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Apoyando a los lanceros encabezados por Yeasir que se dirigían a pie por un campo de exterminio hasta la puerta oriental, los magos de Saphery y Bathinair acosaron a las tropas enemigas sobre las murallas que quedaban fuera del alcance de las tropas con ballestas y paveses que proporcionaban apoyo desde tierra los lanceros. El Príncipe de Yvresse y Garraroja fueron dejando un rastro de cuerpos decapitados y desmembrados a lo largo de un tramo del muro norte de la entrada hasta que la intensidad de las ráfagas de flecha que les arrojaban los forzó a remontar el vuelo, vertiendo sangre por numerosas heridas. Finalmente, con el apoyo de los jinetes de Ellyrion, los lanceros de Yeasir llegaron hasta los inmensos muros del saliente de la muralla, seguidos de los cracianos y los lanceros de Yvresse. Gracias a los sombríos de la Casa de Anar que se inflitraron en Anlec, Yeasir y sus lanceros no fueron atacados en su avance entre las murallas hasta las puertas, las cuales fueron abiertas mientras los lanceros de Yeasir avanzaban hacia ellas, permitiendo el acceso a la ciudad a las tropas a la carrera.
 
Apoyando a los lanceros encabezados por Yeasir que se dirigían a pie por un campo de exterminio hasta la puerta oriental, los magos de Saphery y Bathinair acosaron a las tropas enemigas sobre las murallas que quedaban fuera del alcance de las tropas con ballestas y paveses que proporcionaban apoyo desde tierra los lanceros. El Príncipe de Yvresse y Garraroja fueron dejando un rastro de cuerpos decapitados y desmembrados a lo largo de un tramo del muro norte de la entrada hasta que la intensidad de las ráfagas de flecha que les arrojaban los forzó a remontar el vuelo, vertiendo sangre por numerosas heridas. Finalmente, con el apoyo de los jinetes de Ellyrion, los lanceros de Yeasir llegaron hasta los inmensos muros del saliente de la muralla, seguidos de los cracianos y los lanceros de Yvresse. Gracias a los sombríos de la Casa de Anar que se inflitraron en Anlec, Yeasir y sus lanceros no fueron atacados en su avance entre las murallas hasta las puertas, las cuales fueron abiertas mientras los lanceros de Yeasir avanzaban hacia ellas, permitiendo el acceso a la ciudad a las tropas a la carrera.
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Mientras las fuerzas de Malekith se introducían cautelosamente en las laberínticas calles de Anlec, fueron confrontadas en su avance por el Príncipe traidor Kheranion (el azote de los elfos contrarios a Morathi en Nagarythe) a lomos de una mantícora. Kheranion realizó una serie de ataques en picado de breve duración contra la columna de avance de Malekith, permitiendo de esta forma detener su avance y que las tropas defensivas se acumulasen alrededor de la columna atacándola y acosándola. Los guerreros empezaron a ponerse de los nervios y Malekith acosado por tierra y aire apremió con frustración a su ejército para que avanzara abriéndose paso hasta el palacio, pese a que sabía que lo que se extendía más adelante era un campo de exterminio que multiplicaría la vulnerabilidad de sus elfos. Enseguida las calles sinuosas los condujeron hasta una explanada rectangular cercada por unos altos muros salpicados de orificios letales. En medio de la lluvia de flechas que provenía de aquellas estrechas rendijas Malekith reunió la energía para un hechizo valiéndose de la magia negra que rebosaba en el corazón de Anlec. Pero incapaz de hacer que la magia negra se sometiese a su voluntad y no se deslizase y escapase de su control mental, dio rienda suelta a su frustración y liberó el torrente de magia. Entonces la magia se materializó en un nubarrón de flechas, que se alejó ferozmente de Malekith y cada pequeña saeta que componía la ráfaga se retorció y encorvó introduciéndose por las aspilleras y rendijas de los altos muros y matando a los defensores ocultos tras ellos. Kheranion se lanzó de nuevo al ataque y se precipitó sobre los guerreros de Malekith con la pica calada, enzarzándose en un duelo de magia con Malekith que atrajo toda su concentración impidiéndole advertir el cuerpo que surcaba el cielo en dirección a él. Kheranion reparó en los alaridos del grifo de Bathinair y se volvió pero era demasiado tarde. Blandida por Bathinair Nagrain atravesó con su punta cristalina la zona donde el ala derecha de la mantícora se unía al resto del cuerpo. La mantícora emitió un extraño alarido, giro, y araño con sus garras el pecho de Garraroja. La monturas se engancharon y cayeron en espiral hacia el suelo, mientras Bathinair y Kheranion se atacaban mutuamente protegiéndose de sus respectivas acometidas. Kheranion repelió con su escudo mágico el ataque de Nagrain y hundió su pica mágica en la garganta de Garraroja; provocando la muerte al poco tiempo del grifo. Las dos bestias con sus jinetes se estrellaron contra un tejado, por el que fueron rodando hasta aterrizar finalmente en el suelo adoquinado de la calle. La mantícora golpeo a Bathinair en el pecho con el aguijón de su cola, haciendo que saliera volando de su trono. Kheranion desenfundó una espada, avanzando con determinación hacia el maltrecho Bathinair, mientras la mantícora, herida con un ala inutil, se erguía y se lanzaba a la carga. Al auxilio de Bathinair acudió Malekith con Avanuir desenfundada y espoleando su caballo, pero otra sombra le oscureció brevemente. Era Merneir a lomos de su pegaso, quién lanzó una bola de fuego azul que surcó el cielo y estalló junto a Kheranion. El príncipe saltó por los aires y la mantícora se derrumbó sobre un costado. Mientras Merneir atacaba a la mantícora, Kheranion se ponía en pié conmocionado. A la espalda del príncipe traidor, Bathinair también se levantó del suelo, aferrando a Nagrain con ambas manos. Enfurecido y herido, levantó la lanza y la apuntó hacia Kheranion, y una nube de trizas de hielo salió disparada de la punta del arma y embistió la armadura del príncipe, quién de nuevo se desplomó sobre el suelo. Desesperado, Kheranion arrojó una descarga de energía mágica que impactó de lleno en el pecho de Bathinair y lo lanzó contra un muro que se levantaba una docena de pasos tras él. Kheranion trató de recuperar su espada pero fue confrontado finalmente por Malekith quien le derrotó y aceptó con desdén su arrepentimiento y súplicas de piedad perdonándole la vida.
   
 
== Fuente ==
 
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Revisión del 04:14 26 ene 2020

Príncipe de Yvresse

Bathinair, fue un Príncipe de Yvresse durante el reinado de Bel Shanaar el Explorador. Montaba en batalla a Garraroja; un monstruoso grifo capturado cuando era una cría en las Montañas Annulii, y adiestrado en Tor Yvresse para convertirse en montura.

Durante la Batalla de Anlec se le describe montando al majestuoso Garraroja. El grifo tenía un enorme cuerpo de gato de caza con franjas blancas y negras que triplicaba las proporciones de un caballo. Tenía cabeza de águila, con una cresta alta compuesta por plumas rojas y azules, y sus garras carmesíes de poderosa ave rapaz parecían espadas curvadas. De sus robustos hombros partían unas amplias alas de plumas grises y negras, entre las cuales se había instalado el trono de madera blanca que alojaba a Bathinair y en cuyo respaldo revoloteaban los estandartes de Yvresse y de su linaje. El príncipe blandia la lanza de hielo Nagrain, cuya asta bañada en plata brillaba con la luz matinal y cuya refulgente punta de cristal superaba en dureza a cualquier metal. Bathinair comandaba el ala sur del ejército de Malekith donde luchaban sus 2000 lanceros de Yvresse con lanzas y escudos azules y togas de luto y los cracianos.

Bathinair participó en las deliberaciones entre los príncipes, cuando Bel Shanaar convocó a los señores de Ulthuan por primera vez en el XIII siglo de su reinado en su palacio en Tor Anroc para tratar el problema de como atajar las sectas del placer y evitar que sus prácticas y ceremonias infames y depravadas y sus sacrificios malignos siguieran atrayendo magia negra y acumulándola en torno al Gran Vórtice. De entre los príncipes presentes ninguno quiso asumir el reto de ocuparse de la erradicación de las sectas del exceso, hasta la llegada de Malekith de su viaje a las tierras septentrionales al norte de Ulthuan, quien asumió el reto sin dudarlo. Bathinair se mostró desde el primer momento partidario de Malekith afirmando que por sus venas corre la sangre más noble y pidiéndole que del mismo modo que luchó junto a su padre contra los demonios devolviera la luz a Ulthuan.

Aunque no participó en la primera expedición de Malekith a Nagarythe y los 10.000 lanceros que Yvresse y Eataine enviaron no llegaron desde el Mar Interior antes de la huida de Malekith de Ealith, si le acompañó en la invasión de Nagarythe desde Ellyrion cruzando el Paso del Dragón la primavera siguiente. Él y sus 2000 lanceros ocuparon el flanco derecho en la Batalla de Anlec.

Mientras las fuerzas terrestres de Malekith marchaban ordenadamente contra la puerta oriental de Anlec, Bathinair se alzó hacia los cielos con su grifo encaminándose hacia una de las torres del perímetro exterior de Anlec. Lanzándose en picado sobre la torre, Bathinair envistió a los elfos traidores de Nagarythe con Nagrain; su pica mágica de hielo que emitió un destello de energía y atravesó los pechos de los traidores, mientras su grifo masacraba ferozmente a los enemigos descuartizándolos y desgarrándolos con su pico y sus garras de ave rapaz. Al mismo tiempo, los magos Thyriol y Merneir atacaban sobre sus pegasos otra torre exterior, haciendo explotar la parte superior de la torre, mientras sus enemigos eran quemados y lanzados contra el suelo junto a trozos de granito de la estructura. Gracias a Bathinair y los magos de Saphery pudo abrirse un brecha de seguridad entre las torres exteriores de Anlec, por la que pasaron las tropas terrestres encabezadas por Malekith mientras lanzaban estruendosas ovaciones y agradecimientos a Bathinair y los magos que les sobrevolaban en circulo.

Las fuerzas terrestres debieron hacer frente más adelante a un obstáculo más exigente; el puente fortificada que protegía el paso por el foso de fuego mágico de Anlec. Un bastión imponente de cuatro torres fortificadas inmensas posicionadas en parejas, cada una de las cuales tenía una de las partes de la pasarela que permitía el paso por el foso de fuego. Adelantándose a sus tropas, Malekith encaró las puertas fortificadas del foso, utilizando su poder mágico incrementado por cinco por la Corona de Hierro, y su conocimiento de las palabras de poder que regían el foso de fuego mágico para lanzar un hechizo que volviera las llamas del foso contra los defensores de Anlec. Estas se oscurecieron hasta adquirir un color negro y adquirieron una altura de treinta metros, ondulándose y para formar dos olas a cada lado del puente del foso. Juntando sus manos las olas de fuego mágico con un ruido ensordecedor convergieron atropelládamente sobre el puente envolviendo a sus defensores en las barbacanas y las torres en fuego mágico negro, siendo los soldados y las máquinas incinerados fulminantemente en los adarve por llamas azabaches, convirtiéndose en nubes de cenizas que quedaron flotando sobre el puente, hasta que Malekith cuando comprobó que los añejos tablones del puente levadizo empezaban a ser chamuscados por el fuego, puso fin al hechizo separando los brazos y las llamas recuperaron su altura y disposición inicial, recuperando su color verde original, mientras el fuego perdía su fuerza. Con el puente fortificado despejado, Malekith ordenó a su tropas reanudar el avance. El siguiente paso sería la parte más difícil del asalto; el ataque contra las muralla. Bathinair y los magos prestarían un apoyo vital en esta fase contra los enemigos en las murallas, pero la rapidez para el ejército de Malekith sería esencial. Aun así las bajas era serían cuantiosas.

Apoyando a los lanceros encabezados por Yeasir que se dirigían a pie por un campo de exterminio hasta la puerta oriental, los magos de Saphery y Bathinair acosaron a las tropas enemigas sobre las murallas que quedaban fuera del alcance de las tropas con ballestas y paveses que proporcionaban apoyo desde tierra los lanceros. El Príncipe de Yvresse y Garraroja fueron dejando un rastro de cuerpos decapitados y desmembrados a lo largo de un tramo del muro norte de la entrada hasta que la intensidad de las ráfagas de flecha que les arrojaban los forzó a remontar el vuelo, vertiendo sangre por numerosas heridas. Finalmente, con el apoyo de los jinetes de Ellyrion, los lanceros de Yeasir llegaron hasta los inmensos muros del saliente de la muralla, seguidos de los cracianos y los lanceros de Yvresse. Gracias a los sombríos de la Casa de Anar que se inflitraron en Anlec, Yeasir y sus lanceros no fueron atacados en su avance entre las murallas hasta las puertas, las cuales fueron abiertas mientras los lanceros de Yeasir avanzaban hacia ellas, permitiendo el acceso a la ciudad a las tropas a la carrera.

Mientras las fuerzas de Malekith se introducían cautelosamente en las laberínticas calles de Anlec, fueron confrontadas en su avance por el Príncipe traidor Kheranion (el azote de los elfos contrarios a Morathi en Nagarythe) a lomos de una mantícora. Kheranion realizó una serie de ataques en picado de breve duración contra la columna de avance de Malekith, permitiendo de esta forma detener su avance y que las tropas defensivas se acumulasen alrededor de la columna atacándola y acosándola. Los guerreros empezaron a ponerse de los nervios y Malekith acosado por tierra y aire apremió con frustración a su ejército para que avanzara abriéndose paso hasta el palacio, pese a que sabía que lo que se extendía más adelante era un campo de exterminio que multiplicaría la vulnerabilidad de sus elfos. Enseguida las calles sinuosas los condujeron hasta una explanada rectangular cercada por unos altos muros salpicados de orificios letales. En medio de la lluvia de flechas que provenía de aquellas estrechas rendijas Malekith reunió la energía para un hechizo valiéndose de la magia negra que rebosaba en el corazón de Anlec. Pero incapaz de hacer que la magia negra se sometiese a su voluntad y no se deslizase y escapase de su control mental, dio rienda suelta a su frustración y liberó el torrente de magia. Entonces la magia se materializó en un nubarrón de flechas, que se alejó ferozmente de Malekith y cada pequeña saeta que componía la ráfaga se retorció y encorvó introduciéndose por las aspilleras y rendijas de los altos muros y matando a los defensores ocultos tras ellos. Kheranion se lanzó de nuevo al ataque y se precipitó sobre los guerreros de Malekith con la pica calada, enzarzándose en un duelo de magia con Malekith que atrajo toda su concentración impidiéndole advertir el cuerpo que surcaba el cielo en dirección a él. Kheranion reparó en los alaridos del grifo de Bathinair y se volvió pero era demasiado tarde. Blandida por Bathinair Nagrain atravesó con su punta cristalina la zona donde el ala derecha de la mantícora se unía al resto del cuerpo. La mantícora emitió un extraño alarido, giro, y araño con sus garras el pecho de Garraroja. La monturas se engancharon y cayeron en espiral hacia el suelo, mientras Bathinair y Kheranion se atacaban mutuamente protegiéndose de sus respectivas acometidas. Kheranion repelió con su escudo mágico el ataque de Nagrain y hundió su pica mágica en la garganta de Garraroja; provocando la muerte al poco tiempo del grifo. Las dos bestias con sus jinetes se estrellaron contra un tejado, por el que fueron rodando hasta aterrizar finalmente en el suelo adoquinado de la calle. La mantícora golpeo a Bathinair en el pecho con el aguijón de su cola, haciendo que saliera volando de su trono. Kheranion desenfundó una espada, avanzando con determinación hacia el maltrecho Bathinair, mientras la mantícora, herida con un ala inutil, se erguía y se lanzaba a la carga. Al auxilio de Bathinair acudió Malekith con Avanuir desenfundada y espoleando su caballo, pero otra sombra le oscureció brevemente. Era Merneir a lomos de su pegaso, quién lanzó una bola de fuego azul que surcó el cielo y estalló junto a Kheranion. El príncipe saltó por los aires y la mantícora se derrumbó sobre un costado. Mientras Merneir atacaba a la mantícora, Kheranion se ponía en pié conmocionado. A la espalda del príncipe traidor, Bathinair también se levantó del suelo, aferrando a Nagrain con ambas manos. Enfurecido y herido, levantó la lanza y la apuntó hacia Kheranion, y una nube de trizas de hielo salió disparada de la punta del arma y embistió la armadura del príncipe, quién de nuevo se desplomó sobre el suelo. Desesperado, Kheranion arrojó una descarga de energía mágica que impactó de lleno en el pecho de Bathinair y lo lanzó contra un muro que se levantaba una docena de pasos tras él. Kheranion trató de recuperar su espada pero fue confrontado finalmente por Malekith quien le derrotó y aceptó con desdén su arrepentimiento y súplicas de piedad perdonándole la vida.

Fuente

  • La Secesión: Malekith