
Mapa del entorno de Antoch
Antoch, también llamada la Ciudad Cruzada, fue un enclave bretoniano situado en el extremo norte del Golfo de Medes, al sur del Gran Desierto de Arabia, junto a la gran El-Kalabad y a la colonia imperial de Sudenburgo.
Historia[]
Orígenes[]
La poderosa ciudad fortaleza de Antoch fue fundada al término de las Cruzadas, cuando los victoriosos ejércitos del Viejo Mundo derrotaron al malvado y perverso Sultán Jaffar. Disgustados por la maldad que encontraron en Arabia, los victoriosos caballeros derribaron los ídolos, quemaron bibliotecas enteras de libros blasfemos, y finalmente se retiraron a las tierras inmaculadas de Bretonia, santuario espiritual de la Dama del Lago. Sin embargo, algunos caballeros, llevados por un frenesí de rectitud ante la maldad del corazón y la abominable decadencia de los árabes, decidieron permanecer en Arabia y construir una poderosa fortaleza de la virtud que permanecería permanentemente vigilante ante el resurgir de la oscuridad en las tierras de Arabia.
La ciudad recibió el nombre de Antoch, y pronto pasó a ser un refugio para todo tipo de aventureros del Viejo Mundo, mientras que las naves encontraban en Antoch un lugar de abastecimiento vital que les permitía reaprovisionarse para el peligroso viaje hacia occidente, en dirección a Lustria, o al sur, hacia las Tierras del Sur.
Llegada del Báculo de Jade[]
En el año 1847 del Calendario Imperial, el rey bretoniano Jean financió una expedición a Lustria. La expedición, compuesta por seis galeones, varias embarcaciones auxiliares menores, y más de quinientos caballeros y hombres de armas bretonianos, se hizo a la mar un año después, al mando del Duque de Lorrain. El viaje a Lustria estuvo plagado de peligros. La armada de los Altos Elfos y los monstruos de alta mar causaron numerosas bajas a los bretonianos, pero tres meses después de haberse hecho a la mar desde Bordeleaux, avistaron finalmente la costa de Lustria.
Los bretonianos desembarcaron cerca de la ciudad-templo en ruinas de Huatl. El Duque de Lorrain era un bravo e intrépido guerrero, pero también era bastante imprudente y no destacaba por su brillantez táctica. Prescindiendo de efectuar ningún tipo de reconocimiento, se adentró en la jungla de Lustria, avanzando hacia las pirámides en ruinas cuyas cúspides podían vislumbrarse entre el follaje. Huatl está situada cerca de la costa de Lustria, por lo que el ejército del Duque alcanzó rápidamente la ciudad en ruinas. Aun así, los bretonianos habían atraído la atención de los Hombres Lagarto. Desafortunadamente, el Duque y sus hombres no eran conscientes de ello y empezaron a explorar y a saquear la ciudad en ruinas. Distraído por la perspectiva de saqueo, el ejército del Duque se dispersó en busca de botín, y entonces los Hombres Lagarto cayeron sobre ellos.
Al salir el sol, tan sólo quedaba con vida una pequeña parte del antes poderoso ejército bretoniano. Los harapientos supervivientes huyeron de Huatl cargando con los artefactos y tesoros que habían encontrado. Pero el amanecer no representó ningún respiro, y los bretonianos fueron hostigados por los Hombres Lagarto que acechaban en la densa jungla a lo largo de todo el camino desde la ciudad hasta las chalupas. El Duque murió a tan sólo unos metros de las chalupas varadas en la playa, en una última defensa heroica que permitió escapar a un puñado de supervivientes.
Sin embargo, aquellos que consiguieron escapar no lo hicieron con las manos vacías. En su poder se encontraban muchos artefactos antiguos y docenas de placas de oro cubiertas de glifos que adornaban los templos de los Hombres Lagarto. Los fabulosos tesoros fueron una tentación demasiado fuerte para los tripulantes de la flota, que sin el férreo (aunque desencaminado) liderazgo del Duque, no tardaron en dar problemas durante el viaje de regreso. En lugar de regresar a Bretonia y entregar el botín a su rey, casi toda la flota se amotinó y las naves se dispersaron por todos los puertos del Viejo Mundo.
La única excepción fue el galeón Jean de Florette, en el que se encontraban el caballero novel Pierre y el pequeño contingente de caballeros a los que había conseguido reunir en la retirada y conducir sanos y salvos hasta la flota. Pierre y sus compañeros habían sido los únicos bretonianos de sangre noble supervivientes, y llevaban consigo el Báculo de Jade, un magnífico bastón tallado completamente en jade. Aunque consiguió sofocar el motín en su propia nave, al ver cómo el resto de galeones se dispersaban, Pierre supo que no podría regresar a Bretonia. Sobrevivir a una expedición en la que todos los demás caballeros habían muerto ya era bastante malo, pero no haber conseguido evitar que la flota se amotinase significaba la desgracia y el deshonor tanto para él como para sus bravos compañeros.
Sin embargo, Pierre era un hombre lleno de recursos, y estaba decidido a recuperar su honor o morir en el intento. Para hombres como él sólo existía en aquel tiempo un lugar que ofreciera tanto refugio como la posibilidad de redención, y ese lugar era la Ciudad Cruzada de Antoch. Así, Pierre llevó los restos de su ejército hasta allí, y con el paso del tiempo llegó a ser Maestre de los Caballeros de Antoch y señor de esas tierras. El Báculo de Jade que Pierre había traído de Lustria se convirtió en el emblema del Señor de la Ciudad, símbolo de su poder y protección.
Asedio de Antoch[]

Saqueo de Antoch
Casi setecientos años después del saqueo de Huatl y la destrucción de gran parte de la expedición del Duque de Lorrain, el Cacique Mazdamundi decidió recuperar en secreto los artefactos robados por los bretonianos para ampliar su comprensión del Gran Plan de los Ancestrales y así poder hacer frente a las maquinaciones del Caos. Con este fin, envió discretamente pequeñas fuerzas de Hombres Lagarto al Viejo Mundo para apoderarse de las placas sagradas dispersadas por los amotinados o manipular a otras fuerzas para que las consiguieran por ellos.
Sin embargo, para hacerse con el Báculo de Jade, que era una llave de inmenso poder mágico en manos de un Mago Sacerdote Slann, Mazdamundi ordenó desplegar un gigantesco ejército de Hombres Lagarto y mercenarios para tomar la Ciudad Cruzada. Aunque Antoch estaba bien fortificada y pertrechada, y un asedio prolongado habría impedido aprovechar las conjunciones astrales del momento para frenar al Caos, los bretonianos decidieron noble y valientemente (algunos dirían temerariamente) hacer una salida por las distintas puertas contra sus sitiadores. El curso de la batalla cambió muchas veces mientras cada bando trataba de mantener la iniciativa. Finalmente, los Hombres Lagarto lograron arrasar la ciudad y hacerse con el Báculo de Jade, y poco después Mazdamundi completó su ritual para impedir que el Caos engullese el mundo.
Etimología[]
El nombre de Antoch deriva de "Antioch", el topónimo inglés de Antioquía, una antigua ciudad costera de Siria que fue capital de un Principado establecido en la Primera Cruzada.
Fuentes[]
- White Dwarf 22, págs. 6 a 8.
- White Dwarf 23, págs. 24 y 25.
- White Dwarf 24, págs. 67 a 69.
- White Dwarf 25, pág. 52.