
El aire crepitaba con la magia - magia que ardía y silbaba, magia que brotaba como sangre y estallaba en iridiscentes llamas multicolores. Los Horrores se agitaban como un mar golpeando a su adversario.
"¡Sangre para el Dios de Sangre!" gritó Feldor, campeón de Khorne, pero no era sangre lo que volaba de sus tajantes hachas sino el mágico icor demoníaco de los Horrores de Tzeentch.
Un Horror Rosa estiró sus manos temblorosas y cogió su capa. Con un solo barrido de su ancha hacha, partió a la criatura en dos, pero aún así su rostro loco y risueño continuó retorciéndose y cacareando. Otro golpe de hacha cortó un miembro con garras, pero a medida que caía cada Horror Rosa, su cadáver burbujeaba y se convertía en dos Horrores Azules que se levantaban de nuevo para clavar sus garras y rasgar al asediado campeón.