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'''Principe Regente de Cracia'''
 
'''Principe Regente de Cracia'''
   
Charill fue el Príncipe Regente de Cracia durante el reinado de Bel-Shanaar el Explorador. Tenía un hijo y heredero Lorichar, y un primo Koradrel. En la Primera Batalla de Anlec participa portando la legendaria hacha Achillar, cuya cabeza de doble hoja echaba chispas irradiando un resplandor blanco cuando la empuñaba. Encontrándose junto a su hijo Lorichar, que sostenía el estandarte de Tor Achare que mostraba la cabeza de un león bordada en hilo de plata sobre un fondo escarlata. Padre e hijo llevaban largas capas de piel de León ribeteadas de cuero negro de las que colgaban numerosas alhajas. El Príncipe junto a su hijo permanecían a la espera sobre una cuadriga tirada por cuatro leones majestuosos de las montañas de su reino. Cada uno de ellos era del tamaño de un caballo y tan blancos como la nieve, y rugían y gruñian revolviéndose con nerviosismo en la medida en que sé lo permitían los arneses.
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Charill fue el Príncipe Regente de [[Cracia]] durante el reinado de [[Bel Shanaar el Explorador]]. Tenía un hijo y heredero Lorichar, y un primo Koradrel. En la Primera Batalla de [[Anlec]] participa portando la legendaria hacha Achillar, cuya cabeza de doble hoja echaba chispas irradiando un resplandor blanco cuando la empuñaba. Encontrándose junto a su hijo Lorichar, que sostenía el estandarte de [[Tor Achare]] que mostraba la cabeza de un león bordada en hilo de plata sobre un fondo escarlata. Padre e hijo llevaban largas capas de piel de [[Leones de Guerra de Cracia|León]] ribeteadas de cuero negro de las que colgaban numerosas alhajas. El Príncipe junto a su hijo permanecían a la espera sobre una cuadriga tirada por cuatro leones majestuosos de las montañas de su reino. Cada uno de ellos era del tamaño de un caballo y tan blancos como la nieve, y rugían y gruñían revolviéndose con nerviosismo en la medida en que sé lo permitían los arneses.
   
El Príncipe Charill se alió con Malekith y Tiranoc y envió a sus tropas en la Segunda Expedición de Malekith a Nagarythe en la primavera del año siguiente al fracaso de la Primera Expedición a Nagarythe el otoño pasado. Su ejército probablemente se unió desde Cracia al grueso de las tropas de Malekith después de que este hubiera pasado el lado occidental del Caladh Enru "Paso del Dragon", conquistando Arir Tonraeir, en su extremo occidental, para después seguir hacia el norte cruzando los picos gemelos de Anul Nagrain. El punto exacto donde se unieron las fuerzas de Cracia se desconoce aunque pudo ser en el Río Haruth, a continuación de las montañas, o en las antaño fértiles llanuras de Khiraval tras pasar este. Tras quince días de marcha por tierras de Nagarythe desde Ellyrion las huestes llegaron hasta la poderosa Anlec, la gigantesca capital.
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El Príncipe Charill se alió con [[Malekith]] y [[Tiranoc]] y envió a sus tropas en la Segunda Expedición de Malekith a [[Nagarythe]] en la primavera del año siguiente al fracaso de la Primera Expedición el otoño pasado. Su ejército probablemente se unió desde Cracia al grueso de las tropas de Malekith después de que este hubiera pasado el lado occidental del Caladh Enru "Paso del Dragón", conquistando Arir Tonraeir, en su extremo occidental, para después seguir hacia el norte cruzando los picos gemelos de Anul Nagrain. El punto exacto donde se unieron las fuerzas de Cracia se desconoce aunque pudo ser en el Río Haruth, a continuación de las montañas, o en las antaño fértiles llanuras de [[Khiraval]] tras pasar este. Tras quince días de marcha por tierras de Nagarythe desde [[Ellyrion]] las huestes llegaron hasta la poderosa Anlec, la gigantesca capital.
   
Durante la Batalla de Anlec los cracianos se ubicaron en el ala sur del ejército liderada por Bathinair, Príncipe de Yvresse, quién montaba un majestuoso grifo de las montañas y venía acompañado de 2.000 lanceros de Yvresse. El principe Charill venía acompañado por otros nobles en cuadrigas tiradas por leones, de aspecto severo, lorigas doradas y armados con hachas y lanzas, así como por cazadores de las montañas de Cracia de ojos azules, largos cabellos dorados recogidos en trenzas y pieles de león sobre los hombros. Llevaban el pecho cubierto por placas de armaduras con motivos leoninos y faldas confeccionadas con hilo de oro. Los guerreros león blandian distintos tipos de pesadas hachas con runas grabadas, de las que colgaban borlas trenzadas, estaban ansiosos y determinados y su porte irradiaba una ferocidad similar a las bestias que les habían prestado su nombre.
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Durante la Batalla de Anlec los cracianos se ubicaron en el ala sur del ejército liderada por [[Bathinair]], Príncipe de [[Yvresse]], quién montaba un majestuoso [[grifo]] de las montañas y venía acompañado de 2.000 lanceros de Yvresse. El principe Charill venía acompañado por otros nobles en cuadrigas tiradas por leones, de aspecto severo, lorigas doradas y armados con hachas y lanzas, así como por cazadores de las montañas de Cracia de ojos azules, largos cabellos dorados recogidos en trenzas y pieles de león sobre los hombros. Llevaban el pecho cubierto por placas de armaduras con motivos leoninos y faldas confeccionadas con hilo de oro. Los guerreros león blandían distintos tipos de pesadas hachas con runas grabadas, de las que colgaban borlas trenzadas, estaban ansiosos y determinados y su porte irradiaba una ferocidad similar a las bestias que les habían prestado su nombre.
   
Durante la Batalla Charill siguió a con sus huestes a los lanceros naggarothi y la caballería de Ellyrion a traves del hueco seguridad abierto entre dos torres exteriores de Anlec por Bathinair y los magos de Saphery que acompañaban al ejército que las destruyeron. Gracias a la brujería de Malekith; quién conocía las palabras de poder que regían el foso de fuego de Anlec y su poder se había acrecentado por la Corona de Hierro, los naggarothi pudieron volver el foso de llamas verdes que circuncidaba Anlec entre la muralla y las torres exteriores contra sus defensores. Las llamas verdes se fueron obscureciendo hasta adquirir un color azabache y el fuego fue creciendo hasta llegar a los treinta metros de altura. Siendo moldeado por Malekith para que se doblase y adquiriera la forma de olas que consumieron las defensas de los bastiones del puente calcinando las máquinas de guerra y a los defensores y permitiendo que el ejército cruzara el puente, encabezado por Malekith quién cabalgó sobre el en un vistoso medio galope antes que el resto del ejército para dar ejemplo a sus soldados.
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Durante la Batalla Charill siguió con sus huestes a los lanceros naggarothi y la caballería de Ellyrion a través del hueco seguridad abierto entre dos torres exteriores de Anlec por Bathinair y los magos de [[Saphery]] que acompañaban al ejército que las destruyeron. Gracias a la brujería de Malekith; quién conocía las palabras de poder que regían el foso de fuego de Anlec y su poder acrecentado por la [[Corona de Hierro]], los naggarothi pudieron volver el foso de llamas verdes que circuncidaba Anlec entre la muralla y las torres exteriores contra sus defensores. Las llamas verdes se fueron obscureciendo hasta adquirir un color azabache y el fuego fue creciendo hasta llegar a los treinta metros de altura. Siendo moldeado por Malekith para que se doblase y adquiriera la forma de olas que consumieron las defensas de los bastiones del puente calcinando las máquinas de guerra y a los defensores y permitiendo que el ejército cruzara el puente, encabezado por Malekith quién cabalgó sobre él en un vistoso medio galope antes que el resto del ejército para dar ejemplo a sus soldados.
   
Yeasir y sus lanceros naggarothi encabezaron la marcha a la puerta oriental de la muralla, seguidos por los jinetes de Ellyrion y los cracianos. Las bajas fueron cuantiosas pero al final con la ayuda de los Guardianes de Ellyrion, los lanceros de Yeasir llegaron hasta el saliente de las murallas, siendo capaces de atravesar los 100 metros del pasillo amurallado y la puerta de entrada gracias a la intervención de los guerreros de incógnito de la Casa de Anar liderados por Eolora, su hijo y su nieto, quienes se disfrazaron como sectarios para infiltrarse en Anlec, eliminando a los cultistas de la puerta de entrada sigilosamente y abriendo las puertas. Con un grito triunfal Yeasir atravesó a la carrera la puerta de entrada, seguido por los cracianos y los lanceros de Yvresse a poca distancia.
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Yeasir y sus lanceros naggarothi encabezaron la marcha a la puerta oriental de la muralla, seguidos por los jinetes de Ellyrion y los cracianos. Las bajas fueron cuantiosas pero al final con la ayuda de los [[Guardianes de Ellyrion]], los lanceros de Yeasir llegaron hasta el saliente de las murallas, siendo capaces de atravesar los 100 metros del pasillo amurallado y la puerta de entrada gracias a la intervención de los guerreros de incógnito de la Casa de Anar liderados por Eolora, su hijo y su nieto, quienes se disfrazaron como sectarios para infiltrarse en Anlec, eliminando a los cultistas de la puerta de entrada sigilosamente y abriendo las puertas. Con un grito triunfal Yeasir atravesó a la carrera la puerta de entrada, seguido por los cracianos y los lanceros de Yvresse a poca distancia.
   
La ciudad era completamente distinta a como Yeasir la había dejado varios siglos atrás. La enorme plaza que se expandia inmediatamente después de la puerta de entrada estaba circuncidada por estatuas de los Cytharai. Delante de cada una un brasero chisporroteaba mientras se consumía su atroz combustible, y las manchas de sangre en los pedestales de las estatuas daban testimonio de las funestas prácticas de los seguidores de las sectas. Ahora los edificios que flanqueaban la plaza albergaban en sus soportales rediles para animales, y el espacio delimitado por las columnatas estaba atravesado por barrotes que mantenían enjauladas en la penumbra bestias sobrenaturales de todo tipo. Una jaula en particular despedia una enorme columna de humo y a través de el se vislumbraban las llamas. Los barrotes de la jaula salieron disparados y de allí salieron dos monstruosas hidras que escupían fuego por sus cabezas. Una tenía escamas de oscuro color azul y siete cabezas y la otra era de piel roja y cinco cabezas. Detrás de cada una había dos cuidadores respectivamente armados con atroces aguijadas, fustas, picas, y garrotes cubiertos de espinas espantosas, que impelían a las hidras a avanzar acompañando sus golpes y pinchazos con gritos y sartas de insultos.
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La ciudad era completamente distinta a como Yeasir la había dejado varios siglos atrás. La enorme plaza que se expandía inmediatamente después de la puerta de entrada estaba circuncidada por estatuas de los Cytharai. Delante de cada una un brasero chisporroteaba mientras se consumía su atroz combustible, y las manchas de sangre en los pedestales de las estatuas daban testimonio de las funestas prácticas de los seguidores de las sectas. Ahora los edificios que flanqueaban la plaza albergaban en sus soportales rediles para animales, y el espacio delimitado por las columnatas estaba atravesado por barrotes que mantenían enjauladas en la penumbra bestias sobrenaturales de todo tipo. Una jaula en particular despedía una enorme columna de humo y a través de ella se vislumbraban las llamas. Los barrotes de la jaula salieron disparados y de allí salieron dos monstruosas [[hidras]] que escupían fuego por sus cabezas. Una tenía escamas de oscuro color azul y siete cabezas y la otra era de piel roja y cinco cabezas. Detrás de cada una había dos cuidadores respectivamente armados con atroces aguijadas, fustas, picas y garrotes cubiertos de espinas espantosas, que impelían a las hidras a avanzar acompañando sus golpes y pinchazos con gritos y sartas de insultos.
   
Las hidras se lanzaron contra los lanceros de Yeasir, quién logro sobreponerse al miedo y ordenó a sus lanceros formar una muralla de escudos, aunque tenía serias dudas de que aquella formacion defensiva aguantará el peso de esas magníficas criaturas. Los gritos y los alaridos retumbaron a la derecha de los guerreros de Yeasir, y los carros de leones de Charill irrumpieron a toda velocidad en la plaza encabezados por el príncipe. Los cuidadores de la primera vista giraron la bestia hacia los aurigas de Cracia y la fustigaron para que cargará contra ellos. Siete llamaradas brotaron de las gargantas de la hidra a la cuadriga de Charill, pero el príncipe llevaba colgando un amuleto de orfebrería a la altura del pecho, que empezó a brillar irradiando energía. Una refulgente aura azul envolvió al soberano de Cracia y a sus leones y las llamas se deslizaron inofensiva mente alrededor de ella.
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Las hidras se lanzaron contra los lanceros de Yeasir, quién logro sobreponerse al miedo y ordenó a sus lanceros formar una muralla de escudos, aunque tenía serias dudas de que aquella formación defensiva aguantara el peso de esas magníficas criaturas. Los gritos y los alaridos retumbaron a la derecha de los guerreros de Yeasir, y los carros de leones de Charill irrumpieron a toda velocidad en la plaza encabezados por el príncipe. Los cuidadores de la primera vista giraron la bestia hacia los aurigas de Cracia y la fustigaron para que cargara contra ellos. Siete llamaradas brotaron de las gargantas de la hidra a la cuadriga de Charill, pero el príncipe llevaba colgando un amuleto de orfebrería a la altura del pecho, que empezó a brillar irradiando energía. Una refulgente aura azul envolvió al soberano de Cracia y a sus leones y las llamas se deslizaron inofensiva mente alrededor de ella.
   
A continuación se inició una batalla encarnizada ente la hidra y los cracianos. La hidra atacó con sus colmillos como dagas a los leones cracianosy sus aullidos resonaron por toda la plaza. La hidra retrocedió con dos leones apresados en sus mandíbulas haciendo volcar la auriga y provocando Charill y Lorichar cayeran de la cuadriga. Los otros nobles se lanzaron dando pasadas con las cuadrigas y los cazadores atacaron enarbolando sus pesadas hachas con toda su furia contra la hidra. Charill lanzó su grito de batalla y enarboló la refulgente Achillar y se lanzó con toda su furia contra la hidra propinándole un terrible tajo con la magnífica hacha en una de sus cabezas, que cayó al suelo contorsionándose como una serpiente, mientras la sangre manaba a borbotones. No obstante, en segundos Charill observó horrorizado como la espeluznante herida se cerraba y del muñon surgían nervios, músculos y venas que rápidamente régénéraron una nueva cabeza. La hidra no se amilanaba a pesar de las terribles heridas y tajos que recibía y siguió luchando con varias docenas de cazadores muertos y tres cuadrigas destrozadas a su alrededor. Lorichar bramó algo ininteligible y enarboló el estandarte de su linaje y lo introdujo por por la punta de lanza en el pecho de la hidra. Apoyando todo el peso de su cuerpo para empujar el extremo inferior del estandarte hacia adentro. Empujando hacia el fondo la improvisada lanza como podía con sus abultados músculos en tensión y el rostro contraído por el esfuerzo.
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A continuación se inició una batalla encarnizada ente la hidra y los cracianos. La hidra atacó con sus colmillos como dagas a los leones cracianos y sus aullidos resonaron por toda la plaza. La hidra retrocedió con dos leones apresados en sus mandíbulas haciendo volcar la auriga y provocando Charill y Lorichar cayeran de la cuadriga. Los otros nobles se lanzaron dando pasadas con las cuadrigas y los cazadores atacaron enarbolando sus pesadas hachas con toda su furia contra la hidra. Charill lanzó su grito de batalla y enarboló la refulgente Achillar y se lanzó con toda su furia contra la hidra propinándole un terrible tajo con la magnífica hacha en una de sus cabezas, que cayó al suelo contorsionándose como una serpiente, mientras la sangre manaba a borbotones. No obstante, en segundos Charill observó horrorizado como la espeluznante herida se cerraba y del muñón surgían nervios, músculos y venas que rápidamente regeneraron una nueva cabeza. La hidra no se amilanaba a pesar de las terribles heridas y tajos que recibía y siguió luchando con varias docenas de cazadores muertos y tres cuadrigas destrozadas a su alrededor. Lorichar bramó algo ininteligible y enarboló el estandarte de su linaje y lo introdujo por por la punta de lanza en el pecho de la hidra. Apoyando todo el peso de su cuerpo para empujar el extremo inferior del estandarte hacia adentro. Empujando hacia el fondo la improvisada lanza como podía con sus abultados músculos en tensión y el rostro contraído por el esfuerzo.
   
Finalmente los aurigas de Cracia vencieron a su monstruoso contrincante aunque continuaron entretenidos golpeándolo y descuartizandolo con sus hachas durante un rato para que no se regenerara.
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Finalmente los aurigas de Cracia vencieron a su monstruoso contrincante aunque continuaron entretenidos golpeándolo y descuartizándolo con sus hachas durante un rato para que no se regenerara.
   
Charill participaría más adelante en el juicio a Morathi en la Corte de Bel Shanaar y estaría presente en el consejo de principes convocado por Bel-Shanaar, donde desarmado murió a manos de los caballeros de Anlec. Su hijo Lorichar también murió en el Templo dejando a Koradrel como Señor de Cracia.
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Charill participaría más adelante en el juicio a [[Morathi]] en la Corte de Bel Shanaar y estaría presente en el consejo de príncipes convocado por Bel Shanaar, donde desarmado murió a manos de los caballeros de Anlec. Su hijo Lorichar también murió en el Templo dejando a Koradrel como Señor de Cracia.
   
== Fuentes ==
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== Fuente ==
* La Secesión: Malekith
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* Trilogía de la Secesión: [[Malekith (Novela)|Malekith]] de [[Gav Thorpe]].
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[[Categoría:Personajes Literarios Altos Elfos]]

Revisión del 16:19 1 abr 2020

Principe Regente de Cracia

Charill fue el Príncipe Regente de Cracia durante el reinado de Bel Shanaar el Explorador. Tenía un hijo y heredero Lorichar, y un primo Koradrel. En la Primera Batalla de Anlec participa portando la legendaria hacha Achillar, cuya cabeza de doble hoja echaba chispas irradiando un resplandor blanco cuando la empuñaba. Encontrándose junto a su hijo Lorichar, que sostenía el estandarte de Tor Achare que mostraba la cabeza de un león bordada en hilo de plata sobre un fondo escarlata. Padre e hijo llevaban largas capas de piel de León ribeteadas de cuero negro de las que colgaban numerosas alhajas. El Príncipe junto a su hijo permanecían a la espera sobre una cuadriga tirada por cuatro leones majestuosos de las montañas de su reino. Cada uno de ellos era del tamaño de un caballo y tan blancos como la nieve, y rugían y gruñían revolviéndose con nerviosismo en la medida en que sé lo permitían los arneses.

El Príncipe Charill se alió con Malekith y Tiranoc y envió a sus tropas en la Segunda Expedición de Malekith a Nagarythe en la primavera del año siguiente al fracaso de la Primera Expedición el otoño pasado. Su ejército probablemente se unió desde Cracia al grueso de las tropas de Malekith después de que este hubiera pasado el lado occidental del Caladh Enru "Paso del Dragón", conquistando Arir Tonraeir, en su extremo occidental, para después seguir hacia el norte cruzando los picos gemelos de Anul Nagrain. El punto exacto donde se unieron las fuerzas de Cracia se desconoce aunque pudo ser en el Río Haruth, a continuación de las montañas, o en las antaño fértiles llanuras de Khiraval tras pasar este. Tras quince días de marcha por tierras de Nagarythe desde Ellyrion las huestes llegaron hasta la poderosa Anlec, la gigantesca capital.

Durante la Batalla de Anlec los cracianos se ubicaron en el ala sur del ejército liderada por Bathinair, Príncipe de Yvresse, quién montaba un majestuoso grifo de las montañas y venía acompañado de 2.000 lanceros de Yvresse. El principe Charill venía acompañado por otros nobles en cuadrigas tiradas por leones, de aspecto severo, lorigas doradas y armados con hachas y lanzas, así como por cazadores de las montañas de Cracia de ojos azules, largos cabellos dorados recogidos en trenzas y pieles de león sobre los hombros. Llevaban el pecho cubierto por placas de armaduras con motivos leoninos y faldas confeccionadas con hilo de oro. Los guerreros león blandían distintos tipos de pesadas hachas con runas grabadas, de las que colgaban borlas trenzadas, estaban ansiosos y determinados y su porte irradiaba una ferocidad similar a las bestias que les habían prestado su nombre.

Durante la Batalla Charill siguió con sus huestes a los lanceros naggarothi y la caballería de Ellyrion a través del hueco seguridad abierto entre dos torres exteriores de Anlec por Bathinair y los magos de Saphery que acompañaban al ejército que las destruyeron. Gracias a la brujería de Malekith; quién conocía las palabras de poder que regían el foso de fuego de Anlec y su poder acrecentado por la Corona de Hierro, los naggarothi pudieron volver el foso de llamas verdes que circuncidaba Anlec entre la muralla y las torres exteriores contra sus defensores. Las llamas verdes se fueron obscureciendo hasta adquirir un color azabache y el fuego fue creciendo hasta llegar a los treinta metros de altura. Siendo moldeado por Malekith para que se doblase y adquiriera la forma de olas que consumieron las defensas de los bastiones del puente calcinando las máquinas de guerra y a los defensores y permitiendo que el ejército cruzara el puente, encabezado por Malekith quién cabalgó sobre él en un vistoso medio galope antes que el resto del ejército para dar ejemplo a sus soldados.

Yeasir y sus lanceros naggarothi encabezaron la marcha a la puerta oriental de la muralla, seguidos por los jinetes de Ellyrion y los cracianos. Las bajas fueron cuantiosas pero al final con la ayuda de los Guardianes de Ellyrion, los lanceros de Yeasir llegaron hasta el saliente de las murallas, siendo capaces de atravesar los 100 metros del pasillo amurallado y la puerta de entrada gracias a la intervención de los guerreros de incógnito de la Casa de Anar liderados por Eolora, su hijo y su nieto, quienes se disfrazaron como sectarios para infiltrarse en Anlec, eliminando a los cultistas de la puerta de entrada sigilosamente y abriendo las puertas. Con un grito triunfal Yeasir atravesó a la carrera la puerta de entrada, seguido por los cracianos y los lanceros de Yvresse a poca distancia.

La ciudad era completamente distinta a como Yeasir la había dejado varios siglos atrás. La enorme plaza que se expandía inmediatamente después de la puerta de entrada estaba circuncidada por estatuas de los Cytharai. Delante de cada una un brasero chisporroteaba mientras se consumía su atroz combustible, y las manchas de sangre en los pedestales de las estatuas daban testimonio de las funestas prácticas de los seguidores de las sectas. Ahora los edificios que flanqueaban la plaza albergaban en sus soportales rediles para animales, y el espacio delimitado por las columnatas estaba atravesado por barrotes que mantenían enjauladas en la penumbra bestias sobrenaturales de todo tipo. Una jaula en particular despedía una enorme columna de humo y a través de ella se vislumbraban las llamas. Los barrotes de la jaula salieron disparados y de allí salieron dos monstruosas hidras que escupían fuego por sus cabezas. Una tenía escamas de oscuro color azul y siete cabezas y la otra era de piel roja y cinco cabezas. Detrás de cada una había dos cuidadores respectivamente armados con atroces aguijadas, fustas, picas y garrotes cubiertos de espinas espantosas, que impelían a las hidras a avanzar acompañando sus golpes y pinchazos con gritos y sartas de insultos.

Las hidras se lanzaron contra los lanceros de Yeasir, quién logro sobreponerse al miedo y ordenó a sus lanceros formar una muralla de escudos, aunque tenía serias dudas de que aquella formación defensiva aguantara el peso de esas magníficas criaturas. Los gritos y los alaridos retumbaron a la derecha de los guerreros de Yeasir, y los carros de leones de Charill irrumpieron a toda velocidad en la plaza encabezados por el príncipe. Los cuidadores de la primera vista giraron la bestia hacia los aurigas de Cracia y la fustigaron para que cargara contra ellos. Siete llamaradas brotaron de las gargantas de la hidra a la cuadriga de Charill, pero el príncipe llevaba colgando un amuleto de orfebrería a la altura del pecho, que empezó a brillar irradiando energía. Una refulgente aura azul envolvió al soberano de Cracia y a sus leones y las llamas se deslizaron inofensiva mente alrededor de ella.

A continuación se inició una batalla encarnizada ente la hidra y los cracianos. La hidra atacó con sus colmillos como dagas a los leones cracianos y sus aullidos resonaron por toda la plaza. La hidra retrocedió con dos leones apresados en sus mandíbulas haciendo volcar la auriga y provocando Charill y Lorichar cayeran de la cuadriga. Los otros nobles se lanzaron dando pasadas con las cuadrigas y los cazadores atacaron enarbolando sus pesadas hachas con toda su furia contra la hidra. Charill lanzó su grito de batalla y enarboló la refulgente Achillar y se lanzó con toda su furia contra la hidra propinándole un terrible tajo con la magnífica hacha en una de sus cabezas, que cayó al suelo contorsionándose como una serpiente, mientras la sangre manaba a borbotones. No obstante, en segundos Charill observó horrorizado como la espeluznante herida se cerraba y del muñón surgían nervios, músculos y venas que rápidamente regeneraron una nueva cabeza. La hidra no se amilanaba a pesar de las terribles heridas y tajos que recibía y siguió luchando con varias docenas de cazadores muertos y tres cuadrigas destrozadas a su alrededor. Lorichar bramó algo ininteligible y enarboló el estandarte de su linaje y lo introdujo por por la punta de lanza en el pecho de la hidra. Apoyando todo el peso de su cuerpo para empujar el extremo inferior del estandarte hacia adentro. Empujando hacia el fondo la improvisada lanza como podía con sus abultados músculos en tensión y el rostro contraído por el esfuerzo.

Finalmente los aurigas de Cracia vencieron a su monstruoso contrincante aunque continuaron entretenidos golpeándolo y descuartizándolo con sus hachas durante un rato para que no se regenerara.

Charill participaría más adelante en el juicio a Morathi en la Corte de Bel Shanaar y estaría presente en el consejo de príncipes convocado por Bel Shanaar, donde desarmado murió a manos de los caballeros de Anlec. Su hijo Lorichar también murió en el Templo dejando a Koradrel como Señor de Cracia.

Fuente