Cruzainfiernos de Slaanesh

Los Cruzainfiemos (Hellstriders of Slaanesh en ingles), son devotos del tormento que cazan montados en unos corceles demoníacos increíblemente rápidos. Luchan para dolor y desesperación, golpeando a sus víctimas de tal forma que prolonguen lo más posible su agonía.

Descripción[]

Algunos Cruzainfiernos luchan con armas que, tiempo atrás, mutaron hasta convertirse en su propia carne, mientras que otros portan una masa de látigos retorcidos que se mueven con inteligencia propia. Estos látigos de púas golpean con gran velocidad, arrancando la piel, destrozando las gargantas y desgarrando la carne en el tiempo de un parpadea.

Slaanesh considera hilarante la desesperación de los mortales, especialmente, cuando se esfuerzan en vano por conseguir la grandeza sin poseer siquiera la fuerza necesaria para triunfar. A esos hombres con poca voluntad, Slaanesh les susurra ofertas oscuras: poder, pero a cambio de un precio. El Príncipe Oscuro envía un Corcel de Slaanesh a estos mortales, ofreciendo la criatura como regalo para guiarlo de una victoria gloriosa a otra. A cambio, Slaanesh solo pide las almas de los enemigos sacrificados en su nombre. Pocos pueden resistir una oferta tan tentadora, ya que gracias a semejante regalo podrán convertirse en un poderoso Señor del Caos. Sin embargo, cuando se sientan sobre el corcel demoníaco y el pacto queda sellado, nunca volverán a desmontar. Y, aunque no se han dado cuenta todavía, se han convertido en esclavos voluntarios de Slaanesh.

Conforme el Cruzainfiernos mata a sus enemigos, sus almas son entregadas al Príncipe Oscuro. La energía intoxicante que recorre las venas del guerrero, revigoriza su forma con una droga de dolor y desesperación que le estremece de placer, sin embargo, ese placer no dura mucho y es adictivo hasta el extremo. Cuando acaba la batalla, todo lo que queda es sufrimiento y un hambre intensa que consume todos los pensamientos menos uno; el deseo de volver a sentir el estimulante abrazo de Slaanesh. Ni siquiera sobrevive el sueño de convertirse en un poderoso Señor del Caos, sacrificado conforme la personalidad se difumina. Así es como los Cruzainfiernos se han condenado a sí mismos a una caza eterna; deben luchar para alimentar su adicción al dolor y el tormento o morir en la retirada.