Artur fue el caudillo teutógeno que descubrió el Fauschlag en el -50 CI y fundó Middenheim en su cima. Se convirtió en el rey nominal del pueblo teutógeno y en su juventud fue visto como el arquetipo de un valiente y feroz gobernante ulricano. Se volvió cruel y vengativo con la edad y murió a manos de Sigmar durante la unificación del Imperio.
Descripción[]
En vida, el Rey Artur era un hombre apuesto, de cabello oscuro, y un rostro curtido mostraba la fortaleza que otorga la natural seguridad en sí mismo de un guerrero que nunca había conocido la derrota. Fue un hombre de complexión fuerte, con los hombros anchos y las caderas estrechas de un espadachín, y aún así en combate se movía con un equilibrio y un porte casi perfectos.
Artur también fue un líder visionario, un feroz luchador y un gran estratega, habiendo liderado a sus guerreros en numerosas, tanto en sus luchas contra criaturas abyectas como Hombres Bestia como contra los ejércitos de otras tribus de los territorios que ahora conforman la nación del Imperio.
Equipamiento[]
En batalla, Artur iba enfundado en una armadura de maravillosa factura, fabricada por enanos y que contaba con runas de protección que lo protegían incluso de las armas mágicas más poderosas. Protegía su cabeza con un alado yelmo de bronce, y combatía con la Espada del Dragón de Caledfwlch.
- Espada del Dragón de Caledfwlch: Era la espada mágica de Artur, que concentraba el poder del frío.
Historia[]
Guerrero-jefe de los Teutógenos[]
No se sabe mucho del pasado de Artur hasta el año –50 CI. En ese momento, el líder de los teutógenos lideró a su errante tribu a través del bosque de Drakwald en busca de un nuevo hogar. Se dice que fue el primero que vio la gran cumbre rocosa en la que ahora alberga a la ciudad de Middenheim, a la cual llamó Fauschlag, que significa Puñetazo, ya que según la historia, la montaña fue golpeado por Ulric para aplanar su cima y que se le rindiera culto allí.
Al ver a aquel lugar, Artur anuncio su intención de construir una fortaleza sobre la roca. Su pueblo no eran constructores renombrados, pero Artur pidió ayuda a un clan enano de las Montañas Centrales para construir un túnel a través de la roca y construir una imponente fortaleza en su pináculo. Los Enanos habían sido obligados a dejar su antiguo hogar, y ofrecieron su ayudar a los humanos a cambio de una parte de la protección que ofrecía el imponente pico. En pocos meses, abrieron una ruta hasta la cima y erigieron las primeras estructuras para los teutógenos. Finalizarían la construcción de la fortaleza de Artur en el –38 CI, llamada Mitgard en honor a las cercanas Montañas Centrales.
A medida que el asentamiento crecía, Artur trató de demostrar que era un jefe digno. Se enfrento muchas veces a las amenazas contra su pueblo, saliendo a la cabeza de jinetes armados vestidos con pieles de lobo. En el año -47 CI, mientras defendía a los aldeanos de Holzbeck, Artur mató a un gigantesco lobo blanco, de cuya piel se haría un magnifico estandarte y su mandibulas se convertirían en la Mandibulas del Lobo.
Cinco años mas tarde, Artur derrotaría al liche Babrakkos tras un duro combate, aunque le quedarían secuelas por ello. En el año -28 Babrakkos regresaría, siendo derrotado nuevamente por los jinetes del Lobo Blanco. Artur concedió a Myrsa, su líder, el cargo de Guerrero Eterno, un gran honor entre los teutógenos.
En el año –17 CI, Artur sería coronado rey de los teutógenos.
La ambición del Rey Artur[]
Hacia el final de su vida, Artur sufrió un cambio: su gallardía se convirtió en crueldad. Muchos afirman que le carcomían las heridas que recibió en su lucha contra Babrakkos el Liche. Otros aseguran que Artur simplemente se había vuelto arrogante después de vivir durante varios años en la cima de su refugio inexpugnable, sintiéndose por encima de los demás hombres. Se volvió avaricioso y quiso convertirse en el señor de todo lo que veía.
Condujo a sus guerreros al oeste y aplastó al ejército de los jutones, lideradas por el rey Marius, en una gran batalla en la costa, empujando a los jutones al sur hacia el estuario del Reik. Los albañiles llegaron tras esta victoria y construyeron torres de piedra y altas murallas. A los pocos años, una docena de estas cosas se extendían por lo que antaño había sido tierra jutona y los guerreros de Artur podían atacar a voluntad a través del bosque. Marius es un líder de guerra astuto y los cazadores jutones son expertos arqueros, pero ni siquiera ellos pudieron prevalecer sobre las estratagemas de Artur.
Al sur, la tribu de los umberógenos crece en poder y declara la guerra a los Hombres Bestia, muchos de los cuales huyen hacia el norte en busca de presas más fáciles. Artur se alzó en armas en contra de la tribu umberógena, culpándoles de la destrucción causada por los Hombres Bestia errantes. Exigió reparaciones y envió partidas de guerra en incursiones para asaltar sus tierras y robarles el ganado.
Uno de sus actos mas infames fue la destrucción de la aldea de Übersreik. El rey Björn de los Umberógenos había ido al norte con su ejército para hacer frente a los norses, dejando a su hijo Sigmar al cargo de sus tierras hasta que regresara. Artur aprovechó la ausencia del rey para poner a prueba las fuerzas de los Umberógenos atacando Übersreik, arrasándola por completo y pasando por la espada a sus habitantes.
Por mucha rabia que sintiera por esta barbarie, Sigmar no podía hacer nada. No contaba con los efectivos para realizar una expedición de castigo y ni quería darle una excusa a Artur para que se lanzara contra ellos en mayor número. Mientras la mayor parte del ejército umberógenos siguiera en el norte, tenía que tragarse su orgullo, pero juró que cuando llegara el momento, Artur pagaría por ello.
Björn murió luchando en el norte y Sigmar sería proclamado rey de los Umberógenos poco después. Junto con Marius de los Jutones, Artur no asistió a los funerales del padre de Sigmar, pero a diferencia del primero, ni siquiera se había molestado en enviar un emisario a los ritos fúnebres de su compañero rey. Esto no había sorprendido a Sigmar y, de hecho, le había alegrado que ningún teutógeno pisara Reikdorf, pues temía represalias por las incursiones contra numerosas aldeas y asentamientos fronterizos en los bordes de las tierras de los Umberógenos.
Enfrentamiento con Sigmar[]
Poco después de ser proclamado nuevo rey de los Umberógenos, Sigmar emprendió una campaña con el objetivo de hacer realidad su sueño de confederar todas las tribus humanas que habitaban entre las Montañas Grises al oeste y las Montañas del Fin del Mundo al este en una sola nación unificada. Artur respondió con desprecio ante esto, pese a todo, a los largo de los años Sigmar va logrando que diversas tribus se unan a él y a su idea de unificación. Su creciente poder preocupó a Artur y juró que su pueblo nunca mostrará lealtad a un jefe extranjero.
Finalmente, en el año –7 CI, Sigmar viajo al Fauschlag con un ejército para rendirles cuentas a Artur por la destrucción que sus partidas de asalto habían provocado en el territorio de los umberógenos. Artur envió a Myrsa a parlamentar con él y hacer que abandonase sus tierras, pues cualquier intento de asediar la ciudad solo terminaría en fracaso. Sigmar no se amedrentó ante estas declaraciones, asegurando que contaba con hombres suficientes para bloquear la ciudad hasta que todos sus habitantes hubieran muerto de hambre. Como era algo que prefería evitar, le dijo que Artur que tiene un día más para enfrentarse a él. De no hacerlo, juró que escalaría la roca e iría a por él.
El día pasó y Artur no se presentó, y como prometió, Sigmar escaló el Fauschlag llevando consigo únicamente el Ghal Maraz. Aunque llegó arrepentirse de su bravata, Sigmar logró la hazaña de escalar la roca con las manos desnudas, siendo llevado por Myrsa hasta la presencia de Artur, quien se encontraba rezando dentro del círculo de piedras que rodea la llama eterna. Nada más llegar al lugar, Sigmar desafió a Artur a un combate singular ante la llama sagrada de Ulric.
Aquel combate resultó ser más duro de lo que Sigma habría esperado. Por un lado aun estaba agotado por la escalada, y no contaba consigo ningún tipo de protección, pues había prescindido de llevar armadura para no cargar con demasiado peso durante el ascenso. Por el otro, pese a su avanzada edad, Artur estaba demostrando ser un guerrero mucho más diestro de lo que Sigmar hubiera esperado, además de contar con armadura rúnica que capaz de aguantar los martillazo del Ghal Maraz, y ser extremadamente habilidoso con Caledfwlch, su espada mágica.
Poco a poco, Sigma se vio superado por su rival, hasta que Artur logró empujarlo a las llamas del fuego plateado para que muriera abrasado. En cambio, Sigmar salio de las llamas con el vigor y energía renovados. Exclamaciones de estupefacción recorrieron el círculo y Sigmar compartió su asombro, pues no tenía ni una marca de quemadura. Una capa de reluciente piel de lobo colgaba de sus hombros y fantasmales zarcillos de niebla se adherían a su cuerpo como si acabara de salir de las profundidades del glaciar más hondo. Ghal Maraz estaba envuelto en un fuego blanco y Sigmar sentía que lo llenaba una violenta energía, salvaje e indómita.
Habiendo recibió la bendición de Ulric, Sigmar se encaró de nuevo con Artur. Sigmar alzó el martillo y la cabeza de Ghal Maraz se encontró con la hoja de Caledfwlch, la cual estalló en miles de fragmentos liberando energías inimaginables. Artur retrocedió, cegado por la explosión, y Sigmar trazó un mortífero arco con su arma hacia la cabeza del rey teutogeno. El martillo mágico chocó contra el yelmo de Artur, abollando el metal y haciendo pedazos el cráneo que había debajo. El cuerpo muerto del rey teutógeno salió volando por los aires y cayó formando un montón arrugado delante del fuego abrasador en el centro del círculo de piedra.
Por derecho de conquista, Sigmar se convirtió en el nuevo líder de los teutógenos, quienes los aclamaron por haber recibido el favor Ulric y se sometieron a su gobierno. Pocos años mas tarde, Sigmar forjaría su nación y el Ar-Ulric viajaría desde Middenheim hasta Reikdorf para coronarlo Emperador.
Legado[]
Pese haber sido un adversario declarado de Sigmar, Artur sigue siendo una figura muy venerada y respetada en la ciudad de Middenheim al haber sido su fundador, contado con numerosos monumentos, como la Estatua de Artur.
Curiosidades[]
- Artur comparte ciertos elementos con el Rey Arturo de las leyendas británicas.
Conflicto Canon[]
- En la novela de "Heldenhammer" se dice Artur no tenia descendencia pues todos sus hijos habían muerto, pero en libros de rol como "Middenheim, la Ciudad del Caos " y "Middenheim: La Ciudad del Lobo Blanco" se dice que el Ar-Ulric Wulcan era hijo suyo o, al menos un descendiente.
Fuentes[]
- Warhammer Fantasy JdR: El Enemigo Interior III - Middenheim, la Ciudad del Caos (1ª Ed. Rol), págs. 8, 9.
- Warhammer Fantasy JdR: Middenheim: La Ciudad del Lobo Blanco (4ª Ed. Rol), págs. 8, 12.
- Warhammer Fantasy JdR: Compendio de el Poder tras el Trono (4ª Ed. Rol), pág. 42.
- Saga "La Leyenda de Sigmar": Heldenhammer, por Graham McNeill.
- Cap. 5: Los sueños de los reyes.
- Cap. 6: Despedidas y encuentros.
- Cap. 9: Los que se quedaron atrás.
- Cap. 13: Una reunión de reyes.
- Cap. 14: Venganza.