Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo

¡Estamos preparando el siguiente sorteo en nuestro Patreon!

LEE MÁS

Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Flagelantes contra zombis

La Batalla del Páramo Siniestro fue la batalla culminante que puso final a la Segunda Guerra de los Condes Vampiros. En el año 2121, los ejércitos de Konrad von Carstein fueron derrotados a manos de una coalición conjunta de las numerosas provincias del Imperio y los ejércitos de los Enanos.

Contexto[]

Tras su derrota en la Batalla de los Cuatro Ejércitos y su fallida estratagema de manipulación del cadáver de Helmut dentro de la ciudad de Averheim en el 2100, Konrad tuvo que retirarse hasta Sylvania, quemando todas las ciudades y aldeas a su paso, y matando a todo aquel con quien se encontró.

Durante las siguientes dos décadas, las huestes de Konrad atacan Ostermark, Hochland, Stirland y Middenheim, aunque el propio Conde Sangriento apenas es visto. Cuando Konrad se pone por fin al frente de sus tropas, lleva a cabo una serie de impulsivos asaltos contra castillos Imperiales, en los que la horda no muerta es repelida en varias ocasiones sufriendo graves pérdidas. Estos eventos finalmente provocaron la formación de una segunda alianza entre las distintas provincias imperiales combinada con los Enanos, para hacer frente a los No Muertos en el inhóspito Páramo Siniestro.

Por aquella época, debido a sus derrotas y a las deserciones entre sus filas, la locura y la paranoia de Konrad había empeorado de tales maneras que le costaba distinguir la realidad de las fantasía, viendo traición en todas partes. Su comportamiento se había vuelto tan errático que sus nigromantes más favorecidos temían por sus vidas. Al ver que no ganaban nada permaneciendo a su lado, los Caballeros del Clan Dragón Sangriento abandonaron a Konrad, alejándose del ejército del conde la víspera de la batalla. Konrad estaba tan indignado por aquella afrentas su autoridad que ordenó a su hueste atacar a las fuerzas conjuntas en lugar de replegarse, que hubiera sido lo más sensato.

Batalla[]

Tal como ya había ocurrido anteriormente, en un principio los guerreros de elite de Konrad resistieron el castigo de los arcabuces y máquinas de guerra Imperiales y Enanas, y mantuvieron su inexorable avance. Pero entonces, de repente, los regimientos de No Muertos vacilaron y se derrumbaron, mientras se disipaba la energía mágica que los había mantenido unidos hasta entonces.

Casi todos los Nigromantes de Konrad le habían traicionado finalmente, dándose a la fuga, y muchos vampiros se habían vuelto contra ellos mismos. El ejército de los muertos estaba destruyéndose a sí mismo. Lo único que tenían que hacer los vivos era observar.

En su desesperación, solo la fuerza de voluntad y las habilidades vampíricas de Konrad pudieron mantener reanimada a una pequeña porción de su ejército. Las fuerzas de los vivos se reagruparon al darles nuevos bríos el colapso del enemigo. Armados con espadas y lanzas, cargaron por el fango del campo de batalla, donde tropezaban y caían para volver a levantarse y seguir adelante, bramando gritos de guerra que eran terribles de oír.

Finalmente, el esfuerzo por mantener a sus escasas huestes unidas resultó ser demasiado intenso para el Conde de Sylvania, y en un instante fue víctima de un ataque de locura y empezó a deambular alejándose de la batalla, mientras se gritaba a sí mismo de forma maníaca.

Konrad vagó por los bosques cercanos sin rumbo hasta que fue emboscado por el héroe Enano Grufbad, quien lo capturó y lo mantuvo sujeto mientras Helmar, el recién electo Conde Elector, procedía a empalar con su espada Colmillo Rúnico al asesino de su padre.

Con la muerte de Konrad, la Segunda Guerra del Vampiro finalmente había terminado, y con el tiempo, los Condes Electores volvieron a enfrentarse entre ellos una vez más.

Fuentes[]

  • Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (5ª Edición). Pags 28-29.
  • Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (7ª Edición). Pag 17.
  • Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (8ª Edición). Pag 14.
    • Cap 25: Matar a los pájaros burlones