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Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
Ritual de nagash

Conservando en su posesión los tres artefactos, Arkhan el Negro y Mannfred von Carstein volvieron a Sylvania. Pero el regreso del Gran Nigromante requería algo más que baratijas de poder; necesitaba sangre divina para tener éxito.

Afortunadamente, Mannfred tenía a tres mortales con sangre sagrada en los calabozos del Castillo Sternieste: Volkmar, descendiente directo de Sigmar Heldenhammer, Morgana le Fay, hija espiritual de la Dama del Lago, y la Princesa Aliathra, nacida durante el matrimonio ritual entre el Rey Fénix Finubar y la Reina Eterna Alarielle de Ulthuan. La sangre de esta trinidad contenía todo el poder necesario para resucitar a Nagash.

Y así, mientras los tres elegidos eran arrastrados encadenados hasta el antiguo círculo de piedras de los Nueve Demonios, cinco ejércitos se congregaron en Sylvania. El mayor de ellos era una hueste de Altos Elfos liderados por Eltharion el Sombrío. Eltharion, el mayor confidente de Tyrion, había sido enviado desde Ulthuan por órdenes de su amigo para rescatar a Aliathra de las garras de Mannfred von Carstein.

Eltharion había buscado aliados en Altdorf. Hans Leidorf, Gran Maestre de los Caballeros de la Sangre de Sigmar todavía clamaban venganza por la masacre de Heldenhame y no tardó en acompañar a los Elfos. Desde el este, respondiendo a un antiguo acuerdo, Ungrim Puñohierro lideró a una multitud de guerreros de Karak-Kadrin hacia las tierras cubiertas por la noche. Desde el oeste marchó una hueste de Elfos Silvanos de Athel Loren respondiendo a la súplica de la mismísima Alarielle, la Reina Eterna de Ulthuan. Y por último apareció un ejército más sombrío. Los Dioses Oscuros habían ordenado a Malagor evitar el regreso de Nagash, así que la hueste del señor de las bestias cruzó las fronteras septentrionales de Sylvania para ver cumplida su voluntad.

Apenas nada se movía en Sylvania sin el conocimiento de Mannfred, por lo que éste no tardó en saber de los intrusos. Atrajo a los caballeros de Leitdorf lejos de sus aliados élficos y los masacró en una emboscada, venciendo fácilmente a Hans Leitdorf. Hizo que Enanos y Hombres Bestia cruzaran sus caminos y se limitó a observar con sorna cómo ambos ejércitos se destrozaban entre sí. A continuación desvió su atención hacia los Elfos Silvanos, pero descubrió que habían desaparecido de sus tierras por obra divina.

Y así, de los cinco ejércitos que entraron en Sylvania, solo la hueste de Eltharion alcanzó los Nueve Demonios. Los Elfos se veían ampliamente superados en número, pero ninguno de ellos consideró la retirada. Todos sabían que el tiempo de los Elfos habría acabado si perdían a Aliathra, y empezaron la refriega listos para sacrificarlo todo con la esperanza de la victoria; y en efecto, se sacrificaron. Los No Muertos eran muchos y los poderes oscuros que rodeaban el círculo ritual eran fuertes. Solo Eltharion alcanzó el propio círculo, superando a von Carstein en un desafío desesperado para acabar convertido en polvo por Arkham.

Tras vencer la última resistencia, Arkham terminó la invocación de Nagash y recibió a su señor con un nuevo cuerpo hecho con la sangre y los huesos de los sacrificios. Tras la resurrección del Gran Nigromante, Mannfred perdió su última oportunidad de retorcer los planes de Arkhan para su beneficio y aceptó amargamente su lugar como siervo de Nagash. Sin embargo, los designios del Gran Nigromante no habían acabado con su regreso. Nagash alcanzó el Gran Vórtice y rasgó la esencia de la Magia de la Muerte, intentando acumularla en su interior para así conseguir un poder igual al de los dioses. Por todo el mundo, el equilibrio entre la vida y la muerte osciló y los muertos se alzaron de sus tumbas; un ejército apropiado para un nuevo dios.

Pero Nagash aún no se había acostumbrado a su nuevo cuerpo y estaba demasiado débil para contener las energías que había conjurado. En vez de conseguir el control de su nuevo ejército, se vio forzado a enterrar la magia robada en el valle de los Nueve Demonios para poder reclamarla cuando se hubiera fortalecido su presencia mortal en el mundo. Llamó a nueve señores oscuros a su lado para servir como sus Mortarcas y marchó hacia el sur, a Nehekhara, y a la Pirámide Negra donde podría purgar las impurezas de su cuerpo restaurado.

Fuentes[]

  • The End Times I - Nagash.
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