Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Carros reyes funerarios

“Los veloces carros del rey: aquellos que perseguirán al enemigo del soberano cuando este último despierte”.

Inscripción jeroglífica sobre la fosa común de los aurigas de Settra

Sin duda, el mayor motivo de orgullo para el ejército de un Rey Funerario son sus legiones de carros. Su avance es precedido por una nube de polvo que se alza a gran altura mientras cruzan las arenas. Momentos después, una unidad tras otra de estas mortíferas máquinas de guerra aparecen en las crestas de las dunas, sus pesadas ruedas zumbando y crujiendo mientras cargan a toda velocidad. Las legiones de carros chocan contra las líneas enemigas con fuerza devastadora, una oleada tras otra aplastando cuerpos, mientras las tripulaciones de guerreros esqueléticos dan muerte a los desorientados oponentes que han logrado sobrevivir al impacto de la carga.

Nehekhara fue la gran civilización de la Humanidad, y el lugar en el que los hombres usaron por primera vez en batalla carros tirados por caballos. En su día supuso un gran avance tecnológico, pues hacía poco tiempo que los caballos habían empezado a ser criados como bestias de guerra, pero se consideraba indigna para los nehekharianos de sangre noble tocar a unos animales tan salvajes y de tan baja estafa (y montar sobre ellos ya era inimaginable, por supuesto). Sin embargo, la invención del carro permitía a las clases dirigentes ir a la batalla aprovechando toda la velocidad y potencia de aquellos corceles pura sangre. Los antiguos ejércitos de Nehekhara empezaron a incluir unidades cada vez más masivas de veloces carros, cada uno de ellos cargado con un verdadero arsenal. Combatir desde una plataforma blindada móvil como aquella llegó a estar considerada la forma más sofisticada y civilizada posible de hacer la guerra. Por tanto, en un momento dado se decidió que sólo la nobleza y la realeza tuviesen permitido combatir en carro. Tal y como correspondía a su estatus, los jinetes de carros iban ataviados con delicadas armaduras, hechas de metales preciosos e incrustadas de gemas de valor incalculable. Los carros mismos eran diseñados por los más diestros artesanos, a menudo forrados de oro y cubiertos con imágenes de cráneos, huesos y otros símbolos del Culto Mortuorio.

Archivo:Skeletion chariots.jpg

La habilidad en combate de los jinetes de carros de un Rey Funerario se consideraba un reflejo fiel del poder y la pericia marcial del propio soberano. Por ello, el rey confiaba el entrenamiento de estos regimientos a los Maestros de Carros. Por lo general estos instructores eran veteranos que guardaban parentesco de grado menor con la familia real, como primos o sobrinos, y debido a ello disfrutaban de una superioridad aristocrática frente a sus reclutas, que se sumaba a sus años de experiencia en combate. Un

Maestro de Carros solía ser un individuo dado a la más estricta disciplina, y bajo su mando los reclutas de noble cuna eran duramente entrenados hasta ser convertidos en feroces y orgullosos guerreros de élite, listos para luchar en nombre del rey llevando bien en alto los estandartes de sus legiones.

Desde su invención, los carros han sido el método favorito de transporte para los reyes de Nehekhara. Tras despertar de su sueño mortal, los Reyes Funerarios han seguido liderando a sus tropas a la guerra montados en estas máquinas de antiguo diseño. El carro de guerra de un Rey Funerario de Nehekhara no sólo es un simple vehículo blindado pensado para proteger al monarca mientras éste se dedica a aniquilar enemigos con certeros golpes de su espada encantada, sino que también le proporciona una plataforma elevada desde la cual observar el campo de batalla en toda su extensión, pudiendo así detectar los movimientos de las formaciones enemigas y dirigir a sus tropas hacia donde puedan causar más daño.

Los escuadrones de carros fueron en su día inhumados junto a las pirámides de los Reyes Funerarios, listos para seguir a sus señores en cuanto éstos se despertaran, sirviéndoles con el mismo nivel de devoción y efectividad que habían demostrado durante su vida mortal. La mera visión de una línea de carros de guerra cargando hacia la batalla puede ser suficiente para llenar de miedo los corazones de cualquier enemigo; y a medida que los carros se acercan más y más ganando velocidad, dicho miedo suele convertirse en pánico. Entonces es cuando “el orgullo de Nehekhara" los arrolla con toda su furia, y da comienzo la masacre.

Miniaturas

Fuente

Libro de ejercito de sexta edicion, Reyes Funerarios

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