
"Carismático y de verbo fácil, eres un campeón de tu causa frente a la oposición del poder establecido."
- —Descripción de la profesión.
"¡Acérquese amigo! Me gustaría hacerle consciente de una situación desesperada... una atrocidad de la que usted puede que no sea consciente. Hay problemas amigo mío, aquí mismo en Altdorf."
- —Alborotador anónimo.
En su mayoría, la gente del Imperio ni pincha ni corta en temas de política. El Emperador y los Condes Electores promulgan y aplican las leyes, apoyados por diversas iglesias (las de Sigmar y Ulric son las más destacadas). Aun así, los activistas políticos llenos de entusiasmo son habituales en las ciudades del Imperio.
Estos alborotadores y agitadores son defensores activos de una causa es buena para ellos, desde los derechos de los plebeyos humanos (o Elfos, o Enanos, o Halflings) hasta el estado de las zanjas de desagüe, se organizan en pro de diversas causas, hacen una incansable campaña para reclutar seguidores, pronunciando apasionados discursos, distribuyendo panfletos y provocando al populacho.
La mayor satisfacción de un alborotador es ver al sistema obligado a actuar por el peso de la opinión pública. Algunos Agitadores actúan movidos por genuina preocupación pública, pero hay muchos más que obedecen a sus propios intereses: el bando ganador en una disputa premiará con generosidad a sus servidores más leales.
Los lunáticos sencillamente se ignoran, pero los alborotadores más eficaces (aquellos que logran llegar hasta el manantial del resentimiento de los campesinos y burgueses) suelen considerase una amenaza para el Estado. Son perseguidos por los vigilantes locales, acusados de herejía por los eclesiásticos u obligados a rendirse a la tierna compasión de los cazadores de brujas. Pero a pesar de los riesgos, los alborotadores continúan su labor. Algunos creen firmemente en su causa, pero otros no son más que cínicos ávidos de poder tan corruptos como aquellos contra los que despotrican.
La causa de la civilización ha sido perjudicada con frecuencia por agitadores inoportunos, aunque muchas veces pueden ser beneficiosos, El hecho de que pueda haber agitadores profesionales demuestra lo complicado que es el Viejo Mundo.
Descripción[]

"¡ALTDORF PARA LOS DE ALTDORF! ¡FUERA LOS MIDDENLANDESES!"
- —Panfleto, calle de las Cien de Tabernas, Altdorf.
El Imperio se ha mantenido firme contra sus enemigos durante más de 2.500 años. Ha prosperado en ese tiempo hasta convertirse en la nación más poderosa del Viejo Mundo. Los nobles y los líderes religiosos se apresuran en quedarse con el crédito de esto.
Hay quienes piensan que el progreso no ha sido lo suficientemente rápido. Consideran a la nobleza como un parásito que vive entre lujos gracias al trabajo de los pobres, y denuncian a los sacerdotes como hipócritas que no practican las virtudes que predican. Aunque son muchos los que piensan esto, por lo general se contentan con protestar por lo bajo sobre una pinta de cerveza. Sin embargo, algunos les asquea tanto el orden social que hacen carrera para invitar al cambio. Estos agitadores toman las calles de las ciudades del Imperio, proclamando sus protestas con la esperanza de reunir una audiencia.
Las razones por las que protesta son por lo general preocupaciones locales, como un nuevo impuesto, un proyecto militar, o el estado de los desagües. Algunos alborotadores se ocupan de cuestiones más controvertidas, como los peligros que plantea el Caos. Unos pocos son unos conspiradores lunáticos que vociferan acerca de "hombres ratas" en las alcantarillas que conspiran para derribar el Imperio. Se gana poco dinero predicando el cambio de esta manera, aunque los agitadores más emprendedores producen panfletos injuriosos que las partes interesadas pueden comprar por una pequeña cantidad.
Las autoridades no aceptan amablemente las críticas, y los alborotadores deben cuidarse de que sus quejas no les hagan terminar en las celdas del puesto guardia más cercano. Las penas para los culpables de sedición pueden ser duras, y las cabezas de agitadores desafortunados adornan las entradas y puentes de las ciudades en todo el Imperio. Por esta razón, muchos alborotadores están en constante movimiento. La urgente necesidad de reubicarse, y la necesidad de complementar sus escasos ingresos si surge una oportunidad, significa que los agitadores están a menudo dispuestos a tomar una vida de aventura.
Los alborotadores abogan en favor de causas políticas utilizando la letra impresa, la protesta y los discursos en público. Recogen la simpatía y el apoyo del pisoteado populacho, pero deben estar muy al tanto de no atraer la atención de los sigmaritas ni de los enanos interesados en mantener las tradiciones establecidas. Los alborotadores más peligrosos han conseguido desestabilizar el gobierno de algunos nobles, algunas poblaciones e incluso provincias enteras. Los panfleteros clavan carteles en los tablones de anuncios o los distribuyen en las plazas de mercado, aunque a menudo aquellos a los que buscan convencer no saben leer.
Los alborotadores religiosos se pueden ganar bien la vida como predicadores callejeros, obteniendo donativos de los devotos piadosos y atrayendo flagelantes y zelotes como seguidores. Los alborotadores que sobreviven lo suficiente como para llegar a demagogos, a menudo son apoyados por aliados poderosos y ocultos que buscan el cambio por motivos propios.
Los alborotadores a menudo se mueven mucho, en busca de multitudes mayores o huyendo de las autoridades. Se pueden convertir en líderes de grupos heterogéneos de los inquietos y de los desafectos, exhortándoles (o mejor aún, extorsionándoles) para luchar por una causa mayor.
Altdorf tiene una reputación legendaria por sus densas nieblas y por sus disturbios. Quizá sucede porque Altdorf es la capital del Imperio, o quizá porque el Colegio Gris atrae franjas del traicionero Ulgu (el Viento Gris de la Magia) a la ciudad. Sea cual sea el motivo, parece que cuando la niebla fluye desde las Llanuras de Altdorf, las muchedumbres se alzan en las calles, y que no le pase nada a ningún guardia que intente silenciar su derecho a ser oídas.
Un alborotador lleva generalmente una chaqueta de cuero resistente para protegerlo en las calles. Muchos agitadores llevan paquetes de folletos impresos para ayudar a difundir su mensaje.
No Hay Descanso Para el Retórico[]

"Recordad mis palabras, si queréis erradicar a los agentes de la Hilandera del Destino, seguid el clamor de las calles. No pueden resistirse a él. Saldrán a la superficie, antes o después."
- —Adrian Hoven, capitán-clérigo, Caballeros del Corazón Ardiente.
El agitador se encuentra en una esquina de una calle concurrida o en la plaza del mercado, gritando consignas polémicas con la esperanza de generar interés entre los transeúntes. El alborotador siempre tiene un ojo avizor ante las autoridades, que seguramente tengan una mala opinión de sus actividades. En cuanto vea aparecer a la guardia huirá, a menos que piense que tiene a la gente de su lado.
Una vez que reúne una multitud, el agitador se lanza una crítica más detallada de la sociedad, y describe su visión del futuro. Lanza sus folletos sobre su audiencia, diciendo que contienen más información y señala que son tan baratos como le ha sido posible hacerlos, esperando cubrir sus costes.
Por la noche, el agitador se dirige a una taberna local. Sus discusiones filosóficas en la barra le hacen popular entre aquellos con los que bebe. Sin embargo, el alborotador tiene un incentivo profesional por estar ahí, y tiene el oído preparado para escuchar cualquier amargada anécdota o teoría conspiranoica que pueda utilizar para reforzar su agenda política.
A altas horas de la noche, el alborotador hace una visita al taller de una imprenta local. La mayoría de las imprentas son demasiado cuidadosas con la ley como para ayudar abiertamente a un individuo tan notorio, pero pueden tener jóvenes aprendices rebeldes o llevar un negocio ilícito por la noche. Un agitador tiene que tener cuidado en la búsqueda de un impresor dispuesto a imprimir panfletos sediciosos, y trabaja duro para establecer y mantener el grado necesario de confianza.
Afiliaciones[]
Es aconsejable para un alborotador conocer a los vigilantes locales y tener contactos en los bajos fondos. En el caso de los vigilantes es simplemente una cuestión de saber a quién sobornar o de quién huir. Un agitador tiene una relación más compleja con el crimen organizado. Por un lado los contactos con los bajos fondos pueden ofrecer al agitador justo el tipo de información que necesita para atacar mejor a sus objetivos, y un lugar para esconderse si las cosas se ponen feas. Por otro lado, tienen la mala costumbre de pedir favores. Muchos agitadores desean ser percibidos como idealistas y anti-materialistas, y no les gusta que les vean asociarse con delincuentes.
En la Tierra del Analfabetismo, la Palabra Hablada es el Rey[]
Muchos se preguntan cómo pueden obtener los alborotadores tal cantidad de seguidores, o tener una influencia tan fuerte sobre la política y los asuntos locales. El poder de la palabra hablada no puede ser subestimado en una tierra donde hay muchas más personas analfabetas que las que saben leer y escribir. Los analfabetos se ven obligados a depender de otros para conocer la noticias y la información, ya que no pueden leer por si mismo los periódicos, una oportunidad que el alborotador inteligente esta más que feliz a aprovechar.