Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Valten Karl Kopinski

"Bendecirá Sigmar a aquel que escoja para encarnar su Avatar y le dirá: Que teman y tiemblen ante ti todos los enemigos de la fe, pues la oscuridad nada podrá contra tu poder. Cada uno en esta vida se someterá a la autoridad de Ghal Maraz, no hay poder capaz de desafiar su fuerza y santidad. Aquel que se rebele contra la voluntad de Sigmar tendrá que responder por esa rebeldía. Toma primero venganza contra los siervos del Caos o cualquiera que amenace a los hijos del Imperio. El pueblo creerá en ti, pues los creyentes, los redentores, los peregrinos y los flagelantes formarán la Compañía del Fin del Mundo, cuyos integrantes se multiplicarán a cada paso hasta formar un ejército que presentará batalla a la creciente oscuridad. El justo exultará al ver la venganza cumplida, y sus pies lavará en la sangre del impío."

Profecía del Avatar de Sigmar

Valten el Elegido de Sigmar,

Historia[]

Valten nació en un pueblo de Reikland llamado Lachenbad, donde tuvo una infancia sin incidentes, creciendo como el hijo de un herrero, y como la mayoría de hijos era aprendiz de su padre. Aunque fue bendecido con una gran fuerza e inteligencia, la única cosa verdaderamente excepcional del joven Valten era una extraña marca de nacimiento que tenía sobre le pecho, con la misma forma que el cometa de dos colas de Sigmar.

Aquello causó una gran conmoción en el momento de su nacimiento, ya que el cometa es un presago muy poderoso, aunque bueno o malo según la voluntad de los dioses. La mayoría de los aldeanos pensaron que Valten portaría a Lachenbad acontecimientos tanto de una vertiente como de la otra y que podrían vivir muy bien sin ninguno de ellos. Insistieron en dejar que el niño muriera en el bosque o ahogarlo en el arroyo era la única manera de evitar los desastres. No obstante, sus padres dejaron claro que nadie iba a tocarle ni un pelo al niño y, como Kurt, el padre de Valten, era lo bastante respetado y temido, nadie osó discutirlo más.

Pronto se hizo evidente que el joven Valten era un niño prodigio. Antes siguiera de que hubiera aprendido ninguna palabra, mucha gente comentaba que sus ojos parecían denotar una extraña comprensión de todo lo que lo rodeaba. Era más alto y más fuerte que el resto de muchachos de su edad y podía vencerlos en la lucha libre y otros juegos de fuerza física con gran facilidad. Al principio, la gente murmuraba que aquella fuerza extraordinaria no era más que la prueba de la anormalidad del chico y que deberían haberlo estrangulado en el momento de nacer, pero Valten era un muchacho feliz y lleno de un contagioso entusiasmo, por lo que acabó haciéndose tan queridos que pronto se olvidaron todos los temores aparecidos en el momento de su prodigioso nacimiento.

Pero fue en la víspera del décimo octavo cumpleaños de Valten cuando se demostró que las predicciones supersticiosas que rodearon a su nacimiento eran ciertas. De las profundidades del Reikwald aparecieron Hombres Bestia liderados por un poderoso jefe llamado Rargarth. Aquella horda era diez veces más grande que cualquiera otra de las que se tenía memoria en Lachenbad. Aquella multitud de Hombres Bestia que iban a saquearlo todo a su paso parecía imparable y pocos hombres de Lachenbad capaces de empuñar un arma no tenían ninguna esperanza de poderles hacer frente. Se lanzaron contra la aldea aullando y rebuznando brutalmente y sus aterrorizados habitantes salieron corriendo ante ellos para salvar la vida. Los Hombres Bestia no dieron cuartel y masacraron a todo el que encontraron, hombre, mujer o niño, y fueron lanzado cruelmente antorchas encendidas contra los techos de paja.

Valten A

A pesar de todo, Valten se negó a salir corriendo. Se fue a la herrería de su padre y derribó a los Hombres Bestia que se encontró por el camino a base de potentes puñetazos. Cogió dos marillos de la forja y se lanzó contra la horda como un huracán, profiriendo gritos de furia y venganza. Los martillos de Valten fueron abatiendo a una bestia tras otra y todas las que se les acercaban demasiado morían. Los aldeanos que se habían visto presos del pánico lo vieron y aquella magnifica demostración de valentía consiguió alentarlos. Empuñaron sus armas, horcas y guadañas y corrieron a unirse al hijo del herrero. Siguieron al chico, se fueron abriendo paso a través de la banda de guerra hasta que Valten llegó ante el mismismo Rargarth.

Valten se abalanzó contra el señor de los Hombres Bestia. Blandió el martillo formando un gran arco, pero Rargarth levantó a tiempo su cimitarra gigante y detuvo el golpe. Sin embargo, la fuerza del impacto fue tal que la hoja de la cimitarra se rompió en dos y una parte del martillo se desprendió de la mano de Valten. Sin dejarse impresionar, Rargarth soltó un bufido y arremetió con los restos del arma. Valten trató de esquivar el golpe rápidamente, pero no fue lo bastante veloz y el metal oxidado le abrió un corte horrible en el pecho que lo envió dando tumbos hacia atrás. Rargarth esbozó una sonrisa triunfal dejando entrever sus colmillos amarillentos y podridos y blandió la mitad de la hoja había abajo para darle el golpe de gracia. Pero entonces, en el último segundo, Valten lobro un choque descomunal al topar la hoja contra el martillo de metal. Tras el choque, la titánica fuerza del señor de los Hombres Bestia obligó a Valten a hincar una rodilla en el suelo, pero, de forma totalmente increíble, Valten consiguió aguantar el empuje. Las bestiales facciones de Rargarth expresaban su asombro a la vez que seguía presionado contra el muchacho herido, pero no le sirvió de nada. Superando todas las expectativas, Valten empezó a levantase temblando por el esfuerzo mientras seguía empujando hacia arriba la espada de Rargarth, hasta que finalmente logró ponerse en pie. Valten le pegó una patada que envió al señor de los Hombres Bestia dando tumbos hacia atrás y, antes de que la criatura pudiera recuperarse, arrojó el martillo que le quedaba con una fuerza impresionante directamente contra la cabeza del monstruo. Este impactó justo entro los ojos de Rargarth como un meteorito y le aplastó el cráneo matándolo al instante.

Al morir su líder, los Hombres Bestia se batieron en retirada desordenadamente y los aldeanos, llenos de júbilo, corearon el nombre de Valten. A pesar de que Lachenbad había sido medio arrasado, la sorprendente destreza y el coraje de un muchacho la había salvado de la destrucción total. La historias de la hazaña de Valten se extendieron rápido como la pólvora por los pueblos y aldeas de los alrededores, por lo que en muy poco tiempo toda clase de gente empezó a interesarse por el chico que se había convertido en un héroe.

Los rumores llegaron hasta oidos de Luthor Huss, y cabalgo hacia Lachenbad a toda prisa y allí encontró a los aldeanos reconstruyendo sus casas. Entre las ruinas vio a Valten, el hijo del herrero. Era alto y fuerte de pelo rubio y ojos azules, la mismísima imagen de Sigmar. Huss vio el aura de poder que rodeaba al joven y cayó al suelo de rodillas, proclamando al mundo que Sigmar había regresado.

Tormenta del Caos[]

Logo Tormenta del Caos
El trasfondo que puedes leer en esta sección o artículo se basa en la campaña mundial de La Tormenta del Caos, que ha sido sustituida por la de El Fin de los Tiempos.
Valten, Elegido de Sigmar por Adrian Smith Imperio

El autoproclamado profeta de Sigmar, Luthor Huss, tomó a Valten para llevarlo ante Karl Franz en la capital del Imperio, Altdorf, seguido por una multitud de sacerdotes guerreros y creyentes de que Valten era verdaderamente la reencarnación de su dios.

El Emperador se encontró ante un gran dilema; era muy probable que la gente amara a Valten, pero este no era el momento para un cambio político y de emperador, pues el ejército de Archaón avanzaba hacia el Imperio. Luthor declaró que el Emperador Karl Franz no quería permitir que el elegido de Sigmar ocupara su lugar legítimo en el trono. Finalmente el Emperador no dimitió, quedándose a la cabeza del Imperio ya que el joven Valten no estaba preparado para ejercer de Emperador, pero le entregó el Ghal Maraz, el martillo de Sigmar. Valten recibió el cargo de líder espiritual del Imperio y conducirían juntos los ejércitos imperiales. En conjunto, Valten y Karl Franz se dispusieron a ayudar a la sitiada ciudad de Middenheim.

Los dos ejércitos, el imperial y el de la iglesia llegaron a su parada final, Talabheim. Allí los Enanos entregaron a Valten una armadura de gromril, que había sido forjada originalmente para Sigmar hacía más de 2.000 años, pero nunca fue reclamada. Del mago Alto Elfo Teclis recibió el poderoso corcel élfico Althandin, engendrado por el propio corcel del príncipe Tyrion, Malhandir. Más tarde el ejército encabezado por Valten partió en dirección a Middenheim.

Valten, Exaltado de Sigmar por Adrian Smith Imperio

El ejército de Karl Franz y los ensangrentados defensores de Middenheim forzaron al resto de las tropas de Archaón a retirarse, siendo expulsado en una serie de batallas.Por el Este, Valten y sus guerreros, que ya solo sumaban unos pocos centenares, avanzaron también con el paladín de Sigmar al frente y Luthor Huss a su lado. Al ver la situación, Archaón ordenó apuntar los Cañones Infernales contra Valten y entonces empezó un feroz bombardeo que hizo temblar la tierra y que cubrió el cielo de humo de tintes mágicos. En lo más crudo de la descarga, Valten fue alcanzado por una infernal bola de energía que destripó a su noble caballo élfico y que lo arrojó a él por los aires. Con el rostro abrasado por fragmentos de gromril fundido y el pelo ennegrecido, Valten se alzó en medio del humeante cráter y siguió adelante a pie.

Hacia el Oeste, el mismo aire brillaba de poder sobrenatural y el cielo se revolvía y giraba violentamente como si una mano invisible lo estuviera torturando.

En los bosques empezó a formarse una sombra que fue extendiéndose hasta llegar a Middenheim. Procedentes de aquel gran lago de oscuridad, se oían chirridos inhumanos y aullidos monstruosos. En aquel velo de sombras se veían ojos brillantes y un viento cálido transportaba crueles risotadas y maldiciones de pesadilla. Una oleada de terror se extendió entre las filas del ejército de Karl Franz en cuanto la hueste demoníaca se aproximó y una sombría silueta alada se elevó por los aires por encima de la legión infernal. Con las alas extendidas en toda su amplitud y su mano garruda extendida hacia el Emperador, Be'lakor ordenó avanzar a su legión, aislando así a Karl Franz de Archaón y dejando al ejército de Valten, que se encontraba en una abrumadora inferioridad numérica, a solas para enfrentarse al Gran Elegido.

Tormenta del Caos Fuerzas de la Luz Tiernen Trevallion illus14 Karl Franz Valten

Como si las tribulaciones del avatar de Sigmar no fueran suficientes, un nuevo enemigo arremetió contra sus pocos centenares de seguidores. Los guerreros pieles verdes salieron a la carga de los bosques del Sur por detrás de Valten y atacaron a su ejército. A su cabeza, Grimgor Piel'ierro eliminaba a docenas de hombres con cada golpe de Gitsnik. Ignorando aquella nueva amenaza, Valten y Huss reunieron a un puñado de guerreros y siguieron adelante adentrándose en el ejército de Archaón en un intento de enfrentarse al Gran Elegido.

Cuando la sombra de la legión demoníaca envolvió la armadura de Karl Franz, un haz de luz blanca irrumpió en aquel mar de tinieblas. Las relucientes espadas de trescientos Maestros de la Espada de Hoeth se alzaban y descendían formando arcos brillantes, atravesando formas inmateriales y destripando los cuerpos intangibles de sus infernales adversarios. A pesar de que luchaban con una destreza incomparable, eran pocos y cada uno que caía acababa recubierto de infinitas garras, colmillos y espadas demoníacas. Y en medio de todos ellos, dentro de un círculo formado por sus leales guerreros, se alzaba Teclis, el cual, después de beber todo el contenido de una redoma reluciente, desató todo su poder. Del suelo surgieron unas llamas de energía blanca que formaron una semiesfera alrededor del mago Alto Elfo. El fuego mágico, cuya brillantez era cegadora, fue extendiéndose en todas direcciones a partir de Teclis. Toda la zona se llenó con los alaridos de los Demonios a medida que las llamas purificadoras los iban expulsando de vuelta al Reino del Caos. Por un instante, una oscura sombra permaneció en el lugar después de que las llamas hubieran desaparecido, una mancha de oscuridad apenas visible en el aire, hasta que incluso esta parpadeó y desapareció por completo. Todos los Demonios habían desaparecido. Mientras su ejército luchaba contra los Orcos, Valten volvió a lanzarse contra las Espadas del Caos en pos de Archaón.

Portada La Tormenta del Caos por Alex Boyd

Duelo de titanes

Esta vez su enemigo sí estaba ahí, montado a lomos del Corcel del Apocalipsis, alzándose imponente junto a sus guerreros. La partida de guerra de Archaón se apartó dejando paso a Valten para que pudiera llegar hasta el Señor del Fin de los Tiempos. El avatar de Sigmar soltó un rugido y se lanzó a la carga haciendo girar a Ghal Maraz en dirección a su enemigo. El martillo se estrelló contra el cuerpo mágico de la montura demoníaca de Archaón y esta explotó en un mar de humo y llamas, arrojando a Archaón contra el suelo. Valten se abalanzó contra él para aprovechar la ventaja que le ofrecía la situación y alzó el Martillo de Sigmar por encima de su cabeza para asestarle el golpe de gracia. Un chirrido estremecedor atravesó el aire cuando Archaón arremetió con la Espada Matarreyes y desató el poder de U'zuhl. La espada atravesó la armadura de gromril de Valten y penetró sus entrañas. Valten, cuyo ataque tan solo había sido enlentecido, siguió adelante, pero Ghal Maraz se desvió ligeramente de su objetivo y arrancó una hombrera de la armadura de Archaón.

Tras ponerse en pie, el Señor del Fin de los Tiempos arrancó la Espada Matarreyes del abdomen de Valten y volvió a atacar, arrancándole la pechera que llevaba el cometa inscrito y haciéndole caer de espaldas. Entre la sangre de la profunda herida que había recibido, podía verse claramente la marca de nacimiento del pecho de Valten. Como atontado por la visión del Cometa de Dos Colas grabado en la piel de Valten, Archaón dio un paso atrás con la Espada Matarreyes a un lado. Luthor Huss se abalanzó entonces contra el Gran Elegido y su martillo hizo saltar una lluvia de chispas de la armadura de Archaón. El potente golpe que le propinó en la cabeza hizo que Archaón perdiera el equilibrio y se quedó arrodillado sobre una pierna. Huss no pudo asestarle un segundo golpe, ya que el Señor del Fin de los Tiempos levantó el escudo para detenerlo y le arrancó el martillo de las manos en el proceso. Profiriendo un aullido, el paladín del Caos apartó a Huss con violencia y el Profeta de Sigmar salió volando por los aires con los huesos destrozados. De repente, unos gritos guturales resonaron en torno al Señor del Fin de los Tiempos a los que poco después se unieron los gritos de sus guerreros. Tras volverse a poner en pie, Archaón se dio la vuelta y vio a otro individuo ante él. Una frente de piel verde se estrelló contra el rostro del yelmo de Archaón nada más aparecer Grimgor. Tras él, sus machotez luchaban contra los guerreros fuertemente acorazados de los Espadas del Caos después de haberse abierto paso peleando a través de los seguidores de Valten hasta llegar al Gran Elegido.

Dado que Middenheim ya estaba más allá del alcance de nadie, solo había una manera de que Grimgor pudiera demostrar su valía ante Gorko. Grimgor levantó a Gitsnik con ambas manos y la blandió por los aires hasta dejarla caer contra el escudo de Archaón, cortándole la parte inferior y lanzando al Gran Elegido hacia atrás. La Espada Matarreyes volvió a relampaguear, pero Grimgor había previsto aquel contraataque y lo detuvo con la empuñadura de su hacha mágica. El Kaudillo Orco Negro pisó con fuerza el brazo de Archaón y este dejó caer la espada demoníaca. Usando la parte plana de Gitsnik, Grimgor aporreó dos veces la cabeza de Archaón y luego plantó el hacha en la garganta del Gran Elegido. El Orco Negro miró hacia el cielo plomizo y vociferó: "¡Grimgor ez el mejor!". Los Orcos profirieron un enorme berrido de júbilo, un cántico ensordecedor que entonaba el nombre de Grimgor y que se oía por encima del entrechocar de espadas y hachas. Grimgor alzó a Gitsnik por encima de la cabeza y volvió a rugir levantando el puño en el aire. Después de dejar claro su mensaje, el Kaudillo se dirigió hacia el Sur con su horda salvaje y los rugidos con los que celebraron la victoria siguieron oyéndose mucho después de desaparecer de la vista.

Luthor Huss recuperó el sentido y volvió a montar en su caballo. Tras montar a Valten con él, se alejó de la refriega para apartar del combate el cuerpo inconsciente de su señor. Cabalgó al galope hasta Middenheim y llevó el cuerpo de Valten al altar de Shallya. A pesar de que sus propias heridas eran muy graves, no consintió que nadie se las atendiese hasta que alguien se hubiera ocupado de Valten. No fue hasta que la abadesa le prometió que Valten seguía vivo cuando Huss se permitió derrumbarse al suelo por la fatiga. Volkmar, que al llegar Huss se había levantado de su lecho de curación, llevó su cuerpo al altar principal.

La Gran Pérdida[]

Al desaparecer la amenaza de la devastación por parte de los seguidores de Archaón, surgió un nuevo peligro en el Imperio: el cisma. Mientras Valten yacía en coma en el templo de Shallya y Luthor Huss pasaba día y noche junto a él, el Gran Teogonista Johann Esmer llegó a Middenheim. Al regreso de Volkmar, y aunque tal vez estuviera maldito por el toque del Caos que había provocado su renacimiento, mucha gente reclamó que Esmer abandonara su puesto, mientras que los partidarios del Teogonista actual instaron a Volkmar a que bendijese el nombramiento de Esmer. Los pocos supervivientes del ejército de Valten, que eran todos flagelantes desquiciados y Sacerdotes Guerreros ansiosos de entrar en combate, empezaron a causar problemas por todo Middenheim al exigir a Esmer que se marchara. En medio de todo esto, entre los sacerdotes de Ulric comenzó a difundirse la opinión de que había que hacer reformas en los Electores al resurgir las antiguas diferencias con la finalización del conflicto.

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Y, por encima de todo eso, cada vez hubo más problemas en relación a Valten. Algunos exigían que fuera nombrado Emperador en cuanto se recuperara, mientras que otros seguían tachando de falsa la afirmación de Huss y mencionaban la grave herida sufrida por Valten a manos de Archaón como prueba de que no era un ser divino. Al estar el Imperio sumido aún en una gran desorganización y los ejércitos muy diezmados, Karl Franz tenía claro que había que reinstaurar la ley y el orden lo antes posible, ya que los saqueos, las masas indignadas y las sectas oscuras estaban empezando a extenderse por toda Middenland y, si aquello continuaba así, la herida se infectaría y la situación no dejaría de empeorar.

Y así fue como el Emperador consultó a sus consejeros, entre los que se encontraban Volkmar y Esmer, respecto a qué había que hacer con Valten. Karl Franz, que seguía atado por los deberes hacia el Imperio que le impedían mantener el puesto que le había sido otorgado, aborrecía la idea de ceder su puesto a Valten. No obstante, no hacerlo era sinónimo de declarar que Huss era un mentiroso, ya que ¿quién no querría tener a la reencarnación de Sigmar como nuevo Emperador?

Esmer y Boris Todbringer pidieron tres días para resolver la situación si el Emperador les daba permiso para ello. Este les dijo que tenían permiso para hacer cualquier cosa que pudieran con tal de evitar que se produjera la guerra intestina que ya parecía inevitable. Al segundo día Karl Franz tuvo una visita. Se trataba de Luthor Huss, que estaba hecho un mar de lágrimas y que sostenía el Martillo de Sigmar en sus manos. Cuando el Emperador le preguntó qué era lo que había ocurrido, Huss le dijo, con la voz entrecortada por la pena, que Valten había sido asesinado. Cuando Huss lo había ido a ver aquella mañana se había encontrado al avatar de Sigmar en su lecho, atravesado por una espada verde brillante, y la marca de la rata Cornuda (una runa usada por los Skaven) había sido tallada en la pared. Karl Franz sabía que su gente necesitaba esperanza y entonces le dijo a Huss:

"Te mezclarás con la gente y les dirás que Sigmar se ha ido, como hiciera hace tantos años. Dales esperanza en esta época oscura. No traiciones su fe. Diles que me ha dejado su martillo, símbolo de que confía en nosotros; y diles también que sigues siendo su profeta y que volverá cuando más lo necesitemos."

No se sabe que sucedió con el cuerpo de Valten después de aquello, pero desapareció misteriosamente.

El Fin de los Tiempos[]

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.

La Defensa de Alderfen[]

Valten el fin de los tiempos

Hasta Alderfen, nadie pensaba nada especial acerca de este hombre. Cuando el XIII Reikland marchó a la guerra, Valten los siguió; había intentado dos veces unirse a sus filas, y dos veces fue rechazado, por razones que nunca fueron suficientemente explicadas.

Durante las pasadas semanas en Alderfen, Valten había sido el blanco de muchas bromas: hablaba pocas veces, y se pensaba que era un simplón. La verdad del asunto era, por supuesto, que Valten raramente hablaba porque no tenía nada que decir. En aquel momento él entendía muy poco de su propósito.

La Batalla por Middenheim[]

Valten Fin de los Tiempos Libro Thanquol

Años de guerra habían transformado a Valten. El simple herrero que luchó en el Bastión Áurico había desaparecido, reemplazado por un solemne e inspirador líder de hombres. Valten no había elegido su papel de Heraldo de Sigmar, había sido empujado a él. Sin embargo, había encarado el desafío que el destino había lanzado en su camino. Ahora, empuñando Ghal Maraz con la bendición del Emperador, y comandando a un ejército de devotos seguidores, el Heraldo de Sigmar brillaba como un faro de esperanza contra la oscuridad del momento. Valten había prometido defender a Middenheim de la horda del Elegido. En verdad, esperaba matar al Rey de Tres Ojos en este lugar, y conducir a su ejército todo el camino de regreso a los yermos del Caos.

Objetos Mágicos[]

  • Ghal Maraz.
  • Armadura de Heldenhammer - forjado hace unos dos mil quinientos años para el rey guerrero Sigmar, esta ancestral armadura de gromril nunca fue reclamada por el fundador del Imperio. Sus muchas runas le otorgan protección frente a los ataques y la magia enemigas.

Miniaturas[]

Imágenes[]

Fuentes[]

  • White Dwarf 97, págs. 66 y 67.
  • Ejércitos Warhammer: El Imperio (7ª Edición).
  • Campaña: La Tormenta del Caos.
  • Diploma de GW durante la Campaña "La Tormenta del Caos".
  • The End Times I - Nagash.
  • The End Times IV - Thanquol.
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