Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Advertisement
Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
Orion Black

El tiempo fluye de forma extraña bajo las ramas de Athel Loren, un día puede pasar en un parpadeo o alargarse hasta hacerse interminable. De hecho, pueden darse ambas circunstancias a la vez ya que el paso de los segundos nunca ha sido más subjetivo que bajo las ramas eternas del bosque. Como resultado, el tiempo en el interior de Athel Loren no suele coincidir con precisión con el del mundo exterior. Esto se agrava dado que el tiempo no siempre es uniforme en el interior de Athel Loren. El invierno nunca abandona algunos calveros vetustos y hay lugares donde el sol brilla todo el año.

A pesar de los desafíos que supone la naturaleza de su reino, los Elfos Silvanos mantienen unos registros muy exactos de su historia. Son capaces de equilibrar sus percepciones con el flujo del tiempo siempre cambiante del bosque y les resulta curioso que otras criaturas no puedan hacer algo tan sencillo. El hecho de que el Claro del Rey y el Roble Eterno (los corazones gemelos de Athel Loren) siempre estén en armonía con el mundo exterior también les ayuda a ello. Esto también implica que el ciclo anual de renacimiento de Orión se mantiene ligado a los veranos e inviernos de las tierras vecinas. Sin embargo, siguen quedando regiones de Athel Loren donde la primera encarnación del Rey del Bosque nunca ha muerto.

La historia de los Elfos Silvanos no se suele registrar por escrito. Por contra, se suelen preservar mediante historias y canciones cortesía de los bardos y mediante las representaciones rituales de los Bailarines Guerreros (devotos de Loec, el contador de historias). Entre ambos métodos, el segundo se considera más fiable. A pesar de que los Bailarines son siervos del Dios Embustero, sus danzas dicen la verdad incluso cuando sus palabras no lo hacen. Los bardos, por otro lado, mantienen el favor de las damas y señores embelleciendo reputaciones y minimizando fallos, de forma que sus canciones son más apreciadas como entretenimiento que por su precisión. De hecho, sus canciones más populares son versiones de hechos reales convertidos en baladas alegóricas.

El Cambio de Hojas[]

La crónica de Athel Loren se suele separar en varias "grandes estaciones": la Estación del Renacimiento, la Estación de la Redención, etc... Cada gran estación marca el paso de varios siglos y, por lo tanto, de muchos cientos de "estaciones menores" en el Roble Eterno: Hielo, Renacimiento, Caza y Marchitamiento.

No hay nada que determine cuando acaba una gran estación y empieza otra y, en ocasiones, nadie nota el paso entre grandes estaciones hasta que no han pasado muchos años desde su cambio. En una sociedad más rígida, una laxitud de este tipo llevaría a todo tipo de problemas en el sistema burocrático. En Athel Loren es, sencillamente, la forma en que se vive.

En aquellos escasos salones donde se conservan historias escritas, se suelen guardar con un método similar al que se usa en la sociedad de Ulthuan de la que derivan los Elfos Silvanos. En primer lugar se menciona la gran estación, seguida por una secuencia del año, estación menor y día (aunque en ocasiones las dos últimas son tan subjetivas en Athel Loren que suelen ser confusas). De esa forma III, 251,2,87 sería el día ochenta y siete en la estación menor del Renacimiento, del año dos cientos cincuenta y uno de la Estación de la Revelación.

Por supuesto, Athel Loren existía mucho antes de que los Elfos se asentaran en él, pero es dudoso que cualquiera de los espíritus que vivían en esa era marcara el paso del tiempo de alguna forma. Si lo hacían, no se conserva ningún registro y los Milenarios supervivientes no suelen hablar de tiempos pasados. Se suele considerar que los años anteriores a la llegada de los Elfos forman parte de la "Estación olvidada". Algunos Elfos mantienen que debió ser la época de mayor gloria de Athel Loren, antes de que los Elfos lo mancharan con su presencia. Sin embargo, la mayoría opina que, solo tras su llegada, el bosque conoció la auténtica magnificencia.

La verdad, como siempre, está en algún punto intermedio.

La Estación Olvidada[]

(Calendario Imperial c.-10,000 a -1501)

Mucho tiempo atrás, antes de la llegada del Caos, antes incluso de la aparición de los Elfos, un gran bosque enraizó sobre el mundo. Al igual que muchas otras cosas, ese bosque fue obra del trabajo de los Ancestrales, que plantaron sus semillas y esquejes como parte de su gran experimento. No fue una arboleda con influencia mágica, tal y como lo fueron las junglas del sur, sino una forma de vida única entre todos los reinos del mundo. Por supuesto, habían existido otros bosques antes de ese momento y otros existirían más adelante, pero eran simples copias por comparación, poblados por árboles que no poseían pensamiento ni voz y que no se podían proteger de aquellos que los usaban para encender fuegos o buscar refugio.

Este gran bosque era diferente ya que había espíritus poderosos que moraban entre sus árboles. Es imposible decir si esto era parte del diseño de los Ancestrales, si fue a causa de los dioses Elfos o si se trató de alguna otra influencia que se infiltró en las almas de los árboles. Pero, conforme el tiempo pasó, los árboles pasaron a pensar de una forma para la que no habían sido creados y conocieron sentimientos como el odio y la ira. El gran bosque no tardó mucho en cobrar conciencia de sí mismo y de las formas de vida que lo habitaban. El gran bosque trató a algunas razas con tolerancia, incluso con amistad. A otras, en especial a aquellas avariciosas que solo veían a los árboles como una fuente de combustible, las hizo frente con furia implacable, ayudando a que se crearan leyendas de árboles demoníacos implacables que durarían milenios.

825 war concept jul09-01

En esa época, el Roble Eterno del corazón del bosque ya había extendido sus raíces por muchas tierras, creando una telaraña de raíces que los espíritus del bosque podían usar para alcanzar lugares lejanos. De esa forma el gran bosque descubrió las tierras de verano de Avelorn y se encontró con los Elfos de Ulthuan. Ninguna otra raza creció siendo tan afín a los espíritus del gran bosque como los Elfos que, en su inocencia, se maravillaron de su naturaleza asombrosa y se comunicaron con sus antiguos espíritus para poder aprender sus secretos. Un espíritu en particular, Durthu (o Corazón de Roble, como los Elfos le llamaron) se encariñó especialmente con la gente de Avelorn, en especial con su Reina Eterna, Astarielle. No tardó en enseñarles cómo dar forma a los árboles sin dañar las ramas y les bendijo con muchos otros secretos de su gente.

Poco después, Avelorn floreció en una nueva era que eclipsaría cualquier otra posterior. Bajo la administración combinada de Elfos y espíritus del bosque, los prados y arboledas florecieron con una vida increíble. Muchos de los grandes espíritus del bosque cambiaron su hogar por el paraíso de Avelorn determinados a despertar a aquellos árboles tal y como ellos mismos habían sido despertados. Sin embargo, por muy fascinante y hermoso que creció Avelorn, sus árboles permanecieron en silencio. Entonces llegaron los Demonios.

La Invasión Demoníaca[]

Demonios principal

Cuando se colapsaron los grandes portales polares, el Caos entró en el mundo. Las civilizaciones ardieron y la locura tomó el control. Ulthuan sufrió más que otras tierras ya que gran parte de la horda demoníaca ansiaba las almas élficas más que cualquier otra. Si no se hubieran alzado grandes héroes para enfrentarse a ese desafío, los Elfos podrían haber quedado destruidos y su tierra haberse convertido en una corte demoníaca.

El mayor de esos héroes fue Aenarion el Defensor, el primero de los Reyes Fénix. Fue él quien guio a los Elfos y retuvo la marea demoníaca y su ejemplo impulsó a otros a llevar a cabo grandes gestas. Aenarion tomó a la Reina Eterna Astarielle como su esposa y tuvo dos hijos con ella: Morelion e Yvraine. Mientras el Rey Fénix luchaba para preservar Ulthuan, la Reina Eterna se retiró a los bosques encantados de Avelorn para criar a sus hijos tan lejos de la guerra como pudiera. Avelorn se había mantenido libre de los horrores de la invasión, ya que los Demonios sentían que Durthu y los suyos tenían una naturaleza similar a la suya y se mostraban cautelosos antes de atacar sus dominios si había una presa más fácil a mano. Por desgracia, esta situación no podía mantenerse. Un día fatídico, cuando el ejército de Aenarion se encontraba lejos de Avelorn, una hueste demoníaca mayor que ninguna otra que se hubiera visto antes se cernió sobre Avelorn y empezó la matanza.

Mientras Avelorn ardía, Durthu y los suyos lucharon junto a los Elfos. Podrían haber huido regresando al gran bosque, pero eligieron permanecer junto a sus aliados. Muchos fueron destruidos, otros enloquecieron de desespero pero los espíritus del bosque combatieron. Mas Avelorn no podía salvarse solo con el valor o la fuerza de las armas. Hora tras hora, los Elfos y espíritus se veían resignados a ceder terreno hasta que, finalmente, no hubo lugar donde retirarse.

El Ruego de Astarielle[]

High Level Play Ryan Barger Altos Elfos Demonios del Caos

Fue en ese día cuando Astarielle acudió a Durthu con una plegaria desesperada: que él rescatara a sus hijos de la matanza inminente. Durante un tiempo Durthu permaneció en silencio mientras el bosque ardía a su alrededor y pareció que los ruegos y lloros de la Reina Eterna habían caído en oídos sordos. Transportar otras criaturas a través de las raíces del mundo sería visto como una transgresión y él no quería suscitar la ira de sus pares. Pero en ese tiempo en Avelorn, Durthu había visto como los Elfos y los espíritus del bosque se enriquecían al relacionarse y si sobrevivían a esta oscuridad, esa fuerza seria útil para el gran bosque en el mundo que resurgiera.

Tras estos pensamientos Durthu habló y aceptó la petición de Astarielle. Pero le advirtió que debería pagar un precio. Si salvaba a los descendientes de la Reina Eterna, llegaría el día en que el gran bosque reclamaría a muchos Elfos como proles, para que le sirvieran y protegieran tal y como cuidaban de la tierra de Avelorn. ¿Estaba la Reina Eterna preparada para sacrificar el futuro a cambio de preservar el presente?, le preguntó. Esta vez fue el turno de Astarielle de permanecer en silencio, ya que entrevió algo ominoso en el tono de Durthu. Pero carecía de opciones; si Yvraine moría, el linaje de las Reinas Eternas moriría con ella y los Elfos no tardarían en desaparecer.

Hombre Árbol Elfos Silvanos

Fue en ese momento cuando un Demonio colosal irrumpió ase las filas élficas, rugiendo su triunfo mientras se deshacía de los últimos guardaespaldas de la Reina Eterna con sus cuatro brazos. Incluso en un día lleno de horrores, su destino fue cruel. No se trataba de un soldado de a pie de la hueste demonio del temible N'Kari, el siervo preferido del sediento Slaanesh. No era únicamente un asesino implacable sino que también era un devorador de espíritus, ya que su cruel abrazo no llevaba la muerte sino el olvido del alma. Tras besar a sus hijos una última vez, la Reina Eterna los dejó bajo la custodia de Durthu y mientras el espíritu se llevaba a Morelion e Yvraine invocó la poca magia que le quedaba y se dirigió con paso firme a encontrar su destino.

Cuando Durthu regresó al gran bosque, su hogar también había resultado afectado y no se encontraba en un estado mucho mejor que Avelorn. El gran bosque verde que antaño había cubierto el mundo ahora tenía una fracción de su antiguo tamaño. La tierra donde se asentaba mostraba las cicatrices del fuego y la magia salvaje y sus fronteras se veían asaltadas por incontables Demonios. Parecía que había cambiado una batalla desesperada por otra.

Pero las apariencias engañaban. Conforme la batalla por la supervivencia del gran bosque se había vuelto más desesperada, la naturaleza de algunos de sus espíritus había cambiado. Muchos eran ahora más salvajes y agresivos, incluso crueles, y sus formas ágiles y esbeltas habían adoptado otras más adecuadas para la batalla. También comprobó que gran parte del que había sido destruido durante su ausencia, se había dado por perdido mucho tiempo atrás. El puesto avanzado que quedaba, enclavado entre dos montañas, había resistido durante más de una década y estaba expandiéndose de nuevo.

Pero aunque Durthu había estado equivocado respecto a la situación del bosque, sí que había tenido razón respecto a cómo le recibirían. Adanhu, el más sabio entre los señores de los Árboles, desaprobaba que la santidad de las raíces del mundo se hubiera profanado. Coeddil, que había dirigido la ira del gran bosque contra sus saqueadores durante siglos, estaba consumido por una furia amarga y reclamaba que los intrusos fueran asesinados.

Driade antigua dibujo

Al principio Adanhu estaba de acuerdo con Coeddil, pero finalmente cedió. Era antiguo y temía el cambio, pero también temía que la supervivencia del bosque llegara únicamente sacrificando su parte más gentil y pacífica. Sin nadie que los refrenase, los espíritus del gran bosque se volverían tan salvajes como el enemigo al que combatían y la oferta de Durthu suponía una pequeña esperanza de evitar semejante destino. Aunque Coeddil se enfadó con la decisión, Adanhu aprobó que los herederos de Astarielle pudieran permanecer en el gran bosque hasta que su hogar volviera a ser seguro, siempre y cuando nunca se despertaran del sueño mágico en el que estaban mientras permanecieran en él.

De esa forma Morelion e Yvraine permanecieron dormidos durante esa terrible era de guerra. Avelorn fue limpiado y con el tiempo volvería a ser hermoso, pero nunca volvería a capturar la gloria de sus días pasados. Los espíritus del gran bosque lucharon lo mejor que pudieron sabiendo que no podrían acabar la matanza, solo soportarla. Por su parte Aenarion se volvió loco debido a la pérdida de su mujer e hijos, ya que se les creía muertos. Poco después cayó en la oscuridad pero logró redimirse en el último momento. Finalmente el mundo se salvó, no debido a la fuerza de las armas sino gracias a la sabiduría de un hechicero Elfo, cuyo gran ritual expulsó a los Demonios del mundo.

Tras la marcha de los Demonios, Durthu pudo cumplir la promesa hecha a Astarielle y devolvió a Morelion e Yvraine al hermoso Valle Gaen de Ulthuan, donde los descubrieron los suyos. Ninguno de los hermanos recordaba haber abandonado Ulthuan, únicamente que Corazón de Roble les había rescatado la noche del sacrificio de su madre. Yvraine no tardó en convertirse en la siguiente Reina Eterna y Morelion en su protector. Y en lo que respecta a Durthu, quería reconstruir la gloria de Avelorn pero sabía que el gran bosque necesitaba más urgentemente su guía, así que reunió a casi todos los espíritus que habían sobrevivido a la invasión de Ulthuan y regresó a su hogar.

Pasaron muchos siglos. Poco a poco los espíritus del gran bosque y las lecciones que enseñaron pasaron a formar parte de los cuentos de los Elfos y solo se medio recordaban como parte del folklore y la tradición. De nuevo, Ulthuan creció en poder y gloria y estableció muchas colonias allende los mares. El mundo sufrió terremotos y las raíces del mundo quedaron cortadas, dejando aislado al gran bosque del resto del mundo. A pesar de ello, los Antiguos se mantuvieron vigilantes, esperando la oportunidad de cobrarse la deuda de Astarielle.

La Estación del Renacimiento[]

1-405 (Calendario Imperial -1501 a -1095)

Pasarían milenios antes de que los destinos de los Elfos y el gran bosque volvieran a cruzarse. Durante mucho tiempo exploraron gran parte del mundo, abandonando en barco su hogar y descubriendo muchos nuevos y extraños lugares. Pasaron miles de años hasta que encontraran una costa digna de ser colonizada, puesto que su exuberante isla natal les proporcionaba todo lo que pudieran necesitar. De hecho, no empezaron esta búsqueda hasta que Ulthuan fuera profanada por las fuerzas del Caos y el primer rey fénix, Aenarion, el más bravo guerrero que jamás haya pisado la faz de la tierra, murió. Con la paz generada tras su muerte, el poder de Ulthuan alcanzaría su momento álgido y los Elfos establecerían colonias en tierras distantes.

La Colonización[]

Puerto Elfo por DavidNash

Durante el reinado del Rey Fénix Bel Shanaar, que gobernó Ulthuan más de cuatro mil años antes del nacimiento del héroe humano llamado Sigmar, los Elfos empezaron a colonizar el mundo. Mientras los bárbaros ancestros de los humanos luchaban aún entre sí, los Elfos se convirtieron en los dueños indiscutibles de los océanos. Sus elegantes barcos de blanco velamen surcaban los mares de parte a parte. Cartografiaron los océanos y las tierras y establecieron infinidad de asentamientos. La mayor concentración de colonias se encontraba en una tierra que ellos habían llamado Elthin Arvan y que más tarde las jóvenes razas pasarían a conocer como el Viejo Mundo. La mayor parte de ellas se fundaban en la costa, pero muchos elfos se internaban tierra adentro. Algunos eran guiados por sueños o visiones, otros por una urgencia que no podían explicar fácilmente y otros por un ansia que les llevaba a poner sus pies sobre caminos que no habían sido hollados desde los albores de la creación.

Cuando los Elfos de Ulthuan pisaron por primera vez el Viejo Mundo, descubrieron la naturaleza en estado salvaje. Establecieron sus colonias en la costa, y las tierras de los alrededores fueron cultivadas. Unos pocos Exploradores elfos se adentraron hacia el interior del bosque. Algunos remontaron los grandes ríos en elegantes bajeles Élficos. Otros llegaron a las colinas de las Montañas Grises. Los comerciantes siguieron las rutas abiertas por los exploradores regresando a las colonias costeras con objetos extraños y maravillosos, que después llevaron a la lejana Ulthuan como artículos de lujo exóticos.

Establecieron contactos con los Enanos y así dio comienzo una gran era de comercio y amistad entre las dos razas. Los exploradores y comerciantes Enanos acudieron desde el Este. Llegaron a las Montañas Grises en la misma época que los Elfos, o quizás antes, y empezaron a extraer minerales preciosos. Tenían pocos motivos para descender al bosque denso que se extendía entre las montañas y el mar. Sin embargo, entraron en contacto con los Elfos del Oeste y comenzaron a intercambiar artefactos y a comerciar. Los Enanos viajaron hacia las colonias Élficas para incrementar su comercio y ambas razas prosperaron.

Los Elfos construyeron delicadas torres de mármol y oro en las tierras que con el tiempo pasarían a llamarse Bretonia, el Imperio y Kislev. Muchos de los colonos crearon un fuerte lazo con sus nuevos hogares, contentos de tener una nueva oportunidad para empezar y poder olvidar así los conflictos y la infelicidad que había asolado Ulthuan en el anterior milenio, y empezaron a recuperarse de los horrores de los que habían sido testigos cuando el Caos asoló su justa isla. Aunque la inmensa mayoría de los Elfos mantenía contactos con Ulthuan incluso después del paso de milenios, las generaciones de Elfos nacidas en Elthin Arvan no sentían el lazo con su ancestral hogar. Cuando el Caos volvió a golpear Ulthuan, esta vez representado por el Culto del Placer, muchos fueron los Elfos que retornaron a la isla; aunque ciertas facciones pensaban que poco tenía que ver el Rey Fénix con sus vidas actuales y sus integrantes se internaron tierra adentro.

El Descubrimiento de Athel Loren[]

Fantasy flight game Piedra Mágica

Durante la exploración al interior del continente, los Elfos fueron los primeros que encontraron el extraño y aterrador bosque que se extendía desde las faldas de las Montañas Grises y las Cuevas, y se sintieron intrigados por lo que hallaron. El bosque estaba lleno de todo tipo de vida y los Elfos se sentían observados en todo momento. Por las noches veían extrañas luces bailando en la oscuridad bajo las ramas y gigantescas formas moviéndose en los límites de los claros bajo el dosel de los árboles. Los Elfos, cautivados por lo que veían, decidieron internarse en el siniestro bosque, pero sus intentos se veían frustrados una y otra vez.

En tres ocasiones enviaron los Elfos expediciones al interior del bosque, cada una de ellas compuesta por unos mil guerreros. De la primera de las expediciones tan solo retornaron unos setecientos Elfos, que volvieron unas horas después de su partida hablando de varias jornadas de infructuoso viaje entre claros que cambiaban de forma y sendas circulares. La segunda expedición desapareció sin dejar rastro. De la tercera expedición tan solo volvió una Elfa; su cara estaba pálida y surcada por las arrugas y su cuerpo lacerado y ensangrentado. Murió un día más tarde, enloquecida por los sueños que tenía. Resultaba evidente que aquel lugar percibía a los Elfos como una amenaza y que se estaba oponiendo activamente a su intento de que establecieran en él su residencia. Los Elfos comprendieron que el bosque era una entidad viva y mágica que se resistiría a aceptar a todo aquel que le resultara una amenaza.

A pesar de esta resistencia, los Elfos no consideraron establecerse en otro lugar. El bosque mágico estaba en su sangre, un legado del antiguo pacto de Astarielle, y no se podía negar. Los Elfos pusieron al bosque el nombre de Athel Loren, “El Bosque del Amanecer del Mundo”. Se retiraron a las afueras donde se instalaron y colocaron una serie de monolitos mágicos en sus lindes para contener a los espíritus en su interior. A pesar de esas precauciones, algunos Elfos desaparecían de tanto en cuanto al internarse en el bosque atraídos por las bellas y fantasmagóricas ninfas. No se volvió a ver a ninguno de ellos. A pesar de ello, en general el bosque parecía tolerar a los Elfos, siempre y cuando no se adentrasen en su sombría espesura. Pero los Elfos se sentían inexplicablemente atraídos por Athel Loren y aprendieron a tratarlo con gran respeto.

La Secesión[]

La Secesión Paul Daiton

Lejos de allí, no obstante, amanecía una era de tragedia y resentimiento. El Rey Fénix Bel Shanaar halló la muerte tras ser deshonrado por las maquinaciones del corrupto príncipe Malekith, el hijo de Aenarion con su segunda mujer, quien, en secreto, deseaba el Trono del Fénix para sí, y trató de reclamarlo por la fuerza y, al hacerlo, la raza Elfa se dividió para siempre. La locura de Malekith se hizo pública después de que resultase horriblemente desfigurado al intentar demostrar su valía para el trono entrando voluntariamente en las llamas sagradas de Asuryan. Los nobles elfos se enfrentaron a él y lo expulsaron junto con sus seguidores a su tierra natal de Nagarythe, al norte de Ulthuan.

Se eligió un nuevo Rey Fénix y se llevó a cabo una sangrienta campaña contra Malekith (cuyo corazón estaba podrido por el odio) y sus seguidores. Esta es la época conocida como la Secesión, una época de divisiones en la que millones de Elfos perdieron la vida y la nación elfa se quebró en pedazos. Los Elfos se convirtieron en dos facciones muy diferentes: la de los Elfos Oscuros y la de los Altos Elfos. Los primeros hicieron pactos con los demonios y destruyeron, literalmente, el reino de Ulthuan; cuartearon las tierras con la magia oscura y crearon las arcas negras, fortalezas flotantes desde las que lanzaban sus ataques. Los Elfos Oscuros, embriagados por la amargura y el odio, abandonaron Ulthuan y navegaron hasta Naggaroth tras jurar mantener viva por siempre la llama de la enemistad. Ulthuan quedó devastada por las subsiguientes batallas y, con el tiempo, Malekith guió a sus seguidores vencidos a las tierras heladas de Naggaroth. La nación destrozada no era más que una sombra de lo que fue.

La Guerra de la Barba[]

WarOfTheBeard

Pero en los siglos posteriores llegarían a acontecer mayores conflictos, cuando la ruptura de la relación entre los cada día más arrogantes Altos Elfos de Ulthuan y los codiciosos Enanos dio paso a otra guerra. Los Altos Elfos llamaron a esta guerra la de la Barba y fueron los Elfos que vivían en el Viejo Mundo los que tuvieron que soportar la crudeza de los combates. Muchos Elfos del Viejo Mundo no veían con buenos ojos esta guerra, provocada por el nuevo rey fénix, Caledor Segundo, que se encontraba muy tranquilo a kilómetros de distancia en su isla de Ulthuan. Los magníficos ejércitos de Ulthuan atracaron en los puertos élficos para enfrentarse a sus enemigos y el rey fénix ordenó a los Elfos de Elthin Arvan que luchasen para él. Y, aunque así lo hicieron muchos, los que vivían en los lindes de Athel Loren renunciaron a verse envueltos en aquel sin sentido. El resentimiento de los Elfos de Elthin Arvan creció, pues eran sus tierras las que estaban siendo destruidas, sus hogares los que ardían hasta los cimientos y sus hijos los que perdían la vida.

La gran Guerra de la Barba acabó con la colonización de los Elfos en el Viejo Mundo y con las ambiciones de un imperio Enano extendido hasta el mar occidental. Ambas razas agotaron sus recursos en esta brutal confrontación, y sufrieron disensiones internas en sus reinos natales. Durante el periodo más encarnizado de la guerra, los ejércitos Enanos descendieron de las montañas para asediar a las colonias Élficas de la costa. Los guerreros Enanos tuvieron que avanzar a través de densos bosques, y a su paso hicieron un buen uso de sus hachas. Cortaron leña para alimentar sus hogueras, para construir fortalezas y puentes, y para alimentar las máquinas de vapor y las forjas. Los Enanos descubrieron que esto enfurecía a los Elfos, por lo que talaron muchos más árboles.

Forestal Silvano

Muchos Elfos decidieron convertirse en guardianes de los bosques y tendieron emboscadas a los ejércitos Enanos mientras se abrían paso a través del bosque. Los Enanos no podían avanzar a través de las tierras salvajes por el peligro de sufrir un repentino ataque por sorpresa. Los Elfos demostraron estar muy bien adaptados para luchar en el interior de los densos bosques, ya que sus Arqueros podían disparar sin ser vistos y eran rápidos y ágiles por naturaleza.

La guerra llegaría a su fin cuando el Rey Fénix Caledor II moría a manos del Gran Rey Enano Gotrek Rompestrellas, quien reclamaría para sí la Corona del Fénix como botín de guerra y como compensación por los agravios sufridos. Entre los Altos Elfos más arrogantes parecía un insulto enorme al orgullo élfico que la Corona del Fénix permaneciese en manos de los Enanos y proponían continuar el conflicto hasta recuperarla, pero el reino de los Altos Elfos estaba en ruinas después de tantos miles de años de guerra y Caradryel, el Rey Fénix que ascendió al trono tras la muerte de Caledor II, sabía que su gente no podría aguantar mucho más un conflicto como aquel, especialmente porque Malekith, el Rey Brujo, estaba preparando sus ejércitos para invadir Ulthuan.

El Rey Fénix sabía que no podría mantener abierta una guerra en dos frentes, por lo que tomó la difícil decisión de retirarse del Viejo Mundo y abandonarlo a la suerte de los Enanos y a la cada vez más fuerte raza de los Humanos. Al Viejo Mundo llegó un decreto del rey fénix en el que se decía que no quedarían en aquellas tierras ejércitos para defender a los colonos y que todos ellos debían volver a su isla natal. La decisión fue acogida con alegría y en la siguiente década se produjo el éxodo del Viejo Mundo y las florecientes ciudades y torres de Elthin Arvan fueron abandonadas.

El Éxodo de las Estirpes[]

Cuando el Rey Fénix ordenó regresar a los ejércitos Elfos del Viejo Mundo, dejando a las colonias indefensas, sus habitantes tuvieron que elegir entre dos opciones: zarpar hacia Ulthuan o quedarse donde estaban. Si permanecían en el Viejo Mundo, quedarían a merced de tres enemigos: los Enanos, los Orcos y los Elfos Oscuros de Naggaroth.

Guardia del Bosque Karl Kopinski Elfos Silvanos

En realidad los Enanos empezaban a retirarse, pero los rumores sobre colonias Élficas abandonadas, repletas de riquezas, eran una tentación demasiado grande para muchos aventureros y para las bandas de guerreros. El Viejo Mundo fue gradualmente invadido por tribus nómadas de Orcos y Goblins que emigraban desde el Este. Sin duda se vieron obligados a huir tras guerras tribales entre ellos. En esos momentos, en la región no quedaban ejércitos Elfos ni guerreros Enanos que pudieran detenerles. Los Orcos excavaron entre las ruinas de las antiguas colonias Élficas, causando grandes destrozos en los exquisitos edificios y construcciones, intentando desesperadamente encontrar cualquier tesoro que pudiera permanecer oculto. Pero el mayor peligro procedía del mar, donde era muy inseguro navegar. La maligna estirpe rebelde de Naggaroth atacaba las rutas marítimas, abordaba las naves que regresaban de las colonias, y lanzaba incursiones contra las indefensas ciudades costeras.

Los Elfos que vivían a la sombra de Athel Loren ni siquiera llegaron a considerar la posibilidad de retornar a Ulthuan, ya que ninguno de ellos sentía lazo alguno con aquel lugar. Se declararon independientes del Trono del Fénix y tomaron el nombre de Asrai. Se habían mantenido fuera de la Guerra de la Barba tanto como les había sido posible, pero los Enanos campeaban envalentonados por el Viejo Mundo ahora que los Elfos habían abandonado sus ciudades y torres.

Los Elfos Oscuros[]

Jinetes del Bosque Elfos Silvanos 5ª Edición

La Estirpe de Equos, los Elfos criadores de caballos, fueron los últimos en abandonar las llanuras de la costa. No querían que sus caballos se marcharan de las praderas costeras y estaban decididos a no abandonarlos nunca. Los acontecimientos les persuadieron de dirigirse hacia el bosque. Una gran Arca Negra (un gigantesco buque de guerra de los Elfos Oscuros) fue avistada en el horizonte. Los vigilantes apostados sobre los acantilados vieron una inmensa silueta negra recortada contra el sol. A lo largo de cientos de kilómetros de costa, su avance fue seguido con horror y aprensión. Pocos conocían la naturaleza exacta de la guerra que tenía lugar en su tierra natal, pero habían oído rumores sobre la maldad de los Elfos de Naggaroth. Parecía que habían venido a saquear las colonias abandonadas, o quizás a esclavizar a las Estirpes que habían quedado atrás.

La Estirpe de Equos reunió precipitadamente sus dispersas manadas y se dirigió con ellas hacia el Este. Afortunadamente, casi todos habían huido hacia el interior cuando desembarcaron los Jinetes Oscuros. Los Elfos pudieron ver cómo se elevaba una columna de humo sobre la colonia abandonada de Tol Ibrion, sobre las ruinas de la cual se levanta actualmente la ciudad de Brionne.

Los Jinetes Oscuros siguieron el rastro de las manadas de caballos de la Estirpe de Equos hacia el interior. Finalmente, los Elfos Oscuros llegaron a un páramo que se extendía hacia el Este hasta el Bosque de Loren. La Estirpe de Equos se había detenido allí para enfrentarse a ellos. Fila tras fila de jinetes aguardaba sobre las colinas, preparados para cargar. Los Elfos estaban al mando de Equoth el Indómito, que había sido elegido como su líder para la batalla.

Los Jinetes Oscuros habían marchado durante toda la noche, por lo que la Estirpe de Equos decidió atacar al amanecer, cuando los primeros rayos del sol aparecieran sobre los árboles de Loren, deslumbrando a los Elfos Oscuros. La batalla fue una carnicería. Murieron muchos Elfos de la Estirpe de Equos, pero el cegador sol impidió apuntar bien a los Elfos Oscuros y muchos de los malignos virotes de sus ballestas fallaron el objetivo. Los Elfos Oscuros fueron rodeados, derrotados y aniquilados. Sus cadáveres están enterrados bajo uno de los numerosos túmulos que pueden hallarse en la región. El resto de los Elfos Oscuros embarcó en su Arca Negra al haber perdido sus tropas de avanzada, y después de saquear las colonias costeras, zarpó de regreso a su reino con el botín.

El Nacimiento de los Elfos Silvanos[]

Unidades Elfos Silvanos Bailarines Guerreros Jinetes Halcón

Cuando las primeras nieves del invierno empezaron a caer, los Enanos abandonaron sus montañas y llegaron hasta Athel Loren, cuyos árboles empezaron a talar y quemar. Este vil acto enfureció al bosque. Enormes árboles milenarios despertaron de su letargo y, junto con las inclementes dríades, atacaron a los Enanos. Sin embargo, el invierno es el período del año en el que Athel Loren es más vulnerable ya que la mayoría de los espíritus del bosque hibernaban durante los meses de frío. Las Dríades no tardaron en caer bajo las hachas y Durthu, el único de los antiguos que todavía permanecía despierto, estuvo al borde de la muerte.

Al darse cuenta de que el bosque no podía vencer a los Enanos por sí solo, Durthu ordenó que se retiraran ante los invasores y abrió accesos hasta los límites de los asentamientos élficos. Al considerarse bajo ataque, los Elfos tomaron parte en el conflicto y respondieron a los Enanos con densas andanadas de flechas que llenaban el aire. El bosque guio los pasos de los Elfos tal y como antes había hecho con los Enanos. Cuando los Enanos se giraban para enfrentarse a su enemigo, los Elfos desaparecían entre los árboles y rodeaban a su lento y torpe rival, emergiendo instantes después a grandes distancias para atacarle por un nuevo ángulo. Así, los Enanos eran derrotados una y otra vez a costa de la vida de ningún Elfo. Después de varias batallas entre los árboles, incapaces de vencer a un enemigo al que no podían encontrar, los Enanos supervivientes se retiraron.

Wood Elf Wizard

A partir de ese momento, tras su victoria, los Elfos empezaron a penetrar en las fronteras de Athel Loren y a establecerse en su interior, pues temían las represalias de los Enanos más que la voluntad caprichosa del bosque. Los árboles no se resistieron y los Elfos se preguntaron por qué. Los veleidosos hijos de Ulthuan nunca habían oído las duras palabras que se dijeron entre Adanhu y Coeddil mientras discutían sobre su destino. Durthu, el instigador de la situación, permaneció en silencio todo el tiempo. Había sufrido mucho debido a las hachas de los Enanos, su naturaleza amable se había desvanecido y desconfiaba de su propio juicio. Finalmente prevaleció la voluntad de Adanhu y el bosque descubrió muchos de sus secretos a los Elfos, aunque las Dríades y Hombres Árbol se esforzaron para no revelarse intencionalmente.

En los siguientes años los Elfos se dividieron en pequeños grupos que pasaron a denominarse tribus o estirpes y en los que se agrupaban individuos con los mismos ideales y filosofía. Como cada estirpe tenía diferentes puntos de vista e ideologías, no tardaron en aflorar las disputas entre ellas y los Elfos de Athel Loren empezaron a separarse más y más y a tomar su propio camino. Cada una de estas tribus se adentraba cada vez más en el bosque. Curiosamente, parecía que el bosque hubiera dejado de oponerse a ellos y que incluso mostrara muchos de sus secretos a las diferentes tribus.

Así sucedió que una errante estirpe de magos llegó hasta el Roble Eterno, en el corazón de Athel Loren. Este era el árbol más grande jamás visto, increíblemente anciano y retorcido por el paso del tiempo. Fue en este lugar donde uno de los Elfos, Ariel, la mejor de las hechiceras Elfas, habló con el bosque por primera vez. Al poco tiempo, varios magos elfos podían comunicarse con el bosque y aprendieron el arte de los Cantores de los Árboles.

WAR concept jul09-04 Silvanos

Los Elfos determinaron que Athel Loren había empezado a reconocerlos como una fuerza beneficiosa. Este hecho se hacía especialmente evidente durante los inviernos, tiempo en el que Athel Loren se quedaba dormido. Fue entonces cuando los Elfos (que siempre habían sido respetuosos con todo lo natural) abrazaron finalmente Athel Loren como su verdadero hogar. Aún más, los Elfos trataron el bosque con la manera reverencial que merecía, y empezaron a ver la esencia de sus dioses ancestrales en los ciclos estacionales.

Juraron no tomar del bosque nada sin retribuirlo en servicios y sacrificios y, de esta manera, se granjearon su confianza. Cuando los Elfos necesitaban madera para quemar en sus hogueras y sobrevivir a los inviernos helados no tomaban más que ramas muertas del suelo y en primavera plantaban nuevos retoños y les daban forma para que conformaran cómodas cúpulas y bellos salones por encima y por debajo de la tierra. Aunque daban caza a los animales del bosque con la intención de alimentarse y vestirse, nunca mataban por placer y aprovechaban al máximo todos los recursos; eso sí, siempre después de agradecer a Athel Loren sus dádivas mediante ceremonias de sangre.

Aún hoy en día existe cierta tensión entre los Elfos y su hogar, puesto que aún conforman dos entidades separadas en vez de una sola. La zona sudeste del bosque, un siniestro y temible lugar, permanece cerrado a los Elfos y ninguno de los que allí entran vuelve a salir. El gran señor de los árboles Durthu, cosido de cicatrices para siempre por las hachas de los Enanos, trata a los Elfos, a lo sumo, con una tensa diplomacia que roza en la hostilidad. Sin embargo, los destinos de Athel Loren y de los Elfos no tardarían en quedar irrevocablemente unidos.

El Gran Consejo[]

Kindred of Laith-Kourn by Adam Lane Elfos Silvanos

Los Enanos volvieron a Athel Loren mil ciento veinticinco años antes del advenimiento de Sigmar. En esta ocasión trajeron miles de guerreros de sus cavernas. Llegaron en los meses de otoño, internándose desde las Montañas Grises directamente en los Pinares. Como se aproximaba el invierno, los espíritus del bosque empezaban a aletargarse y poca sería la resistencia que pudieran ofrecer contra el persistente enemigo. Además, las tribus élficas de los Pinares eran pequeñas y estaban desorganizadas. Aunque la primera incursión de los Enanos fue repelida, los jinetes de halcón trajeron consigo las nefastas noticias de que los testarudos Enanos se preparaban a millares para la guerra en las faldas de las Montañas Grises. Esta amenaza resultó tan grave que las diferentes estirpes decidieron llevar a cabo un concilio (el primero desde que los Elfos hiciesen de Athel Loren su residencia).

Los grandes príncipes, nobles y señores, los biennacidos de entre los Elfos, se reunieron a los pies del Roble Eterno. Parecía que los propios árboles se acercasen para escuchar lo que allí se decía. Aunque no todas las tribus habían mandado representantes, se consideró una asamblea muy importante y en ella se tomaron resoluciones muy sabias. En el primer consejo se decidió que ninguna Estirpe podría tener poder sobre otra, ya que esto sólo conduciría a la ambición o a la envidia y, por último, a una lucha fratricida. Los devotos del dios Loec, el Embaucador, llevaron a cabo sus danzas rituales y los videntes y profetas leyeron en alto las trazas del destino que podían entreverse en las estrellas y los patrones de las llamas. Fue bajo la luz de ese fuego que la hermosa Ariel se encontró con Orión y se sintió atraída por el señor de la mayor y más renombrada tribu de cazadores. Él era el más valiente y atractivo de los suyos tal y como Ariel era la más sabia y hermosa entre su gente. Mientras el consejo debatía la mejor forma de oponerse a los Enanos, Ariel y Orión mantenían una conversación al margen, abstraídos de las importantes cuestiones que se discutían a su alrededor.

Bailarín Guerrero Elfos Silvanos sven bybee

No fue un consejo normal, donde los sabios se sientan a debatir. La vida en el bosque había marcado profundamente al pueblo de los Elfos, transformando de forma extraña los aspectos más salvajes de la mentalidad Élfica. Se invocó a Kurnous e Isha. Jóvenes elegidos de cada Estirpe bailaron las danzas rituales. Los ancianos expresaron sus opiniones a través del relato de misteriosas historias y los Magos revelaron las nuevas maravillas que habían encontrado en el bosque. Incluso algunos Hombres Árbol y Dríades estaban presentes, y también habían Elfos Silvanos capaces de comunicarse mentalmente con éstas criaturas y con todo tipo de bestias y pájaros del bosque.

Los ánimos del consejo eran oscuros ya que después de debatir durante muchas horas, los Elfos llegaron a la triste conclusión de que no eran suficientes como para enfrentarse con éxito a las hordas enanas que se preparaban para la guerra en las montañas. Peor aún, los videntes habían dicho que los Enanos no eran sino la menor de dos amenazas y que una enorme horda de pieles verdes estaba a varios días de lanzar su propio asalto.

Fue entonces cuando, en ese momento de desespero, Adanhu, el mayor y más anciano de los señores de los árboles, entró en el claro; algo que cogió desprevenido hasta al más agudo de los Elfos, pues ninguno de ellos había sentido siquiera su presencia hasta aquel momento. Se comprometió a que los espíritus del bosque lucharían junto a los Elfos siempre y cuando la batalla tuviera lugar antes del invierno.

"Si los Elfos se van a enfrentar a los Enanos ahora" - dijo el milenario Hombre Árbol - "antes de que el otoño dé paso al invierno, el bosque combatirá junto a ellos, pues este peligro es una amenaza para todos".

Envalentonados por las palabras de Adanhu, los Elfos prepararon sus planes de ataque con nuevos ánimos. En su entusiasmo no escucharon la advertencia del antiguo de que se les pediría un gran sacrificio.

Ariel y Orión[]

Cuando Adanhu se dirigió a los miembros del consejo, Ariel y Orión abandonaron el claro sin que nadie se diese cuenta y se adentraron en el bosque. Paseando entre los enormes y ancianos robles, llegaron junto a un árbol de proporciones realmente gigantescas, un árbol que estaba allí desde la creación del mundo. Sus raíces habían partido la roca, y sus ramas cubrían un mundo de sombras, penetrado tan sólo por unos tenues rayos de luz solar.

Caminaron alrededor del inmenso tronco, siguiendo las rugosidades de la corteza con sus dedos. Tardaron una eternidad en rodear tan sólo la mitad del tronco. De repente, llegaron a una hendidura en el tronco, como una estrecha puerta que conducía al interior del árbol. Su curiosidad les llevó a entrar en el árbol.

Nadie notó su ausencia hasta varias horas después, cuando terminó el Concilio; pero esta ausencia provocó una gran irritación entre los Elfos, pues no se contemplaba la posibilidad de que dos Elfos de estirpes diferentes se enamoraran. Enfurecidos, los señores de los Asrai ordenaron que ambos amantes fueran encontrados y traídos a su presencia.

Matthew Starbuck Shadow Sentinel Forestales Eslfos Silvanos

Los Elfos buscaron a Ariel y a Orión por el bosque, en los alrededores del Claro del Consejo, durante varias horas, hasta que los rayos dorados del amanecer empezaron a brillar en las hojas. A pesar de sus capacidades innatas para la caza, los rastreadores no fueron capaces de encontrar señal alguna del camino seguido por los amantes y la ira de los príncipes se convirtió en preocupación. Puesto que no aparecían, sus parientes fueron a buscarles por la arboleda, pero no encontraron ningún rastro. Empezaron a preocuparse por si alguna bestia salvaje o aún peor, algún enemigo o monstruo les hubiera atrapado. Los Exploradores empuñaron sus arcos y rastrearon el bosque describiendo un amplio arco, en busca de posibles invasores del bosque. Los Magos utilizaron sus báculos de adivinación e intentaron seguir su rastro. Todo fue inútil.

Los exploradores eran incapaces de descubrir el menor rastro de ellos. Encontraron el impresionante Roble Eterno, y le ofrecieron sus respetos y le reverenciaron como correspondía a un árbol sagrado. Descubrieron las grandes hendiduras en su tronco rugoso, pero la abertura por la que Orión y Ariel habían entrado estaba entonces misteriosamente cerrada.

Cuando la esperanza de encontrarlos empezó a disminuir, los Elfos pidieron ayuda a Adanhu, pero el milenario árbol permanecía inmóvil y en silencio ante sus desesperadas súplicas. Los magos intentaron hablar con los árboles, pero ninguno de ellos respondía. Intentaron encontrar dríades, pero no había ninguna en el entorno. Al final, y con gran pesar, los nobles de los Asrai asumieron la pérdida de los amantes y volvieron a concentrarse en sus planes de batalla.

Samflegal warhammerdwarf hornholddefender web Enanos

Antes de que el otoño diera paso al invierno, los Elfos Silvanos marcharon a las montañas que había más allá de los Pinares y atrajeron a los Enanos al combate. Tal y como Adanhu les había prometido, los Asrai no lucharon en solitario. Los Enanos debieron pensar que Athel Loren se mudaba, pues entre las filas del ejército de Elfos había cientos de Arbóreos, miles de dríades en sus flancos, y Hombres Árbol colosales se alzaban entre las filas éficas. Todos estos seres estaban comandados por el iracundo Durthu, que se mostraba tan implacable como una fuerza de la naturaleza, al tiempo que aprovechaba para vengarse de quienes le habían causado sus profundas cicatrices.

Ni siquiera los tozudos Enanos podían resistir un ataque de estas proporciones y características, y aunque se enfrentaron a ella con la cabezonería propia de su raza, al final tuvieron que huir, por lo que se retiraron a sus mansiones bajo la montaña y abandonar a sus muertos en las laderas. Pasarían cientos de años hasta que volvieran a importunar al bosque de Athel Loren, pero en el Libro de los Agravios hay numerosas referencias a la que ellos llaman la Batalla de Karaz-Zan.

En el mismo momento en que la última flecha encontró su objetivo de carne enana, un viento helado silbó entre las ramas de los árboles y el frío atenazó esas tierras como nunca antes había hecho.

El Gran Invierno[]

Orcos Negros de David Hudnut

La desaparición de Ariel y Orión fue causa de mucho pesar. Al iniciarse el invierno todavía no les habían encontrado, y les dieron por muertos. En cuanto el invierno cayó sobre Athel Loren, el viento helado que soplaba entre las ramas dejó ver que iba a ser uno de los peores jamás sufridos. El bosque se quedó en calma y los espíritus de los árboles y de la tierra quedaron aletargados. Pero no iba a ser un invierno silencioso más, en espera de la jovial primavera, ya que, a mitad de la estación, con el sol en el punto más bajo del horizonte, llegaron los Pieles Verdes.

Huestes de Orcos y Goblins, llevados por el hambre y la sed de sangre, abandonaron las montañas en las que se cobijaban y se internaron en Athel Loren, quemando árboles en grandes hogueras para calentarse y cazando indiscriminadamente a las bestias del bosque. Los Elfos lucharon con toda su fuerza y valor, pero los Orcos eran demasiados y los espíritus del bosque aliados no eran suficientes, además el espíritu de unidad nacido para combatir a los Enanos se había disipado y se vieron obligados a ceder terreno. Los Orcos estaban inmersos en una orgía de destrucción e hicieron gigantescas piras de árboles vivientes, cuyo humo oscureció el cielo.

Cada día, los exploradores Elfos vigilaban el avance de los Orcos mientras estos se adentraban cada vez más profundamente en el Bosque de Loren, y se produjeron numerosas escaramuzas entre grupos de orcos y los exploradores Elfos Silvanos. Muchos orcos cayeron bajo las flechas de unos arqueros que no podían verse. Sin embargo, los orcos prosiguieron su avance. Toda la magia de los Cantores parecía incapaz de detenerlos. Los orcos se aproximaban inexorablemente hacia las arboledas sagradas y los hogares de las estirpes.

Los elfos decidieron enfrentarse a los Orcos en batalla abierta. Se convocó a todos los guerreros. Los Elfos Silvanos atacaron, pero no pudieron derrotar a los orcos. Muchos valientes Elfos murieron y la horda prosiguió su avance hacia el interior del reino. Algunas Estirpes abandonaron sus hogares y se escondieron en las cavernas: otros juraron defender hasta la muerte sus poblados si llegaban los orcos.

Battleworn Orcs by jimbradyart Orcos

El Gran Invierno transcurría con lentitud. El solsticio de invierno pasó y la helada hizo que el suelo quedara tan duro como el hierro. El aullante viento extendió la nieve por los páramos y sobre los árboles. El bosque quedó transformado en un interminable paisaje blanco y gris. Siniestros lobos merodeaban por el bosque a sus anchas en tanto que los Orcos avanzaban más y más. La comida era escasa. Los Cantores se esforzaban día y noche para aislarlos con hechizos y falsos rastros, pero a pesar de los esfuerzos de los Elfos, los invasores pieles verdes no tardaron en llegar al claro en el que se alzaba el mismísimo Roble Eterno.

Durante toda la noche, la vacilante luz de las hogueras de los campamentos orcos podía verse en un claro alrededor de un gigantesco Roble marchito, un lugar era considerado extraño y misterioso incluso para los propios Elfos. Los Asrai se preparaban para la batalla, pues pensaban que el destino del Roble Eterno determinaba el de todo el bosque. Aunque sabían que no podrían vencer a la horda de pieles verdes, los Elfos Silvanos hicieron de tripas corazón y se prepararon a conciencia y decidieron que, si fuera preciso, morirían defendiendo su hogar.

Cuando llegó el resplandeciente amanecer, los Elfos empezaron a advertir los primeros signos de la llegada de la primavera y comprobaron que el bosque había cambiado. Las nieves se retiraban y del duro suelo salían pequeños retoños. Los animales del bosque habían puesto fin a su hibernación y en el aire se podía oler el aroma de la inquietud, como si una terrible fuerza estuviera a punto de despertar. Los mismos Orcos notaban el renacer del bosque mientras se preparaban para la batalla.

Orion

También notaron un comportamiento extraño entre los pájaros y en el susurro de las ramas. Mientras los Cantores empezaban a examinar estos portentos, se escuchó el sonido de un poderoso cuerno de caza resonando en el viento, procedente de lo más profundo del bosque. Los Orcos también lo escucharon. Paralizados por el terror, se quedaron inmóviles, mientras las ardillas y comadrejas seguían asándose sobre las brasas de sus hogueras.

Entonces pudo escucharse el aullido de los perros y la algarabía de las aves de presa al alzar el vuelo formando grandes masas oscuras. Se escuchó el misterioso bramido de desafío de un poderoso ciervo, y el sonido de una bestia gigantesca pisando helechos muertos. Inmediatamente después, una portentosa figura salió de entre los árboles seguida de cerca por un grupo de fantasmales perros de caza. Los Forestales fueron los primeros en verle y no tardaron en reconocer la alta y musculosa figura de aquel aterrador y poderoso cazador: ¡Kurnous, el mismísimo dios!

El dios viviente saltaba entre los árboles con la velocidad y la agilidad de una antílope. De su cabeza brotaba una magnífica cornamenta. Alrededor de su rostro colgaban jirones de hiedra y musgo. Su carne era verde como las hojas en la primavera. Sus ojos irradiaban un fulgor ámbar, como los de una bestia salvaje. Era dos veces más alto que un Elfo, y en su mano empuñaba una enorme lanza. Saliendo de entre la maleza, Kurnous cargó contra los Orcos empuñando su lanza con ambas manos. Kurnous despedía una energía primitiva que embargó a todos los Elfos y les transfirió con la furia y la potencia de su dios.

El dios viviente irrumpió en el campamento Piel Verde y acabó con todos los que se interponían a su avance con un simple giro de su lanza, un arma que causaba unos destrozos como nunca antes se habían visto, mientras los acompañantes del dios atacaban raudos como el viento y las dríades, recién despertadas de su letargo, se arremolinaban a su alrededor para defenderle y enfrentárse a sus verdugos. Kurnous aulló y cargó contra el Señor de la Guerra Grotfang, empalando al Orco con la lanza y utilizando su cornamenta para voltearlo por encima de su cabeza. El resto de los Orcos huyó aterrorizado.

Elfos Silvanos de David Hudnut

Cuervos negros como la noche se lanzaron en picado desde los cielos para sacarles los ojos a los Pieles Verdes, cuya verde piel desgarraban los mastines con sus afilados colmillos. Estos tropezaban unos con otros en su precipitada huida, pero no encontraron ninguna ruta de escape fácil a través del bosque. Más Hombres Árbol, Arbóreos y las Dríades, despertados por el cuerno de Kurnous y su aullido de desafío, cerraron el paso a los Orcos.

Los Elfos abandonaron sus posiciones y atacaron a los Orcos al ver que la encarnación de su dios no dejaba de abatir pieles verdes. Kurnous persiguió a sus presas que huían, empuñando su poderosa lanza. Tras Kurnous avanzaba una oleada de Elfos, reagrupados y ansiosos por unirse a la salvaje cacería, sus flechas mataron a Orcos en mortíferas andanadas. En los ojos de los Elfos se reflejaba el furibundo poder de su dios al tiempo que mataban Orcos sin piedad. Los Bailarines Guerreros avanzaban a grandes saltos como en la danza ritual de Kurnous, matando a los torpes Orcos que no eran los suficientemente rápidos como para apartarse de su camino.

Cuando el sol empezó a esconderse en el horizonte, sus débiles rayos ámbar iluminaron el escenario de la matanza. El claro del bosque estaba cubierto de Orcos muertos, y ennegrecido por urracas y cuervos. En el cielo, los buitres colaban en círculos. Los lobos se acercaban para reclamar su parte. No quedaba ni un solo Piel Verde vivo en el bosque y sus emblanquecidos huesos quedaron entrelazados con las raíces del Llano del Roble Partido.

El Rey y la Reina del Bosque[]

Stag-orion

En cuanto se aseguraron de que el último Orco había muerto, los guerreros Elfos siguieron a Kurnous lo mejor que pudieron. Aún podía escucharse su distante bramido, y su gigantesca sombra podía vislumbrarse, corriendo rápidamente entre los árboles. Los Orcos traspasados por la mortífera lanza de Kurnous marcaban su ruta. Siguieron el rastro de Kurnous dando un amplio rodeo hacia el Claro del Consejo, y directamente hacia el propio Roble Eterno.

Allí se detuvieron. Kurnous había desaparecido. Los Elfos estaban exhaustos tras llegar hasta el Roble Eterno siguiendo la estela de destrucción causada por su dios. Acudieron los Cantores, que utilizaban sus báculos mágicos e invocaron a Kurnous, pronunciando plegarias de gratitud por haberles librado del enemigo. Mientras invocaban a Kurnous, el árbol crujió, y una voz profunda y cavernosa retumbó desde las profundidades del propio tronco: “¿quién llama a Kurnous?”

Los Elfos allí reunidos observaron la profunda hendidura en el rugoso tronco del roble; la voz parecía proceder de su interior. Algunos de los guerreros y Magos más valientes penetraron por la hendidura. Avanzando cautelosamente por el estrecho hueco del árbol, escucharon una risa misteriosa y mágica, además de una extraña música. Una luz mortecina indicaba el final del túnel. Cuando llegaron hasta allí, entraron en un amplio espacio hueco en las profundidades del árbol.

Allí pudieron contemplar dos siluetas sentadas en sus tronos, dos de las criaturas más hermosas e impresionantes que jamás hubieran visto antes sus ojos. Para todo el mundo parecían la reencarnación viviente de los dioses Kurnous e Isha, aunque poseían un cierto parecido con los rasgos de los perdidos Orión y Ariel. A su alrededor había Dríades y otros extraños espíritus del bosque que les rendían homenaje como si se trataran de un rey y de una reina.

Orion-Council-of-Beasts-CMY

El Aeda Mágico Athelor avanzó y les preguntó si eran Orión y Ariel. Orión respondió que sí, pero que habían cambiado. Entonces habló Ariel, que explicó cómo ambos se habían fusionado con los dioses Kurnous e Isha y qué habían tomado su aspecto. Los dioses habían sido invocados desde el bosque y querían adoptar la forma de los Elfos. Habían sido atraídos por la excepcional belleza de Orión y Ariel, los más hermosos entre los Elfos, y se unieron a ellos con una ínfima parte de sus espíritus divinos. Esto fue suficiente para dotar a Orión y Ariel con la habilidad de transformarse en Kurnous e Isha durante un breve periodo de tiempo. El tiempo suficiente para sellar el destino de cualquier invasor de Athel Loren.

Ariel había hablado con la profunda sabiduría de una diosa, y los Elfos quedaron verdaderamente impresionados por lo que habían visto y oído. Athelor lo comprendió y proclamó a los demás: “¡Contempladles! ¡Son el Rey y la Reina del Bosque!”

Orión y Ariel salieron del Roble eterno. Reunieron a todos los consejeros en el Claro del Consejo, que desde entonces pasó a llamarse Claro del Rey. Todas las Estirpes les rindieron homenaje como el Rey y la Reina. Los cantores reconocieron que ambos estaban dotados de unos poderes mágicos que derivaban directamente de los dioses Kurnous e Isha. Orión era capaz de transformarse en Kurnous el Cazador, para perseguir a los invasores de sus dominios. Ariel, que podía transformarse en Isha, utilizaba la magia instintivamente y de forma natural, como parte de su ser. Tenía el poder de lanzar hechizos que afectaban a todo el reino para proteger a sus pueblos y rechazar a sus enemigos.

Los Elfos pueden vivir varios cientos de años, pero Orión y Ariel se han convertido en seres eternos e inmortales en virtud de su divinidad. Renuevan perpetuamente su cuerpo, del mismo modo que la naturaleza se renueva, preservada por los espíritus de Kurnous e Isha. Ambos reinarían sobre todas las Estirpes de los Elfos Silvanos con su profunda sabiduría, protegiendo al bosque por toda la eternidad.

Durante los meses de verano Athel Loren vivió en relativa calma, pues toda incursión era repelida por la furia de Orión. Muchos Elfos se vieron atraídos por Orión con sus corazones vibrando por la fascinación hacia el sonido de la cacería y decidieron acompañar al semidiós, quien les recompensaba llenando sus corazones con parte de su poder. Estos Elfos se convirtieron en los jinetes de Kurnous, la corte del Rey del Bosque, cuyo servicio y rituales mantenían vivo el espíritu del Cazador. Pero el verano se convirtió en otoño y mientras que los poderes de curación y renacimiento de Ariel se mantuvieron igual de fuertes que en los primeros días de primavera, los de Orión fueron decayendo y su furia disminuyendo hasta que, cuando el invierno volvió a cerrar su frío puño sobre Athel Loren, había desaparecido irremisiblemente.

Cuando las nieves cubrieron el bosque, se creó en el centro del Claro del Rey una enorme pira cuyas llamas, una vez encendida, alcanzaban el cielo nocturno. Cuando llegó la medianoche del primer día en el que el frío del invierno empezaba a sentirse, se llevó a cabo un ritual que tendría eco a través de los siglos. Cuando llegó la hora propicia, los Jinetes Salvajes y el propio Orión se acercaron al claro. Después, el Rey de la Cacería Salvaje subió desnudo a la pira y dejó que las llamas consumiesen su cuerpo mientras elevaba sus brazos al cielo. El fuego ardió durante toda la noche y hasta que el sol invernal ocupó su lugar en el cielo sobre las Montañas Grises.

A la fría luz de la mañana no quedaba ningún rastro de Orión aparte de sus cenizas que los Jinetes Salvajes recogieron en silencio y llevaron al Claro del Consejo, donde Ariel las recibió. Sin una palabra, la Reina Maga se encerró junto con las cenizas de su consorte en el corazón del Roble Eterno y se convirtió en poco más que un recuerdo mientras duró el invierno. Muchos Elfos lloraron por su rey perdido ya que no entendieron lo sucedido. Solo cuando regresó la primavera y Orión renació pudieron entender por completo la naturaleza de Ariel y Orión y, de hecho, la de toda la raza de los Elfos Silvanos que a partir de ese momento quedó atada al Tapiz de la existencia, una red de vida y muerte que une a todos los seres vivos.

Desde entonces, todos los años, cuando las nieves empiezan a retirarse y la primavera vuelve a sentirse en el ambiente, el bosque tiembla ante el inminente despertar de Orión. Los Jinetes de Kurnous se acercan para escoltar al elegido a que se ponga el manto de Ariel. La elección de este Elfo se hace en secreto y está rodeada de un gran misterio. Los demás Elfos consideran un mal augurio atraer la atención de los Jinetes de Kurnous. El día antes del equinoccio de verano, el Elfo elegido para convertirse en el nuevo rey de la Cacería Salvaje es engalanado con flores y su cuerpo se pinta con símbolos místicos antes de dejar que se encamine al Roble Eterno. A la mañana siguiente, el primer día de primavera, Ariel despierta de su letargo y el renacido Orión atruena el bosque al soplar el cuerno, dando por empezada, así, la Cacería Salvaje.

Y así continuó la vida en Athel Loren durante años. Cada primavera Orión renacía, únicamente para sacrificarse en vísperas del invierno. Los siglos se sucedieron y Ariel aprendió a usar mejor los poderes del Tapiz y curó gradualmente las heridas del bosque. Adanhu y el resto de Antiguos vieron esto con satisfacción. Bajo la vigilancia de los Elfos, el bosque florecía y mantenía su carácter.

Entonces, en una terrible noche, los espíritus del bosque gritaron de agonía y Ariel derramó una única lágrima perfecta al notar una gran disrupción en el Tapiz. Algo terrible se había abierto camino hasta este mundo.

La Estación del Marchitamiento[]

1-471 (Calendario Imperial -1094 a -625)

Décadas después del Gran Invierno, Ariel tomó conciencia de la existencia de quien acabaría por convertirse en su némesis, una presencia maligna y aborrecible. La existencia de este ser, que representaba todo lo contrario de lo que defendía Ariel, ofendía enormemente a la dama. Los Elfos llamaron a esta criatura Cyanathair, el Corruptor, aunque otras gentes la conocen como Morghur, el Señor de las Calaveras. Este ser arrasaba todo signo de civilización que encontraba a su paso y corrompía toda muestra de belleza. Era una retorcida criatura, una mezcla de ser humano y bestia, y Ariel descubrió que se trataba de un inmortal espíritu del Caos cuya única razón para existir era corromper, estropear y causar daño. Los Elfos Silvanos odian a esta criatura por encima de cualquier otra. Cyanathair corrompe, distorsiona y convierte en algo vil todo lo que sus pezuñas tocan; su aliento agosta los árboles más sanos y su mirar torna negra la hierba.

El Corruptor Despierta[]

Morghur John Blanche Hombres Bestia

Al principio Ariel no entendía qué estaba sucediendo, únicamente que suponía una gran amenaza para Athel Loren. Dispuesta a descubrir la verdad, la Reina Maga se reunió con los Antiguos del bosque y exploraron tierras distantes. Poco a poco, Ariel fue capaz de discernir la naturaleza de la criatura que buscaba. Ningún Elfo Silvano la había visto y sobrevivido para poder hablar del encuentro, pero los indicios que dejaba tras de sí eran testamento de su comportamiento. Allí donde la criatura caminaba el tejido del mundo se retorcía en una transformación odiosa: los árboles se retorcían de formas antinaturales, las cosechas sangraban un icor negro bajo las guadañas y la carne se convertía en barro bajo las manos de algún escultor enloquecido.

Allí donde pasaba, la cordura se tornaba locura y la nobleza y mesura se volvían abandono injustificado. Debido a sus obras Ariel puso nombre al enemigo: Cyanathair, le llamó, el Corruptor, una encarnación del desorden y el caos. Y su vil parentela fue conocida como Morghur, Señor de las Calaveras. Su mera existencia era una gran ofensa para Ariel, ya que sus destrozos en el Tapiz representaban todo aquello a lo que ella se oponía. Desesperada por aprender cómo combatir a este nuevo enemigo, Ariel se arriesgó. Adoptó una forma espiritual y viajó a las tierras donde Morghur reinaba libremente.

Tras meses de rastrear a la criatura en tierras que ningún Elfo mortal podría pisar sin sufrir daño, finalmente descubrió a la bestia brincando enloquecida en compañía de otras criaturas abominables. Era tan patética y miserable que Ariel casi rio al verla. Había esperado a algún mago poderoso o a un hechicero vengativo de tiempos antiguos y lo que encontró era una bestia ignorante que carecía del intelecto necesario para comprender su propia naturaleza. Sin dudarlo, Ariel invocó la llama purificadora sobre el Corruptor y su rebaño. Con su tarea completada, la Reina Maga regresó a su hogar. En su arrogancia creyó que la amenaza de Morghur había acabado. Con el tiempo, creía, el mundo se curaría del toque del Corruptor y el Tapiz se restauraría gradualmente.

Lo que Ariel no percibió es que Morghur no era tan fácil de destruir. Mientras la Reina Maga se giraba, las heridas de la bestia habían empezado a curarse. Peor aún, Morghur le había tomado la medida tal y como ella misma había hecho. No había entendido casi nada de lo que había visto, ya que su mente retorcida era una espiral enloquecida donde los pensamientos y las palabras eran conceptos ajenos; pero Morghur no estaba tan podrido como para no reconocer a Ariel por lo que era. Habiendo probado una pequeña cantidad de su poder, ansiaba más. Lento pero seguro, Morghur dirigió su camino hacia el sur, a Athel Loren.

Fue entonces cuando los Hombres Bestia empezaron a internarse en Athel Loren talando y quemando. Estas primeras incursiones fueron fácilmente rechazadas por los Elfos Silvanos y los espíritus del bosque, pero no tardó en hacerse evidente que aquello solo había sido el principio.

La Llegada de los Humanos[]

Humanidad

Después de la Batalla del Llano del Roble Partido, la Estirpe de Equos mantuvo durante generaciones la vigilancia en los páramos que rodeaban Athel Loren. Los Jinetes del Bosque recorrieron las laderas cubiertas de maleza y acamparon entre los robles en busca de merodeadores Orcos y Goblins. Se produjeron innumerables escaramuzas. Tan pronto como descubrían la presencia de enemigos que avanzaban por los páramos hacia el bosque, se enviaba un jinete a Orión y Arel para dar la alarma. Rápidamente, las Estirpes de Elfos Silvanos reunían a sus guerreros y preparaban una emboscada. Normalmente el enemigo era rechazado o destruido antes de que hubiera traspasado el lindero del bosque. Después de una batalla, los Elfos cubrían sus huesos con un montículo, erigiendo una piedra de la victoria con los símbolos de Kurnous e Isha esculpidos en ella como advertencia. Y la cosa continuó así durante décadas.

Un día, los Jinetes del Bosque observaron un grupo de nómadas diferente. Era una horda que viajaba sobre carromatos o sobre poneys robustos y toscos, defendidos por guerreros con armas de metal. Las familias los seguían a los guerreros. No eran Orcos ni Goblins: los Elfos habían hallado por primera vez a seres Humanos. bárbaros salvajes, los antepasados de los Bretonianos, que buscaban nuevas tierras donde asentarse.

Orión y Ariel, que habían sido informados de ello, convocaron al Consejo y decidieron esperar antes de atacar. Los recién llegados tenían ciertos rasgos familiares y mostraban algún parentesco lejano con los Elfos, aunque solo en apariencia. Primero debía comprobarse si podían ser amigos y aliados. Ordenaron a los Caballeros Elfos que los vigilaran desde una distancia prudencial.

Los vigías pronto observaron dos aspectos de los forasteros que cautivaron a los Elfos Silvanos. Cuando los guerreros avanzaban por delante de la columna descubrieron los monolitos fronterizos que marcaban los límites exteriores del reino de Athel Loren, intentaron descifrar las inscripciones de las piedras y llamaron a sus Chamanes para que las vieran. Finalmente, los forasteros colocaron ofrendas al pie de las piedras y se alejaron. Los bárbaros condujeron a los suyos en otra dirección, y no intentaron atravesar la línea de monolitos. Tanto si fue debido a su respeto o a la superstición, sin duda impresionaron a los Elfos Silvanos, que consideraron a los recién llegados como una raza completamente diferente de los Orcos y Goblins.

Los Elfos también quedaron impresionados cuando observaron una batalla, en la que los bárbaros fueron atacados por Orcos Jinetes de Jabalí y Goblins Jinetes de Lobos. Los bárbaros defendieron con valentía sus carromatos y sus familias. Los Caballeros Elfos Silvanos que vigilaban desde las colinas quedaron tan conmovidos por su valentía que descendieron al galope y cargaron contra Orcos con arrojo y furia, a pesar de ser ampliamente superados en número. Los Elfos y los bárbaros derrotaron a los Orcos, y los Caballeros Elfos Silvanos persiguieron a los que huyeron hasta aniquilarlos, sin detenerse para que los bárbaros les dieran las gracias.

Posteriormente, los Forestales que vigilaban la zona más allá de Athel Loren descubrieron que los bárbaros habían empezado a edificar un pueblo y a cultivar la tierra al otro lado del río. Era evidente que no representaban ninguna amenaza para el Bosque de Loren.

Caballero Bretonia Karl Kopinski

Fue durante esta época cuando los bárbaros humanos cruzaron las Montañas Grises y empezaron a asentarse en las tierras que más tarde llamarían Bretonia. Los Elfos hacía tiempo que habían abandonado esas tierras, y de su paso no quedaban más que elegantes construcciones, fortalezas y asentamientos abandonados. Muchos de esos lugares habían quedado olvidados y habían sido destruidos y quemados por los pieles verdes, que habían campado a sus anchas por la zona tras la retirada de Elfos y Enanos. Los supersticiosos e ignorantes bárbaros evitaron esos lugares, temiéndolos como si estuvieran encantados.

Las primeras tribus bretonianas, fieras y belicosas, limpiaron de Orcos y Goblins estas tierras a la vez que combatían entre sí por la supremacía. Pocos fueron los que sobrevivieron a los primeros intentos de entrar en Athel Loren y, de estos, muchos perdieron el seso. Athel Loren pasó a formar parte de la sabiduría popular de estos humanos, que lo consideraban un lugar místico y evitaban entrar en él a menos que fuera realmente imprescindible. Entre los bárbaros, los chamanes habían llegado a una conclusión sobre los Elfos. Explicaron a su pueblo que los Elfos eran "El Pueblo del Bosque", unas criaturas mágicas que vivían en el bosque y que les ayudarían en los tiempos de grandes dificultades siempre que les demostraran el respeto apropiado, ya que, de no hacerlo, incurrirían a su ira. Esta creencia perduró entre los bárbaros durante siglos, evitando en gran medida que invadieran el Bosque de Loren.

Los Elfos Silvanos observaban divertidos las batallas entre las tribus primitivas, contentos de dejar que los bárbaros se exterminaran entre sí. Solo cuando las luchas se acercaban a las fronteras de Athel Loren llevaban a cabo alguna acción, expulsando a los combatientes con lanzas y arcos antes de desvanecerse entre los árboles una vez más. Así empezó la tradición de la Cacería Salvaje como se conoce actualmente. Cada verano, cuando las batallas entre hombres y pieles verdes estaban en su apogeo, Orión guiaba a los más acalorados entre su gente a través del Brezal salvaje hasta las tierras bárbaras y cazaban a sus presas bípedas tal y como harían con cualquier otra. Pronto, la gloria y el terror de la Cacería Salvaje se convirtieron en una leyenda entre los bárbaros y aprendieron que amenazar al bosque era invitar a una muerte rápida y despiadada, por ello, solían realizar grandes ofrendas ante los monolitos después de la cosecha para aplacar a sus habitantes.

A medida que pasaba el tiempo los Elfos se deleitaban cada vez más en mofarse de las vidas de Humanos y Orcos cazándolos como presas. Empezaron a manipular a ambos bandos en una confrontación cada vez mayor (aunque los pieles verdes necesitaban pocos ánimos para ello). Los Elfos se decían a sí mismos que hacían esto para controlar la cantidad de enemigos como si fueran cualquier otra bestia peligrosa. Cuanto más practicaban este “deporte” menos se creían esta idea, pero se preocupaban poco por ello y seguían fomentando la guerra en las tierras al norte de las montañas conocidas como los Túmulos.

La Venganza de Cyanathair[]

Foaldeath by ilacha-d7hytzc Hombres Bestia

Mientras los Asrai se preocupaban por la amenaza exterior no lograron percibir el peligro interior. Los Hombres Bestia siempre habían vivido en el bosque, al menos desde que los Elfos podían recordar. Grandes manadas vagaban entre la maleza forrajeando mientras viajaban. Cada año, los Elfos cazaban a estos intrusos sin piedad, pero siempre quedaban más. Algunos de los señores y señoras del bosque creían que esas criaturas tenían un cierto conocimiento instintivo de los senderos de Athel Loren y que lo usaban para evitar el exterminio. De hecho, decían, dada la extraña forma de pasar el tiempo bajo las ramas, era posible que se estuviera combatiendo contra la misma manada una y otra vez puesto que sus guerreros podían estar atrapados para siempre en un ciclo de derrotas. Semejantes teorías se sustentaban en la arrogancia de los Elfos y es por ello que pocos notaron que la cantidad de Hombres Bestia se incrementaba. Al principio fue algo lento y para cuando percibieron el peligro, era demasiado tarde. Morghur estaba entre ellos.

Habían pasado más de dos siglos desde que el maldito Morghur supo de Ariel y había pasado ese tiempo reuniendo una manada de proporciones increíbles. Miles de Hombres Bestia y otras criaturas con terribles mutaciones habían respondido a su llamada silenciosa. Todos estos seres, que habían recorrido cientos de kilómetros para luchar a su lado, se reunieron en torno a Morghur, como era voluntad de los dioses del Caos. Allí había seres que venían de bosques de más allá de las Montañas Grises, de las apestosas cavernas de las Cuevas y el Cerro del Orco y de los bosques de Arden y Châlons. Así es como empezó la primera de las grandes batallas que ha habido entre estas dos razas desde entonces.

Wood elves

Durante muchas estaciones, Athel Loren se vio envuelto en una guerra sin tregua mediante la que Morghur intentaba desposeer a Ariel de su poder y dejar el bosque malherido y moribundo. La guerra habría sido menos grave si los Elfos y espíritus del bosque hubieran luchado en sintonía, pero parte de la primitiva naturaleza de Morghur se puso en contacto con el corazón del bosque y ciertas partes de Athel Loren llegaron a rebelarse.

Durante un largo y terrible año, el orden natural del bosque consiguió ser alterado, y parecía imposible acabar con la vida de Cyanathair, al menos con las armas de las que gozaban los Elfos, pues la bestia siempre se recuperaba hasta de la más incapacitante de las heridas, ya hubiera sido causada por una flecha o por la poderosa lanza de Orión. Y lo peor de todo: algunos árboles y espíritus de Athel Loren sucumbían a la mancha corruptora de Cyanathair.

En innumerables ocasiones los Elfos se encontraban al borde de la victoria contra las bestias sólo para ver como ésta se escurría de sus dedos debido a que Cyanathair había conseguido en última instancia apoderarse de la voluntad de los árboles y espíritus que hasta aquel momento habían sido sus aliados. Aunque esta locura hipnótica no siempre era perpetua, parecía tener un profundo y duradero efecto, especialmente en las dríades, cuya caprichosa y maliciosa naturaleza solo podían controlarla los hombres árbol.

Ariel contra Morghur Elfos Silvanos Hombres Bestia

Este terrible conflicto no acabó hasta que Cyanathair fue herido de muerte en la Batalla de la Angustia. Esta batalla tuvo lugar en el Llano del Roble Partido, donde aún quedan signos de la muerte de Cyanathair. Coeddil, uno de los más ancianos señores de los árboles, dispersó a las fuerzas del Corruptor y atrapó a la bestia en persona, asiéndola con todas sus fuerzas. Cuando Morghur intentó liberarse, Ariel golpeó a la criatura. En esta ocasión, la Reina Maga estaba decidida a acabar con la criatura así que no solo utilizó su propio poder sino también reunió el del bosque. Ni siquiera Morghur pudo soportar un ataque semejante. Ariel pulverizó las defensas de la criatura y partió en dos pedazos su mutado cuerpo (mientras que Coeddil parecía no haber sufrido daño alguno).

Se venció la batalla, pero el bosque seguiría llevando la mancha del paso de Morghur. Ningún ser tocado por la sangre del Corruptor se recuperaría completamente. Las marcas del lugar donde se derramó la sangre corrupta de Morghur todavía permanecen en forma de árboles retorcidos y siniestros con ramas como garras, con un gigantesco y ennegrecido roble irregular marcando el lugar exacto en que murió Cyanathair. El lugar de la muerte de Morghur pasó a ser conocido como el Claro de la Congoja, ya que a partir de ese momento solo albergó vida retorcida.

Sin embargo, las lágrimas de Isha no tardaron en rodar por las bellas mejillas de Ariel, pues esta pudo sentir cómo la bestia renacía en otro bosque, más allá de las montañas, nada más morir. Pronto Ariel aprendió que Morghur era tan inmortal como ella y siempre que la bestia era vencida, renacía en otro lugar. De esta forma, la Batalla de la Angustia marcó el inicio de una guerra secreta entre los Elfos Silvanos y los Hombres Bestia.

La Traición[]

Anciano Hombre Arbol por Olson finalcrop

Casi doscientos años después de la Batalla de la Angustia, Athel Loren volvió a verse envuelto en una guerra interina. Coeddil, un señor de los árboles que, enloquecido quizá por la mancha de Cyanathair, había empezado a albergar un gran resentimiento hacia los Elfos, decidió interrumpir el retoñar de Orión. Aquel invierno, Coeddil y las doncellas dríades a su cargo tomaron la decisión de no abandonarse al letargo y esperar a que Ariel hubiera iniciado su largo y profundo sueño en el interior del Roble Eterno. Cuando la mayor parte del bosque se quedó dormida y desprevenida, el milenario se aprovechó de la quietud y el desconocimiento de los Elfos, y se internó en el Claro del Rey y acabó con la vida de todos cuantos allí encontró, ya que, si no había Jinetes de Kurnous para efectuar el ritual del retoñar, Orión quedaría lo suficientemente debilitado como para ser incapaz de retornar. Aunque los Jinetes de Kurnous lucharon con valor, estaban ateridos por el invierno y sus armas no pudieron traspasar la dura corteza de Coeddil.

Ariel se despertó abruptamente de su sueño en cuanto la sangre de los Elfos empezó a ser derramada en el claro. Enfurecida, se levantó y se dirigió a toda velocidad al lugar donde los Jinetes de Kurnous luchaban por sus vidas. Coeddil y sus seguidores no podían enfrentarse al poder de Ariel, y la Reina Maga dispersó a las dríades, que se vieron forzadas a huir, y abatió al Hombre Arbol. Aunque de buen grado habría eliminado a los espíritus traidores debido al daño que habían causado y a la sangre que habían derramado, Ariel no podía acabar con su existencia sin acabar con parte de su propia alma, pues, al igual que Ariel, Coeddil formaba parte de Athel Loren. En vez de ello, expulsó y aprisionó al árbol y a sus dríades a uno de los más sombríos y salvajes rincones de Athel Loren, un lugar al Sudeste en el que no habitaba ningún Elfo: el Bosque Salvaje.

A continuación, rodeó el lugar con monolitos sagrados y confinó allí a Coeddil, prisionero para siempre en aquellas siniestras arboledas por culpa de la traición cometida. Desde entonces, ningún Elfo ha puesto un pie en la cárcel del milenario, pues hacerlo es aceptar a la muerte como compañera de viaje. Coeddil contempla su destino en silencio, pero sus doncellas han enloquecido a causa del exilio sufrido y vagan por las sendas de su prisión imbuidas del más profundo de los odios en sus corazones.

La Estación de la Revelación[]

1-1740 (Calendario Imperial -624 a 1116)

Wardancer2

Athel Loren disfrutó de una era dorada. Los Elfos y el bosque crecieron más que nunca bajo los atentos cuidados de Ariel y las heridas de las estaciones anteriores se curaron. Durante un tiempo, que fueron siglos en el mundo exterior, los Elfos Silvanos no se aventuraron mucho más allá de los monolitos que limitaban su hogar. Unicamente la Cacería Salvaje se aventuraba más allá, recordando a las tierras cercanas que Athel Loren seguía siendo un lugar a temer.

Por supuesto, siempre hubo quienes creyeron que las advertencias sobre Athel Loren no eran más que supersticiones. Muchos de esos individuos eran buscadores de tesoros y gloria cuyos sueños y cuerpos acabaron sirviendo de alimento a las Dríades. Cada pocos años, un Kaudillo Orco o un Señor del clan Enano reunía a suficientes seguidores como para atreverse a asaltar el bosque, y los árboles se alimentaban con su sangre. Los Elfos Silvanos recuerdan ésta era como una época de gran paz pero más bien se trató de una era en la que Athel Loren sufrió pocos daños del mundo exterior y en la que la mayor parte de sus batallas acabaron en victorias tan gloriosas que las vidas de los caídos parecían un precio justo a pagar. El bosque creció aún más majestuoso alimentado por los despojos de la guerra y sus habitantes se multiplicaron como nunca antes.

Desde la última vez que se habían enfrentado a Morghur, los Asrai vivieron aislados, ocupados en curar las heridas que los Hombres Bestia habían causado a Athel Loren y en segar la vida de todos aquellos que se atrevían a entrar en su reino. Durante los siguientes mil años, Las tribus bretonianas ya se habían instalado en las tierras que rodeaban el bosque y a los Elfos Silvanos les agradaba la situación, puesto que parecía que hubieran encontrado un nuevo aliado, que se encargaba de proteger la zona oeste del bosque. Pero este tiempo de relativa paz llegó a su fin cuando los pieles verdes, una constante y peligrosa amenaza, abandonaron las cuevas de sus montañas y efectuaron un ataque masivo contra los bretonianos. Los lindes de Athel Loren eran asaltados una y otra vez y las fuerzas defensoras estaban exhaustas, al límite. Parecía que los bretonianos fueran a desaparecer, pues su pueblo estaba compuesto por tribus divididas y los Orcos las atacaban una a una. La profetisa Naieth escrutó el futuro y descubrió que la supervivencia de Athel Loren pasaba por la de estos humanos que tenían por vecinos. Pero las fuerzas enemigas que se internaban en el bosque eran tan numerosas que los Elfos no podían destacar ninguno de sus defensores en ayuda de los bretonianos.

La Codicia de los Enanos[]

4 Beleaguered Scout Villa Santiago R

Thorkund Hacha Loca fue uno de los primeros aventureros Enanos en marchar hacia el Oeste después de la Gran Guerra entre los Elfos y los Enanos. Thorkund no regresó. Sólo los Elfos Silvanos saben qué le ocurrió a Thorkund. Los Enanos lo desconocen, pero si alguna vez lo averiguan... ¡habrá otro agravio Enano por el que el Reino de Athel Loren tendrá que rendir cuentas!

Siglos después del final de la guerra entre los Enanos y los Elfos, por los grandes salones de los Enanos corrían rumores que los Elfos habían abandonado sus colonias y que habían zarpado. Muchos Enanos empezaron a especular sobre los tesoros que los Elfos podrían haber dejado atrás en las ruinas de sus colonias. Los mineros Enanos empezaron a soñar con las riquezas minerales que podrían descubrir en unas tierras que anteriormente les habían estado vedadas. Durante mucho tiempo, los Enanos habían estado demasiado ocupados con las disputas internas para investigar las posibilidades que se abrían ante sus ojos.

Thorkund Hacha Loca fue uno de los primeros aventureros en viajar hacia el Oeste en busca de tesoros. Tan sólo le acompañó un puñado de Enanos tan intrépidos como él mismo. La codicia les condujo a través de las montañas y los bosques inmensos donde más tarde se crearía el Imperio. Cruzaron las Montañas Grises y observaron las tierras que más adelante serían el reino de Bretonia. Un inmenso bosque más se interponía entre ellos y las ruinas Élficas en las costas occidentales del Viejo Mundo: el Bosque de Loren.

Vengador Silvano

Thorkund y su grupo descendieron de las montañas y se adentraron en el bosque. Superando todas las dificultades, consiguieron penetrar más y más profundamente en el bosque. De repente, un día fueron emboscados por enemigos ocultos que acechaban sobre los árboles. Las flechas se clavaron en los escudos de roble de los Enanos, y algunos compañeros de Thorkund resultaron muertos. Thorkund y el resto cargaron con sus hachas y pronto se encontraron rodeados de cuerpos de Elfos muertos. Parecía que ningún Elfo había podido escapar de sus hachas.

Los Enanos descubrieron sorprendidos, que habían llegado a un lugar sagrado para los Elfos. Los guerreros Elfos que acababan de morir habían sido sus guardianes. Vieron enormes árboles rugosos y extrañas piedras esculpidas, pintadas con símbolos arcanos. Rápidamente empezaron a excavar debajo de las piedras para encontrar cualquier tesoro que estuviera escondido debajo. Eran aventureros experimentados, y sabían cómo saquear un lugar sagrado.

Los Enanos descubrieron tesoros que los Elfos habían olvidado que estuvieran allí, y los cargaron rápidamente en sus sacos. Eran unas figuras con la forma de una criatura que parecía ser un híbrido de Árbol y Elfa, extrañamente labradas con plata, oro y cobre. Eran bellas, aunque perturbaban de forma extraña incluso la mente de los codiciosos Enanos. Thorkund no descansaría tranquilo hasta que hubieran fundido las figuras y los Herreros Rúnicos rompieran su magia. Olvidándose de las ruinas en la lejana costa, Thorkund y sus seguidores iniciaron el viaje de regreso hacia el Este, alejándose del bosque antes de que otros Elfos les descubrieran.

Tan pronto como abandonaron el lugar, escucharon un misterioso aullido que procedía de los árboles y vieron una extraña silueta que les observaba desde la maleza. No se detuvieron para acampar, sino que siguieron avanzando en busca de la luz del sol y las altas montañas, ansiosos por dejar atrás la oscuridad del bosque.

Finalmente, llegaron a las colinas de las Montañas Grises, avanzando entre barrancos y pasos de montaña en dirección al Este. Sin embargo, aún creían escuchar el extraño susurro a sus espaldas. Habían viajado durante dos días sin dormir, y la fatiga afectaba la resistencia de los Enanos. Tuvieron que detenerse en un pinar situado en medio de las rocas, y pronto se quedaron dormidos.

Juntarse por Jim Nelson Guerreros Enanos

Un extraño sonido a su alrededor les despertó. Era el sobrenatural aullido que habían escuchado desde que habían salido del recinto sagrado. Ahora podían oírlo entre los árboles que rodeaban el campamento. Empuñando sus hachas, atacaron a los árboles con furia asesina para detener el ruido que amenazaba con hacerles enloquecer. Fue inútil: tan pronto como un hacha se incrustaba profundamente en un árbol, una criatura extraña de cabellos salvajes y garras como espinas se alejaba rápidamente, corriendo hacia otro árbol mientras gemía y se burlaba de ellos. La criatura era la Dríade Wythru, que protegía el lugar sagrado y que les había perseguido para vengarse. Parecía aullar a la luna como si llamara a algo o a alguien.

De repente, una gran sombra se abalanzó contra los Enanos. Una gigantesca ave de presa montada por una figura encapuchada se lanzó en picado sobre los Enanos a una velocidad escalofriante. En un instante, todos los Enanos excepto Thorkund yacían muertos, con sus cotas de malla atravesadas por las flechas. Thorkund, que empuñaba su hacha, retrocedió hacia un viejo y rugoso árbol para descargar un buen golpe contra el halcón que se lanzaba en picado contra él. En ese preciso instante, dos garras le agarraron por detrás, arrastrándole a la muerte entre los barrancos y las cavernas de la montaña. Sus huesos han permanecido allí hasta la actualidad, entre las raíces de un pino anciano. El Jinete de Halcón, Thryngol el Mago, regresó a Athel Loren y enterró los tesoros robados en la arboleda sagrada, el lugar al que pertenecían.

El Destino del Barón[]

Caballero bretonia

Durante muchos siglos, la gente de la tribu de los Bretones habitó las tierras al Norte y al Oeste de Athel Loren. Durante todo este tiempo, raramente penetraron en el inmenso Bosque de Loren. Sin duda, los rumores y mitos sobre los misteriosos habitantes del bosque les impidieron aventurarse en su interior para cazar. A veces, partidas de guerra intentaban atravesar los páramos que rodean el bosque, pero en cuanto traspasaban las rocas que marcaban la frontera eran atacados por los carruajes y los jinetes de la Estirpe de Equos. Las antiguas leyendas de esta época, que todavía siguen cantándose en Bretonia, cuentan cómo muchos Señores de la Guerra impetuosos murieron en los páramos, atravesados por flechas Élficas al intentar cruzar las fronteras del reino de los Elfos. De esta forma, la leyenda sobre el reino prohibido y el pueblo secreto de los Elfos creció.

Las poblaciones Bretonianas más próximas al reino de los Elfos Silvanos empezaron a considerar a sus misteriosos vecinos como amigos, especialmente cuando grupos de incursores Orcos u otros enemigos que asolaban la tierra violaban el reino prohibido y huían a toda prisa o nunca se les volvía a ver. Algunas veces podía verse a grupos de Elfos moviéndose sigilosamente a la luz de las estrellas para interceptar a los invasores, en beneficio tanto de los Bretonianos como de los Elfos. Los Bretonianos, agradecidos, ofrecían ofrendas de armaduras, armas o barriles de vino junto a las rocas de la frontera. Estas ofrendas siempre desaparecían misteriosamente. Los Elfos las recogían agradecidos, como artículos de lujo del mundo exterior.

En los últimos siglos antes de que Bretonia quedara unificada en un solo reino bajo un solo rey, las poblaciones más próximas a Athel Loren habían crecido hasta convertirse en poderosos dominios feudales, bajo el mando de los Barones y sus séquitos de Caballeros. Algunos de estos Barones codiciaban más tierras, y buscaban nuevos dominios que conquistar. Restringidos por los feudos de sus vecinos, volvieron su atención hacia la última tierra salvaje: el Bosque de Loren. Eran hombres arrogantes, que daban poco crédito a las antiguas leyendas y se creían invencibles.

Biennacido Silvano

El Barón Fulk de Berg fue el primero en atravesar los páramos con un séquito de Caballeros. Al pasar junto a las rocas que delimitan la frontera miraron con desprecio los símbolos que intentaban disuadir a los invasores, riéndose de ellos. Avanzaron hasta encontrarse con Eldryn y sus tropas. Eldryn era un poderoso jefe de la Estirpe de Equos que les desafió. En la batalla que siguió, los Elfos fueron derrotados por los Caballeros. Ningún Elfo escapó con vida del campo de batalla. Todos ellos fueron masacrados en los páramos a la vista de su poblado. El Barón ordenó a sus Caballeros que atacaran el poblado. Aunque muchos murieron bajo los arcos largos de los Elfos, muchos de los cuales eran Elfas encolerizadas por la pérdida de sus parientes, no pudieron detener a las tropas del Barón. Los Elfos se retiraron hacia el bosque, dejando la población en manos del Barón.

Los Exploradores y los Caballeros Elfos Silvanos vigilaron el ejército del Barón, ocultos detrás de los árboles, mientras el Rey y la Reina del Bosque celebraban Consejo con las Estirpes. Observaron cómo los hombres del Barón construían un castillo en lo alto de la colina, donde anteriormente se encontraba el poblado élfico. Los hombres del Barón talaron grandes árboles, y sus bueyes arrastraron los inmensos monolitos que formaban la frontera para construir las murallas del castillo. Los Elfos estaban furiosos.

Lo peor estaba por llegar. Los Caballeros empezaban a inquietarse, ansiosos de aventuras mientras progresaba la construcción del castillo. Algunos se internaron en el bosque y empezaron a cazar bestias salvajes. Cuando algunos de los Exploradores tendieron emboscadas a los Caballeros y sus flechas no consiguieron matar a ninguno a pesar de penetrar sus armaduras, los furiosos Caballeros empezaron a cazar a los Elfos por deporte. Consiguieron perseguir y traspasar con sus lanzas a varios Exploradores antes que las flechas empezaran finalmente a causarles bajas. Algunos de los Caballeros sucumbieron con flechas clavadas en los visores de sus yelmos.

Este enfrentamiento disuadió a los Caballeros de adentrarse en el bosque durante algún tiempo. El Barón había traído campesinos desde sus dominios, y éstos empezaron a talar árboles en el límite del bosque y a labrar la tierra que habían deforestado. Era evidente que el Barón pretendía conservar lo que había conquistado. Pronto, otros barones seguirían su ejemplo y el reino de Athel Loren sería invadido desde todas direcciones.

Elfo Silvano Cantor Árboles de Tiernen Trevallion Warcry sabertooth

El Rey y la Reina del Bosque convocaron al Consejo de Magos y Señores de las Estirpes para decidir cómo enfrentarse a los invasores. Orión estaba furioso por las noticias que traían los Exploradores y el lamentable aspecto de los pocos Elfos que habían conseguido huir del poblado que los hombres del Barón habían conquistado. Sólo las sabias palabras de Ariel consiguieron calmar su ira y evitaron que declarara una Cacería Salvaje contra los arrogantes invasores.

Ariel sabía cuál era la naturaleza del enemigo al que se enfrentaban. Su intuición le decía que el enemigo contaba con guerreros excepcionales, Caballeros que amaban la guerra y consideraban la retirada un deshonor. Eran guerreros valientes que despreciaban la muerte. No podían ser derrotados tan fácilmente como los Pieles Verdes. Incluso si los Elfos conseguían matarles a todos, esto representaría un reto para las Órdenes de Caballería Bretonianas, y solamente conseguirían atraer a más Caballeros, ansiosos de probar su valor. Ariel aconsejó evitar una confrontación directa con el Barón.

El Consejo y Orión, que apenas podía contener su encolerizada sed de sangre, preguntaron qué debían hacer y cuál era la propuesta de la Reina. Ariel anunció que los hombres del Barón tenían una única debilidad: su superstición. La táctica para derrotarlos debería basarse en mostrarles poderes más allá de su comprensión. Estos, no sólo obligarían a los actuales invasores a huir, sino que en el futuro también persuadiría a otros de su raza. Debían demostrarles que el poder mágico de los monolitos era real, y que quien violara las fronteras del reino prohibido recibiría un justo castigo. Debían hacerles creer que Athel Loren era un lugar sobrenatural, que no podía ser conquistado de la misma forma que cualquier otro territorio.

Elfos Silvanos Forestales Karl Kopinski

El Consejo fue convencido. Los guerreros jóvenes tuvieron que ser contenidos y Orión calmó su cólera: guardó su lanza de caza sin que hubiera probado sangre. Los Señores de la Estirpe de Equos prohibieron a sus guerreros que desafiaran al ejército del Barón. La venganza se preparó de acuerdo con el plan de Ariel.

Unos días después, el Barón y sus guerreros se despertaron a primera hora de la mañana en el interior de las murallas a medio terminar del castillo. Estaban rodeados por una fantasmagórica niebla húmeda. Cuando la niebla empezó a levantarse, el séquito del Barón quedó horrorizado al ver que estaban rodeados por árboles gigantescos. Era como si un inmenso bosque hubiera crecido durante la noche. El Barón sospechó que los Elfos habían utilizado la magia, y ordenó que acudieran los campesinos con sus hachas para demostrar a sus hombres que no tenían nada que temer de aquellos árboles mágicos. Por desgracia, los campesinos, que eran más supersticiosos que los soldados, habían huido llevándose las hachas y los bueyes.

Entonces, los cimientos del castillo empezaron a resquebrajarse y derrumbarse. El pánico se apoderó de los Caballeros mientras las gigantescas piedras se desplomaban sobre sus cabezas. Sus armaduras no podían protegerles, como tampoco podían hacerlo su honor y su valor. Los árboles, que en realidad eran Hombres Árbol llamados por Ariel, destruyeron totalmente el castillo medio edificado, y enterraron en vida al Barón bajo los escombros. Muy pocos Caballeros del séquito del Barón lograron sobrevivir y escapar, propagando rumores de brujería a lo largo y ancho de Bretonia.

Desde ese momento, ningún otro Barón ha intentado invadir las fronteras de Athel Loren. Según las creencias Bretonianas, no existe muro de castillo que pueda construirse sobre la tierra hechizada de Athel Loren. Un gran montón de piedras derrumbadas y cubiertas de hierba es todo lo que queda como recuerdo de la insensatez y el trágico destino del Barón Fulk.

La Cacería se Desboca[]

Elfos Silvanos Cacería Jinetes Salvajes Karl Kopinski

Morghur renació y reunió rápidamente una enorme manada de Hombres Bestia. En esa ocasión su horda no atacó Athel Loren sino a unas tribus humanas al oeste del bosque. De acuerdo con los exploradores que seguían el rastro de Morghur, su destino estaba claro. Si continuaba con el sendero de destrucción trazado, su manada se dirigía hacia la montaña conocida por los Elfos como Aguja de Plata, un pico desde el que fluían los ríos de las tierras orientales. Ariel sabía que era un lugar de antiguo poder y que no se podía permitir que Morghur ensuciara sus aguas. Aunque ya no eran tan hondas como fueron antaño, las raíces de Athel Loren se hundían a gran profundidad y se nutrían de muchas tierras alimentadas por las aguas de la Aguja de Plata.

Ariel no se atrevía a enfrentarse con Morghur directamente, ya que el toque de la bestia la había debilitado terriblemente en su anterior encuentro. Orión no tenía semejantes recelos. De hecho, hacía tiempo que buscaba la oportunidad de acabar con la bestia que se había atrevido a herir a su querida reina.

Los Elfos que viajaron con Orión se vieron barridos por su furia y descargaron su ira arruinando las tierras humanas que cruzaron. Pero los Elfos no se preocuparon ya que únicamente habían matado humanos y eso no era algo a tener en cuenta. Solo en el momento en que la Cacería Salvaje alcanzó las laderas de la Aguja de Plata se apagó su ira. Los Asrai alejaron a los Hombres Bestia de la confluencia sagrada con lanzas y flechas y los dirigieron hacia las garras de las Dríades. El propio Orión descuartizó a Morghur miembro a miembro y arrojó sus restos a una pira purificadora. Los Elfos no encontraron ningún otro ser vivo en la Aguja de Plata y, sin embargo, Orión sintió otra presencia, una no muy diferente a su reina y cuyos susurros silenciosos resonaban en su mente.

118 The Wild Hunt VictorPCorbella 2

Cuando Orión regresó a Athel Loren y lo explicó, Ariel quedó muy intrigada. La Reina Maga había creído durante mucho tiempo que Morghur era poco consciente de sus propias acciones y que los Dioses del Caos guiaban sus pasos. Habían sido ellos los que le habían inducido a devorarla a ella y a Orión, a consumir la esencia sagrada de Isha y Kurnous tal y como sus maestros oscuros casi habían consumido a los dioses Elfos. De esa forma, las guerras en los cielos tenían un eco en los reinos mortales. Ariel pensó que podían existir otros como Orión y ella, pero nunca los había encontrado. Pero si existían, seguramente Morghur también se vería impulsado a devorarlos.

Tiempo después esa teoría pareció probarse. Morghur renació de nuevo en las tierras al oeste de Athel Loren y de nuevo se dirigió a la Aguja de Plata. Una vez más, los Asrai marcharon para detener el avance de Morghur. En esa ocasión, sin embargo, tenían aliados en la lucha contra el Corruptor.

Desde la última vez que los Elfos se habían enfrentado a Morghur, los toscos humanos de las tierras del oeste se habían unido bajo el estandarte de un poderoso campeón. La Aguja de Plata también era terreno sagrado para esos seres primitivos y ellos también se reunieron en su defensa. Si Orión hubiera guiado esta segunda hueste de Elfos, los humanos hubieran sufrido las consecuencias, ya que el Rey de los Bosques guardaba poco aprecio por ellos. Pero con las nieves del invierno cubriendo Athel Loren, Orión no era más que un recuerdo y una esperanza y cabezas más frías que la suya prevalecieron y se llegó a una alianza. Juntos, Hombres y Elfos limpiaron la tierra de la corrupción de Morghur.

La Dama del Lago

Cuando los Hombres Bestia fueron derrotados, los Elfos Silvanos se ocultaron en las nieblas y desaparecieron a pesar de los intentos de los humanos para llegar a una alianza con ellos. Los Elfos no volvieron a pensar en su breve alianza ya que este tipo de situaciones habían sucedido con anterioridad y, sin duda, volverían a suceder. Pero los humanos no fueron tan rápidos para olvidar y empezaron a explicar historias de la buena gente que había acudido en ayuda de su campeón.

A esas alturas, el espíritu de la Aguja de Plata había ampliado su influencia por toda Bretonia. Los humanos la adoraban como su salvadora, pero Ariel consideraba que compartía más con ella que con ellos. Los humanos llamaban al espíritu Dama del Lago, pero la Reina Maga la conocía como Corrigyn, la Hija de las Brumas. Nunca llegaría a existir una amistad duradera entre ambas, pero tampoco habría rivalidad ya que ambas respetaban las capacidades de la otra.

Fue por esa época cuando la Dama del Lago se apareció a un joven señor bretoniano: Gilles el Bretón. La visión llenó el corazón de Gilles de fuerza y fiera resolución, y el hombre unificó las tribus bretonianas que quedaban en pie y batalló sin descanso contra los Orcos hasta que los hubo expulsado a todos. Guiado por las visiones de su diosa, cabalgó hasta la entrada en llamas de Athel Loren para combatir a los enemigos que asaltaban el bosque. Los Elfos Silvanos abandonaron el bosque y se unieron a él en la lucha y, juntos, consiguieron derrotar a sus oponentes.

Alianza con Bretonia[]

Cuando Louis el Temerario, hijo de Gilles el Bretón, fue coronado como el primer rey de Bretonia, heredó un reino que había sido unificado por su padre. La única región que no estaba bajo su soberanía era el Bosque de Loren. Gilles había evitado transgredir las fronteras del reino de los Elfos Silvanos y había reconocido la independencia de los Elfos con respecto a Bretonia. Ni tan sólo Louis era tan insensato como para enviar a sus Caballeros a conquistar el bosque enfrentándose a sus habitantes ancestrales. El destino del Barón Fulk todavía era recordado.

Bretonnie Logo

En cambio, Louis reconoció el valor de tener un reino fuerte protegiendo su vulnerable frontera Sudeste. Louis sabía que mientras Athel Loren continuara existiendo, sería difícil o imposible para sus enemigos invadir Bretonía desde esa dirección. Además, los Elfos se defenderían por sí solos y, a diferencia de los Barones, no pedirían a cambio ningún favor al rey.

Por tanto, Louis eligió a uno de sus mejores Caballeros del Reino y le envió al Bosque de Loren para parlamentar con el Rey y la Reina del Bosque. Sólo un Caballero del Reino sería lo suficientemente audaz y valiente como para emprender aquella misión en solitario. Sólo un único Caballero tendría la oportunidad de atravesar las tierras fronterizas como heraldo. Si se enviaba a un grupo de Caballeros, los Elfos les atacarían sin dudarlo, creyéndoles parte de las fuerzas de un Barón lanzadas a una invasión.

El Caballero elegido fue Gastón de Galliard. Cabalgó intrépidamente hacia Athel Loren, observado por los vigías del bosque. Ningún Elfo intentó detenerle, y consiguió avanzar hasta llegar casi al Claro del Consejo, donde Orión y los Magos y Señores de las Estirpes esperaron al Caballero del Reino. Mientras tanto, Ariel adoptó su apariencia de Sílfide y sometió al Caballero a una prueba. Ariel utilizó sus hechizos: invocó a las Dríades y trajo Hombres Árbol para amedrentar a Gastón mientras cabalgaba por el bosque. A pesar de todas las extrañas y molestas pruebas a las que sometió al Caballero, éste continuó tranquilo y decidido, y su espada permaneció envainada. De esta forma supo Ariel que Gastón traía un mensaje de paz y que era un Caballero honorable en quien su gente podría confiar. Ariel apareció ante Gastón en su forma real y le condujo al Claro del Rey.

Gastón entregó el mensaje del Rey de Bretonia, ofreciendo amistad eterna y una alianza con Athel Loren. El Rey Bretoniano no permitiría que ningún Barón traspasara las fronteras del reino de los Elfos Silvanos y, a cambio, los Elfos Silvanos se aliarían con los Bretonianos contra sus enemigos comunes. Orión, renacido con un temperamento tan fogoso como de costumbre, no estaba a favor de la idea, pero Ariel desautorizó a su consorte en este asunto. La Reina Maga sabía que mientras el espíritu de la Aguja de Plata perdurara, distraería a Morghur de Athel Loren y, qué mejor forma de asegurarse de que el espíritu sobreviviera que permitiendo que los humanos la protegieran.

El Rey y la Reina del Bosque aceptaron el ofrecimiento de amistad de Louis, y Gastón regresó con su mensaje, llevando también misteriosos regalos mágicos para su Rey. El rey Louis el Temerario formalizó la alianza entre ambos pueblos y organizó, para celebrarlo, un gran banquete al que asistieron varios emisarios de los Elfos Silvanos. Se dice que uno de estos emisarios permanece disfrazado en Bretonia desde entonces.

Elfos Silvanos Águila Gigante Bretonianos

Tras aquello, se formó una tensa alianza entre bretonianos y Elfos Silvanos, pues todo el mundo conoce el carácter impredecible y receloso de estos últimos. Orión estaba descontento y lo hizo notar. No pensaba retener la furia de la Cacería Salvaje por el capricho de su reina. Ariel le sonrió y pidió a su marido que cabalgara allí donde quisiera y, si su elección eran las tierras de los Bretonianos, mucho mejor. Una causa común había llevado a una alianza amistosa, pero consideraba que los humanos debían temer a sus superiores.

Aunque no ocurre a menudo, no es de extrañar que los Elfos Silvanos de Athel Loren luchen junto a las gentes de Bretonia, tras lo que vuelven a desaparecer en el denso bosque. Con un reino entero alistado para servir como escudo contra Morghur o cualquier otra amenaza, parecía que el futuro de Ahtel Loren solo podía ir a mejor. Desafortunadamente, los Asrai no tardaron en descubrir que era difícil desvanecerse del mundo una segunda vez. Los bardos Bretonianos contaban historias que trataban de la “gente de los bosques” en muchas tierras. Esas historias no ayudaban ya que llegaban a oídos de señores de la guerra en busca de nuevos territorios y los Asrai no tardaron en recibir una sucesión de ejércitos cada vez más grandes y decididos a asaltarlos.

A pesar de todo, los bretonianos siguen considerando Athel Loren como un lugar temible y encantado (y no les falta razón). Hay muchas noches del año en las que los humildes bretonianos no se atreven a salir de sus casas, sino que se encierran en ellas y rezan a la Dama del Lago para que los proteja, pues temen que Orión les dé caza o que los maliciosos espíritus del bosque los atraigan hasta la foresta y nunca puedan volver a sus casas. A pesar de tantos peligros (o quizá por ellos), muchos caballeros entran en el bosque para cumplir una búsqueda o demostrar su valor. La mayoría de ellos nunca vuelven.

La Perdición de Allisara[]

The sundering stefan kopinski Malekith Morathi

Cuando las historias sobre Athel Loren empezaron a extenderse por el mundo exterior también empezaron a llegar noticias sobre otras tierras al bosque. Muchas de esas noticias se ignoraron, ya que los Elfos se preocupaban poco por los asuntos de sus inferiores, pero los informes concernientes a la vendetta en curso entre Ulthuan y Naggaroth no se ignoraron tan rápidamente. Muchos de los elfos de Athel Loren se mostraron desdeñosos de que una guerra sin sentido como ésta continuara en curso, pero a otros, las noticias no les aportaron más que tristeza. Entre estos últimos estaba Allisara, hermana de Ariel y, tiempo atrás, esposa de Malekith de Naggaroth.

Ella había llegado a Athel Loren poco después de que Malekith empezara su rebelión y desde entonces había morado en soledad, buscando calmar su corazón. Con el tiempo llegó a conocer muchas de las obras de Malekith y se sintió culpable por el camino que había tomado su esposo. Por ello rogó a Ariel que le permitiera partir de Athel Loren y regresar junto a Malekith para intentar calmar la ira de su alma. Ariel se mostraba reticente, pero al ver la determinación de su hermana, se lo permitió. Se hicieron los arreglos oportunos y Allisara no tardó en viajar al oeste con una escolta digna de su rango.

Malekith se esforzó en mantener oculto el regreso de Allisara de todos en Naggaroth, pero Morathi, su madre, burló sus preocupaciones fácilmente. Ella no quería que Allisara regresara pero no se atrevía a actuar directamente. Por ello se disfrazó y encantó a Valedor, un desgraciado príncipe de Ulthuan, y le convenció de que la escolta de Allisara era, de hecho, un ejército de Elfos que pretendía ayudar a Naggaroth. Cegado por los hechizos de Morathi y por su propio deseo de recuperar su posición, Valedor reunió las fuerzas que pudo y combatió con los Asrai en las costas de Bretonia.

Ilustracion arqueros altos elfos

La batalla fue terrible ese día pero pocos lo recuerdan excepto los Bretonianos, para quienes pasó a la leyenda como una batalla entre dioses terribles y gloriosos. Aunque los Elfos Silvanos lucharon sin miedo, era una batalla que no podían ganar. Cuando quedó claro que no podían vencer, el líder de la escolta de Allisara le ordenó que huyera. Por desgracia, una flecha malhadada derribó el águila que la alejaba del combate y ella cayó, indefensa frente a Valedor.

Cuando el príncipe avanzó para dar el golpe final, Allisara vislumbró la locura que Morathi había puesto sobre él. Desesperada intentó lanzar un contra-hechizo que lo liberara pero la Hechicera Bruja no era tan fácil de superar. Allisara todavía estaba intentando romper el hechizo cuando Valedor atravesó su corazón con su lanza. Con su último aliento consiguió formar la sílaba final del contra-hechizo. La locura de Valedor cayó de sus ojos y lloró al descubrir lo sucedido ese día. Sobrecogido por el desespero, el príncipe se lanzó a las agitadas aguas. Allisara no vio nada de esto ya que su alma ya había partido.

Tras la muerte de su comandante, los Altos Elfos se retiraron. Algunos pensaron que habían evitado un gran mal pero otros sospechaban que sus propias manos habían propiciado ese mal. Pocos volvieron a hablar de ello. Solo unos pocos Asrai sobrevivieron para llevar noticias a Athel Loren y cuando Ariel supo de la muerte de su hermana cayó un gran silencio sobre el Claro del Rey, un silencio que permaneció sin romperse durante muchos amaneceres. El invierno llegó pronto a Athel Loren ese año. Conforme caía la nieve, el dolor de Ariel se convirtió en amargura y la amargura en ira. La Estación de la Retribución estaba apunto de iniciarse.

La Estación de la Retribución[]

1-586 (Calendario Imperial 1117 a 1702)

Ariel01

Ariel estaba decidida a descubrir la identidad de los responsables de la muerte de su hermana y puso a trabajar a todos los videntes de Athel Loren en la tarea. Sabía que los asesinos habían sido guerreros de Ulthuan, pero quería averiguar quién había planeado el ataque. Por desgracia, Morathi lo había previsto y había cubierto sus huellas con hechizos de ocultación. Ariel no tardó en descubrir que ni siquiera la magia del Tapiz, de donde ella drenaba su poder, podía romper esos encantamientos. Presa de la desesperación, Ariel se sumergió en los conocimientos prohibidos y estudió las magias más oscuras.

Usando sus nuevos poderes, la Reina Maga restauró una porción de las raíces del mundo de Athel Loren y Orión usó esos caminos para guiar una gran hueste de guerra sobre Ellyrion, el lugar de nacimiento del Príncipe Valedor. La gente de Ellyrion tardó en responder. Kurnous siempre había sido la deidad predilecta de su tierra y les costó alzar las armas contra aquel que tenía su aspecto. Estas dudas estuvieron a punto de costarles mucho. Ese verano, las llanuras de Ellyrion se tiñeron de rojo con la sangre de su gente. Por último Orión dejó de encontrar alegría en su tarea; no se trataba de una cacería, sino de una matanza. Esto hubiera podido desembocar en un enfrentamiento entre Orión y su reina si no fuera porque Ariel descubrió finalmente los encantamientos de Morathi y reveló los retorcidos planes de la Reina Bruja.

Entonces, los Asrai llevaron su venganza al noroeste, hasta las llanuras de Naggaroth. No se sentían a gusto en los bosques ácidos de Naggaroth ya que éstos carecían de vida y el aire helado congelaba incluso el corazón de las Dríades más crueles. No tardaron en poner bajo asedio Ghrond, la fortaleza de Morathi. Las defensas de la Torre de la Profecía se habían construido para protegerse contra ataques que llegaran del helado norte y no para aquellos que emergieran de los bosques de su propia tierra y sus muros exteriores no tardaron en convertirse en escombros bajo los puños de los Hombres Árbol.

Desesperada, Morathi envió mensajeros al sur para pedir ayuda a su hijo. Por desgracia para ella, Malekith hacía tiempo que había descubierto la participación de su madre en la muerte de Allisara. Y aunque la había perdonado públicamente por su transgresión, vio aquí una oportunidad de castigarla y con no poca diversión, prohibió que se enviara ayuda al norte.

Morathi Humillada[]

Tras pagar un alto coste en vidas, los Asrai irrumpieron en la ciudadela interior de Ghrond. Acorralada y desesperada, Morathi tuvo que rendirse, humillándose frente a Ariel y Orión mostró gran arrepentimiento. Orion quería acabar con ella y hubiera tomado el corazón de Morathi en ese mismo momento si Ariel se lo hubiera permitido. Sin embargo la Hechicera Bruja había probado la hechicería que Ariel había usado y; con su lengua serpentina, le ofreció un mayor conocimiento de los saberes oscuros... únicamente si Ariel le perdonaba la vida.

Ariel aceptó el soborno de Morathi ya que, a fin de cuentas, sin el poder de la hechicería nunca sería capaz de restaurar las raíces del mundo ni de destruir la ciudadela oscura de Morathi. Ariel no debería haber aceptado el soborno. De hecho, la Reina Maga no hubiera aceptado si su alma no hubiera estado manchada por los conjuros que ya había empleado, pero el deseo de poder se había apoderado de ella. Morathi sonrió internamente cuando se cerró el trato. No tenía intención de ofrecer sus mayores secretos, pero si debía compartir una porción de sus secretos para sobrevivir, le parecía un precio oportuno. De esa forma se permitió sobrevivir a Morathi y empezó el lento proceso de rehacer su fortaleza.

Un Descenso Hacia la Oscuridad[]

Defenders of the forest by undermound-d515ipg

Tras el regreso a Athel Loren, Ariel y Orión discutieron sobre el trato al que habían llegado. Cuentan las leyendas que sus peleas duraron días sin encontrar una solución y ese año los meses de otoño se llenaron de hielo. La siguiente primavera sucedió lo impensable: Orión no renació. Los Jinetes Salvajes acudieron al Roble Eterno, pero Ariel los echó sin explicaciones.

La Reina Maga se encerró en sí misma. De hecho, muchos lores y damas de la corte de la reina creyeron que se había vuelto loca. La naturaleza amargada de Ariel no tardó demasiado en extenderse a los espíritus del bosque y, sin la opción de usar la Cacería Salvaje de Orion para desfogar sus ánimos, empezaron a cazar a los Elfos de una forma que no habían hecho en siglos. En menos de una década la vida en Athel Loren había cambiado de una armonía simbiótica a una batalla diaria por la supervivencia. Los Elfos y los espíritus o no lo notaron o no se preocuparon, ya que sus percepciones habían cambiado. De hecho, ninguno recordaba haber vivido de otra forma. Sólo unos pocos notaban que el equilibrio había cambiado y que la vida en ese momento era una pesadilla. Durthu y Adanhu estaban entre los que conservaban la cordura pero no podían hacer nada frente a esa locura floreciente.

Los habitantes de Athel Loren se volvieron aún más agresivos y mientras la voluntad de Ariel se perdía cada vez más, vengaban las heridas de estaciones anteriores. Señores Bretonianos que habían expandido sus dominios demasiado cerca de los límites del bosque fueron rechazados. Los Señores Enanos que habían enviado guerreros contra Athel Loren descubrieron sus caravanas de transporte exterminadas y sus ejércitos emboscados. Las tribus pieles verdes fueron exterminadas o expulsadas de sus hogares en las montañas. Ariel usó su magia para reforzar muchos de esos ataques. Nunca más, juró, Athel Loren volvería a sufrir la crueldad o avaricia primitiva. De lo que no se daba cuenta es que cuanto más se adentraba en los conocimientos prohibidos, más daño hacía al Tapiz y; como consecuencia, más se debilitaba Athel Loren y todos los que vivían en él.

Sarthain Hombre Árbol por Jonathan Kirtz Warhammer Online Valle de Gaen jefe

Morghur no tardó demasiado el volver a alzarse, en esta ocasión, en el Bosque de las Sombras. Ariel decidió que la corrupción de la creación debería acabarse de una vez por todas y que para ello consumiría su poder tal y como él había intentado devorar el de ella. La Reina Maga envió una hueste al norte a través de las raíces del mundo y no tardó en enfrentarse a Morghur en combate. Tal y como había sucedido con antelación, los Asrai descubrieron que el Corruptor era inmune a las armas pero Ariel había tenido en cuenta esa situación. De hecho, confiaba en ella. En el cenit de la batalla, Ariel dirigió su gran número de Cantores de los Árboles para atrapar a Morghur y transportarlo a través de las raíces del mundo hasta el Roble Eterno. Allí ató a la criatura con toda la magia negra a su disposición y empezó el ritual para devorar su poder.

Ariel hubiera tenido éxito en su desastroso plan sino fuera por Durthu. El Milenario había sentido la perturbación provocada por el viaje del Corruptor a través de las raíces del mundo y se sentía ultrajado de que su santidad hubiera sido violada de esa manera. Corrió hasta el Roble Eterno y mató a Morghur antes de que se pudiera completar el ritual. Ariel gritó y se enfrentó a Durthu pero no se atrevió a llegar más allá. Incluso en su estado enajenado, la Reina Maga sabía que no debía herir a uno de los Ancianos y le dejó marchar, aunque más adelante dijo que fue la piedad y no la debilidad, lo que retuvo su mano.

La Batalla de los Pinares.[]

Mina por Piotr Chrzanowski Enanos

Los Enanos siempre han tenido la tradición de explorar más hacia el Oeste que hacia el Este del Viejo Mundo, tal vez porque recuerdan el destino de los Enanos del Caos que viajaron hacia el Este. También las historias sobre los tesoros perdidos, que pueden encontrarse en el Oeste, han atraído siempre a los Enanos. Algunos de estos tesoros se perdieron en la era de guerras entre Elfos y Enanos.

Las expediciones Enanas que viajaban hacia el Oeste seguían normalmente una ruta a lo largo de las cadenas montañosas, por donde su avance pasaba inadvertido, en vez de viajar a través del Imperio o de Tilea. Sin embargo, al alcanzar las Montañas Grises, tenían que descender hacia las llanuras para poder descubrir las ruinas y los túmulos funerarios que contenían los tesoros que buscaban. Para hacerlo tenían que invadir Bretonia y enfrentarse a los Barones locales.

Otra posibilidad que podía escoger la expedición Enana era entrar en el Bosque de Loren, donde no habría Caballeros que intentaran detenerles. No obstante, el bosque contenía sus propios peligros para los Enanos: sus antiguos y más implacables enemigos, los Elfos Silvanos. Desafortunadamente para los Enanos, las sagas apenas mencionaban la existencia de estos misteriosos habitantes del bosque, ya que la mayoría de las sagas habían sido escritas antes de que los Elfos abandonaran las colonias Élficas, y por tanto antes de que los Elfos, que permanecieron en el Viejo Mundo, emigraran hacia el bosque. Pocos o ningún Enano que se hubiera encontrado con los Elfos Silvanos había regresado para contar la historia. Por tanto, era normal que los Enanos no supieran que el bosque está habitado por Elfos Silvanos, y con frecuencia marchaban confiados a través del Bosque de Loren, ¡cayendo sin remedio en una emboscada! A la expedición de Grugni Buscaoro le sucedió precisamente esto.

Matadores Enanos

En el año 1350 del Calendario Imperial, Grugni, un famoso buscador de tesoros, organizó una gran fuerza expedicionaria que incluía un gran contingente de Matatrolls (lo cual da una idea bastante precisa de lo que los otros Enanos pensaban del probable final de la expedición). Grugni, sin embargo, era más optimista en cuanto a poder regresar, especialmente desde que había incorporado un cañón a la expedición.

Los Enanos descubrieron que acarrear el cañón a través de las montañas no era cosa fácil, sobre todo a partir del momento en que la cerveza se terminó. Grugni evitó un motín accediendo de mala gana a abandonar el cañón. El bronce fue fundido para construir más armas y armaduras, y la expedición se preparó para el descenso final hacia el bosque virgen que ya podía verse desde las cumbres montañosas.

Para descender tuvieron que atravesar un profundo barranco cubierto de árboles en el centro del área que los Elfos Silvanos denominaban los Pinares. Los bordes del desfiladero estaban cubiertos por un denso bosque de pinos. En las ramas más altas y los picos rocosos anidaban las Águilas Gigantes y también habitaban los Jinetes de Halcón. Al entrar en el barranco, los Enanos pasaron junto a un viejo árbol con símbolos sagrados grabados en su tronco. Los Enanos de Grugni pasaron sin darse cuenta junto a este aviso fronterizo y penetraron en el reino prohibido.

Mientras la expedición Enana avanzaba a lo largo del barranco, los Jinetes de Halcón volaron hacia el bosque para advertir a los otros Elfos que el enemigo se acercaba. Los Elfos consideran a los Enanos unos seres destructivos, ambiciosos, criaturas que se han olvidado de la belleza de la naturaleza, que queman los bosques para alimentar los mecanismos de sus máquinas y que dedican su vida a excavar la tierra en busca de piedras y metales preciosos. Por lo que a ellos respecta, los Enanos eran sus enemigos ancestrales, contra los que los primeros guardianes del bosque habían luchado, y los Elfos sabían que sólo podían venir a robar tesoros, no a comerciar pacíficamente. Por esto las Estirpes se prepararon para el combate, apostándose al final del barranco donde tendieron una emboscada a la columna Enana.

Jinete de Halcón por Oleg Saakyan

Grugni, siempre alerta por la posible presencia de Orcos y Goblin apostados entre las rocas, tomó precauciones. Dividió en dos a los Matatrolls y situó uno de los grupos en vanguardia y otro en retaguardia de la columna. Después de todo era un aventurero veterano, y conocía los riegos de una emboscada. Grugni confiaba en que los Matatrolls se abrirían paso al frente, y que mantendrían sus posiciones en retaguardia.

Por esto, Grungi no esperaba encontrarse con los arcos largos empuñados por Elfos invisibles, ni con las extrañas Dríades y los Hombres Árbol, desconocidos en su tierra natal.

Los Elfos estaban al mando de Findol, Señor de la Estirpe del Pino, en cuyo territorio habían penetrado los Enanos. Findol no estaba dispuesto a permitir que sus lugares sagrados fueran saqueados o que sus queridos pinos fueran talados para alimentar hogueras. Su primera táctica fue provocar al enemigo a avanzar con los Forestales. Estos recibieron a los Enanos con una lluvia de flechas dispararon entre los árboles, algo que enfureció al orgulloso Grungni. El Enano, que quería enfrentarse a su enemigo cara a cara, ordenó a sus tropas crear una muralla de escudos y avanzar hacia la línea de batalla de los Elfos. Los Enanos se acercaban más y más al barranco. Furiosos, varios de los Matatrolls persiguieron temerariamente a los Forestales hasta los árboles, sumergiéndose así más y más en el bosque, donde eran abatidos uno a uno por más Elfos ocultos entre las rocas y los pinos, sin que llegasen a acercarse siquiera a su enemigo.

Silvanos vs Enanos

Mientras tanto, varios Hombres Árbol parecidos a viejos pinos nudosos, que los Enanos no habían detectado, surgieron de los riscos y se situaron detrás de la columna. Los Matatrolls situados en retaguardia de la columna se dieron cuenta que el camino por el que habían pasado estaba bloqueado por árboles que antes no estaban allí. Los Matatrolls atacaron con sus hachas. Los Hombres Árbol replicaron con igual ferocidad, y poco después los restantes Matatrolls habían muerto.

Los magos elfos aseguraron que la retirada de los Enanos era inminente, pues el propio bosque cerraba filas tras los Enanos en la bien orquestada trampa. En cuanto Grungni entendió que estaba rodeado, intentó organizar una formación mediante la que pudieran resistir al ataque. El resto de las tropas Enanas no tuvo otra opción que formar un sólido muro de escudos alrededor de Grugni, pues los Enanos estaban rodeados por delante y por detrás por el enemigo, y en los flancos por las escarpadas pendientes del barranco. Los ágiles Elfos avanzaron a lo largo de las pendientes superiores del barranco lanzando una lluvia de flechas sobre los Enanos, debilitando un poco más el muro de escudos con cada andanada. Pronto quedaron tan pocos Enanos que los Elfos atacaron en combate cuerpo a cuerpo con espadas y dagas. El último Enano que quedó con vida fue Grungni, que, rodeado de los cadáveres de los suyos, gritaba y maldecía enfurecido. Las hermanas gemelas, las legendarias Naestra y Arahan, fueron las que pusieron fin a su vida clavándole una flecha en cada uno de sus ojos.

Aunque los Enanos lucharon con valor, ninguno escapó de la ira de los Elfos. Ahora, los huesos de aquellos expedicionarios enanos adornan los nidos de las majestuosas Águilas Gigantes y los de los Halcones de Guerra que viven en lo alto de esta zona.

Venganza en Athel Loren[]

Dos años más tarde Ketil Grungison y sus parientes vengaron la muerte de su padre. De boca de los bretonianos, aprendieron que los Elfos Silvanos y los espíritus del bosque son menos activos durante el invierno. Sabiendo que ese clima no era un obstáculo para los Enanos, Ketil y los suyos esperaron hasta que la nieve cubriera por completo el bosque.

Fue entonces iniciaron el asalto a Athel Loren. Los Enanos buscaron y talaron los árboles más viejos que encontraron. Como era de esperar, los Elfos Silvanos respondieron a este ataque, pero no eran tan fuertes como antes. Además, ahora no se enfrentaban a simples mercaderes sino a un contingente enano férreamente preparado para la guerra. Los Enanos derrotaron fácilmente a las huestes del bosque y lograron un buen pago en sangre por la muerte de Buscaoro. Antes de regresar a Karak-Norn con el agravio resarcido, Ketil hizo una gran hoguera con los árboles caídos y los elfos asesinados

La Ambiciones Imperiales[]

Imperio contra Elfos Silvanos

La frontera entre el Imperio y Bretonia recorre una gran distancia a lo largo de las Montañas Grises. A través de los siglos se han producido innumerables batallas y escaramuzas en esta frontera en litigio. Normalmente se enfrentaban las fuerzas de Condes y Barones rivales que intentan arrebatarse tierras los unos a los otros en nombre del Emperador o del Rey de Bretonia.

El Bosque de Loren, al hallarse situado en el extremo del territorio entre las fronteras Este y Oeste del reino de Bretonia, ha sido con frecuencia el escenario de los enfrentamientos fronterizos entre sus vecinos. Los Bretonianos siempre intentan no entrar en el reino de Athel Loren, pero sus enemigos no son tan considerados. En estas ocasiones, la alianza entre Bretonia y los Elfos Silvanos resulta muy beneficiosa para Bretonia, puesto que ningún ejército invasor ha conseguido jamás rodear el flanco Bretoniano atravesando el Bosque de Loren, ¡aunque muchos lo han intentado!

El responsable de uno de estos intentos fue el Conde Ulrich von Schloss de Reikland, famoso súbdito del Emperador y una auténtica amenaza para la civilización. Ulrich contrató a numerosos mercenarios, mostrando una preferencia clara por los peores y los más baratos. El Conde consiguió también llegar a un acuerdo con el Duque Bastinardo de Tilea para que aportara un contingente de ballesteros a cambio de recibir una partida de cañones del Imperio. Bastinardo ignoraba que los cañones eran defectuosos...

Ulrich, una vez cerrado el trato, atravesó las Montañas Grises con su heterogéneo ejército, siguiendo una ruta que los hombres de Bastinardo indicaron al Conde. De esta forma, el ejército del Conde podría penetrar en Bretonia por el Sur, a través del Bosque de Loren, lo cual permitiría a Ulrich atacar por sorpresa a su viejo rival, el Duque de Quenelles.

Arquero Kislevita por chrzan666

Si Ulrich había oído hablar alguna vez de los Elfos Silvanos, probablemente había llegado a la conclusión de que los Elfos Silvanos eran meros mitos y habladurías. Ulrich avanzó imprudentemente, siguiendo un plan condenado al fracaso. Sin embargo, el Conde era lo suficientemente inteligente para mantenerse alejado de la parte más profunda del bosque.

Ulrich siguió las aguas del Río Brienne, que sabía que le conducirían finalmente hasta Quenelles, en el extremo más alejado del bosque. Esto significaba que el ejército del Conde tenía que atravesar la región conocida por los Elfos Silvanos como la Pradera del Sur, donde los árboles se hacen más escasos para dejar paso a las praderas por donde discurre un serpenteante río. Es en esta pradera donde las mejores manadas de la Estirpe de Equos pastan en secreto y a salvo.

Ulrich había traído con él un contingente de nómadas Kislevitas, bandidos y ladrones de caballos, del primero al último. La misión de los Kislevitas consistía en explorar en vanguardia del ejército. Debido a que estaban completamente borrachos de vodka, no detectaron a los Exploradores Elfos que les observaban apostados en las arboledas. Los Kislevitas sólo vieron las manadas de magníficos Corceles Élficos blancos pastando sobre las praderas iluminadas por el sol. No pudieron evitar la tentación de intentar capturar algunos de aquellos excelentes caballos, y galoparon salvajemente con sus lazos preparados. Fue entonces cuando los Elfos Silvanos abatieron a gran número de Kislevitas con sus flechas.

Los Kislevitas supervivientes huyeron hacia el ejército del Conde que avanzaba, propagando entre sus filas el pánico y el desánimo. El Conde desplegó precipitadamente a los Ballesteros de Tilea, pero estos no podían ver el avance oculto de los Exploradores Elfos Silvanos de una arboleda a otra. Mientras tanto, se avisó de la presencia de invasores al Rey y la Reina del Bosque. En poco tiempo, todo el bosque retumbó con el aterrador sonido del Cuerno de la Cacería Salvaje. ¡Orión se aproximaba! Y con él llegaban las cohortes de las Estirpes Élficas.

Ejército Elfos Silvanos 8ª edición

Ni siquiera los Tileanos, con sus magníficas ballestas, eran rivales para los Arqueros Élficos que disparaban desde los árboles, y tras ser el objetivo de las andanadas más mortíferas, los ballesteros quedaron desmoralizados y huyeron. El Conde y sus hombres equipados con armaduras, mantuvieron sus posiciones hasta que el propio Orión cargó como un poderoso ciervo contra las tropas Imperiales. Los soldados del Conde no pudieron resistir más y se dispersaron huyendo en todas direcciones, siendo perseguidos y aniquilados por grupos de Caballeros Elfos Silvanos.

En cuanto al Conde, huyó solo hacia Tilea y, gracias a su extrema cobardía, de alguna forma consiguió escapar de la venganza de los Elfos. Ulrich consiguió escapar a través de las montañas y regresar al castillo del Duque Bastinardo de Tilea, esperando beneficiarse de su hospitalidad. ¡Desafortunadamente, Bastinardo había probado los cañones Imperiales! El Conde Ulrich fue invitado a experimentar la hospitalidad de las famosas mazmorras de Bastinardo.

El Precio del Poder[]

ElfosSilvanos

Pasaron las décadas y Ariel todavía se negaba a revivir a Orión y su pueblo seguía persiguiendo cruelmente cualquier daño que les hubieran infligido. Cuando los habitantes de las montañas se vengaron de los asesinatos de sus comerciantes, los Elfos Silvanos destruyeron varios de sus refugios en las Montañas Grises aunque no pudieron alcanzar las poderosas fortificaciones de Karak-Norn. Cuando el ejército perdido del Imperio fue exterminado, la cosa no quedó ahí sino que Ariel envió a sus Dríades para atacar la ciudad de la que procedían.

Las ciudades Bretonianas de Parravon y Quenelles sufrieron más que ninguna otra y muchos de sus nobles y campesinos las abandonaron para escapar de la crueldad de los Elfos. Pero estos también mermaban. Algunos murieron mientras combatían en otras tierras, pero muchos perecían y morían debido a la falta de equilibrio que Ariel había causado en el Tapiz. Muchas de las raíces del mundo recién creadas se marchitaban y no podían ser curadas, sin importar lo que intentara la Reina Maga. Pero ni siquiera este desastre desviaba a Ariel de su camino, ya que la Magia Negra había manchado su alma.

En esta época el Rey Fénix de Ulthuan envió embajadores a Athel Loren para intentar curar las heridas del pasado. Ariel impidió con denuedo sus avances y los atrapó en los caminos invisibles del bosque. Al ser incapaces de viajar por Athel Loren de forma instintiva como sus parientes del bosque, los enviados permanecieron atrapados durante décadas. Finalmente escaparon solo para ir a caer frente a un ejército de Bretonianos que buscaban una compensación por los ataques de los Asrai y que acabaron con ellos sin misericordia.

Por último, los Ancianos del bosque no pudieron seguir soportándolo. La primavera llegó, pero no hubo signo alguno de renovación. De hecho, podían notar como el bosque se marchitaba y moría a su alrededor y sabían que el desastre solo se podía evitar si la mancha del alma de Ariel se limpiaba. Con la ayuda de una joven vidente llamada Naieth que había sido capaz de resistir la locura de esos tiempos, reunieron las fuerzas que pudieron y marcharon hasta el Claro del Rey. Allí Adanhu intentó razonar con Ariel. Intentó devolver la cordura a la Reina Maga y apartarla del camino que había tomado pero ella se negó y sólo Vio un ejército que había venido a destronarla. Ariel invocó a los Elfos y espíritus enloquecidos y el desafío empezó.

Emboscada de los Bosque 8ª Edición

La batalla estalló en el corazón de Athel Loren aunque nadie pudo decir quién golpeó primero. El combate no tardó en ir mal para Adanhu y sus seguidores ya que se encontraban muy superados en número. Aún así, los Ancianos esperaban conseguir una gesta desesperada. Adanhu intentó alcanzar a Ariel a través de su conexión común con el Tapiz y limpiar la mancha de su corazón llevándola hasta el suyo. Por desgracia este acto altruista fue el último de Adanhu ya que la mancha que Ariel había cargado durante esos largos años era demasiado para el poderoso Anciano y murió instantáneamente.

Finalmente la locura abandonó el bosque. Los Elfos y espíritus se despertaron como de una pesadilla y el velo de venganza y desdén que había cubierto su Visión durante tanto tiempo se deshizo como la nieve en los primeros días de primavera. Ariel no vio nada de esto. El regalo final de Adanhu fue mostrarle todo el daño que había hecho y los ciclos naturales que había desequilibrado con su egoísmo. La Reina Maga huyó afligida y se ocultó en el Roble Eterno donde purgó sus pecados y se centró en restaurar todo el daño que había hecho.

La Estación de la Retribución había acabado finalmente y entonces ya pudo empezar un tiempo de curación.

La Estación de la Redención[]

1-305 ( Calendario Imperial 1703 a 2007)

Orion por Dave Gallagher

El acto final de Ariel antes de aislarse fue devolver a Orión al mundo. Su regreso nunca había traído tanto dolor, ya que aunque la reina y su consorte intercambiaron muchas palabras, pocas de ellas fueron alegres. Pasaron muchos años antes de que Ariel fuera vista de nuevo en los claros de Athel Loren. Al final de cada año, los Jinetes Salvajes llevaban las cenizas de Orion al Roble Eterno y cada primavera el Rey de los Bosques renacía. Pero durante muchos años reinó en solitario. Ariel, consumida por la pena y la culpa, no podía hacer frente a su gente y por ello se mantenía silenciosa y solitaria en el Roble Eterno. Sus súbditos estaban preocupados pensando que, aquella que había sido una madre y reina para ellos, les había abandonado; pero ninguna plegaria o súplica haría volver a Ariel. Y así fue que el trono de plata y madera estelar de la Reina Maga permaneció vacío durante muchos cambios de estación.

A pesar de la ausencia de Ariel el ciclo de la Vida continuó. Los límites del bosque se protegían frente a los intrusos, los antiguos claros se mantenían y se eliminaban a las manadas itinerantes de Hombres Bestia. Naieth argumentó a favor de abandonar el aislacionismo de Athel Loren. Un cambio tan radical no fue del gusto de los lores y damas, pero se acordó un compromiso. Allí donde se pudieran arreglar las injusticias cometidas por los Asrai contra los humanos o Enanos de tierras cercanas (en esencia, criaturas que habían cometido transgresiones fruto de la burda ignorancia y no de la maldad premeditada), así se haría. Estos actos acelerarían la restauración del Tapiz y fortalecerían a Bretonia hasta el punto de poder volver a servir como escudo de Athel Loren.

Durante muchas décadas todo pareció ir bien. Los Elfos Silvanos mantuvieron la decisión del consejo y ayudaron a reyes Enanos y duques Bretonianos a vencer combates que parecían derrotas gracias a sus arqueros de ojos de águila. Poco a poco, los Bretonianos volvieron a ver a los Elfos Silvanos como aliados. Los Enanos, por su parte, aceptaron la ayuda ofrecida pero nunca consideraron necesario retirar ninguna entrada del Gran Libro de los Agravios en agradecimiento.

Se vencieron muchas batallas, pero la mayor de ellas fue sin duda la que se produjo cuando los Skavens emergieron de su Imperio Subterráneo y asediaron las ciudades de Brionne y Quenelles.

La Amenaza Skaven[]

Ratas del Clan por Hugh Jamieson Skavens Bretonia

En el año imperial 1813, mientras Bretonia era afectada por la plaga conocida como la viruela roja, dos ejércitos Skavens aparecieron de repente al norte del río brienne. Los Skavens habían conseguido infiltrarse en bretonia a través de sus túneles subterráneos. Los Skavens eran, sin lugar a dudas, los causantes de propagar la viruela roja para debilitar a Bretonia antes de destruirla. Afortunadamente, el reino de Athel Loren estaba demasiado aislado y oculto para que la plaga se propagara por el bosque, y estaba protegido del mal por los hechizos de Ariel. Además, los Elfos son menos propensos a sufrir enfermedades que los humanos.

Los Magos de Athel Loren habían detectado las actividades Skaven en el subsuelo, bajo su reino, durante algún tiempo. Utilizando sus varitas de adivinación, los Magos intentaron seguir el progreso de los túneles Skaven bajo tierra. A veces, cuando detectaban una fuerte presencia Skaven que indicaba que el túnel se encontraba cerca de la superficie, los Elfos Silvanos intentaban irrumpir en él para detener los malvados planes de los Skavens.

Los Elfos Silvanos sabían perfectamente quiénes eran los Skavens y conocían sus malignos planes. Los Exploradores, efectuando batidas a lo largo y ancho de Athel Loren, regresaban con noticias de las actividades Skaven. Los Elfos Silvanos estaban dispuestos a evitar que los malditos hombres rata corrompieran su amado bosque. Si un árbol mostraba signos de estar marchitándose, a veces significaba que los Skavens estaban trabajando a bastante profundidad bajo el árbol. Afortunadamente, habían muy pocos túneles bajo el Bosque de Loren, aunque esto hacía que los existentes fueran más difíciles de encontrar.

Caballero Bretoniano Skavens

En las escasas ocasiones en que encontraban un túnel, los Cantores se reunían para sellarlo con rituales y magia, y se erigía un gigantesco monolito sobre el túnel detectado gracias a la adivinación de los Magos. La piedra del monolito estaba grabada con símbolos arcanos que dirigirían el flujo de la energía mágica a través de la tierra y hacia el interior del túnel, creando un poderoso hechizo para hacer desistir a los Skavens.

Los Bretonianos, sin embargo, fueron cogidos completamente por sorpresa por la infiltración Skaven. Sin previo aviso, dos grandes hordas de Skavens aparecieron entre las ciudades de Brionne y Quenelles, y empezaron a arrasar la región. Pronto, ambas ciudades estaban siendo asediadas. Los mensajeros consiguieron llegar hasta el Duque de Parravon, que marchó inmediatamente hacia el Sur a la cabeza de un ejército de Caballeros.

Aunque los Bretonianos no pidieron la ayuda del Rey y la Reina del Bosque, estos acudieron de todas formas. Los Exploradores Elfos Silvanos habían informado de la invasión Skaven. Orión y Ariel nombraron al Señor de la Estirpe de Equos, Caradrel el Irritable, comandante del ejército Elfo Silvano. Los Caballeros Elfos Silvanos de su Estirpe formaban la mayor parte del contingente, ¡y sabían que Caradrel agradecería la oportunidad de liberar su famosa y terrible ira sobre los Skavens!

El ejército de Elfos Silvanos galopó para unir sus fuerzas a las de los Caballeros Bretonianos que se aproximaban a Quenelles. Innumerables Arqueros Elfos marcharon a un ritmo agotador siguiendo a los Caballeros Elfos Silvanos para poder participar también en la batalla.

Skavens by yogh art-d5jew40

Los Elfos Silvanos fueron bien recibidos como tropas de refuerzo para el ejército aliado, ya que los Bretonianos habian dejado atrás las tropas de infantería para que defendieran las murallas de Parravon y porque los campesinos habían sufrido tanto con la plaga que habían podido reclutar a muy pocos arqueros.

Los Arqueros Elfos dispararon mortíferas andanadas de flechas sobre la horda Skaven que salió al encuentro del ejercito aliado a las afueras de Quenelles. Después de debilitar las filas de los hombres rata. los Caballeros Bretonianos y los Caballeros Elfos Silvanos cargaron para completar la victoria. Los Caballeros Elfos Silvanos, sin el exceso de peso de la armadura pesada de los Caballeros Bretonianos, pudieron perseguir a los Skavens que huían, segurándose que pocos sobrevivieran para volver a luchar.

El ejército combinado avanzó para liberar Brionne, deteniéndose casi el tiempo justo para descansar y cuidar las heridas. En Brionne, la horda Skaven fue derrotada utilizando la misma táctica, pero la batalla fue más larga y sangrienta.

De los Elfos que partieron con Caradrel. apenas la mitad regresó a Athel Loren.

En honor a la victoria, Lord Arda, Guardián de Ygrysyll y comandante de la hueste élfica fue nombrado Caballero del Reino honorario por el Duque Merovech de Mousillon. Arda mantuvo las formas mientras estuvo en compañía de humanos, pero se deshizo de la llamativa condecoración que acompañaba a su título en cuanto los perdió de vista.

Corregir el Equilibrio[]

Orion Tears of Isha

Es poco probable que nadie adivinara las motivaciones de los Elfos Silvanos y ellos no dieron explicación alguna. A fin de cuentas, los extranjeros nunca podrían entender la importancia de mantener el Tapiz. Incluso si fueran capaces de entender el concepto, los Elfos Silvanos no estaban dispuesto a compartir su culpa.

Nadie combatió más fuerte que Orión. Conocía bien la profundidad del daño de su reina y trató de calmarla. Si eso implicaba luchar junto a los inmundos Enanos, su alma cargaría con esa mancha. A fin de cuentas, él era un dios y, por tanto, capaz de gestas más allá del alcance de los mortales. Sin embargo, con cada año que pasaba, las campañas de Orión se hacían más largas y sangrientas. En el interior del Roble Eterno Ariel era consciente de ello y se preocupaba. De poco serviría a los Elfos Silvanos si la furia sin medida de Orión repetía los errores de estaciones anteriores. La Reina Maga vio que el equilibrio entre su consorte y ella era crucial de cara a la supervivencia de Athel Loren. Por desgracia, la Reina Maga no estaba lista para abandonar el Roble Eterno y reunirse con el consejo (ni lo estaría en muchas estaciones). Por ello envió emisarias en su nombre, dos heraldos que compartían su poder y hablaban con su voz. Eran desconocidas para casi todos, pero afirmaban haber luchado junto a ellos en batallas pasadas, aunque la edad de las emisarias desmentía semejante afirmación.

Las Hermanas del Crepúsculo[]

Crepusculo sisters

Las emisarias de Ariel eran las doncellas gemelas llamadas Naestra y Arahan que solo se podían diferenciar por el tono de pelo. Naestra, de cabello oscuro, tenía un espíritu noble y casto. Su roce podía curar las peores heridas y le costaba mucho hacer daño a cualquier criatura. Por contra, el cabello de Arahan era blanco como nieve recién caída, pero su alma era salvaje y se regocijaba en la batalla. Se deleitaba en la emoción de la Vida y su conducta bordeaba lo aceptable, incluso en un reino tan permisivo como Athel Loren. Abundaron los rumores de que Naestra y Arahan no eran sino una sola alma dividida en dos, aunque tal vez sería mejor hablar de las naturalezas oscuras y luminosas de Ariel. Y tal vez esto era cierto. La verdad es que nunca se vio a las gemelas separadas. Además, a menudo acababan las frases de la otra, aunque si lo hacían con la intención original o si alteraban las palabras para expresar la voluntad de quién hablaba, era imposible de decir.

Al principio el consejo no aceptó la palabra de Naestra y Arahan, ya que eran extrañas para todos los Elfos vivos y los espíritus del bosque permanecían en silencio sobre ellas. Las gemelas eran tratadas con un respecto cauteloso pero se les prohibía acceder al Claro del Rey. Naestra asumió esta desconfianza y nunca alzó su voz con ira; Arahan respondió con rabia y amenazas. Solo cuando el verano se convirtió en otoño y Orión regresó al bosque, se solucionó la disputa. El Rey en el Bosque reconoció instantáneamente la esencia de su reina en las gemelas y, aunque le disgustó el reproche que suponía su presencia, confirmó su autoridad. A partir de entonces, Naestra y Arahan ocuparon el lugar de Ariel en el consejo. Ninguna ocupó su trono, pero se situaban a ambos lados del mismo mientras el consejo debatía. Las gemelas hablaban en muy pocas ocasiones, excepto para contrarrestar el ánimo predominante. Naestra se dirigía más a menudo al consejo en los meses de verano para templar los ánimos mientras que Arahan solo intervenía en los meses tranquilos de invierno, cuando la precaución y el letargo eran moneda corriente.

El Regreso de Ariel[]

Ariel pasó más de tres siglos escondida del mundo. Es posible que si hubiera permanecido más tiempo escondida no hubiera descubierto que Morghur había renacido. Ariel notó que esta reencarnación era más poderosa que ninguna de las anteriores y que Athel Loren debería reunirse para poder vencerle. De hecho, el alma de la Reina Maga no estaba totalmente purgada y le preocupaba volver a ocupar su cargo sin estar totalmente recuperaba. Pero sabía que los tiempos difíciles requerían sacrificios y finalmente emergió del Roble Eterno.

Y hubo gran regocijo. Los Asrai habían dado a su reina por perdida y ahora le daban la bienvenida sin reservas. Incluso los espíritus del bosque que recordaban mucho más que los Elfos y que habían cargado con la mancha de la locura de Ariel, se alegraron de su regreso, aunque pocos lo admitirían. Pero la unión entre Ariel y Orion fue la más feliz de todas ya que habían pasado largos siglos de tristeza y angustia separados. Las celebraciones se templaron al saber que el regreso de Ariel con la llegada de otra gran batalla. Pero si el Corruptor les había devuelto a su reina, decían los elfos, al menos esa criatura bastarda había hecho algo bueno en su vil existencia.

Ninguno de ellos vio la chispa de maldad que todavía acechaba en el espíritu de Ariel. Una mancha de oscuridad que nunca eliminarse por completo ya que había echado raíces, una carga que la Reina Maga tendría que llevar para siempre. A esa oscuridad le llamaría en las largas guardias nocturnas, cuando la esperanza pareciera haber muerto. Edades más tarde. Ariel nunca sabría realmente cuales de sus decisiones ritmo de esa maldad más que de la razón.

Un mes después, según los cómputos de tiempo del mundo exterior, se produjo el enfrentamiento con la manada de Morghur en el Bosque de Arden. La bestia casi había aniquilado a un ejército de caballeros cerca de Gisoreux y creyó que la hueste de Elfos que se alineaba frente a él caería con la misma facilidad. Estaba equivocado. Al verse forzada a enfrentarse a la oscuridad de su alma, Ariel había perdido el miedo a Morghur y acompañó a su gente a la guerra. Aunque Orión mantuvo el mando de la batalla, Ariel igualó y superó los oscuros conjuros de los Chamanes del Rebaño con su propia magia. Y, aún peor para los Hombres Bestia, Naestra y Arahan también habían acompañado a los Elfos a la guerra. No luchaban junto a su señora, tal y como algunos esperaban, sino que se movían libremente sobre su poderoso Dragón. La pureza de Naestra era anatema para los Hombres Bestia y su mera presencia les hacía arder como teas. Sin embargo los Hijos del Caos no huían a su llegada ya que Arahan luchaba junto a su hermana y su naturaleza retorcida los atraía irresistiblemente, obligándolos a perseguirla enloquecidos por el hambre de la oscuridad. Los pocos que sobrevivían a la presencia de Naestra no lograban evitar los cuchillos afilados de Arahan.

Finalmente, las filas de los Hombres Bestia se vieron diezmadas por las flechas o dispersadas por las pezuñas de la Cacería Salvaje. La manada se dio la vuelta al unísono y se perdió en los bosques. Solo Morghur se mantuvo firme farfullando frente a quienes intentaban arrebatarle su vida. El Corruptor había sido herido de gravedad por muchas flechas pero la voluntad de los Dioses Oscuros le mantenía desafiante. Finalmente sonó una última cuerda de arco y Morghur cayó muerto, con una flecha negra sobresaliendo de su ojo.

La festividad que se celebró en Athel Loren con el regreso de la hueste fue enorme. Muchos héroes se habían ganado un nombre ese día. Entre ellos Scarloc, el arquero cuya flecha había derribado finalmente al Señor de las Calaveras, pero hubo gloria para repartir entre todos los Elfos. Por fin había acabado la Estación de la Redención, Ariel y Orion volvían a estar reunidos y los espíritus divididos de los elfos del bosque volvían a formar un todo.

La Estación Final[]

1-actualidad ( Calendario Imperial 2008 hasta el presente)

Ejército Elfos Silvanos 8ª edición (2)

Con el cambio de estación, el destino de los Elfos Silvanos cambió para siempre. Naieth, la Gran Vidente de Athel Loren, tuvo visiones del bosque destruido por el fuego y el Caos. Los detalles de las premoniciones eran vagos, pero Naieth era capaz de decir que no solo Athel Loren sufriría ese destino, sino también el resto del mundo.

Naieth no tardó en llevar sus noticias al Gran Consejo. Pocos de los señores la creyeron pero eso no importó. Ariel había estado experimentando cambios sin precedentes en el Tapiz y adivinó que esos estremecimientos tenían que ver con el desastre que Naieth había profetizado. Reunió a quinientos de los mejores Cantores del Reino y se aventuró junto con ellos y Naieth en las profundidades del Bosque Soñador; una zona peligrosa de Athel Loren cuyos claros se abrían a muchos tiempos y lugares. Allí, tras muchos meses de peligrosas indagaciones encontró las respuestas que buscaba.

Por lo que Ariel pudo determinar el destino del mundo, y por tanto de Athel Loren, estaba atado a la supervivencia de seres como ella misma, Orión y la Dama del Lago. Durante sus vagabundeos en el Bosque Soñador, Ariel había descubierto para su consternación que muchos de esos aspectos divinos habían perecido y que esa había sido la causa de la perturbación del Tapiz,. Algunos habían caído en combate (ya que a pesar de su podo; seguían sin ser inmortales). Otros habían sido devorados por Morghur y esas pérdidas fueron las que más le dolieron puesto que ella podría haberlas prevenido. Durante siglos, la Reina Maga había usado a la Dama del Lago para engañar el hambre de Morghur en vez de enfrentarse a la criatura directamente ya que si el Corruptor no amenazaba directamente a Athel Loren prefería no inmiscuirse. Y ese descuido ahora les pasaba factura.

Cuando Ariel y Naieth regresaron de su viaje habían perdido a más de la mitad de los Cantores de los Arboles que las acompañaban que fueron consumidos por los horrores que encontraron en los claros o enloquecieron debido a los destellos del futuro que vislumbraron. En el siguiente Gran Consejo Ariel explicó lo que había visto a los señores de su corte. Discutieron ya que ninguno quería creer sus palabras. La Reina Maga ejerció su autoridad suprema y decretó que el reino de Athel Loren no se mantendría ocioso mientras el resto de aspectos divinos eran asesinados y el mundo se convertía en una ruina. Los Elfos Silvanos lucharían.

La Matanza de Drycha[]

Dríade por Dimitri Bielak Thornflesh Dryad

En el año 2026 del calendario Imperial, Drycha, una de las Doncellas de Coeddil, reunió una hueste de espíritus del bosque y atacó el sur de Bretonia. Tras vencer al Duque de Carcassonne en el cruce de Brienne, asaltó los muros de la Abadía La Chald. Cuando los refuerzos Bretonianos llegaron, la abadía había sido destruida y sus reliquias robadas.

Alianzas Negadas[]

Considerando que los Asrai habían probado ser aliados valiosos en sus guerras, tanto el Rey Brujo de Naggaroth como el Rey Fénix Bel-Hathor enviaron emisarios a Athel Loren. Finubar el embajador de Ulthuan estaba especialmente nervioso con su asignación ya que los últimos embajadores que entraron en el bosque habían desaparecido en circunstancias misteriosas.

Ambas delegaciones fueron bienvenidas con gran civismo aunque fue complicado mantenerlas separadas. De hecho, es probable que ninguno de ellos supiera que los otros estaban allí. Sin embargo, ambos embajadores no tardaron en descubrir que Ariel no iba a encontrarse con ninguno de ellos y que prefería conducir las negociaciones mediante su gran consejo. Ambos embajadores se mostraron molestos y eso no ayudó mucho a que la Reina Maga atendiera sus peticiones.

Los Asrai escucharon y rechazaren a ambas naciones. Los Asur habían tratado a Athel Loren como si fuera una colonia que hubiera que atraer al rebaño y no como la nación soberana que era. Por contra, los Druchii habían hecho grandes promesas de gloria compartida, pero los Asrai podían ver que sus palabras y corazones estaban vacíos. Se solicitó a ambos embajadores que abandonaran Athel Loren y no regresaran nunca. Los Elfos del Bosque seguirían su propio camino en los siguientes años, tal y como habían hecho durante siglos.

Horror en las Cámaras[]

Bien nacido

Los Vientos de la Magia soplaron con fuerza en los Túmulos durante el invierno de ese año y despertaron a la vida a los Demonios congelados en sus cavernas encantadas. Las Diablillas y los Diablos inundaran Arranoc, matando a todos los que no sucumbían a sus deseos salvajes. Amadri Lanzalba, líder de guerra de Arranoc, lideró el contraataque. Sin embargo, su valor no fue suficiente y los guerreros de su hueste no tardaron en caer abatidos y ella misma en resultar cautiva de los crueles Demonios.

El cuerpo de Lanzalba no duró mucho bajo los cuidados de las Diablillas, pero su espíritu rechazó rendirse. Huyó hacia el interior de Athel Loren en el momento de su muerte y enraizó en los restos de un árbol muerto. De esa forma Amadri Lanzalba renació como el Hombre Arbol Amadri Cortezahierro. Cuando Amadri regresó a Arranoc lo hizo a la cabeza de una hueste de Dríades y Arbóreos y devolvió a los Demonios a sus antiguas tumbas. Después, viajó en solitario hasta los Túmulos de Invierno y arrancó enormes piedras de las montañas para sellar sus puertas para siempre.

La Defensa de Yvresse[]

Araloth, Señor de Talsyn, guio a los guardias de su casa a través de las raíces del mundo hasta Ulthuan para ayudar a Lord Moranion de Athel Tamarha. En esa época, el reino de Yvresse donde se encuentra Athel Tamarha, estaba bajo el asalto incansable de Corsarios Elfos Oscuros. La sorpresa de Moranion por la rápida llegada de los Asrai se volvió una alegría oscura. Aunque su hijo mayor; Eltharion y él habían luchado con los Naggarothi desde el principio, muchas de las fuerzas de Yvresse luchaban en ultramar en las guerras del Rey Fénix y aquellos que permanecían en tierra eran muy pocos para acabar con la amenaza. Los guerreros de la Guardia Eterna de Araloth compensaron esas carencias y los Elfos Oscuros fueron rápidamente derrotados en la Isla de Aestuniac.

Tras la batalla, Moranion preguntó a Araloth porqué había acudido en su ayuda. Araloth respondió sencillamente que sus ancestros habían venido desde Athel Tamarha y que él no iba a permitir que los bosques de su patria fueran destruidos. Animado por la respuesta del Elfo Silvano, Moranion se despidió de él y regresó a su hogar. No fue hasta muchos años después que descubrió que Araloth había mentido pero nunca logró saber qué había impulsado al Elfo Silvano a ayudarles.

La Rabia de Durthu[]

Durthu imagen

En esa época las Guerras Errantes de Bretonia habían tenido éxito expulsando a los pieles verdes desde el corazón de su reino hasta las esquinas más salvajes del mismo. Y una de esas esquinas era Athel Loren, que encontró los bosques de su frontera llenos de pieles verdes.

Un efecto bienvenido de esto fue que los Asrai no tuvieron que preocuparse mucho por los Hombres Bestia ese año ya que los conflictos entre los Orcos y Goblins y los hijos del Caos fueron incesantes. Tan complacidos quedaron con la matanza que hubieran dejado que los pieles verdes abandonarán pacíficamente el bosque. Sin embargo no estaba en la naturaleza de los Orcos y Goblins partir sin causar daño. Armados con confianza tras haber destruido a los Hombres Bestia, los pieles verdes no tardaron en cortar y quemar los árboles.

Por desgracia para ellos, los primeros bosques que notaron el mordisco de sus hachas fueron aquellos que estaba bajo la guardia de Durthu. En el mismo momento en que se encendió el primer fuego surgió una gran hueste de espíritus desde las profundidades del bosque. Las Dríades cayeron sobre los Goblins y acabaron con ellos. Los arbóreos se abrieron paso a través de los Orcos, inmunes a casi todos los golpes de los pieles verdes. Viendo que sus tropas estaban al borde de la derrota, el Caudillo Braka les animó a gritos para que mantuvieran la línea y sólo calló cuándo Durthu le pisoteó con uno de sus enormes pies. Tras esto, el enorme Hombre Árbol volvió a cuidar de sus bosques y les devolvió la vida usando el botín de sangre y carne con el que la batalla le había provisto.

El Gran Éxodo Orco[]

Bailarines Guerreros

Mientras las guerras del Gran Éxodo Orco asolaban Bretonia, Athel Loren permaneció prácticamente a salvo del conflicto que se desarrollaba en la región a su alrededor. La mayoría de las batallas se libraron en los grandes bosques del Norte y el centro de Bretonia. Ningún Señor de la Guerra Orco había conseguido establecerse y levantar una fortaleza en el Bosque de Loren.

Uno de los últimos Señores de la Guerra Orcos que fueron perseguidos por los ejércitos Bretonianos era Gorskar, el líder de una pequeña pero increíblemente peligrosa partida de guerra de pieles verdes. Durante varios años, los Orcos de Gorskar se habían escondido en las montañas de la Bretonia central ocultándose en las grutas y cavernas más inaccesibles. Desde allí, los Orcos habían derrotado a todos los ejércitos Bretonianos que se habían aventurado a las montañas para destruirles. Finalmente. Gorskar y sus Orcos fueron derrotados por los Skaven de la guarida secreta Skaven de Abismo Negro, lo cual obligó a los Orcos a emigrar. El ataque Skaven había cogido por sorpresa a los Orcos. Incluso los Bretonianos apenas conocían la localización de Abismo Negro, o si realmente existía.

En cuanto la partida de guerra de Gorskar se puso en marcha, los Orcos fueron descubiertos por los Bretonianos. Inmediatamente se reunió en Parravon un ejército de Caballeros que marchó para interceptar a los Orcos. Tuvo lugar una batalla campal en la que ambos bandos se consideraron victoriosos, pero el precio en vidas fue muy elevado para los dos ejércitos. Mientras los Caballeros cuidaban sus heridas, Gorskar y el resto de su partida de guerra forzaron la marcha de noche y llegaron a la frontera de Athel Loren.

El fiel chamán de Gorskar, Oddbone, examinó los extravagantes grabados de los monolitos fronterizos y aconsejó a su Señor que se adentrará en el reino prohibido, firmemente convencido de que los Caballeros no se atreverían a seguirles. Si había cualquier otro enemigo que se pudiese encontrar más allá de los monolitos, los Orcos no estaban dispuestos a temerle. Oddbone supuso que podía tratarse de Elfos y por tanto, débiles y fáciles de derrotar.

Cantora de los Árboles (Spellsinger) por Carolina-Eade Elfos Silvanos

Gorskar no se detuvo ni tan sólo cuando los Jinetes del Bosque de la Estirpe de Equos les atacaron. Los Elfos y los Orcos libraron una serie de encarnizadas escaramuzas mientras Gorskar avanzaba inexorablemente con sus tropas a través de los páramos y sendas hasta el interior del bosque.

Mientras los Orcos se abrían paso a lo largo de senderos forestales, caían en fosos camuflados y otras mortíferas trampas preparadas por los Forestales. Mientras la horda de Gorskar iba sucumbiendo a la confusión y el desorden, forcejeando entre las zarzas y la maleza para evitar los fosos. los Arqueros Elfos disparaban sus flechas sobre la horda desde todas direcciones.

En poco tiempo, los guerreros de Gorskar empezaron a correr hacia terreno descubierto, donde los Caballeros Elfos Silvanos se habían reagrupado y estaban esperándoles sobre las colinas. Galoparon por la pendiente y aniquilaron a los Orcos que huían. Gorskar sucumbió ante el carruaje del héroe Elfo Elgerth. El chamán Oddbone invocó la ayuda de los dioses Orcos, pero no sirvió de nada. El Mago Elfo Anghifyl acorraló a Oddbone entre las piedras de un túmulo gigantesco.

Oddbone desapareció en medio de un apocalíptico combate de magia entre ambos hechiceros. Algunos dicen que escapó por una grieta entre las piedras y consiguió escapar hacia las Montañas Grises. Otros aseguran que una de las rocas ¡tiene un extraño parecido a un Orco! Sea como sea, fue una gran victoria para los Elfos de Athel Loren.

La Batalla de Shadow Fell[]

Durante el verano, los Ogros mercenarios bajo el mando del legendarario Panzafuego Gragtar Corazón de Fuego, encontraron que su ruta de regreso a casa a traves de las Montañas Grises quedaba cortada por una horda piel verde. La fortuna parecía haber abandonado a los Ogros hasta que los propios árboles volvieron a la vida y una hueste de elfos descendió de las colinas. Aunque se unieron al combate junto a los Ogros, Gragtar quedó muy decepcionado cuando rechazaron quedarse para un festín de la victoria con carne Orca a la brasa.

Arqueros de Renombre.[]

Arqueros Silvanos de Skarloc

En el año 2220, Scaloc y los suyos empezaron un viaje de tres décadas a través de los reinos humanos. Actuaban como espadas de alquiler y de esa forma descubrieron gran parte de las fortalezas y debilidades de varios reinos.

El Corruptor Escapa[]

En el años 2231, se produjo un gran llanto entre los árboles del Claro de la Congoja y Ariel supo que Morghur había vuelto a nacer. Los exploradores no tardaron en localizar a la criatura en el Bosque de Arden y Ariel envió un ejército para matar a la bestia mientras todavía fuera joven.

Así fue como Araloth, Señor de Talsyn, y Naieth la Vidente lideraron a muchos grupos de guerreros en la caza. Alcanzaron a Morghur y a su manada a través de la oscuridad del bosque, encargándose de los rezagados con el arco y la espada. Finalmente rodearon a la bestia y acabaron con casi todos sus seguidores. En el momento en que Araloth preparó su filo para dar el golpe final, el aíre resonó con el tronar de cuernos y los aullidos de las bestias impías. Los Asrai habían estado tan obcecados con su caza que no habían percibido a los exploradores Ungor que les perseguían a cada paso. Ahora, esos esos rastreadores habían guiado a otros Hombres Bestia al rescate y, superados en número, los Elfos Silvanos se vieron forzados a retirarse.

Hasta ese momento, las bajas de los Asrai habían sido bajas ya que habían elegido el terreno donde luchar. Ahora, los Hombres Bestia se cobraron su sangrienta venganza. La Guardia del Bosque dispararon hasta que sus carcaj se vaciaron pero siempre quedaban enemigos que reemplazaban a los que habían caído. Con el corazón retorcido por la rabia y el pesar; Araloth dejó atrás a un grupo de voluntarios para mantener a raya a los Gors y lideró el resto de sus fuerzas en una retirada a través del Bosque de Arden.

Finalmente, solo Naieth, Araloth y unos pocos guerreros escaparon del Bosque de Arden. Sobrevivieron porque Naieth alzó enormes árboles para formar muros de espinas que cortaron el paso de los Hombres Bestia. Avergonzado por sus errores, Araloth regresó al Bosque de Arden con una hueste aún mayor; pero Morghur había escapado. Los Hombres Bestia habían usado su ses magia primitiva para alejar el espíritu de la criatura. Pasaría muchos años antes de que pudiera vengarse.

Extraña Ayuda Imprevista[]

Cuando los Demonios atacaron el humilde pueblo Imperial de Lachenbad, los Asrai decidieron intervenir Bajo el liderazgo de Naestra y Arahan, los Guardianes del Bosque Salvaje lucharon contra los horrores de más allá. Solo cuando acabó la batalla, los Elfos Silvanos se retiraron a través de las raíces del mundo y dejaron a los aldeanos atemorizados y sorprendidos.

La Batalla de Arden[]

Morghur Imagen

Unos 16 años después de su renacimiento, Morghur volvió a revelarse en el Bosque de Arden y Araloth rogó liderar la caza. Al principio Ariel rechazó su petición, ya que sabía bien cómo la venganza podía herir a quién la buscaba. Pero Orión se opuso a su reina y defendió a Araloth hasta que, finalmente, convenció a Ariel para que aceptara.

Cuando Araloth salió a cazar a Morghur por segunda vez, lo hizo a la cabeza de una poderosa hueste. Cruzaron Bretonia escondiéndose de los ojos curiosos de los campesinos y caballeros mediante una bruma mágica. Cuando llegaron al Bosque de Arden lo encontraron lleno de corrupción y con un aroma de magia corrompida flotando en el aire. Realmente se había convertido en el hogar del Corruptor. Los Asrai avanzaron a través de bosques de hierba rojo sangre y árboles que lloraban lágrimas negras. Los Forestales avanzaban al frente y en la retaguardia de la hueste (Araloth había aprendido la lección tras la anterior cacería).

Durante días no hubo rastro de las bestias que buscaban pero sí que tuvieron que enfrentarse a otros retos. Muchas Dríades y Arbóreos habían acompañado la hueste de Araloth y hervían de rabia con el destino del que antaño había sido un paraíso. El bosque estaba hambriento de carne y muchos Elfos fueron devorados o perdieron miembros debido a las lianas que colgaban de los árboles. Aquí y allí encontraron los esqueletos de caballeros Bretonianos que habían acabado su búsqueda del Grial como pasto de la corrupción. Criaturas del bosque mutadas escrutaban a los soldados desde la maleza, con ojos enloquecidos que brillaban en la oscuridad y dientes afilados reluciendo con veneno.

Finalmente, la hueste de Athel Loren llegó un claro maldito en el que Morghur y su manada estaban reunidos. Un enorme pilar del rebaño se alzaba en el centro del claro, situado sobre los escombros de una capilla del Grial antaño orgullosa y sobre ella se alzaba el Corruptor; bailando y aullando. Al primer signo de su presa, Araloth tensó su arco largo y dejó que la flecha volara. Morghur fue impactado y cayó del pilar del rebaño, herido, pero vivo. Se había dado la señal para que empezara la batalla y los Elfos aullaron sus gritos de guerra y cargaron hacia el claro.

La batalla del claro fue desesperada ya que los Asrai y los espíritus del bosque no solo luchaban contra los Hombres Bestia si no que las criaturas retorcidas de Arden habían acudido a la llamada de Morghur. Sin embargo los guerreros de Athel Loren siguieron presionando, ignorando los pedazos de carne que les arrancaban de sus miembros las bocas frenéticas y el veneno que llenaba sus venas fruto de las garras de las criaturas.

Dryad by innerabove

Las Dríades formaban la vanguardia del ataque y golpeaban con gran fuerza fruto de la rabia. Con un sonoro rugido, una Gorgona colosal se abrió paso entre la manada y dispersó a las Dríades, pero rápidamente fue superada y desmembrada por los Arbóreos que acudieron en ayuda de las Dríades. Los Forestales se refugiaban bajo la sombra de los árboles y sus disparos siempre buscaban a aquellos que lideraban a la manada. Los Minotauros de la condenación y los Caudillos caían muertos sobre el claro con flechas sobresaliendo de sus ojos y bocas abiertas.

En el centro del claro los Bestigors se enfrentaban a la Guardia Eterna de Araloth y pocos lograban sobrevivir. Las lanzas brillaban como luz del día en la oscuridad y acabaron con muchas de las criaturas antes de que éstas pudieran alzar sus hachas. Los Bestigors lucharon hasta el último y muchos Elfos cayeron antes de que el último Hombre Bestia huyera. Araloth casi no se dio cuenta ya que solo tenía ojos para Morghur y cuando los Bestigors fueron eliminados, el Señor de Talsyn tuvo la oportunidad de golpear directamente a su enemigo.

Ante de que Araloth abandonara Athel Loren, Ariel le había regalado una calabaza llena de savia del Roble Eterno y en ese momento lanzó el contenido encantado sobre el rostro de Morghur. No existía un líquido más puro en todo el mundo y allí donde tocó la carne de Morghur se alzaron llamas blancas. El Corruptor no tardó en arder y sus extraños gritos provocaban alegría y tristeza por igual. La criatura se convirtió en cenizas y de esa forma se acabó con la amenaza hasta la siguiente vez que renaciera.

Tras la muerte de Morghur el resto de Hombres Bestia se dispersaron. Araloth tiró a tierra el pilar del rebaño y encendió una gran pira en el centro del claro para purificar los cuerpos corruptos de los enemigos. Hecho este trabajo los Asrai abandonaron el bosque, pero lo hicieron lentamente. No habían usado toda la savia para destruir a Morghur y Araloth dejó caer unas gotas en las raíces de cada uno de los árboles corruptos junto a los que pasaban. De esa forma la savia usó su magia y encendió un fuego purificador en cada uno de ellos. Pero sus llamas no consumieron los árboles tal y como habían hecho con Morghur sino que eliminaron su corrupción.

De esa forma el Señor de Talsyn llevó nueva vida al Bosque de Arden. Más adelante, se incluyó el bosque entre los lugares sagrados de Bretonia aunque ninguna damisela ni caballero del reino supo jamás los motivos.

Matanza del Prado Sombrío[]

107 ForestDragon-JoaoBosco

En el año 2253, las manadas de Hombres Bestia que atacaron Athel Loren habían alcanzado un tamaño sin precedentes y asediaron el bosque por todos los frentes. En el este Naestra y Arahan lideraban la defensa de los Pinares. En el oeste, Naieth la Vidente defendía el Claro de la Luz de luna eterna. Incluso el Bosque Salvaje estaba bajo ataque y los espíritus salvajes de ese lugar retorcido combatieron contra los Hombres Bestia. Sin embargo, fue en los claros que rodeaban el Roble Eterno donde los Elfos Silvanos se vieron más asediados. Allí la Guardia del Bosque y los Jinetes Salvajes intentaron alejar a los Astados de sus lugares más sagrados.

Se produjeron grandes victorias, pero también grandes tragedias. En Carthad Knoll, Araloth, el campeón de la Reina Maga guio a la Guardia del Bosque contra la manada de Ghorros Warhoof y los Centigors a los que los Elfos Silvanos no pudieron matar no tardaron en huir. Gruath el Señor de las Bestias luchó y murió en el valle que habitaba, con las manos muertas entrelazadas en la garganta del Beligor que había acabado con sus queridos tigres dientes de sable. Los Hombres Bestia cayeron sobre Torgovann, rugiendo con alegría por la matanza y se vieron detenidos por un único guerrero vestido en armadura dorada. Daith el herrero había jurado que nunca dejaría que una sola criatura vil tocara su armería y por ello se había armado con armas que no permitiría que nadie más portara. En el calor eterno de Ramal de Estío, Amadri Cortezahierro lideró a sus hermanos Arboreos contra los monstruos que habían hecho enloquecer a incontables Elfos con su mera presencia horrenda.

Carro de los Hombres Bestia Wayne England

Pocos descansaron durante esos días oscuros y nadie dormía bien, ya que los rugidos y cánticos de los Hombres Bestias resonaban en la brisa. El único respiro que tenían era que Morghur no era quien comandaba esa incursión en particular, ya que de haber estado presente, la situación hubiera sido aún más terrible. Poco a poco y con el coste de incontables vidas, los Hombres Bestia fueron expulsados de todas las regiones de Athel Loren excepto de una. Una enorme manada de miles de miembros, seguía campando a sus anchas en los claros corruptos que rodeaban el Roble de la Congoja y se reunían bajo el estandarte de Mograk, el Señor de los Cuervos.

Cansados y apenados por el dolor de sus seres queridos perdidos, los Elfos Silvanos se reunieron para combatir en una última gran batalla que expulsaría a los Hijos del Caos de Athel Loren. Todos sabían que sería la lucha más sangrienta de un largo y terrible año, pero no había tiempo para curar las heridas de las batallas anteriores. Se acercaba el invierno y si los Hombres Bestia no eran expulsados antes de que llegara el frío, Orión debería retirarse y, con él, los espíritus del bosque. Y todos sabían que sin ellos no había esperanza de victoria. Así fue como los Elfos capaces de combatir vendaron sus heridas y se dirigieron a luchar una vez más.

En esa hora oscura llegó ayuda del lugar más inesperado. Finubar era entonces el Rey Fénix de Ulthuan y llevaba tiempo pensando en como reparar la relación entre las dos naciones. Al saber que Athel Loren estaba bajo ataque, ordenó al Príncipe Eldyr que reuniera un gran ejército y marchara en ayuda de los Asrai. Aunque se vieron retrasados por tormentas, los Altos Elfos añadieron su ayuda a sus primos.

General Elfo Silvano

Incluso tras combinarse, los ejércitos Elfos se veían ampliamente superados en número por los Hombres Bestia pero la determinación y la esperanza renovada no tardaron en compensar la escasez de sus números. Los Hechiceros de Ulthuan lanzaron tormentas de rayos sobre los Chamanes del Rebaño dejando libres a los Cantores de los Árboles de Athel Loren para que despertaran y revigorizaran al bosque viviente. Los lanceros de Cothique lucharon hombro con hombro con la Guardia Eterna, los Leones Blancos de Cracia junto a los Guardianes del Bosque Salvaje. Los Príncipes Dragón y los Jinetes Salvajes bajaron sus lanzas y venablos a una, determinados a probar su superioridad Scarloc ludió junto a Ystranna y Araloth junto al Príncipe Eldyr.

Mograk supo que le habían arrebatado su gran victoria pero rechazó rendirse. A su orden, los impíos guerreros avanzaron formando bajo unos cielos tormentosos. El suelo retumbaba mientras los Minotauros chocaron con las filas de los Elfos. Los brutos blandían sus armas a izquierda y derecha derribando dos o tres Elfos con cada golpe. Mograk aulló a la oscuridad invocando criaturas retorcidas de las profundidades del bosque. La propia hierba se retorcía de repulsión cuando esas criaturas aparecieron en el campo de batalla, seres que antaño habían sido nobles y habían mutado siguiendo la voluntad de los Dioses del Caos.

Mograk esperaba romper la moral de los Elfos pero los hijos de Isha permanecieron firmes. Las flechas volaron y derribaron a Gorgonas y Cigors. Los Bailarines Guerreros trazaron piruetas en el corazón de la batalla cortando gargantas con su gracia y velocidad. A pesar de verse superados en número, los Elfos lograron girar el curso de la batalla. Cuando el sol cayó ese día fatídico, la mayor parte de la manada había sido destruida y los Hombres Bestia que quedaban en pie se retiraban. Mograk había huido, ocultando su cobardía frente a sus tropas. Pero este acto de deserción le costó mucho a los Hombres Bestia ya que sin el liderazgo de Mograk la retirada no tardó en convenirse en derrota y la derrota en masacre.

Y cuando llegó la victoria también volvieron a aparecer los conflictos entre las dos razas Elfas. Los Altos Elfos habían sufrido muchas bajas en combate de las que culpaban a los Asrai. Y estos últimos no tardaron en responder a la arrogancia de sus aliados. Cada grupo se había ganado el respeto del otro, pero aún distaba mucho para forjar una amistad. Aunque se intercambiaron palabras amables entre algunos individuos, los lazos entre ambas naciones no se estrecharon demasiado.

La Batalla del Bosque Negro[]

Las crónicas de Naggaroth explican como, ese año, Morathi es emboscada por Sombríos mientras buscaba la Corona perdida de Hotek. Las crónicas también explican que la Reina Bruja y su escolta únicamente se salvaron debido a la intervención de un grupo de Dríades.

La Locura de Orión[]

Orion Black

Tras un invierno lleno de malos presagios, Orión renació enloquecido. El Rey del Bosque siempre había sido dado a una forma de ser salvaje e irascible, pero su comportamiento parecía totalmente fuera de control. Solo Ariel se consideraba a salvo en su compañía. Nadie lograba saber si la causa de su locura era un error en el ritual que le había devuelto la vida, o una locura incipiente en el elfo que había sido elegido para llevar su manto. Peor aún, la locura de Orión era contagiosa y pronto muchos de los Elfos y espíritus de Athel Loren se lanzaron los unos contra los otros. Ese año la Cacería Salvaje fue casi cuatro veces mayor de lo normal, y causó grandes daños incluso antes de abandonar el bosque y llevar su furia a las tierra de Bretonia.

Grande fue la matanza infligida al dominio de Quenelles ese año, tan grande que Fredfar, el duque de esa ciudad, no tuvo más remedio que enviar una hueste de Caballeros a enfrentarse a Orión. Otros nobles del reino le aconsejaron en contra de esa acción, pero el duque Fredfar era un hombre en el que las virtudes de la caballería habían florecido, y rechazó permanecer ocioso mientras semejante matanza abatía a sus súbditos.

Así fue que Fredfizr duque de Quenelles, cayó en batalla ante una fuerza de la naturaleza a la que no tenía ninguna opción de vencer. Muchos de los mejores caballeros del duque murieron junto a su señor; tantos, realmente, que las defensas de Quenelles quedaron severamente mermadas. Como resultado, cuando la Cacería Salvaje viró hacia el norte, dirigiéndose a la ciudad, la multitud de elfos y espíritus no tardaron en romper sus murallas y corrieron salvajemente por la ciudad. La sangre llovió por las calles mientras la Cacería Salvaje daba rienda suelta a su furia, y ni el valor de los caballeros ni las brillantes lanzas de los Hombres de armas pudieron vencer a su ferocidad.

Finalmente, la gloriosa ciudad se salvó cuando la ira de Orión lo llevo a una arboleda sagrada situada en el corazón de la misma. La niebla cayó en el instante en que pisó sus verdes fronteras, y una quietud se apoderó de él, por primera vez desde su renacimiento. Hay pocos registros de lo que ocurrió a continuación, porque las nieblas engañaron a casi todos los que lo presenciaron. Todos coinciden en que una figura delgada apareció en las brumas ante Orión, pero nadie sabe quién era esa figura, o qué palabras intercambiaron. Al amanecer del día siguiente, Orion y la Cacería Salvaje dejaron atrás la desolada Quenelles y volvieron a Athel Loren. Ese año, el Rey de los Bosques se rindió a la pira muchos meses antes que en años anteriores, sin dar explicación alguna.

La Derrota de Gashrak[]

Descarga Leta del Anderson Gaston Orcos

En pleno verano el ¡Waaagh! Gashrak bajó de los Túmulos y cayó sobre Athel Loren pero tuvo la mala suerte de hacerlo mientras la Cacería Salvaje de Orión surgía de las tierras bajas de Parravon. Tras una batalla breve pero sangrienta en las orillas del río Grismerie, las tropas de Gashrak regresaron a sus montañas. Gashrak cayó bajo la punta de la lanza de Orión y su cuerpo permaneció estacado en las fronteras de Athel Loren como un aviso para los de su raza.

Agravios de Antaño[]

Los Enanos de Karak-Norn marcharon sobre Athel Loren tal y como habían hecho en muchas ocasiones anteriores desde la muerte de Grungni Buscaoro. Y volvieron a ser rechazadas sangrientamente sin obtener beneficios.

Masacre en el Reikwald[]

Las doncellas de Drycha atacaron la Capilla de Taal en el Reikwald. Cuando las vengativas Ninfas de los Árboles atacaron sin aviso, solo un cazador logró escapar de la carnicería y se las arregló para llevar aviso a Altdorf antes de morir de sus heridas. Los refuerzos acudieron con presteza, pero fueron emboscados por Dríades y Hombres Árbol en la carretera de Altdorf a Weismund. Cuando el ejército llegó finalmente, la capilla había sido arrasada, sus defensores estaban muertos y su reliquia más sagrada (el Colmillo de Taalroth) robada. De Drycha y sus doncellas no había ninguna señal.

La Batalla de los Túmulos[]

Heinrich Kemmler

Dispersos en las afueras de Athel Loren hay incontables túmulos funerarios. Algunos de ellos fueron construidos por los primeros Elfos que habitaron en los lindes del bosque, aunque en la mayoría de ellos están sepultados los primeros bárbaros que habitaron la zona. En estos túmulos, que poco a poco irá reclamando el bosque como suyos, hay enterrados artefactos de inconmensurable poder e incalculable valor y, aunque los Elfos respetan estos lugares y el descanso de sus ocupantes, son muchos los avariciosos ladrones de tumbas ansiosos por saquearlos, con lo que los Elfos Silvanos se ven obligados a enfrentarse a ellos constantemente. A veces, sin embargo, estos intrusos profanan los túmulos por razones más siniestras que la avaricia.

En el invierno de 2495, un malvado ser intentó apoderarse de todo lo que había en estos túmulos. Esta criatura, odiada, maldecida y menospreciada por los Elfos Silvanos, era Heinrich Kemmler, un nigromante de indescriptible poder. Kemmler, un taimado adversario, calculó con esmero el cruce de las lunas gemelas por los cielos nocturnos y llevó a cabo un ritual siniestro en el equinoccio de invierno, cuando Athel Loren está más debilitado. Los portales de todos los túmulos sembrados por los páramos que rodeaban el bosque se abrieron de par en par y de ellos salieron los fríos y esqueléticos cuerpos de guerreros sin vida para conformar un terrible ejército.

El cielo se llenó de buitres, que seguían la marcha del ejército de No Muertos a través de la nieve hacia Athel Loren. Las temibles dríades invernales, rencorosos seres con aspecto de bruja, atacaban al ejército de Kemmler a cada paso que daba y los forestales disparaban sus certeras flechas antes de desaparecer nuevamente tras los árboles. Pero no eran suficientes para detener a los No Muertos.

Guardia eterna

Al final se produjo una gran batalla en uno de los mayores claros que hay en las profundidades de Athel Loren. Miles de estoicos guardianes eternos avanzaban contra el enemigo dirigidos por Sceolan mientras los jinetes del bosque cabalgaban en los flancos del ejército. Ythil Ojo de Halcón y los de su tribu, montados a lomos de bellos halcones, descendían de los cielos una y otra vez para cargar contra los guerreros no muertos. Muchos fueron los Elfos que perdieron la vida en aquel aciago día, pero el avance de los No Muertos fue detenido y Kemmler se vio obligado a huir. Este ha sido, hasta la fecha, el ataque que más lejos ha penetrado en Athel Loren, por lo que los Elfos Silvanos tienen una enorme sed de venganza y el hipotético retorno del nigromante les mantiene siempre en guardia.

En las décadas que han seguido a la derrota de Kemmler, Athel Loren ha conocido una calma relativa, pues al Norte se han desarrollado grandes batallas que parecen ser el heraldo de grandes conflictos. No cabe duda de que la tranquilidad no durará mucho tiempo, ya que, mientras sigan con vida seres como Cyanathair, Kemmler y muchos otros de los que ansían el poder del bosque, Athel Loren no podrá descansar en paz.

Ver Artículo: La Batalla de los Túmulos.

El Festín de Bocapétrea[]

En el año 2498, el Ogro Braggat Bocapétrea y sus mercenarios cruzaron las Montañas Grises y se internaron en Athel Loren. En vez de masacrar a los brutos, los Asrai les dieron la bienvenidas. Después de haber agasajado a los Ogros con todo tipo de comidas e incontables litros de vino faérico, los dejaron marchar sin problemas (aunque hubo un momento de peligro cuando uno de los Ogros intentó comerse a un unicornio vivo).

Los sorprendidos Ogros no se dieron cuenta de que los caminos que tomaron no les llevaban hacia el Imperio, tal y como ellos pretendían, sino hacia el corazón de un enclave Skaven en las fronteras de Parravon. El combate subsiguiente fue rápido y mortal. Cuando la batalla acabó, una doncella Elfa apareció frente a Bocapétrea y le hizo entrega de riquezas maravillosas; el precio acordado, según dijo, por la batalla que acababa de tener lugar Bocapétrea no podía recordar haber aceptado combatir pero tomó el oro rápidamente. Tras esto, juró no volver a entrar en Athel Loren.

Masacre a lo Largo del Weiss[]

Enemy within por Darkeen Karl Franz

Cuando una gran manada de Minotauros amenazaba con cruzar las Montañas Grises hasta Athel Loren, Ariel envió a sus Cantores a desviar las aguas del Río Weiss y forzar a las bestias a regresar al Imperio. En ese momento el Emperador Karl Franz hizo lo que ninguno de sus predecesores había hecho antes, penetró bajo las ramas de Athel Loren en busca de ayuda. El gran consejo no estaba muy inclinado a acceder a las demandas del Emperador, ya que opinaron que usaba su grandeza como un manto, más que dejar que fluyera de su interior. Sin embargo no pudieron rechazar la lógica de su petición.

Así fue como Orión lideró a la Cacería Salvaje sobre las montañas en ayuda del Imperio. Mientras Karl Franz dirigía el ejército de Wissenland en combate, Orión y Naieth la Vidente lideraron a los jinetes más rápidos de Athel Loren para que atacaran los flancos de la manada. Siguiendo el sendero de muerte dejado por su rey, los Jinetes Salvajes y los seguidores de Kurnous llevaron sus lanzas hasta el corazón de la formación de Minotauros. El Rey del Bosque no tardó demasiado en acabar con el Minotauro de la condenación que lideraba la horda.

Los Minotauros retrocedieron diezmados por las andanadas disciplinadas de flechas y el fuego de cañón. Al ver que sus enemigos se tambaleaban, los hombres del Imperio se congratularon, pero lo hicieron demasiado pronto. El viento cambió y el olor de la sangre llevó al frenesí a los Minotauros. De golpe, asaltados por un enemigo al que ya creían vendido, los valientes hombres de Wissenland sufrieron muchas bajas. Regimientos de Alabarderos y Espaderos cayeron bajo sus hachas, llenando el aire con más sangre y enardeciendo aún más a los Minotauros. Karl Franz avanzó para reforzar las filas pero el golpe de un Cigor le derribó de su caballo.

A pesar de hallarse en el otro extremo del campo de batalla, los ojos de Orión vieron caer al Emperador. El Rey del Bosque estaba dividido. Había sido herido en el combate de gravedad contra una Gorgona colosal y le importaba más bien poco la supervivencia de Karl Franz. Es lo que respectaba a Orión, la vida del humano importaba poco en el contexto del Tapiz. Incluso si los hombres de Wissenland perdían el combate, los Arsai podían retirarse fácilmente a través del río.

Elfos silvanos edicion limitada

Al sentir la indecisión de Orión, Naieth le recordó a su señor que el destino del mundo descansaba sobre más gente además de las criaturas divinas como él. No importaba, le dijo, si el Emperador era relevante o no, lo que importaba era la nobleza de su causa. Orión se giró hacia Naieth con una expresión tan furiosa que la vidente temió por su vida. Entonces, Orión rompió a reír e hizo sonar su cuerno con tanta fuerza que se escuchó incluso en Athel Loren.

Los Arsai volvieron a cargar como uno solo, en esta ocasión hacia las filas humanas y el Emperador caído. Perdidos en su furia de sangre, los Minotauros no percibieron el peligro hasta que era demasiado tarde y el flujo de la batalla giró en su contra.

El Rey del Bosque se abrió paso hasta el Emperador caído y plantó sus pezuñas a ambos lados del hombre herido lanzando un desafío que la manada no pudo negar. Cuando Minotauros se dieron cuenta de la matanza, cerca de tres cuartas partes de sus mejores campeones habían caído bajo la lanza de Orión. El Rey había sido herido profusamente y su sangre divina fluía de una docena de heridas abiertas, pero Karl Franz no había recibido ni un solo golpe durante las horas que Orión había permanecido de guardia sobre su cuerpo inconsciente. El Emperador no tuvo ocasión de agradecer los esfuerzos a su salvador ya que cuando quedó claro que los Minotauros no tenían estómago para seguir combatiendo, los Elfos retiraron a sus muertos y heridos del campo de batalla.

Un mes después, un emisario de Athel Loren fue admitido en el palacio de Altdorf. No dio ningún nombre pero ofreció un regalo y un mensaje. El regalo era un huevo de Grifo, conseguido según dijo, en el pico más alto de las Montañas Grises. El mensaje era simple y amigable, pero aún así denotaba un tono ominoso: “Estaremos vigilando".

Traición Enana[]

Elfos Silvanos asediando Enanos

En el año 2506, Ungrim Puñohierro, Rey Matador de Karak-Kadrin, combatió contra un ejército de pieles verdes en los límites de Athel Loren. Al ver la justicia de la causa de los Enanos, Thalandor Destinoestrella lideró una hueste para ayudar a los habitantes de las montañas. La batalla no tardó en acabar mal para los pieles verdes pero, en el momento de la victoria, los Enanos giraron sus hachas contra los Asrai buscando una compensación por los milenios de agravios. Jurando venganza por los caídos, Thalandor se retiró.

La Venganza de Destinoestrella[]

Un año despues, las defensas de Karak Kadrin se vieron asaltadas por Elfos Silvanos vengativos bajo el mando de Thalandor. Durante casi un año, la hueste de Thalandor mantuvo el bloqueo, acabando con incontables defensores y repeliendo en dos ocasiones los ejércitos de Zhufbar que habían sido enviados para romper el sitio. El Señor de Argwylon dio la orden de retirada solo cuando consideró satisfecha la compensación por los daños sufridos el año anterior.

Coeddil Desencadenado[]

Tras lo que pareció una campaña sin sentido de matanzas en las tierras que rodeaban Parravon, Drycha consiguió finalmente la última reliquia que había estado buscando. Se infiltró en Athel Loren en lo más crudo del invierno oculto gracias al poder que extrajo de los artefactos robados y rompió las guardias que Ariel había colocado para mantener a Coeddil en el Bosque Salvaje. Los Guardianes fueron alertados demasiado tarde y corrieron hasta la prisión de Coeddil, solo para descubrir que el Antiguo ya se había ido.

¿Una Amistad Traicionada?[]

Durante la Marea crepuscular de ese año, el bastardo real Mallobaude de Mousillon intentó arrebatar la corona de Bretonia de su padre. Ningún caballero honorable luchó a su lado, pero la serpiente de Mousillon no quería esos seguidores. Durante mucho tiempo había planeado ese día y había reunido un gran ejército de hombres sin escrúpulos.

El ejército de Armand, Duque de Aquitaine, ignoró el decreto de Louen Leoncoeur que ordenaba que los ejércitos de Bretonia debían combinarse para combatir esta amenaza y se enfrentó a Mallobaude. A pesar de actuar con el favor del Hada Hechicera, Armand hubiera sido rápidamente derrotado si Drycha no hubiera liderado a una hueste de espíritus del Bosque de Châlons para luchar a su lado. Pero el interés de los Asrai no estaba en la victoria de Armand y desaparecieron sin avisan retrasando únicamente el destino del duque. Peor aún, cuando los espíritus del bosque se desvanecieron, también lo hizo el Hada Hechicera. Nadie en Bretonia conoce su destino.

Durante el Festín del Verano, apareció en Athel Loren una náyade. Traía un mensaje de la Dama del Lago que demandaba que Ariel viajara a la Aguja de Plata. Para sorpresa de todos, la Reina Maga accedió y viajó al norte. Durante tres días y sus noches los cielos norteños ardieron con magia salvaje. Cuando Ariel regresó, explicó que había habido una pelea entre hermanas pero que todo estaba ya solucionado.

Fuentes[]

  • Ejércitos Warhammer: Elfos Silvanos (4ª edición).
  • Ejércitos Warhammer: Elfos Silvanos (6ª edición).
  • Ejércitos Warhammer: Elfos Silvanos (8ª edición).
Advertisement