
Un lugar sombrío y siniestro, el Cementerio de San Voller tenía una reputación nefasta incluso antes de que el cometa golpeara y cambiara Mordheim para siempre. Ahora, el cementerio es un lugar embrujado, donde los muertos no descansan tranquilos. De hecho, muchas de las tumbas están abiertas y las numerosas tumbas y mausoleos de los mecenas más opulentos de la ciudad estan agrietadas como heridas podridas. Aunque si esto se debe a las atenciones de ambiciosos ladrones de tumbas o a los movimientos de los muertos inquietos, quién sabe...
Descripción[]
Cuando el cometa cayó en la ciudad, la destrucción resultante causó graves daños en la Prisión de Mordheim, permitiendo que muchos criminales escaparan. Entre ellos había varios nigromantes malignos que juraron vengarse de los que les habían encerrado allí y disponían de los cadáveres que se amontonaban por doquier. En el apogeo de los disturbios que se extendían rápidamente por las destrozadas calles, los cadáveres que llenaban los cementerios salieron de sus tumbas para alimentarse de la carne de los vivos.
Tan solo un puñado de sacerdotes de Morr salió valientemente en defensa de la ciudad para ofrecer el eterno descanso a los muertos que rodeaban las ruinas de su templo sagrado. Reunieron a los ciudadanos de Mordheim para tratar de hacer frente a este mal y se dice que los sangrientos combates en las calles entre vivos y muertos duraron tres días. Al principio parecía que los vivos ganarían la batalla y los nigromantes se dieron cuenta de que los supervivientes de Mordheim no resultaban presa fácil. Sin embargo, cuando parecía que la balanza se decantaba del lado de los vivos, una oscura sombra se cernió sobre aquel barrio de la ciudad.
Un oscuro vampiro deforme había permanecido escondido en los sótanos y bodegas de la prisión durante años. Los cazadores de brujas no habían descubierto su cubil y el vampiro y sus esclavos habían sobrevivido llevando una existencia miserable y alimentándose de ratas y animales perdidos. Esta criatura ancestral juró vengarse de los que habían intentado destruirle y los de su especie. El oscuro conde y sus servidores, otros vampiros menores a los que había dado el beso de la muerte, salieron de su cubil para alimentarse de la carne de los vivos. El cometa había provocado toneladas de escombros y una nube de polvo cubría el cielo. Gracias a esta densa polvareda, los vampiros se encontraban a salvo de los rayos del sol.
Tanto de día como de noche, el vampiro y sus sirvientes se atiborraban de la cálida sangre de los habitantes de Mordheim. Los supervivientes de la sangrienta matanza inicial huyeron de la zona presos del terror y en poco tiempo, lo que antes había sido un barrio apacible y tranquilo se convirtió en una de las zonas más horribles de Mordheim. Solo la llegada de las Hermanas de Sigmar obligó a retroceder a los vampiros y sus hordas no muertas.
En la actualidad, el Cementerio de San Voller es un lugar donde los muertos ya no descansan fácilmente. Con todo, aunque Mordheim está perdida y es un lugar totalmente depravado, el espíritu de St. Voller todavía ejerce cierta tutela sobre el cementerio, y su estatua desprende un aura sagrada que repele a los Muertos inquietos.
Fuentes[]
- Antigua pagina web de Games Workshop.
- White Dwarf 315 (Edición inglesa), pág. 68.