
La Magia Celestial es la magia de las esferas. Sopla en lo alto del cielo donde puede ser observada con claridad por aquellos entrenados para verla. Muchos Hechiceros Celestiales se obsesionan con el estudio de la forma en la que la Magia Celestial oscurece las estrellas. No se trata de magia propiamente dicha, pero permite al practicante habilidoso usar la magia para predecir el futuro. Gran parte de la Magia Celestial se ocupa de la adivinación y de los portentos. También se centra especialmente en todo lo relacionado con las alturas, especialmente los vientos y los relámpagos.
El Colegio Celestial se sitúa en la orilla sur del Reik y sus torres son las más altas de la silueta de Altdorf; cada una de las torres se divide a su vez en varias torres, todas ellas coronadas por cúpulas acristaladas. Muchos de los hechiceros del colegio se pasan el día durmiendo y por la noche van a lo alto de las torres de cristal para estudiar las estrellas.
Descripción[]
Los edificios de la Orden Celestial se hallan cerca del centro de Altdorf no muy lejos del Palacio Imperial y el Gran Templo de Sigmar. Sin embargo, a pesar del bullicio que rodea el colegio, casi nadie repara en él, pues está protegido de la curiosidad de los transeúntes por diversos hechizos de ocultamiento. Por consiguiente, pocos son los que saben que pasan por las puertas del colegio cada día y pocos mapas muestran la extensión real del colegio; aunque en la gran mayoría ni siquiera está señalado. Sería una gran sorpresa para muchos descubrir que las torres del Colegio Celestial son los edificios más altos de la ciudad, sobrepasando los templos de Sigmar e incluso el Palacio de los Príncipes de Altdorf.

El Colegio Celestial no es invisible ni está camuflado con ilusiones. Es más bien que los hechizos que protegen el colegio impiden sutilmente que la gente mire en su dirección o que presten atención a lo que ven. En los momentos cruciales siempre se interponen nubes y brumas, y el viento mueve banderas, toldos y pequeños desperdicios que bloquean la línea de visión hacia las agujas del colegio. La gente que vive y trabaja en la zona sabe que hay a algo en ese lugar, pero no tienen un recuerdo claro de lo que es ni interés en averiguando. La mayoría asumen que debe ser un edificio residencial, un almacén privado o alguna otra estructura que no guarda interés para ellos.
Sin embargo, todo el que sepa más o menos dónde está el Colegio Celestial, y que lo busque deliberadamente, podrá encontrar la entrada. Pero ni siquiera a estas personas tan resueltas se les ocurrirá levantar la vista o prestar atención a los detalles de la puerta. Así, aunque los no hechiceros más decididos logren acercarse al colegio, casi nunca repararán en nada que no sea únicamente la puerta.
Desde luego, las personas con afinidad a los caprichos de la magia a menudo son inmunes a este efecto y pueden ver el colegio en todo su esplendor. Cuando tales personas señalan a los peatones dónde está el colegio, el efecto se supera parcialmente durante unos instantes; la gente que sólo tengas sentidos ordinarios perderá rápidamente el interés y volverá a no molestarse siquiera en mirar en esa dirección, en la creencia de que no hay nada importante allí. De hecho, durante el breve instante en que son conscientes de la presencia del colegio, no captarán ninguno de sus detalles.
Edificio[]
Para quienes pueden verlo, el colegio es una de las imágenes más espectaculares de Altdorf. Dieciséis esbeltas y elegantes torres: cuatro veces cuatro, ya que cuatro es el número de Azyr en el saber de la magia. Todas están construidas con piedras blancas y azules grisáceas, y son mucho más elevadas y esbeltas, que las agujas del Gran Templo de Sigmar o las torres del Palacio, brotando del inmenso cuerpo principal del colegio de piedras azules. Las singulares torres divididas le confieren un aspecto poco usual pues no hay ventanas en las paredes exteriores.

Cada torre está rematada por una cúpula de cristal, que reluce a la luz del día y emite un tenue brillo desde su interior por la noche, desde la que los hechiceros de la Orden Celestial observan el cielo nocturno. Las torres están unidas entre sí mediante numerosas pasarelas y puentes porticados, construidas también con piedras azules y blancas. Todas las ventanas de las torres y del edificio principal son amplias, y todos los estudios y aposentos del colegio tienen claraboyas, ventanas y balcones desde los cuales magister y aprendices pueden observar el cielo.
Los acólitos del colegio limpian cada tarde las cúpulas de las torres para mantenerlas libres de excrementos de palomas. Esta desagradable tarea se utiliza como castigo contra aquellos estudiantes que son poco respetuosos, que se comportan mal, que visten de manera inapropiada... y la lista sigue y sigue. La constante necesidad de limpieza obliga a que siempre haya alguien encargado de esta tarea. Los maestros del colegio mantienen que estas tareas infunden un apropiado sentido de humildad en los acólitos (esto es especialmente mortificante, ya que su poder les asegura que serán respetados y reverenciados en cualquier lugar del Imperio). Muchos acólitos mantienen que toda esta farsa está pensada sencillamente para satisfacer el sádico sentido de humor de los maestros. Los nobles que reciben este castigo pueden, como es lógico, delegar la tarea en uno de sus sirvientes.

El espectáculo de los acólitos trepando por las precarias cornisas y la visión de cómo recurren desesperados a hechizos de vuelo cuando resbalan, todo ello iluminado con la luz de la puesta de sol, es una de las vistas más típicas y entretenidas de Altdorf. Son famosas las apuestas de dinero sobre la posibilidad de desgracias en un día concreto. En realidad, son muy pocos los que caen y muchos menos los que mueren, pero eso no evita la morbosa fascinación de los mirones.
Incluso a ras de suelo, el colegio ofrece una visión impresionante. La puerta principal del colegio mide cuatro metros cuadrados, está dividida en cuatro secciones y tiene un acabado en metal negro. Por toda su superficie hay dispersos puntitos de plata, formando un mapa del cielo nocturno, si bien no se trata del cielo que puede observarse sobre el Viejo Mundo. A nadie se le hace esperar en la puerta. Los porteros siempre parecen saber cuándo va a llegar alguien, y abren la puerta un segundo antes de que llamen a ella. En la mayoría de los casos ya se conoce el motivo de cualquier visita, pero casi nunca los detalles concretos. De este modo, si los visitantes desean hablar con un magister, el portero lo sabrá, aunque no necesariamente con cual. Esta presciencia es en parte resultado de una observación cuidadosa, pero también es mágica en parte. Los porteros sólo cometerán un error si el propósito de los visitantes está camuflado bajo un poderoso hechizo. A los visitantes hostiles se les ignora o se les amenaza con el cañón de un trabuco desde una ventanilla en la puerta, dependiendo de la insistencia y gravedad de su hostilidad.
Interior[]

En el interior del edificio hay un patio adoquinado que da acceso a las numerosas torres, cuya miríada de ventanas ofrecen una vista del interior del colegio. No hay señales ni carteles que indiquen a dónde conduce cada puerta, por lo que los novicios tienen cierta tendencia a perderse. Dentro del edificio hay bibliotecas, alojamientos y observatorios. El aire no huele a nada dentro del colegio; es como el aire limpio de la cima de una montaña. Aunque son algo confusos, los corredores y patios del colegio suelen tener un efecto tranquilizador sobre la mayoría de los visitantes. Hay pequeñas bibliotecas y observatorios por todas partes.
Se permite a los visitantes acudir sin compañía a la habitación de un magister, y justo cuando comprenden que se han perdido, aparece un criado para indicarles qué dirección tomar. Los magister que desean recibir a sus invitados los instan a pasar nada más llegar a su puerta, antes siquiera de que llamen a ella. Cabe destacar que muchos de los magister del colegio suelen pasar el día durmiendo y la noche en la cúspide de las torres de cristal, estudiando las estrellas.
Como cabría esperar, el colegio es un lugar excelente para encontrarse con Hechiceros Celestiales. Todos los magister de mayor categoría poseen sus propias habitaciones privadas, amuebladas según sus estilos particulares. Ante todo suele predominar un tema celestial, y en la mayoría de las habitaciones hay al menos un telescopio de gran tamaño y un astrolabio.

Aunque los visitantes puedan pensar que se les vigila constantemente dentro del colegio, no es así. En vez de eso, el cuerpo de aprendices y los hechiceros saben cuándo necesitarán ayuda y aparecen en el momento justo. El Colegio Celestial pone nerviosa a la mayoría de la gente ordinaria, sobre todo si tienen algo que ocultar.
Para colarse dentro del colegio haría falta más atención al entorno de la que nadie sin sentidos mágicos podría conseguir. Aun quienes posean dichos sentidos han de vérselas con las advertencias mágicas establecidas por sus habitantes. Casi nunca aparecen guardias para prender a los intrusos; en su lugar, los criados parecen acudir a trabajar justo donde se esconden los intrusos, o bien giran una esquina en los momentos más inoportunos. A menudo, los criados no saben por qué están ahí en ese instante; sencillamente, los encantamientos de los magísteres de mayor rango, así como los efectos del Azyr, disponen las cosas de modo que sucedan.
Alguien con una magia de ocultación extremadamente potente (un umbramante, por ejemplo) podría ser capaz de superar algunos de estos obstáculos, aunque la falta de cobertura y la quietud general del colegio hace difícil desplazarse por él sin llamar la atención. Los visitantes que carezcan de ayuda mágica no podrán infiltrarse en el colegio, pues siempre tendrán delante a un criado que los mira fijamente.
Ingreso[]

Hay un riguroso programa de exámenes para avanzar en el colegio, que comienza con una prueba de acceso. Si la aprueba, el acólito será asignado a un maestro, a quien deberá obedecer. A los nuevos estudiantes se les entrega una túnica color azul celeste y se les anima a que la borden con lunas, estrellas y cometas. Se les asigna una habitación dentro del edificio del colegio y se espera que vivan allí todo el tiempo. No deben abandonar el colegio sin permiso. Además de sus estudios, han de ayudar a los maestros en sus observaciones, lo que les dará multitud de oportunidades para aprender cómo ajustar los grandes telescopios de las cúpulas. A todos los estudiantes Celestiales se les exige que sean ordenados, que trabajen duro y sobre todo, que sean puntuales.
Una vez que los estudiantes avanzan hasta el nivel de maestros deben tomar bajo su cargo a aprendices y acólitos mientras prosiguen con sus estudios de manera independiente. En ese momento se les hace entrega de un telescopio ceremonial que deberán llevar consigo a todas horas. Muchos Hechiceros Celestiales continúan viviendo en el colegio durante toda su vida y sólo lo abandonan cuando se les requiere en el campo de batalla. La única excepción son aquellos que viajan para observar fenómenos astronómicos extraños.
Historia[]

Los primeros Hechiceros Celestiales aprendieron mucho de Teclis y pusieron gran empeño en transmitir su conocimiento. El primer Gran Hechicero Celestial provenía de Nuln y los edificios están construidos a semejanza del Colegio Universitario de esa ciudad. Al principio la orden se relajó en exceso y aceptaba cualquier nuevo aspirante que se sentía atraído por la Magia Celestial. Se instituyó el actual sistema de exámenes con el objetivo de mantener un alto nivel de estudios y para evitar los alistamientos masivos.
Hace unos ciento sesenta años, Helmut Rosenkrantz de Middenheim se convirtió en el Gran Hechicero Celestial tras una disputada elección. Construyó la primera torre con cúpula en la esquina occidental del edificio. Con esto dio pie a la Era de las Torres, durante la cual cada uno de los maestros del colegio competía con los demás por construir torres cada vez más grandes y elevadas. Esta rivalidad condujo a la proliferación de torres y observatorios que se observa en la actualidad. Sin embargo, cuando ya hubo dieciséis, los grandes magister del colegio consideraron que ya había bastantes torres (además de que el Emperador prohibió la construcción de más torres), y no se construyeron más. La última torre se terminó hace varias décadas.
Las relaciones entre los maestros hechiceros son todavía muy formales y limitadas, y existen unas normas de etiqueta muy precisas sobre quién debe utilizar cada torre. A menudo, cuando un maestro muere, se producen trifulcas poco dignas para hacerse con el control de la torre, especialmente si está bien situada.