Batalla de las Llanuras de Ellyrion

NO TOCAR, EN PROCESO DE ESCRITURA

La Batalla de las Llanuras de Ellyrion fue una confrontación en la que se enfrentaron las fuerzas del reino de Ellyrion, comandados por el príncipe Finudel y su hermana Athielle, contra las fuerzas Druchii, comandadas por Kheranion.

Contexto

Tras derrotar al ejército de naggarothi leales al Rey Fenix en la Batalla del Pantano Oscuro, los Elfos Oscuros se dedicaron a rastrear las montañas de Elanardris y dar caza a los elfos que allí ocultaban. Miles de elfos fueron torturados y ejecutados y la casa Anar fue casi completamente destruida si no fuera por que Alith Anar consiguió sobrevivir y escapar hacia el reino de Ellyrion con unos pocos supervivientes, uniéndose a las fuerzas del príncipe Finudel.

Tras un breve periodo de paz para reorganizar sus fuerzas, los Elfos Oscuros avanzaron sobre Ellyrion para conquistarla y someterla, tal y como habían hecho con otros territorios que se habían opuesto a los Druchii. Antes estas amenaza, el príncipe Finudel y su hermana Athielle organizaron su huestes y enfilaron hacia poniente en dirección al Paso del Águila para hacerles frente y proteger su tierra y sus súbditos. A ellos se le unieron Alith Anar y sus guerreros sombríos, deseosos de vengarse por la destrucción de sus tierras.

Cuando faltaban dos días para alcanzar el paso, regresaron los exploradores con información sobre el ejército druchii. Alith fue requerido para que se reuniera con los príncipes ellyrianos con el fin de decidir una estrategia. El ejercito Druchii contaba con al menos cuarenta mil soldados de infantería y otra decena de miles de caballeros. Eso superaba en más de diez mil los guerreros que había conseguido reunir Ellyrion, aunque el príncipe Finudel confiaba en su caballería, que era el doble del enemigos y contaba con mejores caballos y jinetes.

Preparativos para la Batalla

A la hora de decidir la estrategia, hubo acaloradas discusiones sobre cual era el mejor lugar para presentar batalla. Alith sugirió atacar a los Elfos Oscuros antes de que abandonasen el Paso del Águila, donde el considerable número de sus efectivos supondría una desventaja, pero Finudel y Atheltain preferían campo abierto donde aprovechar mejor la ventaja de su caballería, en lugar del pedregosos valle del Paso del Águila. Filialmente, los hermanos impusieron su decisión, y aunque Elith consideraba aquella decisión un error, no estaba dispuesto a abandonar a sus aliados.

Finudel y Athielle decidieron establecer su posición en las praderas de Nairain Elyr, a menos de un día de marcha de la boca del Paso del Águila, en el punto donde el cauce del río Irlana, procedente de las montañas, se ensancha y hace un meandro para torcer hacia el norte y seguir su curso por el este en dirección al Mar Interior. Los ellyrianos situaron la infantería a la derecha, con el flanco protegido por el río, mientras que la caballería se posicionó a la izquierda, donde gozaban de la libertad que ofrecían los vastos campos que se extendían hacia el sur. Alith montó el campamento de su exigua fuerza —cuatro mil guerreros— un poco más al sur.

Los druchii avanzaban mientras las largas filas plateadas, blancas y azules de los ellyrianos aguardaban en sus posiciones la embestida de las huestes brunas. Los corceles blancos piafaban y relinchaban compartiendo la agitación de sus jinetes. Un centenar de estandartes ondeaban prendidos de los mástiles plateados y los cornetas se llevaron los cuernos dorados a los labios para emitir notas desafiantes.

Los Guardianes de Ellyrion se dividieron en dos escuadrones, uno liderado por Finudel y el otro por Athielle. La princesa iba embutida en una armadura de plata con incrustaciones de zafiros. En la mano derecha empuñaba una espada blanca, la hoja invernal Amreir, mientras que en el brazo izquierdo sostenía un escudo en forma de cabeza de caballo, cuya crin era una sinuosa mata de hilos de oro. El aspecto de Finudel no era menos impresionante. Iba armado con Cadrathi —la lanza con la cabeza estrellada forjada por Caledor Domadragones y en cuya punta resplandecía una llama dorada — y recubierto por una panoplia de oro; colgada de sus hombros ondeaba una capa grana. Su montura, Casco de Nieve, hermana del corcel de Athielle, estaba envuelta en una larga barda de ithilmar dorado con una runa protectora inscrita en cada escama de las launas.

Por su parte Alith Anar y algo más de dos centenares de Sombríos, todos ellos ataviados con capas negras para aprovechar la oscuridad que trajeron los Elfos Oscuros, se sdesplazaron hacia el oeste para rodearel flanco derecho de las huestes druchii. El resto del ejército del príncipe Anar permaneció listo para entrar en acción en el campamento, con la orden de atacar a las fuerzas enemigas si se acercaban demasiado. De lo contrario, no debían moverse hasta que él regresara de su incursión con los Sombríos.

Las fuerzas druchii por su parte, avanzaban en columnas que parecían serpientes negras y plateadas, enarbolando estandartes con runas dedicadas a dioses ávidos de sangre y diosas malvadas. Muchos guerreros se habían pintado o repujado con una letra retorcida que ardía con magia negra los símbolos de las sectas en los escudos.

Los caballeros de Anlec giraron al sur para encarar a los Guardianes de Ellyrion. Los atronadores gritos de batalla y el sonido estridente de los cuernos proclamaron su desafío a Finudel y Athielle mientras las banderolas negras y púrpura se sacudían con el viento prendidas de las lanzas doradas. Montaban corceles negros con capizanas plateadas recubiertas de pinchos y con los costados protegidos por unas mallas rutilantes.

Los acompañaban sacerdotes y sacerdotisas que deambulaban entre los regimientos, rodeados por las volutas arremolinadas de los gases de su magia. Con sus encantamientos, los brujos cubrieron de nubarrones el firmamento, que centelleó con los relámpagos y tronó al compás del estrépito del ejército en plena marcha. La luz mortecina de la tormenta se extendió por las llanuras y sumió en la penumbra a ambos ejércitos.

Por alguna razón, el ejercito de Elfos Oscuros no llevaran hidras con ellos, pero aunque esto pudo suponer un alivio en parte para los Asur, se desvanecía por el hecho de que Kheranion surcaba el cielo entre los nubarrones montado en su Dragón Negro, Colmillos Sangrientos.

Fuentes

• Libro de Ejército: Altos Elfos (7ª Edición).

• Novela: El Rey Sombrío, por Gav Thorpe.