr Breughel, el fiel ayudante de dirección de Sierck, y al entrar en ella descubrieron que era un mutante.

Vargr Breughel por Martin McKenna

Descubriendo el oscuro secreto de su amigo.

Vargr Breughel fue inmediatamente arrestado. Se despejó una de las caballerizas y fue encadenado allí. Henrik Kraly dirigió personalmente el interrogatorio, y Breughel fue brutalmente golpeado para hacerle confesar, aunque gracias a sus mutaciones apenas sentía dolor. A pesar de que Detlef había estado presente durante el arresto, el dramaturgo se negó a creer que su ayudante y amigo fuera el asesino a pesar de ser un mutante, y le defendió ante Kraly, estando seguro de que el verdadero asesino lo usó como chivo expiatorio conveniente.

A pesar de todo, el mayordomo hizo oídos sordos a las quejas del dramaturgo, pero le concedió dejarle un tiempo a solas junto a su amigo. Aunque enfurecido por que Breughel fuera sometido a torturas, Detlef no podía evitar que se sintiera asqueado por su cuerpo mutado. Breughel pudo percibir lo que sentía su amigo, aún así no se lo reprochó en lo más mínimo esta opinión, pues él siempre se odiaba por en lo que se había convertido. Por contra, ahora que estaba punto de morir, le hizo saber lo mucho que había agradecido su amistad y que fuera el único que le dio una oportunidad en la vida.

Detlef le aseguró que no permitiría que lo ejecutaran siendo inocente, pero su amigo le respondió que iba a quitarse la vida él mismo. Aunque no fuera el asesino, percibía como su mente, al igual que su cuerpo, estaba cambiando a peor. Sentía impulsos y deseos extraños, y no quería vivir siendo algo que ya no era él ni hacer daño a nadie. Tras esta declaración, usó sus propias mutaciones para suicidarse. Antes de morir, Vargr Breughel le deseo a Detlef Sierck buena suerte con la obra.

Detlef supervisó el entierro de Vargr Breughel y le notificó a Henrik Kraly que, por su propio interés, le convenía mantenerse apartado de su camino. El mayordomo de Oswald puso por todas partes notificaciones en las que anunciaba que Breughel fue quien mató a Rudi y a Menesh, y dado que no se cometieron más crímenes desde su suicidio, demostraba que él tenía razón.

Asesino o no, la compañía teatral echó mucho de menos a Breughel. Detlef declaró una interrupción de los ensayos durante toda una mañana para que todos pudieran asistir al funeral del ayudante de dirección. Breughel fue enterrado en la ladera de la montaña, fuera de las murallas del castillo y Detlef pronunció un breve panegírico en su honor. Cuando llegara Oswald, juró Detlef, se ajustarían las cuentas con Kraly, a quien consideraba el asesino de su amigo.

A partir de ese momento, la obra de teatro comenzó su etapa final. Detlef pasó, todo un día de ensayos sin añadir, borrar o cambiar nada de los diálogos, y enormes vítores se alzaron entre la compañía. Sacó su muy corregido manuscrito y meditó por un momento antes de declararlo completo y acabado. Luego dio un discurso de cincuenta minutos, acerca de los mejores momentos de la producción, salpicado de regañinas, reproches, halagos y elogios dirigidos a quienes los merecían, destinado a entusiasmar a sus seguidores con el espíritu de la obra. Al mirar la actuación desde el patio de butacas (con un sustituto haciendo su papel), Detlef pensó que el único fallo era Lilli, y que realmente nada podía hacerse al respecto.

Estreno de "Drachenfels"[]

Drachenfels genevieve Detlef Sierck y Oswald von Königswald por Dave Gallagher

El séquito del ahora Conde Elector Oswald von Königswald llegó al castillo Drachenfels pocos días después. Dado que aquel estreno era el evento social del año, lo hizo acompañado del Emperador Karl Franz, su hijo el príncipe Luitpold, los restantes Condes Electores (entre los que estaba Boris Todbringer), principales lideres religiosos, numerosos nobles, varios funcionarios imperiales de alto rango, etc. Prácticamente toda la flor y nata de la sociedad imperial se encontraba allí.

Detlef le comentó a Oswald la tragedia acontecida con su amigo Vargr Breughel. El Conde Elector de Ostland se mostró comprensivo con Detlef, y le aseguró que trataría el asunto una vez terminado aquel evento. Tras una velada tranquila, donde Detlef bailó con Genevieve, a la mañana siguiente tendría lugar el gran estreno de la obra de Drachenfels.

Todo estaba listo para que empezara la representación, faltando apenas una hora para que empezase. Los invitados ya estaban en sus asientos en el patio de butacas, con Oswald, Karl Franz y su hijo Luitpold ocupando un palco destacado para ellos solos. Entre bastidores, Detlef vio la pequeña silla de Vargr Breughel estaba vacía. El dramaturgo decidió dedicarle aquella obra a su amigo fallecido, en un intento por sentir que Breughel estaba presente, apoyándolo.

Cuando faltaba poco para empezar, se oyeron desgarradores gritos procedentes del camerino de Lilli Nissen. Detlef y varios miembros del reparto acudieron raudos para ver que pasaba, comprobando que la actriz encargada de interpretar a Genevieve estaba físicamente bien pero descubriendo que alguien había dejado el rostro desollado de Anton Veidt en el camerino.

Lilli Nissen quedó tan aterrada que decidió abandonada de inmediato el lugar, sin importarle de que la función estaba a punto de comenzar y sin atender a razones. Aquello supondría un verdadero desastre que arruinaría su carrera. Por fortuna para Detlef Sierck, se le ocurrió de inmediato la idea de recurrir a la verdadera Genevieve Dieudonné para que se representara a sí misma. Tras anunciar al publico este cambio en el reparto, dio comienzo a la representación de “Drachenfels”.

Pese aquel cambio de ultima hora y la inexperiencia de Genevieve en la interpretación, la chica Vampiro se desarrollaba con bastante soltura en el escenario, y los demás actores eran lo bastante buenos para compensar sus errores sin que el público lo notara. Tras unos pocos momentos de vacilación durante las primeras escenas, estaba adquiriendo mayor confianza y ahora dominaba sin esfuerzo sus escenas. Para Detlef, la velada era triunfante. Genevieve era una inspiración. Durante las relativamente escasas escenas en que el personaje de Ostwald no aparecía, él observaba a su nueva protagonista. Si se aplicara, podría ser una estrella más grande que Lilli Nissen.

Por lo demás, la función transcurría perfectamente y cada pieza encajaba en el lugar exacto que tenía asignado. Los demás actores también daban lo que necesitaba de ellos, y más. Los efectos especiales funcionaron a su debido tiempo y provocaron las reacciones debidas. Detlef tenía un hombre apostado cerca de los lavabos, y después de cada entreacto iba a contarle lo que había oído El publico (tal vez el más severo del Imperio, así como el mas influyente) estaba enamorado de la obra. De mala gana, el espía repitió las palabras de efusivo entusiasmo que Clotilde de Averheim le había dedicado a Detlef en el papel de Oswald. Impulsivo, el director le dio un beso al hombre.

El único pero es que Detlef echaba muchísimo de menos los comentarios que solía hacerle Vargr Breughel desde bastidores, pero salvo esto, Detlef Sierck sabía que esa sería la noche por la cual lo recordarían. Aunque pronto descubriría que no por los motivos que a él le gustaría….

La Gran Traición[]

Portada Japonesa de Drachenfels por Akihiro Yamada

Tras salir en los momentos puntuales, Laszlo Lowenstein se retiró hasta el acto final de la obra. En su camerino, realizó un ritual en el que se fusiono con un cuerpo construido con los trozos que extirpó de los antiguos compañeros de Oswald y Genevieve. Cuando hubo terminado, Laszlo Lowenstein había dejado de existir, ahora era un ser distinto, y solo faltaba un último ingrediente para que su transformación fuera completa.

Finalmente llegó el quinto y último acto, donde se recreaba la famosa derrota del Gran Hechciero. Detlef Sierck, encarnado como Oswald von Königswald, Genevieve Dieudonné como a si misma, y el actor que hacía de Menesh llegaron al trono del oscuro brujo, donde Constant Drachenfels les daba la bienvenida burlonamente. Como indicaba el guion, “Menesh” atacó al nigromante con un falso brazo, que debía ser arrancado cuando fuera "derrotado" por el temible brujo. Sierck y Genevieve quedaron sorprendidos al ver que el actor gritaba mucho mas que en los ensayos, y que el efecto de la sangre era mucho más realista, solo para darse cuenta que la extremidad arrancada no era la falsa prótesis, si no el verdadero brazo izquierdo del actor, que murió a causa de la hemorragia.

En su palco, Karl Franz comprendió que lo que estaba ocurriendo encima del escenario no era normal, pero antes de que pudiera dar una orden, el elector Oswald von Königswald le puso una daga en la garganta, instándole a ver el resto de la obra. Aquel no era el final que había escrito Detlef. Algo terrible sucedía con Lowenstein, por no mencionar a Genevieve. Ni a Oswald. Ni al Emperador ni, probablemente, al mundo… El pánico y la confusión se desató entre todos los presentes cuando comprendieron finalmente que el verdadero Constant Drachenfels, el temido Gran Hechicero, había regresado de entre los muertos.

La horrible verdad que todos desconocían es que fue Constant Drachenfels quien derrotó a Oswald von Königswald hace 25 años, y no al revés como siempre se había creído. En lugar de matarlo, al ver la ambición y el odio que sentía Oswald hacia la Casa de Wilhelm III, hizo un trato con él. En ese momento, él le "mataría" y usaría la fama de su victoria para conseguir poder e influencia, y cuando regresara de la muerte, le entregaría a sus antiguos compañeros para hacerse un cuerpo nuevo y pondría a todo el Imperio en bandeja. Oswald aceptó el trato, y durante las siguientes décadas lo estuvo preparando todo. Ahora, todo estaba saliendo según Constant Drachenfels lo había planeado a lo largo de todo ese tiempo, y lo único que quedaba por hacer esa usar la sangre de Genevieve para completar su resurrección.

Al ver como el temible brujo avanzaba hacia Genevieve, tragándose su miedo, Detlef Sierck se interpuso entre él y la vampiresa con su espada de atrezo. Genevieve intentaba obligarlo a marcharse, a dejarla a merced de aquel monstruo, pero él no podía hacerlo. Detlef se dio cuenta de que iba a morir antes de que cayera el telón final de su obra. Moriría antes de que concluyera su mejor trabajo, y seria una nota a pie de pagina para las futuras generaciones. Un imitador menor de Tarradasch que no vivió lo suficiente para culminar lo que prometía ser. Un don nadie. El Gran Hechicero no sólo iba a arrebatarle la vida, sino que haría que pareciese que el jamás había existido, que nunca había pisado un escenario, que no había sacado jamás una pluma del tintero. Nadie había muerto nunca de modo tan absoluto como él iba a morir ahora.

Indiferente ante la valentía temeraria del dramaturgo, una mano de Drachenfels cayó sobre el hombro izquierdo de Detlef, y el fuego del dolor le recorrió el brazo cuando este se descoyunto. El Gran Hechicero ejercía fuerza suficiente para hacerle pedazos los huesos, y Detlef se retorcía de sufrimiento, incapaz de soltarse, incapaz de caer desplomado. Poco a poco Drachenfels ejercía más fuerza. Detlef sentía en la cara el pútrido aliento de sepultura de su agresor. Todo el costado izquierdo del actor se retorció para intentar escapar de aquel dolor implacable, y los dedos de Drachenfels se le hundieron en la carne como gusanos. Unos pocos momentos más de ese terrible sufrimiento, y Detlef se alegraría del alivio que le proporcionaría la muerte.

Al ver a Sierck en peligro y la traición de Oswald, Genevieve Dieudonné se vio inundada por un frenesí asesino y se abalanzó sobre Drachenfels, quien se tambaleó pero permaneció de pie, arrojando a un lado a Detlef para quitársela de encima. Pese al temible castigo que le proporcionó la vampiresa, Drachenfels pudo doblegarla, y se dispuso a arrebatarle hasta la ultima gota de su sangre.

Detlef estaba aun con vida tenía la mitad del cuerpo insensibilizado por la herida, y la otra mitad asolada por el dolor, pero aún estaba vivo. Detlef se puso de rodillas y se alejó gateando. Genevieve se había sacrificado por él, pero viviría, al menos por el momento, mientras ella moría en su lugar. Detlef no iba a permitirlo. Ya de pie, se tambaleó y derribó una parte del decorado. En torno a Detlef cayeron las cuerdas y los contrapesos que colgaban en lo alto. Los paneles del escenario se desplomaron y combaron unos sobre otros. Cayó un farol provocando el inicio de un incendio.

Detlef había perdido su espada y necesitaba un arma. Apoyado contra la pared vio un martillo de herrero que se había usado cuando montaban los decorados. Deberían haberlo guardado; dejarlo donde estaba constituía un peligro. Deflef había despedido gente por menos de eso. Esta vez, si sobrevivía, triplicaría el salario al responsable de aquel descuido.

Detlef Sierck ataca a Constant Drachenfels por Martin McKenna

Detlef Sierck ataca a Constant Drachenfels.

Detlef cogió el martillo. Su peso le alivio el dolor que sentía en la muñeca y el hombro heridos. Era sólo un martillo de herrero corriente, pero la energía que pasó de él al cuerpo de Detlef no tenía nada de corriente. Al levantarlo para golpear, Detlef imaginó que lo rodeaba un suave resplandor, como si hubiese oro mezclado con el acero. Invocando el nombre de Sigmar, sus dolores se desvanecieron y asestó el golpe.

Drachenfels recibió el golpe de lleno en la parte posterior de la cintura, pero retuvo a Genevieve, reacio a renunciar a la sangre que lo reviviría. Al darse la vuelta, vio a Detlef Sierck, armado con un gran martillo, listo para volver atacar. Al verlo, el Gran Hechicero experimentó un miedo momentáneo cuando los recuerdos de su primera y humillante derrota a manos de Sigmar inundaron su mente. Intentó protegerse, pero fue en vano. Detlef continuó golpeándolo, destrozando su cuerpo con cada martillazo, hasta que la vida lo abandonó por completo.

Esta vez sí, Constant Drachenfels estaba muerto.

Al ver que el Gran Hechicero había sido destruido, Oswald von Königswald se dejó dominar por el pánico. Tras confesar todo el desprecio que siempre había sentido por él, le cortó el cuello a Karl Franz antes de intentar escapar. El barón Johann von Mecklenberg y sus aliados le cerraron el paso, por lo que retrocedió ante ellos y corrió hacia el escenario. Genevieve lo vio aproximarse y avanzo con paso tambaleante para cerrarle el paso.

Lleno de cólera, Oswald se lanzó contra ella, desenfundado su espada, la cual contenía plata. Tras un breve forcejeo, tenía la punta de su arma en el pecho de la mujer vampiro, listo para acabar con su No-Vida. De entre el público, el barón Johann les lanzó una espada, que Detlef atrapó al vuelo por la empuñadura, y se enfrentó al traicionero Conde Elector, apartando la hoja del arma de Oswald del corazón de Genevieve, la cual retrocedió.

El gran príncipe se volvió y asumió una postura de duelo. La espada hizo un barrido, abrió un tajo de través en el pecho de Detlef, y volvió a su posición inicial. Oswald sonrió con malevolencia. Tras haber demostrado su destreza, ahora destrozaría a Detlef, pedazo a pedazo, para su propia diversión. Había perdido un imperio pero aun podía matar a aquel estúpido que iba vestido como él cuando era joven.

Detlef asestó una estocada pero Oswald la paró. Oswald golpeo, pero Detlef dio un paso atrás y lo esquivo. Luego se acometieron con mortífera seriedad. Detlef luchó contra el agotamiento de sus huesos y reunió todas sus reservas de fuerza. Oswald blandía la espada con desesperación pues sabía que su vida dependía de esta victoria. Pero, además, contaba con su educación cortesana, las clases privadas impartidas por Valancourt de Nuln, la mejor espada del reino, y lo único que sabía Detlef era como hacer que las falsas batallas pareciesen autenticas a los ojos del publico.

Oswald danzaba en torno a el mientras le abría tajos en la ropa y le rasguñaba la cara. Ya cansado de aquel juego, el gran príncipe se lanzó a matarlo. Y se encontró con la punta de la espada de Detlef alojada entre sus costillas. Detlef empujó y Oswald se vio levantado del suelo para deslizarse a lo largo de la espada hasta que la guarda quedó en contacto con su pecho. El gran príncipe escupió sangre y murió. Detlef se desplomo pocos momentos después de la muerte del gran príncipe.

Recuperación y Ascenso de Sierck[]

Tras el estreno de Drachenfels, se trataron inmediatamente a los heridos. Por la hazaña de aquel día, tanto Detlef Sierck como Genevieve Dieudonné fueron proclamados salvadores del Imperio. La vampiresa se recuperó a los pocos días gracias a la sangre de voluntarios, pero Detlef tardó más tiempo en recuperarse, ya que hubo que cuidarlo y devolverlo a la vida con caldos calientes e infusiones. El hombro le quedo rígido para siempre después de aquello, pero el jamás permitió que eso constituyera un inconveniente. El Emperador también sobrevivió a su herida en el cuello, aunque necesito varios meses para recuperarse del todo.

La compañía de Detlef dio vueltas de un lado a otro y cargaba sus cosas en los carros. Félix Hubermann y Gughelmo se habían hecho cargo de la dirección de la compañía mientras Detlef estuviese indispuesto, y recogían montones de invitaciones para representar "Drachenfels" en Altdorf, con el final original intacto. El director de orquesta daba largas a los muchos empresarios, porque sabía que Detlef tendría que reescribir la historia de acuerdo con los hechos conocidos. Nunca se conocería la naturaleza de la conspiración entre el Gran Hechicero y el gran príncipe Oswald, pero la versión aceptada seria cualquiera que decidiese escribir Detlef.

El Elector de Middenland envío una nota de disculpa al lecho de enfermo de Detlef, y prometió saldar cualquier deuda pendiente durante la producción de "Drachenfels", con la condición de que se le cediera un porcentaje de los beneficios de cualquier puesta en escena de la obra. Hubermann tradujo la respuesta de Detlef a un cortes «no», y financio la compañía pidiéndole a los actores y los músicos que invirtieran su propio dinero. De algún modo, encontró algunos objetos de oro y plata de manufactura Elfa dentro de un baúl, y los usó para obtener dinero. Gughelmo redactó los borradores de los acuerdos comerciales para la fundación de la Cooperativa de Teatro de Altdorf, y estuvo encantado de entregarle la dirección de la compañía a Detlef Sierck.

Detlef Sierck se recuperó y reescribió Drachenfels con el título de La tragedia de Oswald. Encarnó el papel del protagonista durante la primera actuación en el Templo del Drama de Altdorf pero no pudo persuadir a Genevieve Dieudonne para que repitiera su única aventura como actriz. La obra estuvo en cartelera durante algunos años y Detlef escribió la continuación titulada La traición de Ostwald, donde se narraba el final de la historia y en la que sorprendió a todo el mundo al asignarle a Reinhardt Jessner el papel de Detlef Sierck y encarnar él mismo los papeles gemelos de Laszlo Lowenstein y Drachenfels. Luego produjo una sucesión de obras maestras clásicas.

Con los beneficios de las obras sobre Oswald compró un teatro llamado "Amado de Shallya" que, por acuerdo unánime de la compañía, bautizó como Teatro Memorial Vargr Breughel. La historia de Sigmar fue reescrita y representada con bastantes aclamaciones de la crítica, aunque nunca igualó la popularidad de otras obras de Detlef. Incluso los críticos que lo odiaban personalmente, tuvieron que acabar por reconocerlo como el igual de Jacopo Tarradasch. Aunque nadie lo llamó nunca devoto, hizo sustanciales donativos al culto de Sigmar y construyó un santuario para el Martillo en su casa de la ciudad.

Durante los siguientes cuatro años desde las experiencias vividas en la fortaleza de Drachenfels, Detlef se había convertido en uno de los autores de teatro más importantes de todo el Imperio, si no el que más, y además tenía como patrón y mecenas al propio el príncipe Luitpold, quien nunca se perdía un estreno en el Vargr Breughel.

Detlef llevó a escena obras tanto suyas como de otros autores: “La traición de Oswald”, “El desolado prisionero de Karak-Kadrin”, “Barbenoire: el bastardo de Bretonia”, “Los amantes de Ottokar y Myrmidia”, “Flor Extraña”, etc. adjudicándose los papeles más importantes. Por otro lado, durante las semanas en las que acontecieron los asesinatos de la bestia y los Grandes Disturbios de la Niebla, había estrenado la comedia de “Una farsa en la Niebla”, gozando también de gran éxito.

Aparte de a su genio, Detlef también atribuía el éxito de sus representaciones al “Demonio de la Trampilla”, una especie de fantasma que habitaba Teatro Memorial Vargr Breughel. Se le reconocía como el ocupante permanente y honorario del palco siete y se le invocaba siempre, tanto si una producción marchaba bien como si iba mal. El éxito de Una farsa en la niebla fue atribuido a su aprobación de la comedia, y también lo hicieron responsable de la desastrosa serie de accidentes que plagó la jamás estrenada versión moderna de la obra de Manfred von Diehl, Flor Extraña. Algunos lo habían atisbado, y bastantes más imaginaban haberlo visto.

Detlef Sierck, actor y director de la compañía del Vargr Breughel, a veces hablaba del “Demonio de la Trampilla” con afecto, considerándolo una especie de espíritu protector, y continuó con la costumbre del anterior director de hacer dejar una ofrenda en el palco siete la primera noche de cualquier producción. Detlef incluso se mostró contrario ha que se hiciera arreglos en el palco siete para vender unas entradas más.

Todos estos años de bonanza los pasó junto a Genevieve Dieudonné. Habían sido años buenos, pero más amables con ella que con él. Detlef había aumentado de peso y se había puesto tantos maquillajes de viejo para interpretar los grandes personajes, que parecía mucho más viejo de lo que era en realidad. Cuando observaba a Genevieve, el dramaturgo Detlef Sierck era consciente de la diferencia de edad, aparente y real, que existía entre ellos. En esos momentos tenía treinta y seis años, mientras que ella, pese a tener seiscientos sesenta y ocho años, seguía pareciendo una joven de dieciséis. Había gente que pensaba que era su hija.

Desde la representación de la fortaleza, Detlef había estado escribiendo sonetos dedicados a la vampiresa, pero no se los había enseñado a Genevieve ni intentó publicarlos. Las obras de teatro eran para todo el mundo, pero la poesía era privada. Cuando llegara el momento, haría imprimir la totalidad de los poemas y los haría encuadernar para ella. Ya tenía el título: A mi inmutable dama.

Obras de Terror[]

Los terribles acontecimientos asociados a los asesinatos de la bestia motivaron a Detlef Sierck a estrenar la obra “El extraño caso del doctor Zhiekhill y el señor Chaida” de V. I. Tiodorov, que trataba de un humilde clérigo de Shallya que, bajo la influencia de una poción mágica, se transformaba en una persona por completo diferente, un prodigio de maldad. Detlef se adjudicó el papel principal como Zhiekhill y Chaida.

El doble papel constituía un reto muy superior al de cualquier otro personaje que hubiese encarnado antes, y el tema era una obvia elaboración de la vena macabra que últimamente aparecía en las obras del dramaturgo. Incluso en la comedia "Una farsa en la niebla", había encontrado espacio para un canalla degollador y para muchos diálogos acerca de la hipocresía de los hombres supuestamente buenos. Los críticos atribuían las obsesiones de Detlef a su famoso estreno interrumpido de Drachenfels, durante el cual el actor habla vencido en combate al mismísimo Gran Hechicero, Constant Drachenfels, y no a un monstruo de ficción. Detlef había abordado sin tapujos aquella experiencia en La traición de Oswald en la cual había encarnado el papel del poseído Laszlo Lowenstein, y ahora volvía a hurgar en la herida de su interior regresando a los temas de la dualidad, la traición y la existencia de un mundo monstruoso bajo la realidad cotidiana.

En la versión original de Tiodorov, Chaida era derrotado y ensartado por un cosaco. Agonizante, Chaida se convertía en Zhiekhill en el momento de morir y declamaba, en un monólogo agónico, que había aprendido la lección, que los mortales no debían entrometerse en los asuntos de los dioses. Detlef decidió cambiar esa parte por completo. Ya no era la historia de la diferencia entre el bien y el mal dentro del alma de un hombre, sino de como el mal es capaz de desplazar incluso al bien, desdibujando las diferencias entre Zhiekhill y Chaida hasta que al final resultaban indistinguibles.

Como ocurriera en otras ocasiones, el estreno fue todo un éxito y rápidamente se vendieron las entradas para las siguientes representaciones. El dramaturgo recibió elogios de todos lados, incluidos los del príncipe heredero Luitpold, pero también se ganó unos cuantos detractores. El canciller Mornan Tybalt mostró su desaprobación de que el dramaturgo tratara sobre temas tan oscuros, y solicitó que se cancelaran la demás representaciones, usando su influencia para movilizar a ciudadanos contra la obra. Detlef simplemente se aprovechó de aquello para publicitar aún más la temporada de El doctor Zhiekhill y el señor Chaida.

Todos los interpretes habían hecho un gran trabajo, pero de todos ellos, quien más destacaba era la joven promesa de Eva Savinien. Pese a que interpretaba un papel menor, conseguía fácilmente ganarse al publico, hasta el punto de robarle las escenas que compartía con el propio Detlef. El dramaturgo sabía que tenía un diamante en bruto, y eso le animaba a esforzarse más para no verse eclipsado. Pero no todo iba bien en la compañía de teatro.

Reinhardt Jessner, un musculoso actor que trabajaba en la compañía desde hacia años, sentía una fuerte animadversión hacia Detlef. El dramaturgo siempre se había interpuesto en el camino del joven actor y lo había mantenido apartado de los papeles protagonistas. Los años de perder luchas, hermosas doncellas y aplausos en favor de Sierck, habían dejado profundas marcas en el buen humor y gran corazón de Reinhardt Jessner. Si esto no fuera suficiente, sentía atracción hacia la joven Eva, lo cual era un problema pues estaba casado con la también actriz Illona Horvathy, que veía Eva no tardaría en reemplazarla como la gran estrella femenina de la compañía, siendo relegada a papeles secundarios.

Incluso el propio Detlef parecía verse afectado. Al igual que el personaje que interpretaba en la obra, empezaba a sentirse cada vez más fascinado por la atracción que podía generar el mal. Cuando llegó un mensajero de Mornan Tybalt con una solicitud de que acabara con la representación de “La extraña historia del doctor Zhiekhill y el señor Chaida”, con la mente totalmente nublada, Detlef empezó a golpearlo, disfrutando del daño que causaba. Fue detenido por Genevieve antes de que fuera a más, y esto diluyó la oscuridad de su mente, sin comprender bien que estaba pasando.

Pese a estos problemas, el teatro siguió funcionando para la siguiente representación.

El Demonio de la Trampilla[]

Aunque Eva Savinien tenía un gran talento para la interpretación, el motivo por el que eclipsaba a cualquier otro actor en el escenario es por que contaba con un instructor secreto. Se trataba del Demonio de la Trampilla, el «fantasma» del Teatro Memorial Vargr Breughel, aunque en realidad era un ser mutante que recorría las galerías y pasadizos secretos del teatro. Durante meses había estado instruyendo a su «alumna», aconsejándola para pulir aún más sus ya de por grandes dotes interpretativas.

Considerando que Eva ya tenia su futuro asegurado, el Demonio fue a despedirse de ella poco antes de una nueva representación. Con todo, la actriz le dice no se siente preparada para continuar, y que su éxito se debía a él, rogándole que no se marchara y queriendo saber mas de él, solo para recibir evasivas. Frustrada por el rechazo del Demonio de la Trampilla, Eva rompió el espejo del camerino, y al ver el verdadero aspecto de su protector, y salió huyendo totalmente horrorizada.

Detlef y Genevieve fueron corriendo al oír los gritos, viendo a Eva salir a toda prisa del teatro, presa de un ataque de pánico, y quedando sorprendidos al ver que detrás del espejo roto había una galería secreta, del que salía el mismo olor y sustancia viscosa que había en el palco siete tras cada representación. Uno de los colaboradores del dramaturgo le informó que el teatro había sido remodelado en numerosas ocasiones a lo largo de las décadas, y que aquella parte de la ciudad está acribillada de túneles y pasadizos secretos desde la época de las guerras.

A Detlef le preocupaba la representación de esa noche. El público ya estaba llegando y esperaban ver a la revelación de la temporada: Eva Savinien. No había tiempo para entretenerse con este incidente. Para su fortuna, la actriz regresó al teatro, totalmente calmada pese al escándalo que había montado minutos antes, y pidiendo disculpas por lo problemas causados. Tan repentino cambio emocional, del pánico más incontrolado a la serenidad más absoluta, dejó sorprendido al propio Detlef, pero viendo que nada grave había pasado realmente, lo preparó todo para la inminente representación. Por su parte, Genevieve decidió explorar las galería para ver hasta donde llegaban.

Investigando los pasadizos, Genevieve llegó hasta la guarida del Demonio de la Trampilla, encontrando obras de teatro de un tal Bruno Malvoisin. Cuando más tarde le preguntó a Detlef sobre quien era, se trataba de un dramaturgo de desapareció misteriosamente hacía varias décadas, aparentemente, tras ser victima de un horrible maldición. La Vampiresa llegó a la conclusión de que Bruno Malvoisin era el Demonio de la Trampilla. Por otro lado, mientras Genevieve estaba investigando la algarabía de pasadizos, la representación de aquella noche tuvo lugar. No solo se desarrolló sin problemas pese a lo acontecido con Eva, de echo, se desarrolló de mejor manera que cuando se estrenó, y Eva volvió hacer un papel superlativo pese al gran papel de los demás para no verse eclipsados.

Lo que nadie sabía en esos momentos es que Eva estaba poseída por un gran mal.

Sangre en el Teatro[]

Cuando Eva escapó aterrada, se tropezó en el camino con una especie de mendigo que estaba terriblemente herido. Aquel extraño acercó su cara a la de la aterrada chica y de él se desprendió una especie de máscara que se fundió en el rostro de la actriz. Se trataba de el Animus, una creación de Constant Drachenfels, que permaneció enterrado entre las ruinas del Castillo Drachenfels hasta que un inconscientes grupo de excavadores lo sacaron a la luz, poseyendo a uno de ellos y lo obligar viajar hasta Altdorf sin importarle lo más mínimo su bienestar físico. Su objetivo era vengarse de Detlef Sierck y Genevieve por ser los responsables de la destrucción de su creador. Controlando el cuerpo de Eva esperaba lograr su objetivo.

Pero acabar con sus vidas no era no bastaba para llevar a término su propósito. Antes de que murieran, primero de nada tenía que separarlos, destruir por completo el lazo que Detlef y Genevieve forjaron en la fortaleza de Drachenfels. El Animus pudo percibir la oscuridad que había en el interior dramaturgo su fijación por el mal que estaba desarrollando.

Por ello, mientras la vampiresa estaba demasiado ocupada explorando los pasadizos secretos intentando dar con Bruno, el Animus se aprovechó de la oscuridad que ya había en Detlef, usando el cuerpo de Eva para seducirlo y manipularlo, haciendo que se se volviera más violento. Así pues, en una nueva representación de Zhiekhill y Chaida, el público se quedó espantosamente impresionado por la brutalidad y cólera que Detlef desprendía en el escenario en su interpretación del sádico Chaida.

Para asegurarse el éxito en su plan, el Animus también empezó a manipular a Reinhardt Jessner, quien se sentía atraído sexualmente por hacia Eva pese a estar casado, y despreciaba a Detlef por relegarlo a papeles secundarios.

Días más tarde, cuando todas las piezas estaban en su lugar, el Animus-Eva puso su plan en marcha para romper la relación entre Detlef con Genevieve. Se vuelve a representar “El extraño caso del doctor Zhiekhill y el señor Chaida” en el Teatro Memorial Vargr Breughel, y lelga la escena donde Detlef debía “asesinar” al personaje interpretado por Eva. Solo faltaba un empujón más para que el dramaturgo cayera definitivamente en la oscuridad, traicionando a Genevieve en el proceso.

Para su consternación, Detlef resistió la tentación. El Animus había perdido. La oscuridad interior de Detlef Sierck no había sido lo bastante fuerte para dominar su corazón por completo. Aquel rechazo fue aún más doloroso para su anfitriona, por lo que el Animus empezó a retirar sus zarcillos de Eva. Todo estuvo fue observado por la propia Genevieve, que se encontraba en ese momento el palco siete tras dar Bruno Malvoisin, el famoso dramaturgo de épocas pasadas mutado en una especie de cefalópodo.

Detlef no comprendía bien que estaba pasando, pero al ver a Eva llorar en un rincón, trató de consolarla. En esos momentos llega Reinhardt, totalmente fuera de si por culpa de la manipulaciones del Animus-Eva, y al ver su oportunidad, la criatura de Drachenfels se desprendió de Eva y se apoderó del cuerpo del musculoso actor, tornando sus confusos sentimientos hacia Eva en odio implacable hacia el dramaturgo, convirtiéndolo en un convirtiéndolo en un ser imparable.

Al ver Detlef en peligro, el mutado Bruno Malvoisin se lanza inmediatamente al escenario para detener al poseído actor, pero se ve obligado a retirarse cuando la mayoría de los presentes, horrorizados por su monstruosa apariencia, le atacan a él. Libre de aquella amenaza, el Animus persigue a Detlef y a Genevieve con intenciones asesinas, matando a todo aquel que se interpusiera en su camino e ignorando las terribles heridas que sufría su anfitrión, incluso cuando le rocían con alcohol y le prenden fuego o termina con armas atravesándole el cuerpo.

Detlef y Genevieve trataron de huir por el sistema alcantarillado, pero el Animus-Reinhardt les persigue allí también y consigue arrinconarlos. Afortunadamente para ellos dos, Malvoisin aparecer de nuevo y ataca a Reinhardt para salvarlos, destrozando aún mas el cuerpo del actor marioneta. El Animus abandonó el cuerpo de su arruinado anfitrión y se lanzó sobre Bruno Malvoisin para poseerlo, pero en su mente no había nada que pudiera usar para controlarlo, y acabó devorado y destruido por el mutante, aunque aquella acción también acabó con la vida de Bruno.

La amenaza había terminado, pero Genevieve le dijo a Detlef que había decidido marcharse de Altdorf. Pese a que lo amaba, temía que ella estuviera ejerciendo una influencia nefasta sobre el autor, alimentando esa fijación por temas oscuros y macabros que tanto atraía a Sierck ultiamente con solo su presencia. Genevieve le besó y abandonó la cámara, dejando a Detlef Sierck solo.

Antes de volver a la superficie, Detlef se dirigió al cadáver de Bruno Malvoisin, estándole eternamente por haberle salvado su vida y la vida de Genevieve, y para honrar su memoria se comprometió a revivir sus obras (actualizándolas y con algunos cambios) y darlo conocer nuevamente al mundo.

Críticas Refutadas[]

Tras muchos años en Altdorf, Detlef Sierck regresó a su ciudad natal de Nuln para el estreno una nueva producción de la tragedia clásica Otenno, con un libreto revisado por él, en el Teatro Staatsoper. Se trataba de un gran evento al que asistiría la propia condesa electora Emmanuelle von Liebwitz.

Su presencia, después de muchos años de ausencia, llamó la atención de Edvard Lowenhertz, un loco vengativo que alguna vez fue un aspirante a actor, hasta que su debut fue tan salvajemente criticado que la humillación lo llevó a la clandestinidad. Con la ayuda de su hija Edwina, Lowenhertz planeó una venganza teatral apropiada contra Detlef Sierck, quien, como joven estudiante, escribió una crítica particularmente dura y ácida de la primera y única actuación de Lowenhertz, después de lo cual el actor desapareció de la vida pública. Impulsado por la venganza, Lowenhertz estudió magia oscura en secreto y convirtió a su adorada hija en una devota cómplice.

La noche del estreno, la multitud de personas que esperaba para presentar sus respetos a la Condesa se separó en medio de susurros emocionados: a medida que se acerca, no paraba de escucharse el nombre ‘Detlef Sierck’. El dramaturgo era conducido hacia adelante por un joven delgado, bien vestido, de cabello castaño rojizo rizado y un gran bigote lacio. Se trataba de Edwina Lowenhertz disfrazada. Inclinándose ante la Condesa y su grupo, "el joven" presenta al célebre actor y dramaturgo con un "Detlef Sierck, alteza" con voz grave, antes de quedarse a un lado cuando Sierck se adelanta para inclinarse a su vez.

En ese momento, el frustrado actor Edvard Lowenhertz está ejecutó su largamente planeada venganza.

Una figura alta y encapuchada se adelantó entre la multitud, rozando ligeramente a Sierck con una mano y pronunciando una extraña sílaba. El dramaturgo se contrae ligeramente y parece confundido, ya que Lowenhertz le había lanzado un hechizo que lo ha dejado momentáneamente aturdido. Al mismo tiempo, ‘el joven’ murmuró en voz baja otro conjuro que hizo que Sierck se enmarañase con su propia capa, aferrándolo como una mortaja).

Detlef Sierck siendo atacado por Edvard Lowenhertz por Sam Manley

Lowenhertz trata de asesinar a Detlef.

La figura encapuchada se quitó la capa y los espectadores jadearon: la figura de Constant Drachenfels se alzaba ante ellos, familiar para todos gracias a la obra de teatro de Sierck: La tragedia de Oswald. En realidad, se trataba de Lowenhertz vestido con un disfraz teatral bastante logrado del Gran Hechicero, que ha mejorado al lanzar un hechizo sobre si mismo que lo hace parecer aún más temible.

Entonando con una voz siniestra pero exagerada, “Drachenfels” declaró que estaba para vengarse por el perjuicio que le causó a Edvard Lowenhertz con tu pluma hace muchos años. Todavía enredado con su capa y más que un poco confundido, Sierck recitó algunas líneas de su famosa obra “La Tragedia de Oswald” en una voz que no era la suya (Edwina, escondida entre la multitud, estabausando un hechizo al respecto). "Drachenfels" extendió una mano esquelética y, con el grito "¡En nombre de Drachenfels!", una obvia parodia de la famosa frase de Sierck "¡En nombre de Sigmar!", puso su mano en la frente del dramaturgo. Sierck gritó cuando actúa el hechizo del loco actor empezó a drenarle la vida.

Mientras le arrebataba la vida al dramaturgo, Lowenhertz continuó declamando en el mismo estilo melodramático que provocó el ridículo de la crítica hací tantos años. Comenzó con las frases de Drachenfels de la obra, cambia cuando es necesario para reflejar la situación, y continúa improvisando, haciéndose más grandilocuente hasta que finalmente varios de los presentes intervienen para detenerlo. Lowenhertz luchó contra estos entrometidos, con gestos amplios y teatrales sobre movimientos de lucha efectivos, hasta que finalmente es reducido, sin dejar nunca de denostar a Sierck y a su acerba pluma.

Mientras tanto, el "joven" interpretado por Edwina se desvaneció tan pronto como la captura de su padre parecía inevitable, gritando con su imitada voz grave que alguien trataba de asesinar a la Gran Condesa, causando la confusión suficiente para escapar sin que nadie se fije en ella. Posteriormente, ayudaría a su padre a escapar de la cárcel.

Conspiraciones en Altdorf[]

Los años siguieron pasando para Detlef Sierck. Seguía siendo un actor-director y dramaturgo renombrado, pero los años empezaban a ser no ser amables con él. Ganó bastante peso y la edad empezaba a afectarlo. En los último años se limitaba a hacer chistes, encarnar reyes asesinados y escribir para sí mismo papeles que requieren estar mucho tiempo sentado. Había pasado bastante tiempo desde que hizo algo realmente bueno, y el propio Detlef reconocía que ya no era el gran prodigio de antes, dejando muchos proyectos inacabados.

Recientemente, un crítico teatral del Spieler de Altdorf había señalado que en sus dos últimas producciones Detlef había desempeñado papeles de reyes, Magnus el Piadoso y Boris el Incompetente, y que había conseguido no levantarse del trono durante toda la obra, como no fuera para hacer un parlamento final o caer muerto. Detlef consideró retar al advenedizo escritorzuelo a un duelo, pero se dio cuenta de que no podía negar la verdad.

La compañía de teatro seguía siendo más o menos igual, con Eva Savinien siendo la gran estrella del Vargr Breughel, aunque contaba con algunos trabajadores nuevos: Uno era Alvdnov Renastic, un tramoyista nuevo originario de Sylvania que era sorprendentemente fuerte para lo pálido y delgado que era. Otra era Elsie, una angelical niña expósito de unos doce años que uno de los miembros de la compañía había recogido para vender programas y dulces durante los intermedios en las representaciones.

Recientemente, Detlef había decidido llevar al escenario la historia de cuando Genevieve y un mercenario de Kislev llamado Vukotich desbarataron un complot de los campeones del Caos, Dien Ch’ing y Yevgeny Yefimovich, para corromper la Cruzada Moral de Claes Glinka. Debido a las criticas de sus últimas actuaciones y a que la obra tendría numerosas escenas que requerirían de un gran esfuerzo físico poro su parte, Detlef también había decidido ponerse en forma para su papel, haciendo régimen y siendo entrenando personalmente por Arne el Cuerpo en el Gimnasio de Tempelstrasse.

Sin embargo, su idea de llevar esta obra al escenario tuvo sus fuertes detractores. Por aquella época, en Altdorf se vivía una crisis anti No Muertos a causa de una serie de muertes violentas, cuya paranoia era alimentada por Antiochus Bland, un fanático sacerdote de alto rango del templo de Morr de la ciudad. Bland fuera a visitar personalmente a Sierck para disuadirlo de que llevara al escenario una obra donde presentaba a los vampiros de manera positiva, aunque el dramaturgo no cedió a su argumentos.

Poco después de que se marchara Bland, llegó a través de los de las galerías secretas del Teatro Memorial Vargr Breughel una visita totalmente inesperada y que alegró enormemente a Detlef Sierck. Se trataba de nada más y nada menos que de la propia Genevieve Dieudonné, tras diez años separados. Genevieve también se alegró enormemente de volver a verle después de tanto tiempo, aunque le informó que no estaba allí por él, si no que otro asunto la había llevado de vuelta a Altdorf para reunirse con otro vampiro. Pese a esto, ambos reiniciaron nuevamente su relación, poniéndose al día mutuamente.

Genevieve le informó que había tenido que huir por las alcantarillas cuando una turba enfurecida intentó matarla, y cuando venía hacia allí por los viejos túneles del Demonio de la Trampilla, vio a través de uno de los espejos a Renastic en uno de los camerinos casi a oscura, manteniendo aparentemente una discusión acalorada con alguien en su regazo que tenía el tamaño de un niño, aunque no lo era. De lo poco que pudo oír, oyó mencionar el nombre de Vlad von Carstein.

Al día siguiente, apareció el otro vampiro con el que tenia que reunirse, y Detlef se quedó sin palabras al saber que se trataba de Elsie, la niña que desde hacia poco trabajaba en su teatro. Genevieve la presentó formalmente como Melissa d’Acques, y pese a tener el aspecto de una niña de doce años, en realidad es su abuela en la oscuridad.

Genevieve y Melissa le explicaron al dramaturgo los motivos por lo que estaban en Altdorf: Debían evitar la muerte de Antiochus Bland. Entre los propios vampiros había quienes veían el movimiento anti No Muertos de Bland como un problema pasajero, pero otros veían al Padre Templario como una autentica amenaza y habían movidos fichas para asesinarlo. Había quienes veían esto como una imprudencia pues el asesinato de Antiochus Bland solo lo convertirían en un mártir e intensificaría el odio hacia los No Muertos, desencadenando una nueva serie de guerras contra los vampiros. Por ello, aunque no les gustara, debían proteger a Antiochus Bland encontrando primero al asesino.

Por este motivo, se dividieron en dos grupos. Mientras que Genevieve se acercaba al Padre Templario para vigilarlo y protegerlo, Melissa y Detlef irían a busca información entre la comunidad de vampiros de Altdorf,

Guiado por Melissa d’Acques, Detlef fue a La Luna Creciente, el establecimiento secreto que los vampiros tienen en la Calle de las Cien Tabernas. Allí fueron informados que los vampiros no tenían anda que ver con las muertes de las últimas semanas, siendo los típicos ajustes de cuenta entre los Ganchos y los Peces.

Detlef se quedó sorprendido al encontrarse en aquel lugar a Renastic, quien lejos de tener motivos siniestros. Renastic le explicó que era un miembro mortal del clan Von Carstein, y estaba allí por motivos familiares, sin embargo no estaba interesado en convertirse en vampiro y perseguir su sueño en el mundo de la farándula, y decidió hacerle una demostración junto a su «compañero», un muñeco con el nombre de “Vlad von Carstein”. Detlef se rio al comprender qué lo que Genevieve había visto en el camerino en penumbra era simplemente a Renastic practicando su número de ventriloquia.

Con todo, debido a su relación con los vampiros de Altdorf, Renastic estaba enterado del complot para asesinar a Antiochus Bland, y no solo eso, sabia perfectamente que aquella noche era la noche señalada, y que a esas alturas, el asesino, o más bien la asesina, ya estaría en el templo. Solo esperaba que, por el bien de todos, no fuera tan buena en la profesión de asesina como lo es en todo lo demás. Detlef le preguntó si sabía de quien se trataba. Renastic asintió y le dijo que era Eva Savinien.

Acompañado por Melissa, Detlef fue de inmediato al templo de Morr para detener a Eva. Aparentemente, tras su experiencia con el Animus, algo oscuro había despertado y durante los últimos años se había pluriempleado como asesina. Para esta ocasión planeaba asesinar a Bland y hacer que las culpas cayeran en Genevieve, recibiendo el apoyo de la hermana Liesel von Sutin, una asociada de Bland que pese a ser la responsable de hacer todo el trabajo de su campaña contra los No Muertos, no era los suficientemente valorada por ser una mujer.

Para cuando Detlef y Melissa llegaron al templo, la verdadera Genevieve ya se había echo cargo de Eva, la cual murió en el enfrentamiento. Sin embargo, Antiochus Bland había resultado gravemente herido y agonizaba. La hermana Liesel acusó a Genevieve de intentar asesinar a Antiochus Bland, pero ella, junto con Melissa y Detlef, lograron rebatir sus acusaciones y demostrar que fue la propia Liesel von Sutin la verdadera responsable de aquel complot.

Pese a desenmascarar a los verdaderos responsables, el padre Bland agonizaba a causa de la herida, así que para salvarle la vida, la dama Melissa decidió otorgarle el Beso de Sangre, aconsejando a los demás que lo encerraran y le dejaran una cabra para cuando despertara. Tras esto, la totalidad de la campaña contra los vampiros había caído en el más absoluto olvido, y el Culto de Morr anunció una campaña de «vuelta a los asuntos básicos», y los sacerdotes se ocupaban de sus anteriores buenas obras y deberes funerarios.

Solucionado el asunto, Genevieve decidió quedarse en Altdorf con Detlef Sierck, y contraer nupcias con él.

Obras Conocidas[]

  • La Historia de Sigmar - Su título completo es "La verdadera historia de Sigmar el Portador del Martillo, fundador del Imperio, salvador del Reik, vencedor de la Oscuridad". Obra teatral que narraba las grandes gestas de Sigmar.
  • Drachenfels - Obra teatral que originalmente narraba las aventuras de Oswald von Königswald y su victoria sobre el Gran Hechicero. Cuando se descubrió la verdad, sería posteriormente reescrita y renombrada como "La Tragedia de Oswald".
  • La Traición de Ostwald - Continuación de la anterior que narraba el final de la historia.
  • A mi Inmutable Dama - Serie de sonetos dedicados a Genevieve, es ampliamente considerada por los eruditos como su mejor obra.

Conflicto Canon[]

  • En Warhammer Companion de la edición inglesa establece que Drachenfels fue derrotado en el año 2480 CI, y Detlef recuerda que tenía 4 años en ese momento, por lo que significaría que nació en el año 2476 CI. La línea cronológica que aparece en la White Dwarf 140 de la edición Inglesa da la fecha de nacimiento de Detlef en 2471 y la fecha de la muerte de Drachenfels en 2477. Finalmente, la cuarta edición de Warhammer Fantasy Roleplay fecha nuevamente la derrota de Drachenfels por parte de Oswald en el año 2480.
  • En la White Dwarf Nº 140 de la edición Inglesa establece que la representación en el Castillo Drachenfels y la traición de Oswald von Königswald tuvo lugar en el año 2502. En el manual de la 4ª edición de rol y en libro de rol "Altdorf: La Corona del Imperio" en cambio establecen que este acontecimiento tuvo lugar en el 2505.

Curiosidades[]

  • El nombre le viene del director de cine alemán Douglas Sirk, cuyo nombre de nacimiento fue Hans Detlef Sierck.

Fuentes[]

  • Saga Genevieve la Vampira: Drachenfels, por Jack Yeovil.
    • Primer Acto.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 3.
      • Capítulo 5.
    • Segundo Acto.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 5.
      • Capítulo 8.
      • Capítulo 10.
      • Capítulo 12.
    • Tercer Acto.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 5.
      • Capítulo 6.
      • Capítulo 8.
      • Capítulo 9.
    • Cuarto Acto.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 3.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 6.
    • Quinto Acto.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 5.
      • Capítulo 6.
      • Capítulo 8.
      • Capítulo 9.
      • Capítulo 10.
      • Capítulo 11.
      • Capítulo 12.
      • Capítulo 14.
      • Capítulo 15.
    • Epílogo.
  • Saga Genevieve la Vampira: Uñas de plata, por Jack Yeovil.
    • Relato: Sed Roja.
    • Relato: El Factor Ibby el Pez.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 3.
      • Capítulo 5.
      • Capítulo 6.
      • Capítulo 7.
      • Capítulo 9.
      • Capítulo 11.
      • Capítulo 13.
      • Capítulo 15.
      • Capítulo 16.
  • Saga Genevieve la Vampira: Genevieve No Muerta, por Jack Yeovil.
    • Relato: Sangre de Escenario.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 3.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 6.
      • Capítulo 7.
      • Capítulo 8.
      • Capítulo 9.
      • Capítulo 11.
      • Capítulo 12.
      • Capítulo 13.
      • Capítulo 14.
      • Capítulo 17.
      • Capítulo 18.
      • Capítulo 19.
      • Capítulo 20.
      • Capítulo 21.
      • Capítulo 22.
      • Capítulo 23.
  • Saga Genevieve la Vampira: La Bestia de Altdorf por Jack Yeovil.
    • Tercera Parte: Duelo.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 3.
  • Warhammer Fantasy JdR: Noches Agitadas y Días Difíciles (4ª Ed. Rol), págs. 40, 44, 45, 51.
  • Warhammer Fantasy JdR 4ª Edición, pág. 275.
  • Warhammer Fantasy JdR - Altdorf: La Corona del Imperio (4ª Ed. Rol), pág. 16.
  • White Dwarf 117 (Edición Inglesa), pág. 29.
  • White Dwarf 140 (Edición Inglesa), págs. 16-17.