
La forma en que un vampiro convierte a un mortal en otro vampiro está sujeta a mucha especulación. Conocido de diversas formas, como el Beso de Sangre, el Despertar Oscuro, el Giro y la Ascensión Roja, se cree que este proceso implica el intercambio de sangre de alguna manera del vampiro hacia el iniciado. De hecho, fue la sangre de la reina Neferata la que dio origen a los primeros vampiros.
El Beso de Sangre es un asunto personal y muy reservado, posiblemente exclusivo de cada vampiro, y los señores de la no muerte no lo discuten, ni siquiera con otros de su especie. Es por tanto a través del Beso de Sangre que los linajes vampíricos se perpetúan en el tiempo.
Descripción[]
La vida de un vampiro comienza en sangre. A pesar del mito común, simplemente por ser mordido o drenado por un vampiro no es suficiente para convertir a nadie en un hijo de sangre. La transformación solo proviene de un ritual compartido donde ambas partes beben profundamente el uno del otro. Los románticos, tanto mortales como inmortales, lo llaman el Beso Oscuro o el Beso Sangriento, pero no es nada tan suave como un beso corriente. Es un acto depredador, las gargantas se abren y la sangre fluye fuerte y espesa por los cuellos. Y, sin embargo, tiene un buen nombre, porque también es un acto de extrema intimidad, considerado un regalo de gran afecto por parte del donante. En la mayoría de los casos, esto también se aplica al receptor. Aunque pueden temer lo desconocido que hay más allá, muy pocos son tomados de mala gana y ninguno se arrepiente del regalo una vez recibido.
Quienes reciben el Beso tienen motivos para tener miedo, porque la experiencia es tan aterradora como estimulante. La sangre caliente y depredadora del vampiro fluye por las venas, quemando la sangre débil y mortal a medida que avanza por el cuerpo. Se desconoce lo que le sucede a la vida y al alma del humano durante esta transformación, y cada Vampiro que habla de ello ha descrito algo diferente. Algunos sacerdotes mortales sugieren que entran en el Jardín de Morr, pero el dios los rechaza porque son una abominación a sus ojos. Los eruditos y magos a veces hablan de ellos moviéndose entre los reinos, atrapados para siempre entre este mundo y el siguiente.
Sea cual sea la verdad, todo vampiro despierta con un espíritu oscuro recién forjado. Conservan los pensamientos y recuerdos de los mortales que alguna vez fueron, pero dentro de ellos ahora hay una bestia que los impulsa a cazar y depredar, a deleitarse con todos sus vicios retorcidos y a gloriarse en todos sus oscuros deseos. Algunos ven este deseo como una fuerza separada, la Bestia Interior, mientras que otros creen que es simplemente el beneficio de no tener que cargar con el peso de un alma.
La naturaleza de este cambio es muy debatida por aquellos que están dispuestos a filosofar, ya que plantea una pregunta fundamental sobre la naturaleza humana. Sin duda, estas preguntas se ven empañadas por la enrarecida selección de aquellos que se unen a las filas de los vampiros.
Aunque el método para decidir quién recibirá el regalo es individual para cada vampiro, cada uno solo elegirá a aquellos que traerán gran gloria a su línea de sangre. Un mortal elegido debe ser más que excepcional, una persona de gran aspecto y una voluntad increíble. También suelen poseer una chispa oscura, una cierta sombra en su alma que su "padre en la oscuridad" puede ver, enrollada y esperando su momento. Aunque algunos vampiros son menos particulares que otros, no hay sociedad en el Viejo Mundo más ferozmente exclusiva que los vampiros. Por lo tanto, la creación de un vampiro nunca se hace a la ligera o frívolamente, sino con sobriedad, reverencia, pasión y temor a las reparaciones en caso de que la elección sea imprudente, porque muy a menudo se culpa al padre por los pecados del hijo.
Aquellos que son elegidos se sacan inevitablemente de los seguidores y súbditos que todo vampiro atrae pronto. La popularidad del vampiro es fuerte y de gran alcance, ya que son todo lo que los mortales aspiran a ser: titanes físicos y mentales; amos de tierras, ejércitos, historias y hechicería; y, liberados de los estragos del tiempo, solo aumentan en poder con cada año que pasa. Es la gran cantidad de mortales partidarios que desean convertirse en hijos de la noche lo que proporciona otra razón para que los vampiros sean tan cuidadosos en su selección: si fuera un regalo demasiado común, todos clamarían por él, y sus filas pronto se llenarían de débiles y estúpidos.
Algunos vampiros están tan aislados que no pueden ser tan selectivos como sus otros hermanos. Pueden dar el honor a aquellos necrófagos o nigromantes en su séquito que demostraron ser lo suficientemente dignos como mayordomos, estudiantes o lugartenientes. Algunos pueden otorgar el obsequio a aprendices que demuestren un talento verdaderamente excepcional y una obsesión suficientemente intensa en su campo. Otros son más exigentes y tienen requisitos previos inusuales y únicos en sus selecciones. Por ejemplo, los Dragones Sangrientos buscan por todo el mundo a los mejores guerreros, sea cual sea su clase u origen. Cualquiera que cumpla con sus estándares, típicamente el de poder defenderse de sus ataques, se toma en consideración como aspirante.
Todos los vampiros, sin embargo, mantienen un prejuicio singular contra los no humanos. Quizás no sea imposible que un Elfo, Enano, Halfling o incluso un piel verde se convierta en vampiro, pero es inaudito que un pura sangre rompa su inmenso esnobismo inveterado hacia las demás razas mortales.
El Beso de Sangre de Cada Clan[]
Dragón Sangriento[]

Los Dragones Sangrientos no ven su necesidad de alimentarse como una adicción, sino más bien como una necesidad transitoria, como puede ser afilar una espada o dar de beber a un caballo. Así como no confiarían en un caballero que descuidase sus armas, tampoco concederían el Beso de Sangre a otro que no fuera lo bastante responsable como para alimentarse apropiadamente. Sin embargo, lo que cada uno considera apropiado varía en gran medida: algunos creen que beber hasta hartarse es su derecho y su privilegio, mientras que otros consideran cada sorbo que dan un vergonzoso recordatorio de su fracaso. No obstante, cabe señalar que estos últimos no tienen ningún problema a la hora de quitar la vida a los mortales; tan sólo después, cuando beben su sangre. Lo primero es una señal de fuerza, lo segundo de debilidad.
La entrega de un futuro hijo de las tinieblas al arte de la guerra es mucho más importante que su actitud respecto a la alimentación. Los Dragones sólo captan a los guerreros más extraordinarios como candidatos al Beso. Deben tener una destreza increíble y una dedicación extrema a su oficio, tanto mejor si su insaciable obsesión hace que sus propios camaradas de armas se sientan incómodos o hastiados. No obstante, aparte de esto no hay más condiciones; el arte de la guerra no distingue de nacionalidad, credo ni sexo. Para medir el verdadero calibre de un candidato potencial, suelen retarlos a un duelo mortal. Los que sobreviven son tomados como escuderos y estudiantes, y si siguen siendo prometedores, acaban recibiendo el don de la no-vida.
Hay algunas excepciones. A veces se da el Beso a sirvientes de confianza o compañeros de aventuras, para que puedan seguir junto al vampiro con el paso de los siglos. Hay ocasiones en las que un Dragón Sangriento se enamora y otorga el Beso a su amada para no perderla jamás. Si algún otro individuo del clan descubre que un Dragón ha abandonado su búsqueda movido por el amor u otros asuntos mundanales, se expulsará de la orden al caballero caído. Sin embargo, dado su meticuloso proceso de selección y la diligencia con que se regulan a sí mismos, no suele darse el caso.
De hecho, el clan Dragón Sangriento es el que más discrimina a la hora de escoger a su progenie, y son con diferencia los más moderados. Convertirse en Dragón Sangriento es aceptar el honor más sagrado y emprender la búsqueda más agotadora. Que los demás clanes vampíricos saturen el mundo con su descendencia imperfecta y endogámica. Los Dragones Sangrientos no necesitan familias tan numerosas ni parientes inferiores que les sirvan como criados. No se necesitan más que a ellos mismos, y por eso únicamente toman a los mejores.
Lahmia[]

Se dice que todas las vampiresas de la hermandad del clan Lahmia descienden de la Reina de Lahmia, Neferata, uno de los siete nobles vampiros que escaparon a la destrucción de la ciudad. De ella se dice que desprecia a los varones, y por esto muy pocos de los vampiros del clan Lahmia son hombres. En vez de ello, elige doncellas extraordinariamente bellas de entre las familias más nobles del Viejo Mundo para recompensarlas con el Beso de Sangre, después de lo cual intentan conseguir el control de los humanos que las rodean utilizando la astucia y la intriga.
Existe una distinción entre los miembros del clan y los de la Hermandad de Lahmia. Las muchachas jóvenes con atributos deseables (la capacidad de seducción es uno de ellos) son "invitadas" a unirse al clan y enviadas al Pináculo de Plata para ejercer de doncellas al servicio de Neferata. Allí son adiestradas en diversas artes tanto mágicas como de manipulación bajo la estela de su reina. Las estudiantes más sobresalientes se incorporan como miembros de la Hermandad y son enviadas al mundo exterior para propugnar los intereses de Neferata, aunque también hay algunas que no se unen a ella y permanecen en el Pináculo para servir a su reina y transmitir sus conocimientos a las nuevas progenies. Las favoritas de Neferata incluso gozan del privilegio de cuidar de sus numerosos gatos.
Algunas vampiresas eluden este periodo de formación y saltan directamente de la vida mortal a pertenecer a la Hermandad. Por lo general, se trata de mujeres en posiciones de poder que pueden ser de utilidad inmediata para el clan, como viudas herederas de las fincas de sus difuntos esposos o jóvenes doncellas a punto de contraer matrimonio con personalidades de gran prestigio. Estas vampiresas se incorporan directamente en la Hermandad y son adiestradas sobre la marcha por sus mentoras para que puedan conservar sus identidades anteriores y mantener la ilusión de mortalidad.
Es muy poco frecuente que un varón impresione a la Hermandad hasta el punto de ser invitado al clan. Se tiene constancia de que algunos hombres excepcionales han sido aceptados por este linaje, pero aunque se les concede el Beso al amparo del clan, jamás se les permite acceso pleno al círculo interior del Pináculo de Plata, y desde luego nunca se les considera miembros plenos de la Hermandad.
Necrarca[]

Los vampiros del clan Necrarca suelen conceder el Beso de Sangre a sus aprendices más capacitados. Es raro que un Necrarca encuentre a un pupilo a quien no tema otorgarle este don, ya que podría volverse contra él. Por eso son los menos numerosos de todos los clanes vampíricos. Los Necrarcas recién creados no adquieren su repulsivo aspecto en el acto, aunque no tardan mucho en hacerlo. En cuestión de un mes quedan reducidos a pesadillas esqueléticas. En sus primeros días de existencia, ansían beber sangre tanto como cualquier vampiro normal, y la toman en grandes cantidades para potenciar la segunda transformación de monstruo a abominación. Esta angustiosa experiencia les arrebata todo resquicio de cordura que les quedara.
Durante este tiempo también desarrollan la potente visión bruja de los Necrarcas. Pueden ver los espíritus de los muertos tan claramente como si fueran sólidos, y perciben los Vientos de la Magia como si fueran más reales que el cielo o los árboles. Por otro lado, la realidad les parece insustancial y ajena: esto hace que los vampiros de este clan se aíslen del mundo. Con el interminable paso de los años, acaban considerando su entorno como algo totalmente irrelevante.
Tradicionalmente, los Necrarcas adoptan un nombre nehekharano al unirse al clan, y renuncian a su antiguo nombre al dejar atrás su vida anterior. Esta costumbre la comparten los nigromantes que veneran a Nagash.
Strigoi[]

A diferencia de los demás clanes vampíricos, los Strigoi no son criaturas sociales. Únicamente por razones de seguridad es mejor que no se reúnan ni se comuniquen con ningún otro miembro de su estirpe. La mayoría encuentran demasiado dolorosos los recuerdos que ello les trae a la memoria. Además, los Strigoi no conceden el Beso de Sangre a cualquiera, salvo en los casos más excepcionales. De nuevo, el riesgo de exposición es mucho mayor tras semejante acto, y la idea de maldecir a alguien a llevar la misma no-vida que ellos va incluso más allá de la inmensa crueldad de sus tenebrosas almas.
Pero no es sólo piedad lo que les lleva a no engendrar, sino también vanidad; cuando la gloria de Strigos sea restaurada de nuevo, sólo heredarán el reino los que sean dignos de él, es decir, aquellos a quienes les fue cruelmente arrebatado hace ya tantos años. Alguien que ni siquiera recuerde aquel suceso no podría unirse a sus filas más que mostrando una increíble entrega y deferencia al linaje de Strigos.
Sin embargo, en el excepcional caso de verse en la necesidad de conceder el Beso de Sangre, pueden encontrar candidatos entre algunas de las comunidades de striganos errantes del Viejo Mundo, con los que en algunos casos mantienen muy buenas relaciones mutuas. Además, como un último recurso, se sabe de algunas pocas ocasiones en que los Strigoi han concedido el Beso a uno de los numerosos necrófagos que los acompañan.
Von Carstein[]

La dependencia de la imagen noble y altiva del vampiro entre los von Carstein es la razón de que sean tan selectivos a la hora de conceder el Beso de Sangre. No sería sensato transmitir la sangre de los von Carstein a alguien que alterne con la plebe o no sepa mantenerse a la altura de la familia. Un von Carstein debe ser arrogante hasta la médula, y estar totalmente convencido del lugar privilegiado que ocupan en el universo tanto él como su familia. De no ser así en el momento en que se da el Beso, deberá ser aleccionado: de hecho, los nuevos vampiros son instruidos en todos los aspectos de su vida nobiliaria, incluidas las artes de la estrategia, la manipulación y la conspiración. De igual modo, si el vampiro fuese deficiente en cuanto a sus dotes y obligaciones como noble, podría ser exhortado a respetar el honor del apellido familiar, y eso si tiene suerte. Nadie recibe una segunda advertencia.
El modo más sencillo de garantizar que alguien posee la educación y temperamento necesarios para pertenecer al clan von Carstein consiste en asegurarse de que haya alguna relación de parentesco. Limitando el acceso a aquellos de sangre familiar se garantiza la perpetuación del linaje y se amplía la verdadera familia. Los que pretenden unirse al clan sin haber nacido con sangre de von Carstein deben desposarse con algún miembro de la familia. Esto no es moco de pavo. Al igual que los altaneros nobles de Altdorf, los vampiros del clan von Carstein suelen examinar a fondo el historial de un posible aspirante, remontándose varios cientos de años en su pasado para asegurarse de que no haya rastro de sangre plebeya o conductas indecorosas en su familia. Por supuesto, este tipo de cosas pueden ocultarse o ser manipuladas; lady Ariette perjudicó seriamente la reputación de su rival lady Carlotta al convencerla de que diera el Beso de Sangre al aparentemente impecable lord Engelmier, para luego descubrir con escándalo que su abuelo había sido arrendatario de una granja.
Cuando nos referimos al linaje mortal de los von Carstein, al tratarse de no-muertos es necesario hacer un inciso. Johann Haifisch fue uno de los diversos nigromantes que vistieron atuendos de nobles en Sylvania. Su gran logro fue la elaboración de un ritual que vinculó para siempre su sangre a la tierra, valiéndose para ello de hitos mágicos, sacrificios de sangre y pactos con poderes tenebrosos para proporcionarse a sí mismo y a sus descendientes una perversa herencia de maldad y magia. Cuando Vlad tomó el poder, la familia Haifisch sobrevivió ofreciéndole a sus hermosas hijas, y a través del matrimonio con los vampiros adquirieron el apellido von Carstein. El poder mágico de estos von Carstein mortales aumenta enormemente cuando son transformados en vampiros, por lo que ambos linajes han convivido entrelazados durante siglos. Cuando Mannfred cayó en la Batalla del Pantano de Hel, adoptaron otros nombres y se ocultaron para aguardar su regreso.
Como siempre, hay excepciones a este meticuloso proceso de selección, ya que si los nobles son excéntricos por naturaleza, los von Carsteins lo son aún más. También abundan los casos de locura total en su linaje. Se cuentan historias de Condes Vampiro que transformaron a vulgares mozos de cuadra o sirvientas porque les gustaba su aspecto, por no mencionar a sus caballos, perros y gatos predilectos. Estas excepciones suelen desaprobarse (sobre todo porque las mascotas se pueden disecar o reanimar como zombis), pero las excentricidades también se consideran derecho y privilegio de la sangre noble. Si alguien es lo bastante excéntrico, podría convertirse en la comidilla de la temporada y redimir así su estatus social (convertir a un mozo de cuadra es un insulto, pero convertir a todo un harén de cincuenta concubinas es un ostentoso divertimento).
Resumiendo, en lo relativo al Beso de Sangre entre los von Carstein, como todo lo demás en la vida de los ricos y ociosos, se debe guardar una gran cantidad de decoro; pero toda norma puede quebrantarse si se tiene suficiente poder.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (5ª Edición).
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (6ª Edición).
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (8ª Edición), pág. 6.
- Warhammer Fantasy JdR: Amos de la Noche (2ª Ed. Rol), págs. 35-36.
- Total War: Warhammer.