Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Vampiro por Mark Gibbons

"Somos los Señores de la Noche y vosotros los humanos sois nuestro ganado. Mientras nosotros caminamos orgullosos, vosotros os arrodilláis."

Atribuido a Mannfred von Carstein

De todos los Vampiros que ha conocido la humanidad, el clan maldito de los Von Carstein es el más infame. Hermosos, arrogantes, carismáticos y orgullosos, los von Carstein son los auténticos aristócratas de la noche. Se dice que la historia la escriben hombres y mujeres ilustres. Esto es especialmente cierto en el caso de los Vampiros, pero ninguno ha escrito la historia tan audazmente o con tanto derramamiento de sangre como el clan von Carstein. Son criaturas apasionadas con ambiciones sin límites, y sus deseos más triviales afectan al destino de naciones enteras. Son el mayor de todos los clanes, y también el mayor enemigo de la humanidad. Todos les temen o caen.

Sus meros nombres conjuran imágenes de fatalidad, muerte y destrucción.

Existen muy pocos hechos, pero muchas leyendas, en torno a los orígenes de este Clan Vampírico, destinado a convertirse en el más poderoso e importante en la historia del Viejo Mundo. Lo único que se sabe con certeza es que su cénit llegó cuando Vlad von Carstein, el primero de su línea, quien trajo el vampirismo a las tierras de Sylvania. Él infectó la enfermedad maldita a todos los nobles más poderosos de esa tierra, esclavizándolos a su voluntad, y convirtiéndose en el gobernante indiscutible y el Señor de un reino no muerto en pleno corazón del Imperio.

Historia[]

Nethys por Daarken vampiresa Condes Vampiro

Lahmizzar fue el rey de Lahmia que encabezó la primera revolución contra Nagash. Tuvo un hijo, Lahmizzash, que fue quien logró expulsar finalmente al nigromante de sus tierras. Lahmizzash tuvo una hija, Neferatem, que posteriormente se convertiría en Neferata, la bella muerte. Tras el fallecimiento de la madre de Neferatem, Lahmizzash desposó a otra reina, una hermosa mujer conocida como Nefarazi, descendiente del linaje del gran Nagash. El hijo de Lahmizzash y Nefarazi fue Nalakhazar, y el hijo de éste fue Lahkashaz, soberano de Khemri hasta que el general Setep usurpara su trono. Y se creyó que su linaje moría con él, pues Setep mató a todos los que vivían en el palacio.

Pero Lahkashaz tuvo un hijo con una de sus concubinas: un muchacho alto y fuerte llamado Vashanesh. Poseía toda la nobleza de Lahmizzar y la genialidad estratégica de Lahmizzash, y su sangre contaba con las dotes de mando de Neferata y la fuerza y resistencia de Nagash. Vashanesh escapó a las purgas de Setep haciéndose pasar por un soldado leal, y fue enviado a Lahmia. Sabía que el pueblo de Khemri había apoyado la rebelión de Setep porque no podía seguir tolerando que su rey ignorase la decadencia (y, según se rumoreaba, las prácticas de magia negra) de los nobles de Lahmia. Estaba decidido a descubrir cuánta verdad había en aquellos rumores y encontrar aliados contra el usurpador.

Cuando Vashanesh llegó a la corte de Neferata, exigió una audiencia privada con la reina. Ushoran, el Señor de las Máscaras, salió a su paso y se burló de su arrogancia, pero Vashanesh se limitó a ignorarle y pasar de largo. Abhorash, el gran guerrero, se adelantó y puso el filo de su espada en el cuello de Vashanesh, pero éste ni siquiera se inmutó, y apartó la hoja de Abhorash con la mirada fija en Neferata. Con un ademán de su mano, la reina echó de la sala a todos los miembros de su corte, incluido su fiel consejero W'soran. Una vez solos, Vashanesh Le contó todo lo que sabía de los planes de Setep, y ella le confesó la verdad sobre su corte. Prometió proteger a Vashanesh de Setep si a cambio él disciplinaba a sus soldados y a su corte como su rey. Aquel mismo día contrajeron matrimonio, y aquella misma noche Vashanesh bebió el Elixir de la Vida.

Pero aun con la gran sabiduría y liderazgo de Vashanesh, las semillas de la tiranía sembradas por el general Setep habían arraigado profundamente, y con el tiempo un nuevo aspirante, Alcadizaar, reunió un inmenso contingente procedente de todas las provincias y ciudades de Nehekhara. Pese a todo su poder y su habilidad, la ciudad no pudo resistir el ataque de semejante ejército y fue arrasada, y sus soberanos vampíricos se vieron obligados a huir.

Nagashizzar por John Blanche

Finalmente, el séptimo Primogénito llegó a Nagashizzar, tal y como el gran nigromante había augurado. Nagash percibió inmediatamente que Vashanesh era el más grande de todos ellos, y que era consciente de la necesidad de controlar a sus sanguinarios hermanos para que no acabaran destruyéndose a sí mismos. Así, para consternación de los demás, le obsequió con un anillo mágico, un anillo que le aseguraría una resurrección instantánea tras cada una de las muertes que sufriese, así como el poder de controlar a sus hermanos vampiros. A cambio, el nigromante exigió la lealtad de todos los vampiros, pues de lo contrario los maldeciría a todos para siempre.

Por supuesto, se trataba de una trampa, pues el anillo obligaba a Vashanesh a cumplir las órdenes de Nagash; y a través de él, todos sus hermanos se convirtieron en esclavos del nigromante. Y aunque Nagash otorgó a los vampiros poderes y percepciones nuevas para vencer al ejército de Alcadizaar, pronto fue evidente que no le importaban en lo más mínimo sus batallas ni sus objetivos. Vashanesh maldijo el nombre de Nagash y se negó a seguir sometiéndose a su voluntad. Urdió un plan para deshacer el control que ejercía sobre él. Estando en el campo de batalla, desafió a Alcadizaar a un duelo. El rey de Khemri no era rival para el vampiro, pero Vashanesh bajó la guardia deliberadamente para que su adversario pudiera decapitarle. Con su muerte, el control mágico se desvaneció, y los vampiros huyeron una vez más de las tierras de Nehekhara. La maldición de Nagash les alcanzó, pero por lo menos ya eran libres.

En cuanto a Vashanesh, se desvaneció sin dejar rastro. Pero no murió, y siglos después fue descubierto por los Strigoi en su lejana fortaleza de Kislev; luego volvió a desaparecer de los anales de la historia. Las leyendas de la época de Sigmar sugieren que tal vez ayudó al rey divino a destruir a Nagash, y no son las únicas historias que se cuentan, pero nada hay confirmado. Desde luego no había indicios alguno de las acciones decisivas que caracterizaron a aquel insigne vampiro en los tiempos de Lahmia. Y, con el tiempo, desapareció todo rastro de Vashanesh.

Vampiros Von Carstein por Pat Loboyko

Y entonces, dos mil años después de la traición de Nagash, apareció en Sylvania un hombre que se hacía llamar príncipe Vladimir von Carstein, y que afirmaba ser el heredero de Vashanesh. Para algunos fue evidente su disfraz: se trataba sin ninguna duda de Vashanesh, ataviado con distinta indumentaria. Otros sostenían que había algo distinto en él, algo muy diferente al Vashanesh que conocieron. Por su parte, el príncipe Vladimir jamás habló de su pasado ni utilizó ningún otro nombre. Si alguna vez fue Vashanesh, había dejado de serlo.

Lo primero que hizo el príncipe Vladimir fue ayudar a Vanhel a dominar el arte de la nigromancia. Crearon un gigantesco ejército de muertos vivientes para rechazar la amenaza de los skavens; después, Vlad volvió a desaparecer de la historia. En los siglos posteriores aparece esporádicamente en los registros históricos de esa región maldita, pero no fue hasta una fatídica noche de 1797 cuando volvió a ejercer su influencia sobre el destino de las naciones. Al contraer matrimonio con Isabella, puso en marcha un plan que sumiría al Viejo Mundo en una guerra devastadora que duraría ciento veinte años, una batalla que se cobró las vidas de innumerables viejomundanos, socavó la fuerza del Imperio y sólo pudo ganarse mediante un terrible sacrificio y una suerte sorprendente. Los relatos de aquellas batallas se han contado muchas veces en otros sitios, y no necesitan volver a narrarse aquí.

Tan sólo los esfuerzos combinados de los Condes Electores del Imperio consiguieron derrotarle. Pero aunque Vlad había muerto, éste no fue el fin de los von Carstein, pues sus sucesores prosiguieron las Guerras Vampíricas durante los años siguientes. Vlad fue eliminado, y con él murieron sus sueños, toda su progenie fue destruida miembro a miembro, ya fuera por ellos mismos o por los valerosos guerreros del Imperio: Fritz, Hans, Pierer, el sanguinario Konrad, y por último incluso el astuto Mannfred.

El final del reinado de los von Carstein llegó en la terrible y sangrienta batalla de Hel Fenn, donde Manfred von Carstein, el último de los Condes Vampiro de Sylvania, murió a manos del Conde Elector de Stirland. El último de su estirpe también murió en la batalla y así se acabaron las Guerras Vampíricas en el Imperio. Sin embargo, éste no fue el fin de los von Carstein en el Imperio, pues muchos otros vampiros de este clan sobrevivieron impertérritos, y su influjo en Sylvania no pudo deshacerse. Quién puede decir cuántos hombres excéntricos todavía conservan la maldición en sus venas, o cuántos Vampiros se ocultan en los castillos encantados o en los siniestros bosques de Sylvania.

En las leyendas del Imperio los nombres de los Condes Vampiro todavía se recuerdan con terror: Vlad e Isabella, los primeros gobernantes inmortales de Sylvania. Pieter y Emmanuelle von Carstein, que degollaron cien doncellas en una sola noche para saciar su sed. Fritz von Carstein, El Que no Conoce la Piedad. Konrad, el demente Conde Sanguinario, y Manfred von Carstein, el más sabio y más astuto de todos, un genio retorcido y el más poderoso de los Vampiros en el dominio del arte de la nigromancia.

Sus actos cambiaron el mundo para siempre, y cuando Mannfred volvió a renacer, le recibieron con los brazos abiertos y apoyaron de nuevo sus grandiosos planes de conquista y dominación. El Clan von Carstein ha regresado, y su voluntad será ley una vez más.

Sociedad y Actitudes[]

Vampiro Liber Necris

Las raíces de la familia von Carstein se remontan a la fundación del Imperio. No hay linaje más antiguo que el suyo: han gobernado las tierras de Sylvania durante mucho tiempo con diversos resultados. Aunque abundan los susurros y rumores sobre su tenebrosa e impía naturaleza, el pueblo al que gobiernan está más o menos satisfecho, y no piensa mejor ni peor de sus nobles que los campesinos de cualquier otra región. Lo que muchos sospechan, pero pocos saben seguro, es que los von Carstein ocultan un terrible secreto: son vampiros.

Aunque son con diferencia los nobles vampiros más famosos, no son los únicos no muertos de tales características. Por todo el Viejo Mundo hay familias nobles que sufren la misma maldición (o bendición), pero carecen de la sutileza o el número necesario para sobrevivir más de una generación sin que los encuentre algún cazador de brujas. Es la perseverancia, fuerza y mitología de los von Carstein lo que les sitúa por encima de los demás vampiros aristócratas que habitan el mundo.

Muchos nobles creen firmemente en el concepto de igualdad y lo practican hasta un grado extremo. En otras palabras, la nobleza se lleva en la sangre. Las clases altas están por encima de las bajas porque poseen las cualidades necesarias para gobernar, y estas cualidades sólo pueden transmitirse con la sangre. Y los von Carstein no son ninguna excepción. Pero la familia von Carstein no sólo aplica esta teoría en las tierras de Sylvania o con sus vasallos. Para ellos es válida en todo el mundo y en todo lo que hay en él. La sencilla verdad que todo von Carstein conoce es que han nacido para gobernar, y todo el que no pertenezca a su linaje vampírico debe arrodillarse a sus pies.

Todos ellos son orgullosos, arrogantes y megalómanos, aunque cabe preguntarse si realmente es arrogancia creer en su superioridad cuando la han venido demostrando una y otra vez en el transcurso de los siglos. Los von Carstein son por naturaleza muy dados al dramatismo y la fanfarronería, pero han dejado claro en numerosas ocasiones que sus alardes no son inocuos, y desde luego pueden hacer algo más que jactarse de su poder. Cuidado con el von Carstein que jure perseguir a su presa hasta el fin del mundo, pues no estará exagerando: realmente cumplirá su promesa.

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El orgullo familiar contribuye a exacerbar las cosas, ya que los von Carstein se toman muy en serio su apellido y sus obligaciones nobiliarias, y si juran algo en su nombre, removerán cielo y tierra hasta cumplir su palabra. Por supuesto, aquí es donde radica la terrible contradicción de los von Carstein: consideran que su clan vampírico es sagrado, pero como la sangre basta por sí sola para convertir a un individuo en uno de los suyos, a menudo han de sufrir la existencia de miembros poco apropiados que deshonran su nombre. La única solución es librar continuas batallas internas para que sólo los mejores puedan ostentar su ilustre apellido.

Y así es como los von Carstein consagran la mayor parte de sus no-vidas a la doble obsesión que subyace a toda nobleza: la conspiración para aumentar su poder sobre los demás y la participación en guerras totales. Muy a menudo estas guerras son entre ellos mismos, aunque prefieren librarlas contra los necios mortales que aún se niegan a reconocer la grandeza de su linaje.

Todos los vampiros ansían dominar y acumular poder, pero casi nunca comprenden lo que es realmente o como conseguirlo. Los von Carstein saben que, en el Viejo Mundo, el poder está en el control de territorios. Por lo tanto, no aspiran a dominar pueblos u organizaciones salvo como medio para obtener más tierras. Y la única forma segura de conseguir y retener territorios es mediante la fuerza. En consecuencia, la mayoría de los von Carstein han sido adiestrados como generales además de príncipes. Incluso las mujeres del clan estudian estrategia y tácticas y aprenden el precio y las condiciones de la guerra. Claro que muchas se cansan muy pronto de tales enseñanzas o renuncian a ellas en pro de actividades más sensuales, pero no hay lecho más fértil para genios militares que la familia von Carstein.

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La guerra contra los mortales también sirve para unir a la familia a pesar de sus disputas internas y redirigir su violencia hacia el exterior. Así, cuando un líder fuerte asume el control del clan, casi siempre inicia una sangrienta cruzada para expandirla a las fronteras de Sylvania. No todos los miembros del clan viven en esa provincia, claro, pero su sangre y sus destinos están irrevocablemente vinculados a ella. Como ya se ha dicho, para gobernar como es debido hacen falta tierras. Sylvania es el primer paso para conseguirlas, una especie de cuartel general, por así decirlo, en el que pueden descansar relativamente a salvo y conspirar para convertir el mundo entero en su Sylvania particular. Hasta que consigan este cometido, la provincia les es tan preciada como sus propias vidas. Y jamás la rendirán a los advenedizos de Stirland ni a otros posibles usurpadores. La tierra es poder, y si Sylvania llegase a caer, también lo harían los von Carstein. Son demasiado orgullosos para ocultarse como los vampiros de los clanes Strigoi o Necrarcas. Para los von Carstein sólo hay dos opciones: la dominación total o la destrucción.

Esta determinación no implica que sean estúpidos, como tampoco sacrificarán la victoria por orgullo o resentimiento. Ni están tan obsesionados con la guerra como el clan Dragón Sangriento. Es la fuente de su poder, no su fin, y siempre dedican tiempo a otros menesteres: arte, música, historia, literatura, ciencias, grandes búsquedas y expediciones a tierras lejanas, por citar algunos; el estudio de la magia y la nigromancia también es una ocupación muy frecuente. Aunque algunos carecen de interés o de poder, sólo los obsesivos Necrarcas superan a los von Carstein más duchos en las artes oscuras.

Los von Carstein también dedican parte de su tiempo a la construcción de sus imperios; no sólo erigen grandes y hermosos castillos, sino que además mejoran las obras públicas, prestan apoyo a los campesinos y aplican la ley. Son muy conscientes de la necesidad de perpetuar su recuerdo, por lo que ofrecen un generoso mecenazgo a artistas, juglares y arquitectos, celebran las fiestas más suntuosas para sus compañeros nobles e incluso organizan festejos para el pueblo llano. A veces estos acontecimientos son completamente inocentes, o han sido ideados para aumentar la popularidad del vampiro. Pero en otras ocasiones adquieren carices más siniestros.

Age of Legends por Clint Langley Vlad von Carstein imagen

El baño de la condesa Lavash es una maravilla de la ingeniería moderna que canaliza automáticamente la sangre derramada por las cuchillas giratorias a través de un sistema de irrigación y la emplea para llenar su bañera, calentándola por el camino; el gran festival deportivo de Plenitud Solar que se celebra en Allebrand anima a los campesinos a competir por el honor de ser la siguiente comida de su señor, que de este modo se asegura de eliminar a los guerreros más fuertes de la aldea. Los allebrandenses creen que su señor envía a los mejores atletas a Reikland para unirse al ejército del Emperador, aunque al no recibir correspondencia los campesinos están empezando a sospechar.

Pero el evento social más conocido posiblemente fuera la infame Danza Macabra del año 2010. Vlad e Isabell habían restaurado la costumbre de disfrazarse como los muertos en geheimnisnacht, e invitaron a todos los nobles de Sylvania (y a muchos de más allá de sus fronteras) para que asistieran una gran celebración en su castillo de Drakenhof. Dada la categoría de las propiedades y la presentación de los von Carstein, se consideró el acontecimiento social de la década, y centenares de nobles acudieron a su castillo para ver y dejarse ver. Pero mientras Vlad recitaba su gran hechizo de Despertar desde las almenas del castillo, Isabella y sus hombres cayeron sobre los invitados, devorando hasta el último de ellos hasta convertir la sala de bailes en un matadero cubierto de sangre y vísceras. Fue el festejo quintaesencial de los von Carstein, en el que combinaron sus dos mayores talentos: la alta sociedad y la masacre a gran escala.

El Apellido von Carstein[]

Noble Conde Vampiro Sylvania por zhangji

Origen[]

Ni los eruditos mortales ni los vampíricos saben explicar los motivos de la elección del nombre "von Carstein". No existe ni ha existido nunca una aldea, pueblo o provincia en el Viejo Mundo con ese nombre, por lo que su origen no ha seguido la tradición natural. Tampoco se tiene constancia escrita de que existiera antes de la llegada de Vlad. Parece que el nombre fue acuñado por el propio príncipe. Obviamente tiene un poderoso significado para él, pero toda posibilidad de conocerlo se perdió con la destrucción de Vlad.

Pronunciación[]

Lejos de Sylvania, los eruditos de Reikland sólo han visto su nombre escrito, y existe cierta confusión en cuanto a su pronunciación exacta. Para la propia familia no hay confusión alguna: la "a" es breve, como la de "paz"; la "r" se debe arrastrar ligeramente, la "s" es similar a la "zh" kislevita, y la última sílaba se lee tal cual se escribe. Este asunto es motivo de un gran orgullo familiar, y se sabe que los von Carstein han llegado a arrancarle la lengua a aquellos que han pronunciado su nombre como si rimase con "end".

Apellido Familiar[]

Es preciso señalar que existen nobles con el apellido von Carstein que no son vampiros, como también hay vampiros de este clan que no comparten dicho nombre. Esto puede deberse a que pertenecen a otra de las grandes familias sylvanianas, o han contraído matrimonio con uno de sus miembros, o tal vez a que aún no se consideran dignos de ostentar el más famoso de los apellidos hasta haber llevado a cabo algún logro significativo o hazaña de renombre. Sin embargo, el vampiro se sigue considerando parte del linaje de los von Carstein, y sea cual sea su nombre no debe olvidar a quién debe su lealtad.

Alimentación y Engendramiento[]

Vampiros brindando arte Warhammer Total War

La razón por la que los von Carstein necesitan tierras y gente que las cultiven es que comparten el deseo común de sojuzgar a sus fuentes de comida. No es que les importe cazar (a muchos de ellos les encanta), pero encuentran insultante hacerlo en las sombras, sigilosamente, para que la presa no se vuelva contra el depredador. No basta que los humanos estén dispuestos a morir por ellos; deben morir como corderos. Los vampiros del clan von Carstein hacen todo lo que está en sus manos para recordar a los mortales cuál es su lugar en el mundo (es decir, como comida o como esclavos).

Aprovechan la tendencia natural de los humanos a dejarse influir por las figuras de autoridad, beneficiándose del sistema feudal y el papel que desempeña en él la nobleza. Defienden sus territorios mientras los campesinos procuran la comida (literalmente, en este caso). También se aseguran de que su justicia se aplique con celeridad y que su poder sea patente, para que los mortales se atemoricen y maravillen ante su fuerza. Fomentan encarecidamente la imagen romántica de la nobleza como símbolo radiante de grandeza, escogida por los dioses a causa de su superioridad inherente. Poseer semejante naturaleza superior y sagrada es un paso sencillo para convencer al pueblo de que dejarse comer es el mayor de los honores, una oportunidad de ser bendecido por esos dioses que caminan entre los mortales, y la posibilidad de compartir, aunque sea por un instante, un atisbo de su gloria.

Campesino Sylvano (1) por zhangji Condes Vampiro

Y funciona demasiado a menudo. Funciona, pero no porque haga que el desangramiento sea menos doloroso y la víctima tenga sueños extraños combinados con la embriaguez propia de un buen whisky, ni por la imagen prohibida o romántica de la transacción, ni tampoco por los oscuros conocimientos o privilegios políticos que puedan obtenerse (aunque todo ello es cierto). Funciona porque los humanos siempre están dispuestos a creer en su propia inferioridad y en la superioridad de otros que son mejores que ellos. Sean nobles, elfos o vampiros, todos son iguales.

En Sylvania el culto al vampiro es muy intenso, ya que actúan a la luz pública. A veces esta veneración es literal, como es el caso del Wiederauferstanden, la secta de los Muertos Reanimados, que adora a los von Carstein como si fueran dioses. Otros les sirven con no menos vehemencia, pese a carecer de creencias religiosas; hay pueblos en el este de Sylvania cuyos habitantes conspiran entre sí por el honor de entregar su sangre a sus amos, alineándose como corderos camino del matadero. Los que pierden su oportunidad de ofrecerse como sustento se consuelan tocando el abrigo o cualquier otra prenda de sus señores, o tal vez encuentran otras formas de servirles (ya sea en su hogar o fuera de él). Incluso barrer el suelo de las grandes mansiones de los vampiros es un honor y un privilegio, y si se hace un buen trabajo, podrían obtenerse honores adicionales.

Por supuesto, no es siempre así de manifiesto en toda Sylvania, y aunque el instinto de mostrar sumisión está muy arraigado y difundido, hay más de una provincia que aún no ha olvidado cuál es la verdadera naturaleza de los vampiros. Sin embargo, estas gentes se muestran igualmente pacíficas y sumisas por puro temor. Otros han vivido tanto tiempo bajo la constante e invencible amenaza que ceden a la desesperación y se limitan a aceptar su destino. Inevitablemente, hay muy pocos individuos con la voluntad de plantar cara a los depredadores, y menos aún con fuerzas para pasar a la acción, de modo que los von Carstein pueden alimentarse abiertamente, con suma facilidad y sin ningún temor. Y creen que algún día todo el mundo será igual.

Corte Vlad

Su dependencia de la imagen noble y altiva del vampiro es la razón de que sean tan selectivos a la hora de conceder el Beso de Sangre. No sería sensato transmitir la sangre de los von Carstein a alguien que alterne con la plebe o no sepa mantenerse a la altura de la familia. Un von Carstein debe ser arrogante hasta la médula, y estar totalmente convencido del lugar privilegiado que ocupan en el universo tanto él como su familia. De no ser así en el momento en que se da el Beso, deberá ser aleccionado: de hecho, los nuevos vampiros son instruidos en todos los aspectos de su vida nobiliaria, incluidas las artes de la estrategia, la manipulación y la conspiración. De igual modo, si el vampiro fuese deficiente en cuanto a sus dotes y obligaciones como noble, podría ser exhortado a respetar el honor del apellido familiar, y eso si tiene suerte. Nadie recibe una segunda advertencia.

El modo más sencillo de garantizar que alguien posee la educación y temperamento necesarios para pertenecer al clan von Carstein consiste en asegurarse de que haya alguna relación de parentesco. Limitando el acceso a aquellos de sangre familiar se garantiza la perpetuación del linaje y se amplía la verdadera familia. Los que pretenden unirse al clan sin haber nacido con sangre de von Carstein deben desposarse con algún miembro de la familia. Esto no es moco de pavo. Al igual que los altaneros nobles de Altdorf, los vampiros del clan von Carstein suelen examinar a fondo el historial de un posible aspirante, remontándose varios cientos de años en su pasado para asegurarse de que no haya rastro de sangre plebeya o conductas indecorosas en su familia. Por supuesto, este tipo de cosas pueden ocultarse o ser manipuladas; lady Ariette perjudicó seriamente la reputación de su rival lady Carlotta al convencerla de que diera el Beso de Sangre al aparentemente impecable lord Engelmier, para luego descubrir con escándalo que su abuelo había sido arrendatario de una granja.

Von Carstein Vampire

Como siempre, hay excepciones a este meticuloso proceso de selección, ya que si los nobles son excéntricos por naturaleza, los von Carsteins lo son aún más. También abundan los casos de locura total en su linaje. Se cuentan historias de Condes Vampiro que transformaron a vulgares mozos de cuadra o sirvientas porque les gustaba su aspecto, por no mencionar a sus caballos, perros y gatos predilectos. Estas excepciones suelen desaprobarse (sobre todo porque las mascotas se pueden disecar o reanimar como zombies), pero las excentricidades también se consideran derecho y privilegio de la sangre noble. Si alguien es lo bastante excéntrico, podría convertirse en la comidilla de la temporada y redimir así su estatus social (convertir a un mozo de cuadra es un insulto, pero convertir a todo un harén de cincuenta concubinas es un ostentoso divertimento).

Resumiendo, en lo relativo al Beso de Sangre, como todo lo demás en la vida de los ricos y ociosos, se debe guardar una gran cantidad de decoro; pero toda norma puede quebrantarse si se tiene suficiente poder.

Designios y Estrategia[]

Guerra Vlad Condes Vampiro

El clan von Carstein está vinculado a la mayor parte de la nobleza soberana de Sylvania, por lo que sus objetivos son los mismos de cualquier otra familia noble: continuar ricos y poderosos e incrementar su riqueza y su poder. Sus métodos para conseguir tales fines son los mismos que los de las demás provincias del Imperio, ya que emplean el mismo sistema político.

El recién regresado Mannfred es el auténtico gobernante de la provincia, y sus nobles le deben lealtad y apoyo. Los vampiros de esta región están considerados como los más poderosos, seguidos por los von Carstein que aun no han recibido el Beso, y por debajo de estos se hallan los demás nobles que no pertenecen a la familia. Cada uno de ellos aporta parte de los impuestos recaudados y la leva a sus respectivos superiores, y a cambio reciben apoyo militar. Claro que, en la práctica, casi nunca es tan sencillo.

Mannfred sólo conserva el poder gracias a su fuerza militar, su imponente carisma y un complejo sistema de alianzas y promesas formuladas a los nobles inferiores. Y aun así, su poder es limitado; si los demás condes tuvieran razones de peso para oponerse a alguna de sus campañas, podrían negarle sus tropas (y rezar porque Mannfred carezca de efectivos para aplastarlos por semejante afrenta). A pesar de su poder militar, Mannfred también debe mover hilos políticos y emprender acciones que reciban el apoyo de los demás nobles. Por suerte, todos ellos se muestran partidarios de expandir las fronteras de Sylvania y aplastar a los ejércitos del Imperio, y ambas cosas son constantes en los planes de Mannfred. Además, pocos vampiros osarían hacerle enfadar, ya que no desean cargar con la responsabilidad y el peligro que entraña su posición. La mayoría se conforman con dejar en sus manos la conquista del Viejo Mundo, siempre y cuando su lugar en la nueva república esté garantizado.

Mannfred von Carstein por Wayne England-

No obstante, más allá del abastecimiento de tropas, Mannfred ejerce muy poco control oficial sobre ninguno de sus subordinados, como tampoco está obligado a respetar leyes o juramentos unificadores. Cada señor feudal es libre de hacer lo que le plazca con sus tierras y los campesinos que las arriendan, y la única consecuencia de tales acciones sería un ligero cambio en su posición social. Dado que gobiernan sobre un populacho aterrorizado, los nobles vampiros gozan de total libertad para imponer los preceptos más crueles e inusuales, así como de disfrutar de la opresión más decadente y autocomplaciente; mantener este entretenimiento de forma indefinida suele ser el límite de los malignos planes de la mayoría de los vampiros von Carstein.

Pero lo que les falta de visión lo compensan con crueldad. La tentación de exigir a los campesinos cosas cada vez más salvajes o estrambóticas por el mero placer de comprobar si pueden conseguirlas les resulta muy difícil de resistir. En una ocasión, el conde Marcellan von Carstein ordenó a su pueblo que no comiera otra cosa que hierba para estudiar los efectos de dicha dieta, mientras que lady Carlotta obligó a todo hombre casado a ejecutar a sus esposas si cometían el delito de darles más de dos hijos. El motivo que alegó fue que no quería que su pueblo creciera demasiado deprisa, pues en tal caso podrían acabar ocupando su campo de azucenas favorito, situado en una ladera cercana.

Cuando no están oprimiendo a su propio pueblo, los principales objetivos de los von Carstein son, tal y como se ha mencionado, librar guerras entre ellos y contra los mortales. En cualquier caso, sus motivaciones son las mismas (adquirir más tierras) y los procedimientos no suelen apartarse demasiado del tema central. Antes de iniciar hostilidades directas se recurre al chantaje, el engaño y la manipulación. Después se envían oleadas de soldados no muertos: esqueletos, zombies, caballería tumularia montada sobre enormes pesadillas y demás criaturas. Cuando se enfrentan entre ellos este paso suele acabar en tablas, ya que ambos bandos se limitan a renovar sus ejércitos, por lo que los vampiros se ven obligados a recurrir a tácticas más sutiles. Pero cuando luchan contra los frágiles mortales, el método directo es terriblemente eficaz.

Guerras conde Mannfred

No se trata de una estrategia sutil, pero tampoco tiene por qué serlo. Ningún ejército mortal puede hacer frente a un contingente de soldados que nunca mueren y que se hace cada vez más numeroso con cada batalla que libra, tanto si las gana como si las pierde. El ejército de Vlad sólo pudo ser derrotado en Altdorf gracias a la traición de uno de sus propios vástagos. Konrad fue vencido porque sus subordinados se cansaron de servir a un lunático desquiciado. Y para acabar con la grandiosa campaña de Mannfred fue necesario que el Gran Teogonista condenase su propia alma leyendo el Liber Mortis (y aun así hicieron falta todos los ejércitos del Imperio para ahuyentarlo y tratar de destruirlo).

Pero ningún vampiro puede morir definitivamente mientras haya alguien que lo recuerde, y si los von Carstein son buenos en algo es en estampar el sello de su legado en los corazones y mentes de su pueblo, en su historia y sus leyendas, incluso en el paisaje. Sylvania jamás olvidará a los Condes Vampiro, y por ello regresarán una y otra vez, dispuestos y ansiosos por llevar la muerte al Imperio una vez más y oprimir a sus habitantes bajo su cruel dominio, hasta sumir a todo el mundo en tinieblas de las que nunca podrá salir.

Los von Carstein Mortales[]

Johann Haifisch fue uno de los diversos nigromantes que vistieron atuendos de nobles en Sylvania. Su gran logro fue la elaboración de un ritual que vinculó para siempre su sangre a la tierra, valiéndose para ello de hitos mágicos, sacrificios de sangre y pactos con poderes tenebrosos para proporcionarse a sí mismo y a sus descendientes una perversa herencia de maldad y magia. Cuando Vlad tomó el poder, la familia Haifisch sobrevivió ofreciéndole a sus hermosas hijas, y a través del matrimonio con los vampiros adquirieron el apellido von Carstein. El poder mágico de estos von Carstein mortales aumenta enormemente cuando son transformados en vampiros, por lo que ambos linajes han convivido entrelazados durante siglos. Cuando Mannfred cayó en la Batalla del Pantano de Hel, adoptaron otros nombres y se ocultaron para aguardar su regreso.

El actual heredero del linaje mortal de los von Carstein fue bautizado Vlad como preparativo para un gran honor. Al regreso de Mannfred debía ser el primero en recibir el Beso de Sangre para convertirse en un símbolo de la vuelta a las viejas costumbres. Sin embargo, el joven Vlad tenía otros planes. Se escapó de su hogar y partió en pos de sus propios sueños en el Imperio; desde entonces no se le ha vuelto a ver. Los von Carstein han enviado algunos de sus agentes en su busca, Y creen que actualmente se gana la vida como artista en Altdorf.

Heráldica[]

La familia von Carstein es la más influyente de todas las familias de vampiros. Mientras que otros han desaparecido o han perdido todo ápice de cordura, los von Carstein han llegado a controlar toda una provincia del Imperio, Sylvania, la han hecho su hogar y han sido el incordio del mundo de los vivos desde entonces. Su heráldica personal es el gigantesco Murciélago vampiro y sus escudos y estandartes llevarán ese emblema para mostrarles a sus enemigos con quién están tratando.

Individuos Destacados[]

Boceto Konrad von Carstein por Karl Kopinski

La familia von Carstein es numerosa, perversa y sanguinaria, y cada uno de sus miembros ha dejado tras de sí bastante sufrimiento y destrucción como para llenar un libro de Historia. Todos ellos en general son individuos destacados, y los pocos que sobresalen del resto han moldeado la historia del mundo (o no tardarán en hacerlo).

Los nombres Vlad el Grande, su amada inmortal lsabella, Konrad el Carnicero y Mannfred el Último son conocidos por todos los estudiantes de Historia del Imperio. Otros eruditos podrían conocer a Constantin von Carstein, el gran sabio y biógrafo de Konrad y Mannfred. Asesino cruel y consumado espadachín, tuvo la oportunidad de estar cerca de Konrad durante toda su campaña, y gran parte de la información que se tiene de los Condes Vampiro se ha extraído de las páginas recuperadas de su detallada obra. Sin embargo, no murió junto a sus amos, y aún puede estar planeando hacer historia por sí mismo.

El conde von Sangster también es célebre por su erudición, tanto entre mortales como entre vampiros; se dice que su gran biblioteca sólo es igualada por la de Mannfred, y su reciente Historia del Imperio se considera una de las más grandes y completas jamás compiladas, hasta tal punto que los eruditos humanos se arriesgarían gustosos a confraternizar con el autor con tal de leer una copia (y como vive en Nuln, no es difícil concertar una cita con él).

Los estudiantes de historia del Imperio también conocen el nombre de la zarina Kattarin de Kislev. Su naturaleza vampírica es menos célebre, pero sí es famosa por su sanguinario reinado. Tras intentar resistir el hambre durante varios meses, sufrió un ataque de locura y masacró a miles de sus súbditos, así como a innumerables soldados del Imperio. Finalmente fue destruida por agentes de la Hermandad de Lahmia, pero su cadáver permanece conservado en un gran bloque de hielo, y en el gélido norte hay muchas personas interesadas en verla de nuevo en el poder.

Los miembros más destacados son:

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