Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Albion

Mapa de la isla

Situado en algún lugar a cientos de leguas de las costas del noroeste del Viejo Mundo, entre el Mar del Caos y el Gran Océano, se encuentra Albión, una isla de impresionantes acantilados blancos envuelta en perpetua niebla.

Acérrimamente independiente del Viejo Mundo, Albión es un lugar famoso por su aciaga climatología y su enorme población local de gigantes. Se dice que llueve todos los días en Albión, que las islas están envueltas en una niebla muy densa, y que el terreno es principalmente pantanoso, con innumerables ciénagas y pantanos. Este ambiente húmedo y sombrío está habitado por tribus de seres humanos que aún usan pinturas de guerra, dirigidos por Arúspices guardianes de las misteriosas piedras Ogham.

Poseedora de la reputación de ser la ubicación de algún antiguo tesoro, muchas almas temerarias han intentado viajar a sus costas, sólo para desaparecer para siempre en su interior cubierto de niebla.

Isla de Albión[]

Arúspice dibujo

Durante generaciones, la legendaria isla de Albión ha sido solamente eso: una leyenda. Toda esta tierra estaba amortajada por nieblas impenetrables y bordeada por afiladas rocas salvajes, de modo que los pocos marineros que navegaban cerca de allí raras veces lograban llegar a tierra, como no fuese a causa de un naufragio, y de éstos eran aún menos los que regresaban para narrar el traicionero viaje.

De vez en cuando, los chismorreos de las tabernas acaban en el relato de un amigo de un amigo que naufragó, fue a parar a la isla y volvió explicando cuentos fabulosos. Se dice que todos los habitantes de Albión son caníbales y corren historias sobre sacrificios humanos. También se habla de terribles criaturas, tales como seres que son mitad hombre y mitad caballo o de terribles bestias de un solo ojo que merodean en los marjales de Albión o sobre las naves que se pierden en la niebla sin dejar rastro.

Como contrapunto a estas historias están los rumores de riquezas fabulosas y poderosos objetos mágicos procedentes de una isla cubierta por la niebla. Algunos incluso se atreven a proclamar que han vuelto de la isla con riquezas que están más allá de los sueños más desbocados de cualquier hombre. Circulan rumores que cuentan que los lodazales y pantanos de Albión ocultan menhires gigantescos, grandes piedras que controlan el flujo de la magia en todo el mundo. Incluso se ha sugerido que, si tales piedras cayeran, el mundo sería despedazado por la fuerza pura del Caos. El nombre de Albión inspira miedo, codicia y admiración por igual.

Jamás se ha demostrado la veracidad de estas historias y los rumores sobre Albión siguen siendo poco más que cuentos fantásticos de marineros borrachos explican a cualquiera que se quede a escucharlos. Despues de todo, ¿quién sabe si puede confiarse en sus historias? Los marineros no son conocidos por la sinceridad a la hora de hablar de sus viajes en las tabernas.

Pero, últimamente, cada vez se habla más de esta isla.

Lugares de interés[]

Mapas[]

Historia[]

Arúspice magia

Mucho antes de que el hombre descubriera por primera vez el secreto del fuego, milenios antes de que el primer Elfo aprendiera el arte del tiro con arco, una raza conocida simplemente como "los Ancestrales" forjó el mundo. Las leyendas explican cómo los Ancestrales manipularon el ir y venir de la magia para moldear la tierra a su voluntad y cómo plantaron las semillas que darían forma a los vastos bosques que iban a cubrir el mundo. Las razas de los Elfos, los Enanos y los humanos eran como niños para ellos: niños a quienes nutrían y enseñaban. Se dice que incluso los grandes dragones eran meros juguetes en manos de aquellos seres divinos.

Y llegó un día en el que los Ancestrales escogieron la isla de Albión como uno de los lugares donde construir sus hogares. Poco se sabe de ese sitio, pues son pocos los que han llegado siquiera a visitar Albión y menos aún los que han regresado de este misterioso lugar. Forjaron una isla paradisíaca en la que el sol brillaba y las plantas florecían con gran facilidad. Reunieron a los individuos más valientes y sabios de cada raza y les instruyeron en el arte de la magia y en otras habilidades. A los Enanos les explicaron el secreto de cómo forjar runas y a los Elfos les enseñaron cómo dominar los secretos de la hechicería.

Los Ancestrales creían que la raza del hombre era demasiado primitiva para aprender, pero pronto les sorprendió la presteza con la que la Humanidad se adaptaba a su entorno. Quedaron tan impresionados que seleccionaron a unos pocos de entre aquellos primitivos habitantes de las cavernas y les enseñaron algunos de sus secretos. Aquellos que fueron elegidos recibieron el nombre de Arúspices, pues era su deber mostrar al resto de su tribu el verdadero camino hacia la luz. Instruyeron a sus estudiantes y les incitaron a expandirse por el mundo y poblar todos los continentes. Mientras tanto, los Ancestrales los contemplaban con atención y, a cambio, los humanos los veneraban como dioses y erigían templos en su honor. De todas las razas, el hombre fue la que más impresionó a los Ancestrales, pues parecía capaz de adaptarse a cualquier clima, ya que en cada rincón del mundo florecía rápidamente alguna pequeña tribu humana.

Mcdeath John Blanche

Los bajorrelieves hallados en los templos piramidales de los Slann, en lo más profundo de las selvas de Lustria, así como las canciones más antiguas de los bardos de los Altos Elfos, narran el gran desastre que sobrevino a los nobles Ancestrales. Un portal mágico, su forma de acceder a otros mundos, se derrumbó y se vieron forzados a huir del joven mundo que acababan de crear para no quedar atrapados en él. Incapaces de ayudar a las razas que habían traído a aquel mundo, los Ancestrales no tuvieron otra opción que dejar que se valieran por sí mismas. Su regalo de despedida fue crear una raza de guerreros gigantescos que protegería a los habitantes de Albión.

La destrucción del portal abrió una gran grieta en el tejido del cielo que permitió a las fuerzas del Caos adentrarse en el mundo. Cuando las sombras del Caos envolvieron la tierra, hordas enteras de Demonios deformes y todo tipo de horripilantes bestias descendieron desde el norte en un sanguinario ataque. Muchos de los sabios Slann, los sirvientes más privilegiados de los Ancestrales, fueron los primeros en caer. Eran una raza valiente e intentaron acabar con la primera oleada de atacantes, pero eran demasiado escasos y demasiado débiles. Huyeron y se ocultaron bajo la protección de las densas junglas de Lustria. Lo siguiente que hicieron las hordas del Caos fue centrar su atención en los Elfos, pero los Ancestrales habían enseñado bien a sus hijos. Los Elfos construyeron un Gran Vórtice en el mismo centro de Ulthuan para contener y repeler a las sombras oscuras. Los magos élficos crearon este vórtice mediante la construcción de una serie de círculos de piedras concéntricas que absorbían y dispersaban la energía del Caos. En su arrogancia, los Elfos pensaron que solo ellos eran los salvadores del mundo, pero esto no era cierto.

Trystan el Bardo por Adrian Smith WD137 Inglesa

Concentrar su ataque sobre Ulthuan y dejar de lado la isla de Albión supuso un error fatal en el plan de conquista de las hordas del Caos: los Arúspices o Druidas, como los llamaban la gente de Albión, reunieron a los Gigantes y les pidieron que construyesen para ellos una serie de círculos de piedra. Con tan inmensa fuerza a su disposición, los Arúspices pronto dispusieron de gran cantidad de estos círculos pétreos, cuyas propiedades místicas les permitirían canalizar sus hechizos para confinar a las fuerzas del Caos en el norte.

En muchos sentidos, su maestría en este tipo de magia superaba a la de los Elfos. No solo eran capaces de contener las energías del Caos, sino que, además, podían utilizar las piedras para tejer un velo de niebla alrededor de la isla y así proteger las Piedras Ogham, como pasaron a denominarlas, del peligro. Los Elfos sin duda habrían sucumbido si no hubiera sido porque los Druidas de Albión habían reducido el flujo de energía caótica. No obstante, la neblina que rodeaba la isla ocultó, además, el sol. Algo en la naturaleza de los círculos de piedra atraía la lluvia y las tormentas y, en un corto periodo de tiempo, la fértil tierra de Albión se convirtió en una región encharcada donde apenas crecían unos pocos cultivos raquíticos.

Fue así como Albión se convirtió en una isla misteriosa.

La Tierra y el clima[]

Páramo Siniestro 01 por Daarken

Albión es una tierra encantada, y no es necesario ser un mago para saberlo. Allí se mueven poderes antiguos y haya una magia potente en el mismísimo aire que se respiraba. Los Círculos Ogham, los grandes círculos de piedra, atraen una enorme cantidad de energía mágica oscura. y, de algún modo, la vuelven inofensiva. Tal vez eso fue cierto en otros tiempos, pero se sospecha que ahora están fallando. Todos los hechizos acaban por desgastarse, todos los dispositivos llegan al final de su utilidad antes o después. Quizá aún atraen la magia oscura, pero su capacidad para almacenarla o purificarla ha mermado o se ha perdido. Debido a ello, al absorber gran parte de la energía del Caos, el propio suelo de Albión empezó a deformarse y, lo que una vez fueron fértiles campos, se convirtieron rápidamente en inmensos lodazales.

La potente energía en bruto del Caos que ha absorbido la tierra de Albión crea unas condiciones meteorológicas extremadamente inestables. Albión es azotada constantemente por fuertes lluvias y violentas galernas que han convertido la tierra en un lodazal infértil, excepto para las plantas más resistentes. El retumbar del trueno ha pasado a formar parte del paisaje y las lluvias torrenciales azotan el rostro de cualquiera que camine por esta tierra.

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Muchos temieron entrar en aquellas llanuras que una vez fueron bellas y aquellos que lo intentaron no volvieron a ser vistos. Ni siquiera las criaturas de Albión fueron capaces de escapar a los efectos de las mutaciones provocadas por el Caos y, poco tiempo después, los chamanes de las tribus ya explicaban historias sobre los terribles monstruos que merodeaban por los rincones más oscuros y aparecían por la noche para caer sobre los incautos.

Aunque Albión es de terreno relativamente llano, su costa está plagada de grandes acantilados blancos que rodean la isla y se elevan hacia el cielo. Las aguas de Albión bullen con una amplia variedad de terribles monstruos marinos, algunos de los cuales son capaces de arrastrar a los galeones más pesados hacia una tumba acuática. Las calas aptas para el desembarco son pocas y suelen ser de aguas turbulentas agitadas por las tormentas, por lo que son difíciles de encontrar y es casi imposible desembarcar en ellas. Amenazantes rocas dentadas surgen del agua, pero el mayor peligro son las rocas que yacen ocultas bajo la espuma del mar. Estas son capaces de destripar una nave con la misma facilidad con la que un hacha enana cercena el cuello de un Goblin.

El interior de Albión es en su mayor parte un territorio pantanoso, húmedo y frío. Debido a que la isla está envuelta en una persistente niebla por la que apenas entra el sol y a las frecuentes lluvias y tormentas, el interior en una región encharcada donde apenas crecen unos pocos cultivos raquíticos. A pesar de todo, el paisaje no carece de belleza salvaje. En ocasiones se puede captar atisbos de onduladas colinas puntiagudas, por cuyas laderas descienden a saltos juguetones arroyos.

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Por las extensas marismas y marjales puede verse retorcidos árboles que se alzan de las tenebrosas aguas presentando un aspecto amenazador, más parecidos a retorcidos gigantes malignos que a plantas. Y en ocasiones se puede ver por el rabillo del ojo más de un esqueleto de alguna pobre alma desafortunada medio enterraba en el suelo. Debido a las aguas someras de los pantanos, los nativos de Albión viajan en gabarras de poco calado, empleando largas pértigas para impulsar la embarcación para adentrarse en las aguas. Hay pocos caminos firmes y de los que hay, muchos poseen un suelo irregular que se hunde bajo los pies de aquellos que caminan, y algunas partes de la isla son tan húmedas que se han convertido en profundos pantanos en los que cualquiera que se desvíe lo más mínimo de los pocos caminos de suelo firme se hunde sin dejar ni rastro, lo que unido a los gruesos bancos de niebla hace que esto accidentes sean más frecuentes de lo que gustaría. Entre los nativos, las almas de los que mueren ahogados en los pantanos y marismas quedan atrapadas en las cenagosas profundidades sin poder escapar.

Bestia del Cieno por Caleb Cleveland

Viajar por las marisma es algo muy peligroso, no solo al riesgo de acabar ahogado en sus aguas, sino también a los numerosas criaturas que lo habitan. La asfixiante niebla blanca que envuelve Albión no solo dificulta la visión, sino que también parece matar cualquier sonido alrededor. Existen muchos extraños peligros: los diablos de los tremedales, las bestias de los pantanos, los muertos ambulantes; en estas tierras, reside toda clase de maldiciones. Por ello, los Albioneses nunca se toman los viajes por los pantanos a la ligera, por los que las despedidas tienen un tono fúnebre, pues nadie sabe si los viajeros conseguirán volver a sus hogares, ni cuándo.

En el interior de Albión hay un cúmulo de montañas, aunque lo que parece una cadena de altos picos son, en realidad, una serie de cadenas que se entrecruzan y entre las que había muchos valles y lagos. La altura de las montañas se ven encumbradas por las nubes bajas y oscurecidas por las constantes lluvias y tormentas, y, por esta razón, se desconoce la altitud de estas montañas. En la partes altas el viento es gélido, la nieve permanece sobre el suelo, y la vegetación es escasa. En su faldas hay bosques de pinos que ondulan casi hasta la orilla de los lagos en algunos puntos.

Los grandes círculos de piedra, focos de fuerzas y energías mágicas, así como otros legados de los Ancestrales, están por todas partes; ciudades en ruinas, torres embrujadas, extraños laberintos abiertos al cielo con muros cubiertos de runas místicas talladas. Algunos de esos lugares están guardados por monstruosos gigantes; otros, por criaturas extrañas, como hipogrifos, mantícoras y otros mutantes demoníacos.

Habitantes[]

La isla de Albión está habitada principalmente por humanos, que llevan viviendo allí desde hace milenios, cuando los Ancestrales crearon a las raza de los hombres. Albión también cuenta con una cantidad inusitadamente grande de gigantes, de hecho, la isla pantanosa que presume de tener la mayor población mundial de estas colosales criaturas.

Una raza que también abunda es la de los pieles verdes. Llegaron a la isla hace pocos siglos, pero se reprodujeron con rapidéz y ahora suponen una amenaza para los habitantes humanos de la isla.

Fuentes[]

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