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Glifo Chotec

El Dios Sol

El Ancestral conocido como Chotec es el Señor del Sol y Eslizones y Saurios le veneran como el portador del calor y la energía. Se cuenta que sus seguidores más fervientes están llenos de un gran vigor y energía.

Simbología[]

Chotec es el dios del sol de los Hombres Lagarto y, como tal, se le atribuye una energía abrasadora que contrasta con la típica sangre fría de la raza. Se le asocia con el color naranja ardiente y se dice que sus iniciados llevan armas y armaduras de oro reluciente y símbolos que reflejan la luz del sol arrojando rayos deslumbrantes a su alrededor. Es la ilimitada energía de los servidores de Chotec lo que los hace ser especialmente peligrosos para aquellos que osan penetrar en sus dominios. Son muchos los que han cometido el error de pensar que son igual de impasibles que el resto de Hombres Lagarto, pero, por desgracia, no es ese el caso, tal y como algunos han terminado por descubrir muy a su pesar.

Culto[]

Las mayores Ciudades-Templo tienen grandes pirámides dedicadas a Chotec, cada una situada y alineado para aprovechar el poder del sol. EI mayor de estos templos reside en Hexoatl, la Ciudad Solar; ciudad que está alineada con el Astro Rey para aprovecharse de su energía, donde se dice que habita el Senor Chotec. No es ninguna coincidencia que el gobernador de esta ciudad sea el Cacique Mazdamundi, el Slann más activo de todos, dispuesto a llevar a cabo el Gran Plan de los Ancestrales y un vengador incansable en su persecución implacable contra aquellos que los perjudique.

Hueste Sagrada[]

Los Hombres Lagarto bendecidos por Chotec tienen las escamas de color bermejo o el naranja intenso. El calor del sol arde en los cuerpos de los bendecidos por el dios solar Chotec, lo que les imbuye una energía que el resto de seres de sangre fría no tiene. Además los Chamanes Eslizón bendecidos por el Dios Sol presenta un gran dominio del Viento de Aqshy.

Según se cuenta, un hechicero del Colegio Brillante quería viajar a Lustria y estudiar la naturaleza de los servidores de Chotec, pues había oído decir que sus mejores guerreros controlaban el poder del fuego de un modo que pensaba que podía llegar a rivalizar con el de su colegio. Al parecer, dicho hechicero era un individuo muy presuntuoso y arrogante que estaba tan convencido de la superioridad de su vocación que no podía concebir que los Hombres Lagarto le llegaran siquiera a la suela de los zapatos y mucho menos aún llegar a superarlo en el Séptimo Saber. Después de viajar a Lustria, el hechicero buscó durante años a los sirvientes de Chotec atravesando las grandes vías fluviales del Nuevo Mundo acompañado por un sustancioso ejército de mercenarios que el Colegio Brillante había contratado por un alto precio con tal de protegerlo.

Tras casi una década de búsqueda, el Colegio Brillante le ordenó regresar, dado que su misión estaba demostrando ser infructuosa y estaba costando una fortuna pagar la tarifa y el equipo de los mercenarios. Desesperado, el hechicero decidió embarcarse en una última expedición a la jungla antes de volver a Altdorf. Optó por dirigirse hacia el Sur siguiendo la costa y llegar a Pahuax, pero su flotilla se vio inmersa en una gran tormenta que la arrojó miles de kilómetros hacia el Este, donde las fuertes corrientes que atraviesan el Gran Océano la arrastraron hacia el Oeste y hacia el Sur, dispersando así a la flota contra la Costa del Vampiro.

Para aquel entonces, la flotilla ya se había diseminado totalmente, pero el hechicero vislumbró una tierra oscura en el horizonte sur, envuelta en nubarrones volcánicos. Llegó a la conclusión de que debía ser la voluntad de los dioses que un hechicero del Colegio Brillante hubiera sido atraído hasta un lugar tan ardiente. En las costas ennegrecidas de aquellas islas pudo contemplar una enorme hueste montando guardia en el borde de un inmenso cráter del que salía un fulgor infernal y vio que por fin había conseguido encontrar a los sirvientes de Chotec, aunque tal vez hubiera sido conducido ante ellos. Iba a desafiar a su líder y, después de derrotarlo, le sonsacaría todos los secretos de su mente moribunda.

No obstante, el capitán del barco del hechicero no tenía la misma intención y se negó a atracar en la orilla. El hechicero le espetó que aquello iba en contra del contrato que tenía con la Orden Brillante y le lanzó todo tipo de duras amenazas. El capitán lanzó una mirada a su tripulación, que, al ser marineros supersticiosos, no se sentían demasiado cómodos teniendo un hechicero a bordo y que encima eran proclives a los motines. El inflamado hechicero se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder y trató de pronunciar un conjuro, pero fue demasiado tarde. En cuestión de segundos, aquellos lobos de mar se le echaron encima y le infligieron la ofensa más grave que se le puede hacer a un mago brillante: echarlo al mar, desde donde tuvo que ir nadando hasta llegar a la costa negra.

El hechicero debió de llegar a la playa, ya que, mientras el barco se dirigía de nuevo hacia el Norte, la isla cobró vida con un estallido piromántico de tremendas proporciones. Las grandes explosiones siguieron siendo visibles por la noche sobre el horizonte mientras los marineros trataban de alejarse todo lo posible de la isla volcánica. Aquel día se desataron fuerzas de tan inconmensurable poder que se dice que los miembros más ancianos del Colegio Brillante pudieron sentir su calor en Altdorf, situado al otro lado del mundo, y así supieron que uno de los suyos había perecido a manos de un enemigo mucho más dotado en el arte de la manipulación del Viento de Aqshy que ningún mortal. Desde aquel día, el Colegio Brillante prohíbe a sus miembros viajar a la Tierra de Lustria.

Fuentes[]