
"Hmm... Que anomalía tan interesante. Los detalles de la línea de costa sugieren una ensenada a lo largo de esta extensión. ¿Quizás podemos desembarcar allí y así puedo cartografiar el interior?"
- —Cartógrafo anónimo.
"Te contratan para inspeccionar y cartografiar lugares remotos. Cuanto más cartografía se necesite, más peligroso será el trabajo, probablemente"
- —Descrpción de la profesión.
Los Cartógrafos delimitan los límites territoriales para patrones adinerados, endurecidos exploradores y recaudadores. Acompañan a las expediciones hacia tierras desconocidas y transcriben el trabajo sucio de otros para hacerlo mas legible. Los mapas del Viejo Mundo son bastante poco fiables, ya que son los resultados de expediciones locales o representaciones ficticias del Viejo Mundo en sí. Aún así, los servicios de los cartógrafos todavía tienen una gran demanda.
Descripción[]
"Caía la noche, así que los muchachos y yo nos arrastramos por el barro, más allá de las líneas enemigas, despachamos a un par de bestias en nuestro camino. Y cuando llegamos al puesto, había un solo superviviente allí, pluma en mano, encorvado sobre una roca. Le dijimos que teníamos que salir de allí rápido. Pidió veinte minutos más, ya que necesitaba rematar un conjunto de contornos."
- —Holger Kass, 1.º Alabarderos de Bögenhafen.
A medida que el mundo se vuelve más sofisticado es necesario cartografiarlo cada vez con más detalle. Ya se trate de explorar tierras en gran parte desconocidas y hacer mapas de la zona general o entrar en detalles exactos por pequeñas extensiones en disputas territoriales, los cartógrafos son cada vez más demandados.
Nadie necesita más del uso de mapas que los militares. Tienen una insaciable necesidad de todos los que puedan conseguir y tienen dinero para encargar más. Muchos de los cartógrafos del Imperio aprenden su oficio en el ejército, empleados directamente en las filas o contratados como externos. La artillería es la que más aprecia unos buenos mapas que les permitan orientar sus maquinarias de destrucción con mayor precisión.

Los cartógrafos más veteranos suelen cansarse de tan peligroso estilo de vida y muchos se establecen como profesionales menos interesantes, pero a menudo más lucrativos trabajos, encargados por terratenientes ricos, empresas y gobiernos. Mientras que un noble tradicionalmente encarga retratos de su familia a los mejores artistas que puedan permitirse, los aspirantes a comerciantes son más de encargar mapas de sus explotaciones y sus rutas comerciales, además cada ciudad necesita un gran mapa en el ayuntamiento.
La ciencia de la cartografía está aún en pañales y muchos mapas son poco más que imágenes o planos aproximados. Es difícil encontrar buenos dibujos y los mapas precisos son a menudo infravalorados. Dispositivos novedosos como los teodolitos son ahora imprescindibles para cualquier persona que se precie, ya que permite mucha más precisión pero requiere mediciones minuciosas y metódicas.
Los cartógrafos entusiastas siempre encontrarán oportunidades para buscar aventuras. Cualquier exploración o viaje exótico puede beneficiarse de la presencia de un cartógrafo. Además, cuanto más lejos se viaje, más necesario será. Un buen número de trabajos pueden requerir dibujos o planos exactos, ya sea en nombre de la ciencia o el latrocinio, y esto puede llevar a diferentes tipos de aventura. Simplemente por el encargo de viajar a una zona concreta y elaborar un plano lo más detallado posible, puede estar destinado a encontrar cualquier número de peligros y descubrimientos.
Perdido[]
"Por lo tanto, el señor de la mansión quiere un plano de siete puestos para sus nuevos establos. No quiere decir lo grande que los quiere, cómo quiere que sean, de qué están hechos, cómo se han construido y no va a pagar la tarifa, pero quiere un bonito mapa y lo quiere para ayer."
- —Cartógrafo anónimo.
El hombre trató de descender por la duna, afianzando los pies en la arena en un esfuerzo por mantener el equilibrio, pero falló. Rodó una y otra vez, con la mochila derramando su contenido sobre la arena ardiente. Finalmente llegó a descansar al pie de la duna instalado en una elevación. Después de unos momentos, se removió.
Los labios del viajero eran finos y sus facciones flacas por la falta de agua. Su rostro está rojo y con ampollas a causa del sol. No recordaba haber perdido su sombrero de ala ancha; debía haberse perdido al principio de ese día. Alcanzó su pellejo de agua y lo acercó a sus labios. Sólo unas pocas y exiguas gotas encontraron su camino hacia la boca reseca.
Bajo la luz cegadora, el hombre trepó arrastrándose de vuelta hacia arriba de la blanda arena, hacia su mochila. Escarbando alrededor encontró lo que estaba buscando. Desenrollo el gran rollo de pergamino y lo inspeccionó. No lo entendía. Su orientación debería haber sido impecable. Estaba claramente marcado en su mapa, el valle del río que discurría a través del gran desierto, con sus oasis y claros, sus pueblos y caminos, y sus elefantes. Todos estaban claramente marcados, pero no había encontrado ninguna señal de ellos.
El hombre tomó nota del nombre del cartógrafo en una leyenda en la esquina del mapa que indicaba: Kurt Brombeer, Bergsburgo, Hochland. Si eso era tan preciso como el resto del mapa, entonces era muy poco probable que aquel hombre existiera siquiera, pero aún así maldijo ese nombre con su último aliento.