Carro de Gélidos

Entre los Elfos Oscuros es un símbolo de gran prestigio y favor dirigirse a la batalla a bordo de los magníficos Carros de Gélidos de Naggarond, y se considera una de las mejores plataformas en las que acudir al combate, si bien la naturaleza de los Gélidos puede resultar en un parón en seco inesperado y en el momento más inoportuno. Pero si la tripulación logra mantener el control sobre el carro, cruzará el campo de batalla a toda velocidad como dioses de la guerra, con sus lanzas preparadas y los Gélidos profiriendo rugidos capaces de helar la sangre. Justo antes del impacto, la tripulación les azuzará para que hagan un último esfuerzo y el carro se hundirá en la formación enemiga, aplastando al enemigo con su peso y sajando su carne con las cuchillas laterales.

Descripción[]

Los Carros de Gélidos suelen ser un obsequio ofrecido a los pocos guerreros que han complacido a Malekith con su devoción, valentía y habilidad durante la batalla. Acompañada por los rugidos de los gélidos y el estruendo de las ruedas por el campo de batalla, la visión de un carro estrellándose contra el enemigo resulta magnífica de contemplar para los Elfos Oscuros. Los Gélidos desgarran a los que consiguen sobrevivir a las puntas de las largas lanzas de los aurigas y a las ruedas con cuchillas dentadas.

Hasta hace relativamente poco, el propio Rey Brujo libraba las batallas desde un carro y, aunque ahora ha renunciado a ese privilegio en el Manifiesto de Reclamación, una vez ordenó que él, y solo él, era merecedor de montar semejante máquina. En ocasiones, el Rey Brujo se dirige a la batalla a bordo del legendario carro negro y, debido a la naturaleza veleidosa de la lealtad de los Elfos Oscuros, a menudo a esto sigue el clamor de otros nobles mostrándole su apoyo por poseer una máquina de guerra que ya quisieran para ellos mismos. Por supuesto, la armadura del Rey Brujo no le permite sentir u oler como un mortal, lo que hace a Malekith inmune al hedor de los Gélidos, algo que provoca una gran conmoción en los nobles que tratan de emular a su gobernante.

El regimiento de carros de Gélidos de los Cuchillas de Sangre fue famoso entre los Naggarothi unos tres mil años después. Con sus distintivas armas y armaduras lacadas en rojo se convirtieron en una visión familiar entre las huestes de Hag Graef y resultaron decisivos en muchas batallas hasta que su líder, Asdrual Severain, fue aniquilado por un asesino. Los restos de su regimiento se enfrascaron en combate por el poder antes de que los supervivientes decidieran finalmente huir en desbandada.

Estas luchas internas son también comunes entre los arrogantes que conducen estas bestias. Dos hermanos, Venien y Hurien, se convirtieron en generales de renombre y juntos lideraron las huestes de la Casa Heghlin en varios triunfos decisivos durante las campañas más recientes en Nagarythe. A pesar de su éxito, al final fueron incapaces de compartir su gloria, así que Hurien le robó la capa a su hermano y la empapó de la sangre de un jabalí salvaje. Cuando Venien se subió a su montura, el aroma de la capa que Hurien no podía oler hizo enloquecer al Gélido, que destrozó al jinete. Hurien gobernó la Casa Heghlin durante otros ciento cincuenta años, sin admitir en ningún momento que fuera el responsable del infortunado accidente que sufrió su hermano.