
Retrato de Blucher von Vincke enfrentándose a las hordas del Caos.
Blucher von Vincke fue un gran héroe del Imperio, con una amplia carrera militar y renombrado general, llegando a ser Gran Mariscal de Altdorf. En su retiro escribió el famoso libro "El Imperio en Guerra" en el año 2521 CI.
Murió un año más tarde en combate cuando volvía de una campaña exitosa contra las hordas del Caos en el norte, tras haber sido convocado por el Emperador Karl Franz.
Historia[]
La amplia carrera militar de Blucher von Vincke siempre se desempeñó desde primera fila, combatiendo hombro con hombro con los soldados de toda clase y estrato social. Sin embargo, fue liderando tropas en el campo de batalla donde verdaderamente se destacó. Su segunda campaña fue contra una partida de guerra del Caos que amenazaba Bögenhafen, donde usó pistoleros de manera efectiva para burlarse y hostigar al enemigo fuertemente blindado, siendo sus pistolas capaces de penetrar sus defensas con facilidad.
Como general, comandó las fuerzas que destruyeron al Vidente Gris Grabsnitch, sofocó el levantamiento de la turba en Franktown y derrotó a los Goblins de Greengut Ironlung en la batalla del paso de Taranto. Hizo campaña en las Montañas Centrales contra los Orcos, usando infantería ligera para proteger la columna principal, habiendo aprendido lecciones de la lectura sobre las crónicas de la Batalla de la Hondonada Sangrienta.
En la batalla del Puente de Helot en 2515 CI, usó una táctica de distracción similares a las de Ottilia I en la Batalla del Talabec y obtuvo una famosa victoria.
Fue veterano de incontables batallas, y perdió un ojo en un enfrentamiento contra los Hombres Bestia en los límites del Bosque de Drakwald.
Ocupó el cargo de Gran Mariscal de los Grandes Ejércitos de Altdorf durante veinte años, así como el de Portador de la Espada del Emperador antes de jubilarse para vivir con su esposa de cincuenta años Matildha.
En su retiro escribió en el año 2521 CI el renombrado libro "El Imperio en Guerra", un libro que describía cinco batallas clave y las lecciones que se podían aprender de ellas junto con sus reflexiones, aunque jamás vería su obra publicada.
Blucher von Vincke volvió a liderar un ejército una última vez, cuando el Emperador Karl Franz los instó a volver al servicio para luchar contra las hordas del Caos que se concentraban en el norte. Tras una campaña victoriosa y cubierto de gloria, le dispararon desde su caballo mientras cruzaba el río Lynsk en su regreso al Imperio, muriendo en combate tras una larga vida como leal soldado.
Su libro fue publicado en Altdorf el año 2522 CI tras su muerte, donde en su epílogo se le hace saber al lector sobre su destino, ya que el suceso de su muerte se conoció durante la impresión de su obra.
Introducción de su Libro[]
"Desde mi retiro de la elevada posición de Gran Mariscal de los Grandes Ejércitos de Altdorf y Portador de la Espada del Emperador, cargo que ocupé durante veinte tumultuosos años, muchas personas me han preguntado cuál es mi recuerdo más perdurable de esa época. ¿Fue el sentimiento de victoria en Franktown después de sofocar el Levantamiento de la Turba? ¿Fue la vista de la magnífica Reiksguard dispersando la horda de Goblins de Greengut Ironlung como hojas antes de un vendaval otoñal en la Batalla del Paso de Taranto? ¿Fue el sonido de las baterías de artillería golpeando las filas masivas de Vidente Gris Grabsnitch hasta convertirlas en pulpa de olvido? Si bien es cierto que se trata de recuerdos felices y duraderos, en realidad son los olores a guerra los que persisten con más tenacidad en mi mente.
Estos olores son a veces tan agudos, que cuando me despierto creo que estoy en mi pabellón de batalla, preparándome para la guerra: la acritud del humo de la pólvora, el almizcle de los voceros ansiosos por la carga, el olor a cobre de la sangre derramada y la grasa sobre mi armadura gastada que cuelga ahora en mi salón de banquetes. ¿Y el olor más penetrante de todos? Miedo. El miedo es el enemigo constante del soldado, que se manifiesta en el olor a sudor y orina.
Muchos colegas me han sugerido que registre mi carrera como general en un libro. Dicen que proporcionaría a la posteridad: un documento invaluable sobre la vida y la época de un Gran Mariscal. Sin embargo, no soy un hombre vanaglorioso, y la idea de infligir mis cuentos en el campo de batalla a las generaciones venideras es abominable (como mi siempre tolerante y sufrida esposa, Matildha, sin duda estará de acuerdo).
En su lugar, decidí aprovechar mejor mi experiencia, mis conocimientos adquiridos con tanto esfuerzo y mi interés en la historia militar de nuestro noble Imperio. Me propuse escribir un libro para instruir y llegar a todos los estudiantes militares en el arte de la guerra. Usando batallas específicas, algunas bien documentadas, otras algo olvidadas por la historia, demostraré cinco aspectos del conflicto que todos los generales deben considerar antes de decidirse por una estrategia.
El libro que ahora tienes en tus manos no es un manual de instrucciones sobre cómo ganar; la naturaleza del conflicto es mutable, y los métodos de guerra avanzan ahora a una velocidad sin precedentes. Las lecciones de la guerra deben modificarse y volver a aprenderse a medida que las herramientas con las que las combatimos se vuelven más sofisticadas.
Pero hay algunos aspectos del conflicto que creo que nunca cambiarán, y no importa cómo avancen las metodologías y las tácticas a medida que transcurran las décadas de conflicto, seguirán siendo de gran y equivalente importancia.
Sin duda, otros historiadores y eruditos militares no estarán de acuerdo con mis elecciones y discutirán y me maldecirán por una patraña. Pero yo les digo: ¡volved a vuestros polvorientos estudios! He estado en primera línea. Me he enfrentado a muchos enemigos y los he vencido a todos. Yo era un soldado y luché con soldados. Las lecciones de estas páginas se pagaron con sangre, sus palabras se forjaron en el fuego de la batalla.
No soy erudito de profesión y pido al lector -quizás más acostumbrado a la prosa más pulida de los artesanos- que me entregue a mi retórica de soldado. Tenga la seguridad de que cada palabra está escrita por un hombre que conoce la guerra y el conflicto con la misma intimidad y obsesión que un hombre puede albergar por un amante ilícito y problemático; lo que puede faltar en la forja de palabras, lo compenso con experiencia real y sin diluir.
Pero les digo, cuando pasen las páginas de este libro, quiero que sientan el pisoteo de los pies marchando sobre el suelo y escuchen los cánticos de guerra de los regimientos en sus oídos, que huelan el humo y escuchen el trueno. Pero lo más importante, quiero que dediques un pensamiento a los hombres que luchan. En este mundo que se vuelve más oscuro y peligroso con cada cambio de estación, es gracias al sacrificio de los soldados en los campos de batalla remotos que ustedes se mantienen seguros en sus camas; por el derramamiento de su sangre se mantiene fuerte el Imperio.
A los soldados de un Imperio en Guerra, los saludo a todos y cada uno."