Lanzaagravios

Las catapultas fueron una de las primeras máquinas de guerra de fabricación Enana y se han utilizado para dominar y defender los accesos a las fortalezas durante muchos milenios. La práctica de inscribir agravios en las rocas que se utilizaban como munición apareció durante la Guerra de la Venganza y se debió a la furia que embargaba a los Enanos ante la gran traición de los Elfos.

Los Enanos no pudieron vivir en paz ni siquiera después de aquella guerra, pues sus fortalezas iban cayendo una a una ante los Skavens y los Pieles Verdes. Cada año se escribían nuevos capítulos en el Libro de los Agravios y los enanos se vieron obligados a retirarse a un puñado de fortalezas. Se llevaron consigo fragmentos de piedra de su reino perdido y, recordando la vieja costumbre, los inscribieron con runas que describían las injusticias de las que habían sido objeto y maldecían a sus enemigos.

Durante el largo asedio de Karak-Azgul, los enanos utilizaron estas piedras como munición y lanzaron, literalmente, los agravios sufridos de vuelta a sus enemigos. Esta costumbre arraigó y desde entonces se ha convertido en práctica común elegir cuidadosamente las municiones que disparar, pues entre los ingenieros se ha extendido la creencia de que el rendimiento y la calidad de un Lanzagravios será mejor cuanto más serio sea el agravio que lance, por lo que pasan gran parte de su tiempo tallando su ira directamente sobre la piedra que usan de munición. Hay cierta habilidad (algunos dirían protocolo) en elegir qué agravio lanzar y, por eso, los Ingenieros miembros de la dotación de un Lanzaagravios se toman su trabajo muy seriamente.

Los clanes enanos siguen usando los Lanzaagravios y, durante años, la fama de muchas de estas máquinas se ha extendido por todo Karaz-Ankor y más allá. Quizás el más famoso de todos fue el “Lanzagoblins”, una catapulta legendaria que desbarató numerosos ataques pieles verdes durante las Guerras Goblins, aunque esto se debió más a que la dotación usaba Goblins vivos como munición que a su precisión.